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Revista médica de Chile

versión impresa ISSN 0034-9887

Rev. méd. Chile vol.148 no.4 Santiago abr. 2020

http://dx.doi.org/10.4067/s0034-98872020000400560 

CARTA AL EDITOR

Expertos y redes sociales: ¿Cómo comunicarnos en tiempos de pandemia?

Experts and social networks: How to communicate in times of pandemic?

Loreto Fernández González1  a

Paulina Bravo Valenzuela2  3  b

1Dalla Lana School of Public Health, University of Toronto, Toronto, Canadá.

2Profesora Asociada, Directora de Investigación y Doctorado, Escuela de Enfermería, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile.

3Honorary Research Fellow, School of Social Sciences, Cardiff University, Cardiff, Reino Unido.

Señor Editor:

La pandemia de COVID19 declarada en marzo de 2020 está mostrando una de las caras más riesgosas de la globalización, desafiando los sistemas sanitarios y el bienestar social e individual. La falta de certeza sobre la progresión de la pandemia y del nivel de respuesta del sistema de salud local han provocado inevitablemente una sensación de inseguridad y desconfianza en las personas, lo que puede repercutir directamente en la capacidad de tomar decisiones informadas en relación a este problema sanitario. En este escenario, vale la pena preguntarse cómo estamos reaccionando quienes trabajamos en salud pública y salud global para acoger a esta ciudadanía colmada de incertidumbre.

La era tecnológica y la alfabetización digital de muchos, nos permiten seguir y comentar en tiempo real los acontecimientos a nivel local, inspirados por cómo se está manejando la crisis en otros países que tienen más tiempo de exposición al COVID19. Esto es particularmente relevante considerando el acceso y producción de información en canales masivos como las redes sociales, que permiten comunicar hechos, opiniones profesionales y juicios personales.

La profusa llegada de información en torno a la pandemia ya había sido notada incluso antes que la OMS la declarara como tal1 . El riesgo de una infodemia aparejada al brote viral es particularmente alto en una sociedad hiperconectada, y va más allá de los medios de comunicación tradicionales. En una era en que académicos en etapa inicial y senior de su carrera tienen ventanas de difusión digitales a través de las cuales pueden llegar a miles de ciudadanos de forma simultánea e instantánea, nos ha llamado la atención algunas prácticas en el uso de estas plataformas, desde el punto de vista de la comunicación de riesgo en salud y la capacidad de promover la alfabetización adecuada de la población en conceptos y procesos propios de la epidemiología de esta enfermedad, su manejo clínico y las políticas públicas adoptadas para su contención.

Esta pandemia no puede ignorar el contexto sociopolítico que afecta a Chile desde el estallido social de octubre 2019. Desde entonces, se ha producido una profunda desconfianza y rechazo hacia las autoridades y particularmente en el ámbito sanitario existe una demanda por mayor equidad, con un fuerte escrutinio a los tomadores de decisiones. En esta línea, es delicado notar que la mantención irreflexiva de este tono de desconfianza de parte de colegas y académicos puede acrecentar la polarización y no contribuir a la respuesta individual y colectiva que la pandemia requiere. En particular, las redes sociales han funcionado como canales para desmentir a las autoridades, contradecir o cuestionar expertos, y acrecentar una sensación de alarma en la comunidad. La constante transmisión de conceptos complejos y altamente técnicos (tales como “aplanar la curva”, “distancia social”, “uso correcto de mascarillas”, “carga viral”, “falso negativo” entre otros), sumado a un tono muchas veces alarmista o destructivo, se alejan de las buenas prácticas de la comunicación de riesgo en salud. Como académicos e investigadores, frente a un riesgo inminente al bienestar de la ciudadanía, nuestra responsabilidad social implica fundamentalmente transmitir información adecuada, a través del uso de habilidades comunicacionales específicas que permitan mantener a las personas informadas sobre la situación sanitaria2 , en un lenguaje comprensible para ellos, en forma oportuna, veraz y transparente, lo que coincide con lo especificado en la Ley 20.584 sobre el derecho de las personas a recibir información relacionada a su salud3 . Esto permitirá que las personas se sientan involucradas en el proceso y logren tomar decisiones de manera informada que les permita protegerse en relación al riesgo experimentado. Pero estas habilidades, como todas aquellas vinculadas a la relación interpersonal, no son de generación espontánea4 .

Si bien es loable el interés de muchos de conectar y educar a la comunidad en una situación tan crítica como la actual, es fundamental que la comunicación por redes sociales esté guiada también por la evidencia científica y las buenas prácticas de la salud pública. En esta línea, la pandemia de COVID19 nos muestra la necesidad de entrenar a nuestros profesionales de la salud y académicos en comunicación de riesgo y uso responsable de nuestros conocimientos técnicos.

Estamos ante un momento histórico en el que todos los ciudadanos necesitan la información necesaria para adoptar conductas de autocuidado, y como académicos y/o salubristas debemos modelar ese rol, otro elemento fundamental de la comunicación en salud. El debate de ideas y opiniones profesionales debiese evitar un tono confrontacional, que solo satisface los intereses personales del comunicador, acrecentando la desconfianza, y alejándonos del uso responsable de la evidencia. En tiempos de emergencia, la academia debe ponerse a disposición para informar a las autoridades, y abogar por decisiones políticas basadas en evidencia, sin que esto signifique sacrificar su espíritu crítico. Esto puede lograrse a través de la participación activa de organizaciones comunitarias, en este caso, agrupaciones de pacientes, que permitan mantener el foco en lo que es realmente importante: el bienestar de la comunidad. Si la crisis sigue agudizándose, tal como ha sucedido en otros países, no contar con un sistema de comunicación de riesgo creíble agrega otra problemática a esta pandemia, ya que la inseguridad de las personas podría aumentar, y en ese estado de vulnerabilidad caigan en la desesperación de la desinformación, donde cualquier fuente podría parecer confiable, dando crédito a información imprecisa o falsa, lo que podría acabar en la relativización de las medidas de autocuidado. Urge que actuemos en colaboración en pro de nuestra ciudadanía.

Referencias

1. Zarocostas J. How to fight an infodemic. The Lancet 2020; 395 (10225): 676. [ Links ]

2. Gamhewage G (2014). An Introduction to Risk Communication. Disponible en: https://www.who.int/risk-communication/introduction-to-risk-communication.pdf?ua=1 [Consultado el 6 de abril de 2020]. [ Links ]

3. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Legislación Chilena. Ley 20.584, “Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención de salud.” Disponible en: https://www.minsal.cl/sites/default/files/files/Ley%2020584%20Derechos%20y%20Deberes.pdf [Consultado el 6 de abril de 2020]. [ Links ]

4. Edwards AG, Naik G, Ahmed H, Elwyn GJ, Pickles T, Hood K, et al. Personalised risk communication for informed decision making about taking screening tests. The Cochrane database of systematic reviews. 2013; 2: Cd001865. [ Links ]

Correspondencia: Loreto Fernández González 35 Charles Street West, Toronto, ON, Canada loreto.fernandez@mail.utoronto.ca

a

Psicóloga, Magíster en Salud Pública

b

Enfermera, Phd.

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