INTRODUCCIÓN
El presente estudio, parte del análisis de los resultados presentados por Hermann (2015) quien propone la reflexión de la tecnología en el campo educativo desde una visión sociocrítica con énfasis en la construcción de conocimientos y aprendizajes invisibles que pongan en debate visiones que enfatizan el abordaje de la escuela como reproductora de conocimientos que responde a un proyecto de modernidad y colonialidad del poder.Para ello es relevante recurrir a aportes de Althusser (2003) quien demuestra como las instituciones en su constitución debieron adscribirse a un proyecto de Estado-nación hacia una lógica neo-colonial que no se encarga de formar a los sujetos para mejorar sus condiciones sociales; sino, más bien su propuesta se ha enfocado históricamente en generar la división de clases, ideologizar y someter socialmente por parte de la clase privilegiada hacia los grupos subalternos. La escuela, la iglesia y la familia funcionan como aparatos ideológicos del estado que se han encargado de mantener el orden social mediante la homogeneización de ciudadanos quienes son juzgados por su atención a la dualidad mente-cuerpo desplazando aspectos culturales que requieren ser observados (García-Carrasco, 2017). A partir de estas perspectivas, se puede evidenciar que la función que ha venido ejerciendo la escuela tradicional ha desplazado la construcción de sujetos críticos y creativos, y más bien ha reforzado la configuración de individuos que se adecúen a un enfoque economicista donde prime un currículo cerrado y estandarizado, que no cuestione; sino que cumpla. Lo cual no dialoga con diferentes propuestas que enuncian la relevancia de un acompañamiento que emplee abordajes como la didáctica invertida y aprendizajes en línea como espacios abiertos de apropiación de conocimientos y participación democrática (Kaun, Kyriakidou y Uldam, 2016; Fadol, Aldamen y Saadullah, 2018).
Retomando aportes de Althusser (2003) en diálogo con propuestas Lytoard (2000), se afirma la idea de que la educación formal posee una intencionalidad fundacional dirigida, donde el esquema no es educar para responder las necesidades formativas de los educandos; sino naturalizar el proyecto de la colonialidad del poder. Es por esta razón que este estudio pretende presentar aportes que permitan valorar, rescatar y resaltar los distintos aprendizajes desde la educación no formal e informal que realizan los actores del proceso educativo como lo demuestran diferentes estudios (Morillo, Sebastián y Casado, 2011; Schei y Nerbø, 2015; Smith, 2016). Para lograr aterrizar la fundamentación de la crítica a la escuela como espacio de homogenización del pensamiento y la emergencia de tecnologías digitales como las redes sociales, se ha tomado como estudio de caso dos instituciones educativas particulares de Quito-Ecuador, el “Colegio Particular Antares” y el “Liceo del valle”, a partir de la aplicación de 396 encuestas a estudiantes de entre 12 y 18 años, los cuales permitieron evidenciar que el uso de las redes sociales, no sólo están contribuyendo a generar procesos comunicacionales y de entretenimiento, sino que se logra configurar una educación abierta, flexible y descentralizada.
En la actualidad, el uso de las herramientas tecnológicas de las plataformas de web 2.0, como blogs, wikis, redes sociales, entre otras herramientas, poseen un gran impacto en la formación de los jóvenes fomentado los usos sociales (Caldevilla, 2010; Akcaoglu y Bowman, 2016; Pedro, Barbosa y Santos, 2018), es así como también las redes sociales se han conformado como nuevos espacios de interacción y por ende de aprendizaje abierto constituyendo una ruptura de los procesos de dominación y legitimación de los discursos, meta-relatos y saberes cientificistas impulsados por las elites intelectuales. Antes de dar paso a la reflexión de lo que implican las nuevas formas de educación en la praxis educativa en la era digital, es de gran importancia definir la tipología de cada uno de los ámbitos de intervención de las modalidades de estudio, así en la educación formal se entiende como un esquema de transferencia de contenidos que se adscribe a una lógica institucionalizada, definida por un currículo regulada por la política educativa (Hermann, 2015).
Con la eclosión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en la década de los 90, varios ámbitos sociales replantearon sus prácticas, el caso del sector educativo no quedó exento. El uso de espacios como los entornos digitales y las redes sociales han permitido pensar espacios formativos, que no sólo se sostienen sobre la base del logro de certificaciones académicas y el consumo de contenidos de estudio; sino, más bien de aspectos vinculados con responder necesidades e intereses de los educandos a partir de comunidades del aprendizaje que se auto-regulan. En tal sentido, no se pretende sostener que la educación formal tendrá que ser remplazada por la educación no formal o informal; sino; más bien que se podría alimentar y tomar de estas modalidades de estudios emergentes estrategias que permitan entender a la educación como un espacio flexible, abierto, descentralizado, colaborativo y co-creado desde espacios no formales e informales que se construyan a partir de las ideas, experiencias y conocimientos que se dan a partir de la cotidianeidad, tal como se expresa en la Tabla 1. El elemento sustantivo que sostiene este estudio, parte de la premisa que es posible dar un giro al esquema educativo tradicional, que en gran parte de los casos está adscrito a una modalidad de estudios presencial y que reproduce los elementos del tipo de educación formal, donde el valor primordial reside en la adquisición de competencias que aportan al desarrollo de mano de obra cualificada, y no a la formación del educando desde sus intereses y dar respuesta a la resolución de problemas de sus contextos personales y sociales.
De esta forma, se establece sin caer en generalizaciones que todos los jóvenes son nativos digitales, que por lo menos han tenido acercamientos a la tecnología en diferentes niveles y por tanto es relevante conocer sus experiencias y usos. Partiendo de ello observar la manera en cómo han adquirido sus conocimientos vinculando las TIC y han logrado incorporar un currículo oculto, donde desde aportes de Cobo y Moravec, (2011), se ha logrado consolidar los aprendizajes invisibles, que tienen relación con la adquisición de nuevos saberes sociales que se dan a partir de la interacción en red y sobre todo y en diálogo con lo anterior, diferentes autores (Nehls y Livengood, 2017; Martínez-Argüello, Hinojo-Lucena y Díaz, 2018) consideran que es relevante desde los sistemas de educación tomar en cuenta estas apropiaciones que se desarrollan en los espacios no formales e informales con el fin de responder a los contextos de los actores del proceso educativo se enfrentan en el cotidiano.
EL APRENDIZAJE ABIERTO EN ENTORNOS DIGITALES
Durante el primer decenio del siglo XXI, los Entornos Virtuales de Aprendizaje (LMS) aportaron a la educación basada en herramientas tecnológicas escolásticas y cerradas; ya que, lo común era que se reproduzcan las prácticas de la educación presencial, tradicional y formal en las aulas virtuales, respondiendo a un currículo basado en contenidos de estudio y no en el logro de los resultados de aprendizaje. Esta perspectiva fue el eje de abordaje que un primer intento de emplear plataformas digitales en ámbitos educativos. A partir de ello existieron aportes que proponían reflexionar sobre los diferentes tipos de escenarios y recursos para el aprendizaje en la era digital. En este contexto Santamaría (2012), propone entender a los escenarios educativos abiertos como nuevos ecosistemas de interacción donde el énfasis se encuentra en el desarrollo y estructura de prácticas educativas abiertas, mismas que vinculan estrategias de apropiación del conocimiento desde los espacios cotidianos con fines educativos. Es así que estas prácticas educativas abiertas deben hacer uso de diferentes herramientas como Sistemas Gestores de Contenido (CMS), Entornos Personales de Aprendizaje (PLE), Recursos de la Web 2.0 como los blogs, wikis, redes sociales, Cursos Online Masivos y Abiertos (MOOC); ya que, permiten observar a las plataformas digitales y redes sociales como espacios que superan la visión de una educación enciclopedista, tecnocrática y unidireccional, hacia un tipo de educación flexible, abierta y descentralizada donde los actores del proceso educativo juegan papel relevante como prosumidores y eduprosumidores pasando de únicamente consumir contendidos a producirlos y compartirlos en este caso con fines educativos. (Toffler, 1980; Apolo et al. 2017). Con la idea de fortalecer el concepto de educación en espacios abiertos, se presentan, en la figura 1, algunas características de este nuevo esquema educativo:
Una de las motivaciones por la cual el presente trabajo se enfocó en desarrollar un estudio de caso; es que, no se puede negar que las prácticas educativas abiertas se ven favorecidas desde las redes sociales; ya que, estas herramientas descentralizan y se articulan bajo la lógica de los principios antes expuestos, valorando espacios de educación informal, donde la adquisición de nuevos conocimientos se dan a partir del aprendizaje por descubrimiento, práctico lo cual fomenta la inteligencia interpersonal basada en las emociones y sentimientos que brindan estos espacios digitales (Colás, González y De Pablos, 2013; Abdelraheem y Ahmed, 2018). El planteamiento que trae la experiencia de generar educación flexible y abierta a partir de las redes sociales se orienta con el fin de impulsar la configuración de un tipo de educación interactiva, dialógica basada en el uso de las TIC y anclada con esquemas de formación de la educación no formal e informal.
Es así, donde las redes sociales a diferencia de otros espacios y herramientas centradas en la unidireccionalidad de sus contendidos, ésta fomenta el trabajo en equipo, la investigación y el compartir experiencias desde usuarios a usuarios. Por ende, es relevante trabajar por una educación multidireccional, dialógica e interactiva, donde las audiencias puedan pasar a ser de receptoras de datos e información hacia creadoras, colaboradoras y cooperantes en la construcción de contenidos. Para ello es necesario reconocer los conocimientos y competencias que adquieren los jóvenes fuera de las cuatro paredes del aula como en muchas ocasiones se concibe a la escuela y permitiendo aportar hacia un abordaje que fomente el vínculo socio humanístico entre tecnología y educación. La tabla 2 presenta una síntesis de algunas de las transformaciones que el ciberespacio genera y que impactan las subjetividades de los estudiantes, sus formas de aprender, el papel de las mediaciones e incluso las posibilidades del acompañamiento.
MATERIALES Y MÉTODOS
Para este estudio se empleó un enfoque de investigación mixto, desde los aportes de diferentes autores (Parra, Gordo y D´Antonio, 2014; Velásquez, Carrión y Yaguache 2016), mediante el uso del enfoque cualitativo con base en la revisión bibliográfica y cuantitativa referente a la aplicación de encuestas a jóvenes pertenecientes a dos instituciones educativas privadas ubicadas en Quito-Ecuador. En cuanto a la caracterización etaria los informantes se encuentran en edades entre los 12 y 18 años, varones y mujeres que asisten a los tres últimos niveles académicos del Bachillerato General Unificado del país. Para la determinación del número de informantes se tomó la decisión de realizar las encuestas al universo total de 396 estudiantes pertenecientes a los dos colegios donde se aplicó este estudio desde la siguiente ruta, según la figura 2, de la metodología de investigación.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En cuanto a género se recogió la información de varones en un 51% y mujeres 48%, 1% de informantes no respondieron esta pregunta. Se realizó en primer lugar una descripción desde los resultados referentes al acceso y conexiones, para posteriormente continuar con aproximaciones vinculadas al uso de las redes sociales y educación para terminar con aspectos relacionados con la percepción que tienen los jóvenes sobre el uso de las tecnologías en la educación. En este punto es importante destacar que esta investigación vio como favorable el potenciar el proceso de educación sustentado en herramientas como las redes sociales por dos factores, el primero que tiene que ver con condiciones de infraestructura tecnológica, ya que en el Ecuador según estudios del MINTEL (2015) el 52.45% dispone de un computador en el hogar y el resto de la población que responde al 47.58% si bien es cierto no cuenta con condiciones de conectividad, al menos tiene accesibilidad a la red internet a partir de lugares comunes donde se cuenta con este servicio. El segundo factor que favorece el re-plantear el esquema educativo a partir de las redes sociales, es que estas herramientas son bien manejados por los estudiantes jóvenes usuarios de medios. Lo que está de acuerdo con la investigación de Medina, Lagunes y Torres (2018) quienes concluyen que la percepción de los estudiantes acerca del uso de recursos tecnológicos como las redes sociales es que es interesante, divertido, fácil y concreto, y que investigar sobre estas opiniones, según los estudios sobre el estado de la investigación en estos aspectos es importante por la combinación de componentes cognitivos y emocionales que tienen relación con la predisposición al aprendizaje.
Por otro lado, se pudo establecer que el 99% de informantes cuenta con un computador en sus casas, lo cual permite dentro de otras actividades emplearlo para entretenimiento y educación. Dentro de los informantes que cuentan con computador en sus casas, el 52% menciona que cuenta con un computador en sus habitaciones esto hace referencia hacia el acceso a dispositivos en espacios privados dialogando con los porcentajes de penetración de dispositivos en hogares donde se evidencia un amplio crecimiento del acceso a computador móvil Ecuador (INEC, 2016), como puede verse en la figura 3.
En cuanto al uso de dispositivos como celulares inteligentes el 90% de informantes los poseen y dentro de ellos el 47% paga un plan de datos. Bajo estos resultados se estableció mediante meta-análisis que las edades de quienes respondían poseerlo oscila entre los 17 y 18 años y son quienes están por ingresar a instituciones de educación superior. Se pudo determinar también que los tres principales lugares desde donde acceden los jóvenes son: con un 40% desde sus hogares, 27% desde el colegio y el 11% desde espacios públicos. Este dato es relevante; ya que, permite identificar como la penetración de internet en los últimos años ha permitido su alcance hasta los hogares. Es relevante mencionar ello, tomando en cuenta que, en los inicios de la penetración de internet al país, el acceso era casi nulo desde los hogares por su costo y cobertura. De igual manera, este dato dialoga con las horas que destinan al uso de internet donde se establece que el 32% de informantes se conecta entre 3 y 4 horas, el 24% entre 5 y 6 horas y el 23% entre 1 y 2 horas.
A la pregunta si son usuarios de alguna red social el 98% de jóvenes responde afirmativamente, de igual manera se determina que el 64% de estos se conectan entre 1 y 4 horas diarias a este tipo de plataformas. La tendencia muestra que las tres principales redes sociales son: Facebook, Whatsapp e Instagram. En cuanto a las principales actividades que realizan cuando se conectan a redes sociales destacan: comunicación con un 21%, entretenimiento con 18% y videojuegos con el 10%. Con respecto al uso de redes sociales con fines educativos el 80% mencionan que, sí las usan en temas escolares, de ellos el 29% consideran que éstas han contribuido entre rangos de muy alto y alto a sus procesos formativos. Esto concuerda con los resultados del estudio de Martínez, Hinojo y Aznar (2018) quienes muestran en su investigación sobre el uso de las redes sociales con fines educativos en la enseñanza de la química, que el 21,7% de estudiantes declararon haberlas usado frecuentemente.
En relación a la consulta sobre el lugar que consideran los jóvenes usuarios de medios aprenden de mejor manera, consta en primer lugar los centros educativos con un 30%, seguido por espacios familiares con 22% y con el 21% desde entornos tecnológicos mediados por la red internet. Ello muestra como existe aún predominancia de los espacios formales, seguidos por los espacios no formales como es el núcleo familiar y en tercer lugar aprendizajes desde espacios informales mediados por el uso de las TIC. En lo referente al uso de redes sociales, el 93% de los padres de familia cuentan con perfiles en redes sociales, este dato permite identificar que que cada vez más padres están inmersos en el manejo de estos entornos tecnológicos y que no es necesario que desarrollen un uso fluido, sino que al menos ya tienen presencia en estos medios virtuales, lo que de alguna forma ayuda para que los jóvenes puedan tener orientaciones con criterios por parte de los adultos. Esto tiene una alta relación con estudios en diversos contextos geográficos (Siibak, Forsman y Hernwall, 2012; Park, 2016; Kristianto,2017; Lubua, Semlambo, y Pretorius 2017) que confirma muchos de los efectos sobre la actitud de los niños y jóvenes hacia las redes sociales, a partir de la influencia de los padres, entre otros aspectos, como la interacción con los pares, la facilidad de uso, el nivel de acceso, la experiencia de usuario y la consciencia de riesgo.
En cuanto a mantener un diálogo sobre el uso de redes sociales con los docentes, se ha logrado identificar que el 81% si lo ha hecho uso de estas herramientas para generar aportes de orientaciones en la indagación de información. De igual manera el 67% de estudiantes mencionan haber recibido algún tipo de capacitación sobre el uso adecuado de redes sociales por parte de su centro educativo. Es así como surge la relevancia que las instituciones fomenten un uso significativo de las tecnologías en la educación valorando el uso que hacen los jóvenes de las redes sociales y por ende a los nuevos entornos de socialización permitirán aprovechar sus apropiaciones para fomentar estrategias que potencien aprendizaje autónomo, el trabajo en equipo y la conexión de redes académicas de manera global.
A este respecto distintas investigaciones (Vásquez y Cabero 2015; Alcalá, Ortiz y Flores 2015; Martínez, Hinojo y Aznar 2015; Rodríguez, Haya y Fernández, 2015) evidencian los beneficios y el desarrollo potencial del uso de redes sociales en el aprendizaje ya que incrementan la comunicación e interacción, propician la construcción colectiva del conocimiento a través de procesos de aprendizaje colaborativos y promueven el desarrollo de competencias y estrategias cognitivas y metacognitivas complejas. Sin embargo, para que esto sea posible el docente debe hacer un proceso consciente y profesional que le permita comprender el sentido del uso de las redes sociales con propósitos de aprendizaje, más allá del simple compartir información y de posiciones ingenuas que asumen que su mera utilización puede apoyar una perspectiva constructivista cuando en realidad ello va a depender de la estrategia metodológica que se aplique sobre las mismas. Además, es relevante estar convencido del valor pedagógico y didáctico y comprometerse en el empoderamiento de los estudiantes para un uso más autónomo y menos caprichoso de la red. Todo esto plantea nuevos desafíos a la comunidad académica desde una perspectiva epistemológica y metodológica dado que estos entornos están mediados por condiciones tales como la inmediatez, el tamaño reducido de los contenidos que se moviliza o la necesidad de vínculos personales en las relaciones entre los usuarios. Por lo que es necesario desarrollar nuevas estrategias para el desarrollo de investigaciones que respondan a estos desafíos y que permitan la reconstrucción de una imagen compleja de la interacción que ocurre en estos entornos (Rodríguez, Haya y Fernández, 2015).
En cuanto a la percepción de las tecnologías y su aporte en educación se pudo establecer que los principales recursos de la red que los jóvenes usuarios de medios han usado son: Wikipedia, Google y Youtube. Es en tal sentido, relevante construir procesos de capacitación a docentes y estudiantes que contribuyan a la indagación de fuentes educativas. Además, dentro de ello no se puede desvincular a este análisis los usos que hacen y partir desde allí las estrategias. A la consulta sobre cómo piensan los estudiantes que debería ser la educación en el siglo XXI, centran su atención a que debe fomentarse la tecnologización de la misma, propender espacios digitales antes que físicos para compartir tareas y aprendizajes además de aplicar estrategias desde la educación transmedia, empleando diferentes medios para articular la enseñanza y el aprendizaje en esta sociedad interconectada. Desde las instituciones educativas en una primera instancia se han iniciado procesos de alfabetización digital, que se enfocan en enseñar a manejar desde la visión artefactual el uso de las tecnologías digitales. Pero es relevante entonces en un segundo momento sobrepasar esta mirada instrumental, permitiendo a los jóvenes desde sus apropiaciones de la tecnología y el conocimiento crear espacios colaborativos y cooperativos hacia dotar de “habilidades para el procesamiento de datos e información hacia la construcción del conocimiento del aprendizaje” (Apolo, et., 2016).
Por último, es importante mostrar que los estudios que analizan la producción más actualizada sobre redes sociales y su uso en las prácticas educativas indican, por una parte, que se trata de un tema que ha ocupado un lugar destacado en el ámbito académico internacional en los últimos años, dado el enorme impacto en la vida de las personas, y de otra parte, que es un campo emergente de investigación, aún muy centrado en estudios de naturaleza descriptiva, cuantitativa y con un mayor énfasis en el ámbito de la educación universitaria (Domínguez y López, 2015; Pérez et al.,2015; Vásquez y Cabrero, 2015; Rodríguez, Haya y Fernández, 2015). En ese sentido este trabajo contribuye a la consolidación de un campo de estudio que permitirá una mejor comprensión de un fenómeno que cambia y se complejiza al ritmo del crecimiento exponencial de los avances tecnológicos y sus impactos en la red.
CONCLUSIONES
A partir de los resultados presentados y con base en el análisis y discusión de estos se pueden enunciar las siguientes tres conclusiones principales:
1) los retos de la educación en la era digital se centran en repensar los aprendizajes en cuanto a educación fuera de espacios formales observando las oportunidades que brindan los procesos de aprendizajes no formales e informales;
2) a partir del contexto educativo estudiado se ha identificado que las tres redes sociales más utilizadas como son: Facebook, Instagram y Whatsapp; por tanto, es relevante aprovechar estos usos que se dan hacia entretenimiento y fortalecer estrategias que permitan su vinculación con fines educativos;
3) dentro de las perspectivas identificadas surge la relevancia de vincular el uso de las TIC al currículo de manera transversal generando procesos de alfabetización digital a todos los actores del proceso educativo desde perspectivas flexibles, abiertas y colaborativas.