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Revista chilena de neuro-psiquiatría
versión On-line ISSN 0717-9227
Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.48 n.2 Santiago jun. 2010
http://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272010000300004
REV CHIL NEURO-PSIQUIAT 2010; 48 (2): 114-122
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
Estrés postraumático en mujeres víctimas de violencia doméstica
Posttraumatic stress disorder in female victims of domestic violence
Pamela Aguirre D.1, Félix Cova S.2, Ma. Paz Domarchi G.1, Carol Garrido C.1, Ivania Mundaca Ll.1, Paulina Rincón G.2, Pamela Troncoso V.1 y Paulina Vidal S. 1
1 Psicóloga, Departamento de Psicología, Universidad de Concepción.
2 Doctor(a) en Psicología, Departamento de Psicología, Universidad de Concepción.
Dirección para correspondencia
Resumen
Las secuelas físicas y psicológicas en las víctimas de violencia doméstica son numerosas, siendo el desarrollo del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) una de las más frecuentemente observadas. En esta investigación se caracteriza una muestra de 42 mujeres consultantes por violencia doméstica. A través de una entrevista semiestructurada y de la Escala de Gravedad del TEPT1, se evaluó la presencia de estrés postraumático en ellas y se analizó la percepción de las propias consultantes respecto de su situación y la atención recibida en las instituciones y programas a los que asistían. Se encontró que un 40,5% de la muestra reunía los criterios de TEPT y que un 26,2% adicional presentaba sintomatología subumbral significativa. Un 39,3% de las mujeres cuya situación de violencia había terminado continuaban presentando TEPT. La mayoría de las mujeres valoriza el apoyo psicológico recibido y lo destaca como el elemento más relevante de la atención requerida. Los resultados indican la necesidad de fortalecer el componente psicológico de las intervenciones destinadas a las víctimas de violencia doméstica y, en particular, de considerar la sintomatología postraumática como uno de los objetivos importantes de intervención.
Palabras clave: Mujeres maltratadas, violencia doméstica, estrés postraumático.
Victims of domestic violence experience numerous physical and psychological sequels, the most common being Posttraumatic Stress Disorder (PTSD). In this research, a sample of 42 women who consulted about domestic violence is characterized, to evaluate the presence of PTSD in them, along with the perception of their own situation and the attention received in the institutions and programs that helped them. Using a semistructured interview and the Gravity Scale of PTSD1, it was found that 40.5% of the sample met the criteria of PTSD, and 26.2% presented significant sub-umbral symptomatology. 39.3% of women whose violence situation had ended, still presented PTSD. Most women value the psychological support obtained, and they regard it as the most important component of the required attention. Results show the importance of strengthening the psychological component of interventions destined to domestic violence victims and, in particular, of considering post-traumatic symptomatology as one of the most important objectives of the intervention.
Key words: Battered women, domestic violence, posttraumatic stress disorder.
Introducción
La violencia contra la mujer en la relación de pareja es una problemática social y de salud que afecta gravemente a quienes la sufren2,3. Paradojalmente, el hogar constituye el espacio donde las mujeres experimentan mayor riesgo de vivir situaciones de violencia4, particularmente por parte de sus parejas o ex parejas (se empleará el concepto de violencia doméstica para referirse a este fenómeno).
Las secuelas físicas y psicológicas de la violencia doméstica son numerosas5-9. Las primeras oscilan desde lesiones menores, moretones, síndromes de dolor crónico, fibromialgia, fracturas, hasta la pérdida de la vida. En el plano psicológico, la violencia puede generar problemas de autoestima, sentimientos de vergüenza, culpabilidad, y constituye un factor de riesgo para el desarrollo de diversos trastornos como trastorno por estrés postraumático (TEPT), trastornos depresivos, de ansiedad, alimentarios, del sueño, disociativos, disfunciones sexuales y abuso de sustancias8. Diversas investigaciones señalan que el TEPT es el trastorno más frecuentemente desarrollado por las víctimas de violencia doméstica. Se estima que la prevalencia de TEPT en víctimas de violencia doméstica oscila en torno al 60%, aunque prácticamente el 100% de ellas presenta algún tipo de sintomatología postraumática5,10.
La presente investigación tuvo como objetivo caracterizar una muestra de mujeres consultantes que participan de programas de intervención en violencia doméstica en nuestro país. En particular, se tuvo por objetivo cuantificar en qué medida la presencia de estrés postraumático aparecía como una problemática relevante en este grupo de consultantes. Además, se estudia la percepción de las usuarias respecto de la atención recibida en los programas a que acudían y su valoración de la medida en que estiman que éstos responden a sus necesidades.
Método
Participantes
La muestra estuvo constituida por 42 mujeres de la región del Bío Bío, consultantes víctimas de violencia doméstica, de instituciones y programas destinadas a asistir en este tipo de situaciones (Tabla 1). Las vías de acceso a estos programas van desde la derivación judicial y de los servicios de salud hasta la consulta espontánea.
El rango de edad de las participantes de la muestra osciló entre 26 y 77 años, con una media de 48,5 años (DS = 11,4). La muestra en un 100% tiene hijos, específicamente un 42,9% tiene 1 ó 2 hijos, un 50% tiene 3 ó 4 hijos y un 7,1% tiene 5 o más hijos. Respecto al nivel educacional de las participantes, un 26,2% de ellas presenta enseñanza básica, mientras que un 57,1% presenta enseñanza media. Un 16,7% de las mujeres cursó estudios superiores (técnicos o universitarios). En cuanto al estado civil, un 42,9% estaba casada o convivía con el agresor, un 38,1% era separada o divorciada, 9,5% de las participantes era soltera, y un 9,5% de ellas era viuda.
En relación a la ocupación un 57,1% se define como dueña de casa, un 40,5% trabaja fuera del hogar y un 2,4% (una mujer) se declaró cesante al momento de la entrevista. Más de un tercio de las mujeres entrevistadas dependía económicamente del agresor y un porcentaje semejante vivía aún con él. Respecto de las mujeres que no vivían con el agresor, un 37% no vive con él desde hace menos de un año, y el 33,3% desde hace 5 años o más. Del total de las mujeres que no vivían con el agresor, la mayoría (70,4%) vivía con su familia, y el resto vivía sola (18,5%) o en casas de acogida (11,1%).
Variables
Como Violencia Doméstica (VD) se entendió la violencia que es ejercida hacia la mujer por parte de su pareja sin importar la condición legal de la relación, incluyendo por tanto a cónyuge, novio, conviviente, ex pareja y otros11. La situación de violencia fue caracterizada considerando los siguientes aspectos: tipo de VD; frecuencia de la VD; duración de la VD, denuncias por VD e impacto de la VD percibido por las mujeres.
Dentro del tipo de VD, se consideraron tres subvariables: violencia psicológica, violencia física menos grave y violencia física grave. Dentro de la violencia psicológica se incluyeron las conductas de gritar, insultar, descalificar frente a otros, prohibir que salga, amenazar con golpearla, y romper objetos intencionadamente. La violencia física menos grave involucró las conductas de tirarle un objeto, empujarla o zamarrearla y pegarle cachetadas. La violencia física grave incluyó las conductas de patear o morder, golpear con un objeto, dar una golpiza, forzar a tener relaciones sexuales, quemar, amenazar con un arma, y agredir con un arma.
La frecuencia de las conductas de VD se determinó por la cantidad de veces que éstas se han presentado en la última relación de pareja, de manera mensual. Para las conductas más graves se consideró la cantidad de veces en que éstas han ocurrido a lo largo de la relación de pareja.
La duración de la VD correspondió al período de tiempo, referido por las mujeres participantes, comprendido entre el inicio y el término de las conductas de violencia.
Se evaluó la presencia de trastorno por estrés postraumático (TEPT) y de subsíndrome de estrés postraumático. El TEPT fue valorado considerando los criterios del DSM-IV-TR12, mientras que para valorar presencia de subsíndrome de estrés postraumático se consideraron los siguientes criterios: presencia necesaria de 1 de los síntomas de reexperimentación junto con 3 de los síntomas de evitación o 2 de los síntomas de activación característicos del TEPT13.
En forma cualitativa fue evaluada la percepción de las consultantes sobre el apoyo obtenido en los centros donde recibían atención por su situación de violencia en aspectos como el tipo de ayuda brindada, sus expectativas en relación al programa al que asisten, a los logros obtenidos y las necesidades cubiertas y no cubiertas por éste. Además, se indagaron sugerencias respecto a la forma en que se ponen en práctica dichos programas y los aspectos que eventualmente podrían ser mejorados.
Instrumentos
A)Pauta de Entrevista para Víctimas de Violencia Doméstica
Se utilizó una entrevista diseñada para los objetivos de esta investigación, basada en una empleada por Labrador y Rincón14. Asimismo se empleó la Ficha de Antecedentes Personales de Rincón (2003)15. Estos instrumentos se emplearon para conocer él o los tipos de violencia que ha experimentado la víctima, la duración y frecuencia de la violencia y cómo ésta le ha afectado. Las preguntas de la entrevista fueron en su mayoría abiertas.
La entrevista diseñada incluyó ítems de la adaptación de Larraín de 199416 de la Escala de Tácticas de Resolución de Conflictos de Gelles y Straus. La consistencia interna de dicha escala en este estudio alcanzó un valor alfa de 0,69 en la subescala de violencia psicológica; en violencia física menos grave el valor obtenido fue de 0,79, y en violencia física grave se obtuvo un valor de 0,75. La consistencia interna para la escala total fue de 0,88.
B)Escala de Gravedad de Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático
La Escala de Gravedad de Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático1 es una escala de evaluación heteroaplicada, a modo de entrevista estructurada con preguntas cerradas, que evalúa los síntomas y la intensidad del trastorno de estrés postraumático según los criterios diagnósticos del DSM-IV TR (presencia de 1 síntoma en la escala de reexperimentación, de 3 en la de evitación y de 2 en la de activación, siempre que haya transcurrido más de un mes desde el acontecimiento traumático)12.
Esta escala, estructurada con un formato tipo Likert de 0 a 3 según la frecuencia e intensidad de los síntomas, consta de 17 ítems, de los cuales 5 hacen referencia a los síntomas de reexperimentación, 7 a los de evitación y 5 a los de hiperactivación. El rango es de 0 a 51 en la escala global; de 0 a 15 en la subescala de reexperimentación; de 0 a 21 en la de evitación; y de 0 a 15 en la de activación. El punto de corte propuesto para detectar la gravedad clínica de este trastorno es de 15 en la escala global. Los puntos de corte sugeridos en cada una de las subescalas parciales son los siguientes: reexperimentación: 5 puntos; evitación: 6 puntos; y aumento de la activación: 4 puntos1.
Esta escala fue validada en población española, siendo aplicada en dos grupos de sujetos compuestos por una muestra clínica y otra normativa. El alfa de Cronbach obtenido en el conjunto total de sujetos fue de 0,921.
La validez se ha establecido en términos de validez de contenido, convergente y de constructo. La de contenido se ha definido por medio de la determinación del grado en que los ítems de la escala cubren los criterios diagnósticos DSM-IV TR referidos al cuadro clínico estudiado. La escala abarca el 100% del contenido de los criterios diagnósticos de dicho Manual. En la validez convergente se ha establecido, por un lado, una correlación biserial puntual entre la puntuación total de la escala y la presencia o no del trastorno por estrés postraumático, según el diagnóstico categorial del DSM-IV TR, en la muestra total de sujetos, con el resultado de una correlación alta y significativa (r = 0,82; p < 0,001). Por otro lado, se ha correlacionado con la puntuación total de la escala con el instrumento Escala de Impacto de los Sucesos (IES), siendo la correlación resultante de 0,77 (p < 0,001). La validez de constructo se ha establecido correlacionando la puntuación de la escala global del instrumento con otros síntomas
psicopatológicos presentes en este cuadro clínico, como la depresión, ansiedad, y la inadaptación en diferentes áreas de la vida cotidiana. Así, la correlación entre la puntuación global obtenida en la escala y el Inventario de Depresión de Beck (BDI), es de 0,54 (p < 0,001); con la escala de Depresión de Hamilton es de 0,60 (p < 0,001); con el Inventario de Ansiedad Rasgo es de 0,62 (p < 0,001); y con la Escala de Inadaptación de Echeburúa, Corral y Fernández-Montalvo es de 0,48 (p < 0,001)1.
El alfa de Cronbach obtenido en la presente aplicación de la Escala alcanzó un valor de 0,86 en la subescala de reexperimentación, de 0,67 en la escala de evitación y de 0,68 en la escala de aumento de la activación. Para la escala total de TEPT se obtuvo un valor alfa de 0,88.
Procedimiento
Para obtener la muestra se establecieron contactos telefónicos y/o personales con diversas instituciones y centros de atención especializados en violencia doméstica. La evaluación se llevó a cabo en sesiones individualizadas con una duración total de una hora aproximadamente. En primer lugar, se explicó a las participantes el objetivo de la investigación, se les solicitó firmar el consentimiento informado y, posteriormente, se les instruyó sobre el proceder en la entrevista.
Resultados
Características de la situación de violencia
Frecuencia de las conductas de violencia (Tabla 2)
Se aprecia que las conductas consideradas como violencia psicológica, son experimentadas por un elevado porcentaje de mujeres al menos una vez por mes. La gran mayoría de ellas reporta haber sido víctima de insultos (97,6%), seguido por los gritos y descalificaciones frente a otros con un porcentaje de ocurrencia de 92,9% y un 88,1% respectivamente. Respecto a las conductas consideradas como violencia física leve se observa que un 85,7% de las mujeres ha sido empujada o zamarreada, mientras que a un 78,6% le han pegado cachetadas, y a un 54,8% de los casos le han lanzado un objeto (Tabla 3).
Se observa que un 81,0% ha sido obligada a tener relaciones sexuales. Las conductas que siguen en frecuencia son patear o morder y golpear con un objeto, ambas con un 42,9% de ocurrencia en la historia de la relación. La conducta de quemar (16,7%) fue la que obtuvo el menor porcentaje de ocurrencia.
Duración de la violencia doméstica
El 42,9% de las participantes ha experimentado la situación de violencia doméstica por 20 años o más, encontrándose una duración media de 20,6 años con una desviación estándar de 13,8. Esta media fluctúa en un rango de 1 mes a 60 años.
El 33,3% la ha experimentado entre 10 y 20 años, 14,3% entre 5 y 10 años; mientras que el 9,6% entre 0 y 5 años.
Prevalencia de estrés postraumático
Un 66,7% de la muestra presentaba sintomatología de estrés postraumático. Un 40,5% presentaba TEPT y un 26,2% reunía los criterios de subsíndrome de estrés postraumático. La forma de TEPT más frecuentemente observada fue la de TEPT crónico (Tablas 4 y 5).
De las mujeres que cumplían con criterios para estrés postraumático, un 60,71% declaraba aún estar expuesta a ser maltratada, y el 39,3% de ellas no, siendo esto independiente de si vivían o no con el agresor.
Percepción de los programas de atención a mujeres víctimas de violencia doméstica
Respecto de la percepción de las mujeres sobre los programas que participan, el apoyo psicológico es el tipo de ayuda recibida más frecuentemente, alcanzando un 57,1%. Aún así, la mayor expectativa de ayuda consiste precisamente en recibir apoyo psicológico, alcanzando esta respuesta un 45,2% de preferencias (Tabla 6).
Los logros percibidos con más frecuencia corresponden a los del ámbito psicológico; el fortalecimiento de la autoestima alcanza un 35,7% y la percepción de una mayor tranquilidad le sigue con un 19%.
Las necesidades no cubiertas más presentes para las mujeres de la muestra se refieren a las de apoyo económico (23,8%), seguido del apoyo psicológico con un 19%. Un 47,6% de la muestra no percibe necesidades no cubiertas por los programas.
Ante la posibilidad de sugerir mejoras a los programas, el 40,5% de las mujeres alude a la importancia de programas más integrales, es decir, participar en encuentros grupales más frecuentes, tener la posibilidad de capacitarse y desarrollar un oficio, o recibir ayuda social para necesidades de vivienda y ocupación, entre otros.
Discusión
El desarrollo de programas de intervención en mujeres víctimas de violencia doméstica ha sido uno de los grandes avances que ha tenido nuestro país en las últimas décadas17. La caracterización realizada en el presente estudio de las consultantes
a estos programas indica que la mayoría de éstas viven o han vivido violencia en sus distintas formas de manifestación (psicológica, física y sexual), es decir, en quienes ya han tomado la iniciativa de pedir ayuda y consultar por situaciones de maltrato, como es el caso de esta muestra, la violencia no se presenta de una sola manera sino que en variadas formas combinadas, corroborando las evidencias respecto a que los diferentes tipos de violencia se solapan entre sí11. Asimismo, se observó que el 42,9% de las mujeres entrevistadas ha vivido violencia doméstica por 20 años o más, lo cual es un indicador de que, en las mujeres consultantes, la situación de maltrato es frecuentemente crónica.
Respecto a la frecuencia y severidad de la presencia de estrés postraumático en mujeres consultantes víctimas de violencia doméstica, un alto porcentaje de las mujeres entrevistadas (66,7%) presenta sintomatología postraumática en alguna de sus formas, siendo el TEPT crónico el que obtiene el mayor porcentaje (21,4%). El 26,2% de la muestra cumplía con criterios para subsíndrome de estrés postraumático. Así, se corrobora la idea de que vivir violencia doméstica está asociado al desarrollo de sintomatología postraumática en la mayoría de las víctimas. De las mujeres que cumplían con criterios para estrés postraumático el 39,3% lo manifestaba a pesar de no estar viviendo violencia doméstica en la actualidad. Este dato resulta primordial a la hora de considerar las necesidades presentes, puesto que tal como lo indica la literatura, los síntomas de TEPT se relacionan con el temor a volver a ser agredidas, de manera que evitar el contacto con el agresor y brindar protección concreta, es una prioridad. Además, las investigaciones indican que este tipo de sintomatología requiere de estrategias y técnicas específicas de tratamiento. A pesar que la totalidad de la muestra estaba compuesta por mujeres consultantes por violencia doméstica, la alta prevalencia de sintomatología postraumática indica que las intervenciones destinadas a atenderlas no están siendo suficientemente efectivas en este ámbito.
De las entrevistadas más de la mitad (54,8%) ha recibido apoyo psicológico, y un 57,1% lo considera uno de los más útiles, comparándolo con otros como el apoyo social o legal. Las consultantes consideran el apoyo psicológico una prioridad. Dada la relevancia que tiene en las consultantes la sintomatología postraumática incluso después de estar recibiendo este apoyo, se hace evidente la importancia de integrar tratamientos específicamente dirigidos hacia ella.
Ante la posibilidad de las entrevistadas de sugerir mejoras al programa en que participan, el 40,5% señaló que éstos debiesen ser más integrales, incluyendo apoyo psicológico, social, legal y económico. Es importante que las instituciones destinadas a intervenir sobre esta realidad, generen apoyos efectivos para proteger a las mujeres que viven en la situación de violencia. De las necesidades no cubiertas por los programas que fueron más señaladas por las consultantes la más importante fue el apoyo económico (23,8%), concordando con lo planteado por Larraín16 respecto a que se deben fomentar políticas orientadas a favorecer las posibilidades de empleo y remuneración en estas mujeres.
En cuanto a los logros percibidos por la mayoría de las mujeres, nuevamente son en referencia al ámbito psicológico (71,4%), ya sea por fortalecimiento de la autoestima, sensación de mayor tranquilidad y/o por una mejor capacidad de resolución de problemas. Todos estos aspectos se ven afectados por la situación de maltrato y las mujeres perciben haber mejorado en ellos gracias a los programas de atención.
Los desafíos que implica una respuesta responsable, eficaz y oportuna a las víctimas de violencia doméstica de parte de los organismos sociales, son múltiples. Pese a las limitaciones derivadas del bajo tamaño muestral de este estudio, los resultados obtenidos permiten visualizar aspectos importantes de mantener o reforzar en los indispensables esfuerzos que se realizan por brindar apoyo a las víctimas de violencia doméstica.
Referencias
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Recibido: 9/12/2009 Aceptado: 11/04/2010.
Correspondencia: Félix Cova S.
Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Psicología, Universidad de Concepción, Barrio Universitario s/n, Concepción. Teléfono: 041-2204301. E-mail: fecova@udec.cl