INTRODUCCIÓN
Por la pandemia de curso actual en la mayoría de nuestro planeta, el COVID-19 se ha caracterizado especialmente por afectar a la mayoría de la población en su sistema respiratorio con consecuencias fatales (Mazza et al., 2020) por generar síndrome respiratorio agudo severo -SARS- además hay pruebas que demuestran su existencia en el líquido cerebroespinal de personas que han sido contagiadas por este virus, lo que se ha confirmado por secuenciación de genes, indicando que hay invasión directa del sistema nervioso, no necesariamente afectándolo a través de la respuesta inmune (Zhou et al., 2020). Estas propiedades neuroinvasivas del COVID19 (Zhou et al.), involucran a la molécula angiotensina II, un correceptor del coronavirus-19 (South et al., 2020). También se sabe que los pacientes están dando sintomatología de alteración olfativa -además de gustativa- ya que al inhalarse pequeñas gotas con el virus, debidas a mecanismo de tos, habla susurrante o estornudo, ingresan por la vía respiratoria hacia la porción superior de las fosas nasales y luego a través de los tractos y estrías olfatorias, hacia la corteza piriforme (Duque Parra et al., 2016), por lo que es importante obtener información precisa sobre su progresión, dado que muchos pacientes tienen síntomas leves o nulos, de allí que sea importante relacionar rápidamente cualquier síntoma (Gautier & Ravussin, 2020) para actuar más prontamente en el tratamiento que lleve a intentar preservar la vida de estos pacientes.
DISCUSIÓN
La ingesta de agua es una de las respuestas fisiológicas básicas necesarias para mantener la vida de los seres humanos, que si se afecta puede comprometerla (Gautier & Ravussin). Una de las partes de nuestro sistema nervioso central que monitorea esta función, es particularmente uno de sus órganos circunventriculares: el órgano vascular de la lámina terminal (organum vasculosum laminae terminalis) (Gizowski & Bourque, 2018), el cual posee capilares fenestrados (Kleine, 2015), lo que representa el punto clave para su invasión, puesto que allí no hay barrera hematoencefálica que proteja al encéfalo. De esta manera, el virus puede afectar la modulación de la presión sanguínea como se ha demostrado en animales de experimentación (García Hernández-Abad & Ruiz-Mayor, 2017), ya que allí hay neuronas que emiten axones a los núcleos supraóptico y paraventricular del hipotálamo, facilitando la despolarización de las neuronas que producen hormona antidiurética (Mtui et al., 2016). Esto llevaría al aumento de la hipertonicidad sanguínea (Rondon-Berrios & Berl, 2019), comprometiendo la funcionalidad total del sistema nervioso en vista que los mecanismos de despolarización nerviosa dependen fundamentalmente de la concentración del sodio circulante (Navarro et al., 2020), sea sobre motoneuronas, neuronas sensitivas o interneuronas, además de comprometer otros sistemas corporales como el cardiovascular, pues se han encontrado pacientes que desarrollan lesiones cardíacas agudas durante esta enfermedad (Bansal, 2020). Por lo tanto, los pacientes tratados por la pandemia del COVID-19, presentan y presentarán alteraciones neurológicas múltiples que deben alertar a los neurólogos para su tratamiento, a la par de alteraciones neumológicas durante la evaluación y tratamiento, una de ellas que se está implementando en países asiáticos como lo es hacer oler al paciente una solución con vinagre, incluso por personas que no tienen mayor entrenamiento clínico, y ante la respuesta de alteración en la olfacción, sospechar inmediatamente que es un paciente con COVID-19, quizá sin síntomas de fiebre, tos u otras.
CONCLUSIÓN
El sistema nervioso de las personas afectadas por el COVID-19 se afectará, involucrando otros sistemas orgánicos, por lo que, en las valoraciones semiológicas de personas afectadas por este virus, se debe hacer un seguimiento neuro semiológico durante la valoración del caso con pruebas olfativas, como oler vinagre para hacer diagnóstico previo rápido y también posterior al problema neumológico generado por este agente infeccioso, lo que involucrará secuelas disfuncionales neurológicas y multisistémicas, algunas de ellas aún no descritas.