INTRODUCCIÓN
La enfermedad cardiovascular (ECV) sigue siendo la principal causa de muerte en los países occidentales, aunque ha habido una disminución sustancial en su incidencia en las últimas 2 décadas. A pesar de la reducción en la incidencia, la prevalencia de ECV sigue creciendo debido al aumento de la población que envejece en estos países1. Entre los factores modificables de las ECV se pueden nombrar la diabetes y la hipertensión arterial.
Se proyecta que la prevalencia de la diabetes tipo 2 (DM2) siga aumentando en todo el mundo, del 8,3% en 2014 a un 10,1% esperado (~ 592 millones de adultos) en 20352. La DM2 se considera una enfermedad relacionada con la dieta y el estilo de vida. Los estudios de intervención a gran escala han demostrado que una dieta saludable y un aumento de la actividad física reducen el riesgo de progresión a DM2 en aproximadamente 40%3.
A nivel Sudamericano, según OPS/OMS, entre el 20% y 35% de la población adulta de América Latina y el Caribe tiene hipertensión (HTA), incrementándose en los últimos años4. En el caso de la DM2 para Sudamérica en el año 2014, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia en adultos ≥ 18 años, según el país evaluado y de acuerdo al género (hombre-mujer, respectivamente)5:
Por otra parte, los lácteos es un grupo de alimentos heterogéneos con productos que difieren en el contenido de agua, cantidad de fermentación y nutrientes como grasa y sodio. La leche es un alimento complejo con diversos compuestos bioactivos que tienen efectos de salud divergentes, y su asociación con DM2 ha atraído la atención6. Además, los lácteos en especial los que son altos en grasas o que contienen sal, no son recomendados en sujetos con HTA7.
Las grasas saturadas han desempeñado un papel clave en las hipótesis relacionadas con la dieta y el riesgo de enfermedad coronaria: por lo tanto, una reducción en la ingesta de grasas saturadas ha estado en el centro de la mayoría de las recomendaciones dietéticas para reducir el riesgo de enfermedad coronaria8,9. Los productos lácteos pueden tener un alto contenido de grasas saturadas, y se estima que los estos (excluida la mantequilla) contribuyen al 24% del consumo de grasas saturadas de la dieta estadounidense10 y al 25-30% en los países europeos11.
LACTEOS Y DIABETES
Una revisión y metaanálisis, que agrupó 48 artículos con 16 estudios de cohorte, mostró que los patrones de consumo que incluían carne roja y procesada, granos refinados, productos lácteos altos en grasa, huevos y productos fritos se asociaron positivamente con el desarrollo de DM2 (RR: 1,44; IC95%: 1,27-1,62)12, sin embargo, diversos metaanálisis realizados anteriormente entre los años 2011 y 2013 utilizando estudios observacionales discrepan con esta conclusión, mostrando asociaciones inversas (no lineales) entre la ingesta de lácteos totales con la DM2, la cual se limitaba principalmente a la ingesta de lácteos bajos en grasa (aproximadamente 10% menos de riesgo para una ingesta diaria de 200 g)13,14,15. Igualmente, un metaanálisis más reciente que incluyó 14 estudios prospectivos con 3 cohortes grandes de EE.UU. y 18-30 años de seguimiento, no mostró asociación entre el riesgo a desarrollar DM2 y la ingesta total de lácteos, por dosis diaria (RR: 0,98; IC95%: 0,96-1,01)16. Asimismo, tampoco mostró asociación para productos lácteos bajos en grasa o altos en grasa en un análisis separado de las 3 cohortes estadounidenses. Finalmente, y no menos importante, mostró, un 18% menos de riesgo por porción diaria de consumo de yogurt16.
Posteriormente, Gijsbers y colaboradores en el 2016 publicaron una revisión sistemática de literatura que incluyó a 22 estudios de cohortes compuestos por 579.832 individuos y 43.118 casos de DM2, en el cual, el consumo total de lácteos se asoció inversamente con el riesgo de DM2 (RR: 0,97 por incremento de 200 g/día, IC95%: 0,95-1,00), con una asociación inversa lineal sugestiva pero similar a la observada para productos lácteos bajos en grasa (RR: 0.96 por 200 g/día, IC 95%: 0.92-1.00). Así mismo, reportó que se encontraron asociaciones inversas no lineales para la ingesta de yogurt (a 80 g/día, RR: 0,86 en comparación con ausencia de consumo, IC del 95%: 0,83-0,90), pero no se reportaron beneficios con ingestas más altas. Otros tipos de lácteos no se asociaron con el riesgo de DM217.
Finalmente, un metaanálisis publicado el 2017 que evaluó el tipo de proteínas consumidas y el riesgo de DM2 mostró que el consumo de lácteos totales, leche descremada y yogurt se asoció a un menor riesgo OR:0,89 (0,84-0,94), 0,87 (0,78-0,96), 0,83 (0,70-0,98) respectivamente18.
Lacteos e hipertensión
Estudios epidemiológicos han mostrado una asociación inversa entre el consumo de lácteos y presión arterial (PA)19. Siendo así, que ya en el 2005 un estudio realizado en Teherán (Irán) mostró un menor riesgo de HTA en sujetos en el cuartil más alto de consumo de lácteos (OR: 0,88; IC95%: 0,79-0,71)20. Igualmente, el estudio con aleatorización mendeliana realizado por Ding y col.en el 2017, el cual incluyó 22 estudios de cohorte y 171.213 participantes y 10 estudios adicionales prospectivos con 26.119 participantes, mostró que los productos lácteos no tienen un efecto significativo sobre el cambio en la presión arterial sistólica para las intervenciones entre un mes a 12 meses (intervención en comparación con los grupos de control: β= −0.21, intervalo de confianza del 95%: −0.98 a 0.57 mmHg). En el análisis observacional, por cada porción/ día de aumento en el consumo de lácteos se asoció con una reducción de 0,11 mmHg (intervalo de confianza del 95% −0,20 a −0,02 mmHg) de la presión arterial sistólica, pero sin riesgo de hipertensión (OR: 0.98; IC95% 0.97 a 1,00). Por todo lo anterior, los autores concluyeron que existe una asociación inversa débil entre la ingesta de lácteos y la presión arterial sistólica en los estudios observacionales que no fue respaldada por un análisis exhaustivo de variables instrumentales y una revisión sistemática de los ensayos clínicos existentes21.
Por otra parte, el metaanálisis de Soedamah-Muthu et al.22 indicó que por cada aumento de 200 g/día en la ingesta total de lácteos, se presentó una reducción significativa del 3% en el riesgo de HTA (RR: 0,97; IC 95%: 0,95-0,99). Resultado similar al mostrado en el metaanálisis de Ralston et al.23, donde la ingesta total de lácteos se asoció inversamente con el riesgo de HTA (RR: 0,87; IC95%: 0,81-0,94). Cuatro estudios prospectivos de cohortes fueron comunes para ambos metanálisis24,25,26,27 e informaron una asociación inversa entre la ingesta total de lácteos y el riesgo de HTA, mientras que los otros 2 no informaron asociación significativa22,28. Aunque no todos son significativos, la dirección y la magnitud de las estimaciones de riesgo de HTA con la ingesta total de lácteos, en estos pequeños estudios prospectivos de cohortes, son comparables con las cifras informadas en los metaanálisis de Soedamah-Muthu et al.22 y Ralston et al.23. Por lo tanto, es poco probable que los datos de estos estudios de cohortes individuales modifiquen materialmente las estimaciones de riesgo de los metanálisis disponibles, que se basan en tamaños de muestra combinados de >40.000 individuos.
Soedamah-Muthu et al.22 en su metaanálisis no informaron ninguna asociación entre el consumo de productos lácteos altos en grasa y el riesgo de HTA (RR: 0.99, IC 95%: 0,95-1,03), mientras que la ingesta de lácteos bajos en grasa fue asociada con una reducción significativa con el riesgo de hipertensión (RR: 0,96, IC 95%: 0,93-0,99). De manera similar, el consumo de productos lácteos altos en grasa en el metaanálisis por Ralston et al.23 no mostró asociación con el riesgo de HTA (RR: 1,00, IC 95%: 0,89-1,11), mientras que el consumo de lácteos bajos en grasa se asoció con una reducción significativa en el riesgo de hipertensión (RR: 0,84, IC 95%: 0,74-0,95).
Por otra parte, el metaanálisis de Soedamah-Muthu et al.22 mostró una asociación inversa entre la ingesta de leche y el riesgo de HTA (RR: 0,96, IC 95%: 0,94-0,98).
Es importante resaltar que existen otros estudios de cohorte prospectivos adicionales que informan asociaciones inversas significativas24,29 y asociaciones nulas30 entre el consumo de leche y el riesgo de HTA.
Adicionalmente, se han publicado estudios que se centran en la cantidad del alimento ingerido y su efecto sobre la presión arterial, entre estos tenemos, un ensayo controlado aleatorizado, con 49 adultos con PA elevada, el cual mostró que la adición de 4 porciones diarias de productos lácteos convencionales sin grasa a la dieta habitual disminuyó la PA sistólica en adultos de mediana y mayor edad con PA elevada. La reducción de la PA se acompañó de una reducción similar en la PA ambulatoria (24 h) atribuible principalmente a la disminución de la PA durante el día. Por el contrario, cuando todos los productos lácteos fueron eliminados de la dieta habitual, la presión aumentó significativamente30.
Así mismo, se puede resaltar un estudio clínico, ciego, aleatorizado, cruzado y controlado, con una duración de 4 semanas, 89 hombres y mujeres con PA sistólica ≥ 135 mm Hg y ≤ 160 mm Hg y presión arterial diastólica ≤ 110 mm Hg mostró que al incorporar 3 lácteos/día, redujo significativa en la PA sistólica ambulatoria promedio durante el día (-2 mm Hg, p= 0.05) en los hombres. Por otra parte, la función endotelial se normalizó significativamente por el consumo de lácteos en toda la cohorte31.
Queso y riesgo de HTA
Los resultados reportados en el metaanálisis de SoedamahMuthu et al.22 sobre el consumo de queso no mostraron una asociación significativa con el riesgo de hipertensión (RR: 1,00, IC 95%: 0,98-1,03), resultados similares a los reportados por Ralston et al.23 (RR: 1,00, IC 95%: 0,89, 1,12); es importante resaltar que en estos dos metaanálisis se incluían 4 estudios de cohortes en común. Otros estudios prospectivos de cohortes recuperados24,27,29 informaron que no existe una asociación significativa entre el consumo de queso y el riesgo de HTA. En resumen, existe evidencia de alta calidad de que el consumo de queso per se no está asociado con el riesgo de HTA. No está claro si el consumo de queso bajo en grasa se asocia con resultados de PA más favorables que el queso alto en grasa.
Yogurt y riesgo de HTA
Soedamah-Muthu et al.22 en su metaanálisis que incluía 5 estudios prospectivos de cohorte no informaron una asociación significativa entre el consumo de yogurt (50 g/día) y el riesgo de HTA (RR: 0,99; IC 95%: 0,96, 1,01). Así mismo, datos de estudios prospectivos como el CARDIA (Desarrollo de Riesgo de la Arteria Coronaria en Adultos Jóvenes) y SUN (Universidad de Seguimiento de Navarra)32, muestran que las cohortes son consistentes con estos hallazgos al mostrar que no existe una asociación significativa entre el consumo de yogurt y el riesgo de HTA. Por otro lado, el Framingham Heart Study27, reportó una asociación inversa entre el consumo de yogurt y el riesgo de HTA (RR: 0,95; IC 95%: 0,90-0,99). En resumen, la evidencia de calidad moderada sugiere que el consumo de yogurt no está asociado con el riesgo de HTA.
Lácteos fermentados y riesgo de HTA
Los resultados reportados por Soedamah-Muthu et al.22 teniendo en cuenta 4 estudios de cohorte prospectivos no mostraron una asociación significativa entre el consumo de lácteos fermentados y el riesgo de HTA (RR: 0,99; IC del 95%: 0,94; 1,04).
El único estudio publicado adicional sobre este tema fue realizado por Wang et al.27, el cual reportó asociación inversa entre el consumo de productos lácteos fermentados y el riesgo de HTA. En este contexto, la evidencia de calidad moderada respalda una asociación neutral entre el consumo de productos lácteos fermentados y el riesgo de HTA, con la necesidad de realizar más estudios sobre el tema para obtener evidencia de mejor calidad.
Posibles mecanismos
Se ha demostrado que el consumo de calcio en la dieta es menor en personas con HTA y está inversamente relacionada con la PA33,34. Existe evidencia de alteraciones del metabolismo del calcio en individuos con HTA35, que pueden ser atribuibles al bajo consumo de calcio en la dieta, por lo cual se ha demostrado que la administración de suplementos dietéticos de calcio reduce la PA en individuos hipertensos33,34,36. Por otra parte, la revisión sistemática de siete estudios aleatorizados reportó que el suplemento de calcio tiene un efecto pequeño pero significativa en el peso corporal con respecto a un placebo37. Sin embargo, es importante tener en cuenta, que el estudio más grande38 incluido en este reporte no encontró efecto significativo a 2 años de uso de suplementos de calcio en comparación con el placebo.
La asociación entre la alta ingesta de lácteos y la menor masa corporal/peso corporal encontrada en los estudios observacionales incluyen un efecto del aumento de la ingesta de calcio en el balance energético39,40. Una explicación postulada para la relación inversa observada es que el calcio de la dieta interfiere con la absorción de grasa en el intestino al formar jabones de calcio insolubles con ácidos grasos y/o unión de ácidos biliares, lo que resulta en una disminución en la energía disponible de la dieta41. En este contexto, un metaanálisis de 3 estudios clínicos controlados y aleatorizados de diseño cruzado que compararon dieta alta en calcio lácteo vs dieta baja en calcio lácteo durante 1 semana y que involucró a un total de 29 participantes, mostró que aumentar la ingesta de calcio lácteo en 1241 mg/ día resultó en un aumento en la excreción de grasa fecal de 5,2 (1,6-8,8) g/día41. Uno de estos estudios mostró además que los AGS, los AGMI y los AGPI fueron todos excretados en grandes cantidades con la dieta rica en calcio42.
El ácido linoleico conjugado (CLA), creado por bacterias en el intestino de los rumiantes, reduce el peso corporal en animales43. Sin embargo, los resultados de los ensayos aleatorizados no proporcionaron un respaldo claro para el papel de los productos lácteos en la reducción de peso corporal en humanos44, pero pueden reducir la PA al reducir las moléculas vasoactivas liberadas por los adipocitos45.
Las proteínas lácteas, como el suero de leche, pueden tener propiedades insulinotrópicas con una carga glucémica (GL) relativamente baja, lo que puede mejorar la tolerancia a la glucosa46. Las concentraciones circulantes de transpalmitoleato47 se han relacionado inversamente con la resistencia a la insulina, la dislipidemia aterogénica y la incidencia de diabetes. El consumo de productos lácteos con grasa estuvo fuertemente asociado con una mayor cantidad de ácido graso trans palmitoleato, que puede compensar el efecto desfavorable de la grasa saturada en la ingesta de productos lácteos altos en grasa.
Un metaanálisis ha investigado el impacto del consumo de lácteos (leche, yogurt, queso) en los biomarcadores de la inflamación mediante el uso de datos recopilados de estudios de intervención nutricional aleatoria y controlada ejecutados en adultos con sobrepeso y obesos48. Los resultados demostraron que el consumo de productos lácteos mejora las concentraciones de biomarcadores pro y antiinflamatorios en comparación con la dieta de control baja en lácteos. La mejora en los biomarcadores inflamatorios clave, incluida la proteína C reactiva, IL-6 o TNF-α posterior al consumo de productos lácteos quedo demostrado en 3 de los otros 7 estudios en los que la inflamación fue un resultado secundario, aunque los otros 4 estudios no mostraron ningún efecto.
Estudios previos han relacionado el consumo de proteína de leche con una presión arterial reducida49, sin embargo, ha habido discordancia en la literatura, porque la mayoría de la atención se ha centrado en los lactotripéptidos derivados de la caseína u otros hidrolizados de proteína láctea50,51, sin embargo, un reciente estudio mostró que el consumo de suero de proteína de leche de vaca redujo clínicamente la PAS en pacientes hipertensos (-2.9 ± 1.1 mm Hg) y PAD (-2.0 ± 0.7 mmHg) en comparación con grupo placebo52, los autores indican que los efectos beneficiosos de las proteínas lácteas sobre las moléculas de adhesión pueden ser un mecanismo potencial para mejorar la reactividad vascular.
Finalmente se ha demostrado que las bacterias probióticas, presentes en el yogurt, mejoran el perfil lipídico y el estado antioxidante en pacientes con DM253,54 y tienen efectos beneficiosos sobre los niveles de colesterol55. Además, un estudio mostró que el aumento en el consumo de yogurt se asoció inversamente con el aumento de peso56. Sin embargo, ajustar el IMC en el modelo multivariado no alteró la asociación inversa entre la ingesta de yogurt y el riesgo de DM2 (Figura 1).
Tabla 1 Prevalencia de DM2 en algunos países de Sudamérica.
PAÍS | Prevalencia en hombres (%) * | Prevalencia en mujeres (%) * |
---|---|---|
Argentina | 9,9 | 8,2 |
Bolivia | 6,7 | 8,5 |
Brasil | 8,5 | 7,2 |
Chile | 10,6 | 9,5 |
Colombia | 8,5 | 8,5 |
Ecuador | 7,9 | 8,5 |
Paraguay | 7,6 | 7,2 |
Perú | 7,8 | 8,5 |
Uruguay | 9,5 | 8,5 |
Venezuela | 9,7 | 8,4 |
*Se definió como un valor de glucemia basal ≥ 126 mg/dl (7,0 mmol/l), o el uso de medicamentos para el manejo de la hiperglucemia.
Tabla 2 Resumen de metaanálisis que evaluaron la asociación del consumo de lácteos con DM2 o presión arterial elevada.
Autor | Año | Numero de estudios/tipo de estudios | Resultados |
---|---|---|---|
Diabetes Mellitus 2 | |||
Jannasch F | 2017 | 48 artículos/10 estudios de Cohorte | Lácteos altos en grasa junto con otros alimentos aumenta el riesgo (RR: 1.44; 95% CI: 1.27, 1.62) de DM2 |
Aune D | 2013 | 17 estudios de cohorte | Asociación inversa de lácteos (lácteos bajos en grasa y queso) con el riesgo de DM2 |
Gao D | 2013 | 14 artículos de estudios de cohorte | La ingesta de lácteos (lácteos bajos en grasa, queso y yogurt) contribuyen a la prevención de DM2 |
Tong X | 2011 | 7 estudios de cohorte | Asociación inversa, en especial con lácteos bajos en grasa |
Chen M | 2014 | 3 cohortes | El consumo de yogurt se asocio a menor riesgo de DM2 |
Gijsbers L | 2016 | 22 estudios de cohorte | El consumo de lácteos, en particular el yogurt ayudar en la prevención de DM2 |
Tian S | 2017 | 7 estudios de cohorte | Proteína proveniente de lácteos presente un factor protector frente a DM2 |
Schwingshackl L (61) | 2017 | 21 estudios | El consumo de frutas, cereales integrales y lácteos disminuyen el riesgo de DM2 |
Presión arterial elevada | |||
Soedamah-Muthu SS | 2012 | 9 estudios de cohorte | Lácteos y la leche baja en grasa podrían contribuir a la prevención de la HTA |
Ralston RA | 2012 | 5 estudios de cohorte | Asociación inversa entre lácteos bajos en grasa, leche líquida con presión arterial elevada |
Dong JY | 2013 | 14 estudios aleatorizados | El consumo de lácteos fermentados con probióticos tiene efectos reductores de la PA en prehipertensos e hipertensos |
CONCLUSIONES
Existe evidencia de que las proteínas, las grasas y el calcio en la leche son beneficiosos para reducir la PA, la inflamación y el riesgo de DM2. Por lo tanto, el consumo de lácteos, en especial los bajos en grasa, pueden ser parte importante de una dieta saludable. Sin embargo, es necesario estudios en Latinoamérica para corroborar los efectos beneficiosos mostrados en otros continentes.