Introducción
En las últimas décadas han sido muchas las voces que, partiendo del concepto de sociedad digital, destacan el papel que las tecnologías de la información y de las comunicaciones -en adelante, las TIC-, la World Wide Web y las redes sociales desempeñan en los más variados ámbitos de la vida cotidiana (Anderson, 2007; Benkler, 2006; Boyd & Ellison, 2007; Castells, Fernández-Ardèvol, Qiu, & Sey, 2007; Gitelman, 2006). Aunque las reflexiones de estos autores recorran todas las áreas del conocimiento, no podemos ignorar que la dimensión comunicacional es una de las más destacadas. Este trabajo se enmarca precisamente en el campo de la comunicación, con el objetivo de entender cómo las TIC, Internet y la web social han sido estudiadas en los artículos académicos. Para ello, se ha observado de manera sistemática y cuantitativa, mediante la triangulación de la investigación bibliométrica con el análisis de contenido, una muestra de 425 manuscritos publicados entre 2013 y 2017 en las principales revistas del ámbito español e hispanoamericano. Si bien la mayoría de los trabajos analizados son empíricos, dentro de los hallazgos destaca que las cabeceras españolas suelen publicar más estudios cuantitativos, mientras que las hispanoamericanas albergan con mayor frecuencia aproximaciones de carácter cualitativo. Antes de presentar dichos resultados, serán abordadas algunas nociones conceptuales que ejercerán de hilo conductor a lo largo del texto para, acto seguido, enumerar una serie de estudios analíticos que han arrojado luz al estado de la investigación sobre estos dominios.
Estado del arte
Breves notas sobre TIC y web social
Existen más de 5,1 billones de personas que poseen un teléfono móvil, dos tercios de los cuales son ya inteligentes (Data Reportal, 2019). Estas y otras herramientas similares, agrupadas bajo el acrónimo TIC, han revolucionado todos los ámbitos de la sociedad, ya que la economía, la educación, la política, la ciencia, las industrias culturales o los medios de comunicación se han visto profundamente afectados por el advenimiento de estos avances. Ahora bien, ¿qué entendemos por TIC? Establecer una definición universal es una tarea compleja debido al carácter transversal de las aplicaciones, bienes, competencias, infraestructuras, metodologías y servicios que conforman a las TIC (Zuppo, 2012). Aun así, destacamos la siguiente:
Las TIC son medios que los humanos emplean para crear, diseminar y consumir información acerca del mundo. Los ordenadores y los sistemas informáticos en red son tecnologías particulares que, a diferencia de los medios tradicionales -radio, televisión, periódicos, etc.-, permiten no solo el consumo de información, sino también su producción, coproducción y difusión (Fuchs, 2017, p. 2433).
Se trata, pues, de una extensa gama de aparatos informáticos y electrónicos -hardware-, entre los que figuran los ordenadores, los teléfonos móviles y smartphones, las tabletas, los relojes inteligentes -o smartwatches- y restantes wearables (aparatos o dispositivos que se visten), y, en general, aquellos objetos dotados de lo que se denomina la Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT), un sistema ecológico multidisciplinar capaz de crear entornos inteligentes (PejanovićDjurišić, Gavrilovska, & Fratu, 2017).
En lo que atañe al software, las TIC suponen toda clase de programa informático y aplicación que se ejecute mediante los dispositivos físicos previamente aludidos, y entre las que destaca Internet como principal herramienta tecnológica. Se trata de “una red de redes de ordenadores interconectados que comprende una variedad de plataformas, dispositivos y protocolos, facilitando un flujo global de datos que pueden ser usados, compartidos, almacenados y recuperados por los usuarios” (Coleman, 2017, p. 2). Es, en síntesis, una tecnología transformada en medio de comunicación, donde tienen cabida múltiples servicios. Uno de los más populares y empleados es la WWW, desarrollada a inicios de los años 90 por Tim Berners-Lee (Castells, 1999). Otras funcionalidades con las que los usuarios están muy familiarizados son el correo electrónico, las conversaciones textuales o audiovisuales en línea y en tiempo real, la transferencia de archivos o las redes sociales digitales, agentes vehiculares de la web social.
El concepto de web social se populariza de la mano de Tim O’Reilly (2005). Conocida también bajo los apelativos de web colaborativa o 2.0, alude a un repertorio de utilidades que refuerzan el protagonismo de los usuarios, otorgándoles la capacidad de ser productores a la vez que consumidores de los contenidos en red (Newman, Chang, Walters, & Wills, 2016). Ha supuesto, a grandes rasgos, un avance cualitativo muy destacado en comparación con la pionera 1.0, pasando de un entorno estático a otro diametralmente opuesto, mucho más dinámico y participativo (Rudman & Bruwer, 2016), en el que los prosumidores son sujetos protagónicos de un entramado caracterizado por la creación colectiva. La web social se erige, por tanto, en “una plataforma en la que los individuos contribuyen al desarrollo de herramientas, contenidos y comunidades” (Shang, Li, Wu, & Hou, 2011, p. 178), y en la que las tecnologías digitales reconfiguran las lógicas tradicionales de la comunicación centralizada para transformarla, así, en un nuevo espacio de articulación pública y de autoexpresión emergente (Coleman, 2017) gracias a blogs, wikis, redes sociales y demás plataformas digitales (Olsson, 2014).
Existen diferencias significativas entre los conceptos de web 2.0, contenidos generados por el usuario -en inglés, user generated content, UGC- y medios sociales, nociones muchas veces utilizadas de modo indiscriminado. De acuerdo con Kaplan y Haenlein (2010), la web 2.0 describe un nuevo modo de uso de la WWW, donde destaca no solo la creación y publicación de contenidos, sino también la permanente posibilidad de modificarlos. A partir de la web 2.0, los UGC pueden ser considerados como los diferentes tipos de contenidos creados por los usuarios y que están disponibles en la red. Por su parte, los medios sociales son un grupo de aplicaciones que permiten la creación y el intercambio de contenido generado por el usuario. Dahlgren (2014) aclara que estos medios abarcan un variado conjunto de plataformas tales como blogs, microblogs -por ejemplo, Twitter- y sitios de redes sociales -como Facebook-.
Se trata, en definitiva, de un nuevo y complejo ecosistema mediático (Canavilhas, 2015), en el que también han adquirido una enorme relevancia conceptos como los grandes datos (Big Data) (Arcila-Calderón, Barbosa-Caro, & Cabezuelo-Lorenzo, 2016; Arcila-Calderón, Álvarez, & Vicente-Mariño, 2019), engagement (Ballesteros & Díez-Garrido, 2018; Lawrence, Radcliffe, & Schmidt, 2018; Valenzuela, Arriagada, & Scherman, 2014) o meme (Johann & Bülow, 2019; Martínez-Rolán & PiñeiroOtero, 2016; Piñeiro-Otero & Martínez-Rolán, 2016), todos ellos considerados en nuestro posterior análisis empírico.
La investigación académica sobre TIC y web social
Existen numerosos estudios cuyo propósito radica en analizar, ya sea a nivel bibliométrico o instrumental, el tratamiento de las TIC y la web social en la producción académica. Comenzando por el ámbito internacional, Kim y Weaver (2002) efectúan un análisis de contenido de 561 artículos publicados en 86 revistas durante el quinquenio 1996-2000, cuyos objetos de estudio son Internet y la WWW. Sus principales hallazgos indican que 26,7% de los trabajos emplean métodos cuantitativos, entre los que destacan la encuesta y el análisis de contenido, mientras que 17,1% apela a un marco teórico específico, donde destaca la Teoría de los Usos y Gratificaciones -en adelante, TUG-.
Por su parte, Peng, Zhang, Zhong y Zhu (2012) examinan, mediante un análisis de contenido automatizado, un total de 27.340 artículos circunscritos a la década de 2000-2009 y presentes en el Social Sciences Citation Index (SSCI) y en el Arts & Humanities Citation Index (A&HCI); ambas clasificaciones pertenecientes al antiguo Institute for Scientific Information (ISI), de la Web of Science (WoS). Todos estos artículos tienen un rasgo en común: están englobados bajo la etiqueta de Internet Studies, aunque cabe matizar que sus unidades de análisis se limitan a los resúmenes y a las palabras clave de cada manuscrito. Señalan que 31% de los papers usa alguna teoría o noción conceptual específica, mientras que 59% se nutre de metodologías cuantitativas, siendo la encuesta (23%) y el experimento (15%) las técnicas más frecuentes. A nivel cualitativo, el estudio de caso (8%) sería el más recurrente.
Algunos años más tarde, Borah (2017) vuelve a poner en práctica un análisis de contenido, esta vez con arreglo a una amplia muestra de 3316 artículos pertenecientes a 66 revistas y publicados a lo largo de 16 años (1998-2013). El tema general de los trabajos era, en su sentido más genérico, la comunicación tecnológica emergente, puesto que en él se incluían distintos subtemas como Internet, TIC, web social o dispositivos móviles. Tras su minuciosa labor, la autora llega a la conclusión de que apenas 30,4% de los trabajos apela a una teoría o paradigma conceptual, entre los que destacan la TUG y la Diffusion of Innovation (DoI). También determina que 76,3% de los artículos son de cariz empírico, aunque la dimensión cuantitativa y cualitativa estarían muy equilibradas. Eso sí, los métodos específicos más empleados son el análisis de contenido (26,1%) y la encuesta (16,6%).
En relación con la comunicación mediada por dispositivos móviles, Kim, Kim, Kim y Wang (2017) seleccionan 131 artículos publicados en 10 revistas desde 1999 hasta 2014, que también revisan gracias a la técnica del análisis de contenido. Estos autores afirman que los tópicos más extendidos son los efectos de dicha comunicación, seguidos de los usos que los individuos confieren a los dispositivos con los que interactúan. Sostienen, además, que 48,1% de los trabajos emplean algún modelo teórico, entre los que sobresalen el Technology Acceptance Model (TAM), la DoI y, una vez más, la TUG (6,9%, 5,3% y 4,6% de los artículos, respectivamente). En cuanto a los métodos, los cuantitativos (58,8%) se imponen a los cualitativos (37,4%) y a los mixtos (3,8%), siendo la encuesta, el análisis de contenido y la entrevista los más populares.
Para terminar con los estudios centrados en la producción académica internacional, nos gustaría hacer alusión a un trabajo bibliométrico a cargo de López-García, Silva-Rodríguez, Vizoso-García, Westlund y Canavilhas (2019), en el que es caracterizada una muestra de 199 artículos publicados en revistas indexadas en la WoS durante la serie temporal 2008-2018. El tema de dichos trabajos es compartido -periodismo móvil- y los autores indican que se produce un incremento notable de la producción a lo largo de los años analizados, cuya autoría tiende a la modalidad única o simple.
Ya en el contexto español, Ramos, del Pino y Castelló (2014) abordan el tema de la web 2.0 y de las redes sociales mediante un nuevo análisis de contenido, en esta ocasión de 119 artículos procedentes de las 10 primeras revistas del ranking In-Recs -trienio 2011-2013-. Esta muestra representa 14% de los 889 artículos totales, una proporción nada desdeñable. Determinan, tras la recolección de sus datos, que 71,4% de los estudios son de índole empírica y que los métodos cuantitativos -en especial, el análisis de contenido (29%) y la encuesta (20%)- superan en número a los cualitativos -donde el estudio de caso (26%) es la técnica imperante-.
Finalmente, Martínez-Nicolás, Saperas y Carrasco-Campos (2019) se centran en una muestra de 1098 trabajos publicados entre 1990 y 2014 en seis revistas españolas de referencia: Anàlisi, Communication & Society, Estudios sobre el Mensaje Periodístico, Zer, Comunicar y Revista Latina de Comunicación Social. Ponen de manifiesto que, a partir del año 2005, 30% de la producción científica se centra en el tema de la digitalización.
Con arreglo a estos hallazgos, resumidos en la (Tabla 1), nos planteamos diversas preguntas de investigación e hipótesis. En primer lugar, y a nivel bibliométrico, se contrastarán las siguientes cuestiones:
H1. El incremento de la producción académica sobre TIC y web social, circunscrita al ámbito español e hispanoamericano, será constante y notable a lo largo del lustro 2013-2017.
PI1. ¿Cómo se comportará dicha producción académica en términos de impacto, autoría, filiación, disciplina, financiación e internacionalización?
Desde un punto de vista exclusivamente instrumental, resulta adecuado observar las siguientes particularidades de la investigación:
H2a. Los tipos de trabajos más abundantes serán de cariz empírico.
H2b. En este sentido, las metodologías cuantitativas serán más frecuentes que las cualitativas, destacando el análisis de contenido y la encuesta sobre las demás. H3a. Los trabajos no tenderán a emplear marcos teóricos, como tampoco nociones conceptuales específicas.
H3b. Los que sí lo hagan, apelarán a la TUG o a paradigmas específicos como la DoI y el TAM.
Por otro lado, y en un sentido más genérico, responderemos a los siguientes interrogantes:
PI2. ¿Qué objeto de estudio será el más habitual?
PI3. ¿Qué paradigma epistemológico dominará la investigación en TIC y web social?
PI4. ¿Habrá diferencias entre las revistas españolas y las hispanoamericanas en cuanto a sus tendencias de publicación?
PI5. ¿Habrá diferencias entre las distintas modalidades de artículos según su factor de impacto?
En el siguiente bloque se detallan los procedimientos metodológicos empleados para recabar los datos empíricos de la investigación.
Metodología
El objetivo esencial de este trabajo, tal y como se anticipaba en su introducción, es efectuar un balance de la investigación española e hispanoamericana sobre TIC y web social, publicada durante el quinquenio 2013-2017. Para ello, fueron metodológicamente triangulados (Denzin, 2012) la investigación bibliométrica y el análisis de contenido, muy usados, como hemos comprobado en el anterior apartado, en trabajos de esta índole. Este hecho permitió abordar aspectos como la autoría o la financiación de los artículos, así como identificar los objetos de estudio, las teorías o las metodologías de investigación empleadas en los manuscritos de la muestra, que ejercieron como unidades de análisis. Para el diseño de dicha muestra se recurrió a un plan polietápico (Neuendorf, 2017) organizado en distintas fases. En un principio, se seleccionaron las revistas españolas e hispanoamericanas con mayor índice de impacto en 2017, presentes en la plataforma internacional Scimago Journal & Country Rank en la categoría de comunicación1. Se estipuló que las revistas habían de figurar en los dos primeros cuartiles para ser calificadas de impacto, lo que originó un total de siete cabeceras -véase la (Tabla 2)-. Asimismo, se retrocedió un lustro, hasta 2013, para otorgar una necesaria perspectiva temporal al corpus de análisis.
Una vez identificadas las revistas, que ejercieron como unidades de recogida de datos, el siguiente paso consistió en la inserción de términos como TIC, Internet, WWW, IoT, smartphones, wearables, web social, web 2.0, redes sociales o blogs -todos ellos tanto en español como en inglés- en los motores internos de búsqueda de los sitios web de las respectivas revistas -un protocolo idéntico al seguido por Borah (2017)-. Así pues, se revisaron minuciosamente todos los resultados y se archivaron para su posterior examen los que, en efecto, aludían a alguno de estos elementos. ¿Qué hemos incluido en cada una de las etiquetas? Las TIC aglutinan a Internet -IoT y su función más popular, la WWW-, así como a los demás dispositivos tecnológicos citados con anterioridad -smartphones, tabletas, smartwatches, wearables, etc.-. Entre las herramientas 2.0 se incluyen, sucintamente, “redes sociales como Facebook y Google+, servicios de microblogging como Twitter, blogs, wikis y sitios para compartir contenido multimedia como YouTube y Flickr” (Magro, 2012, p. 149). Tras esta estrategia de muestreo, el número total de unidades de análisis ascendió a N=425 manuscritos, una cifra que supone 27,45% del total de trabajos publicados por estas revistas entre 2013 y 2017: N=1548 (Piñeiro-Naval & Morais, 2019).
Categorías de análisis y procedimiento
Para acometer el propósito del estudio y responder a las preguntas de investigación e hipótesis planteadas, fue diseñado un procedimiento de análisis inspirado en estudios previos similares (Bakan & Han, 2019; Borah, 2017; Costa-Sánchez, 2017; Escribà & Cortiñas, 2013; Fernández-Quijada & Masip, 2013; Kim & Weaver, 2002; Kim et al., 2017; Martínez-Nicolás et al., 2019; Piñeiro-Naval & Mangana, 2018, 2019; Walter, Cody, & Ball-Rokeach, 2018), mediante el que se examinaron las variables que muestra la (Tabla 2) aplicadas a cada artículo.
Se trata de un total de 15 variables: cuatro de identificación básica2, cinco bibliométricas y seis instrumentales que, en caso de no ser explícitas, requirieron de inferencia por parte de los codificadores. Nótese, asimismo, que los valores de los ítems 1.3 y 1.4 fueron extraídos -como variables independientes- del repositorio de Scimago Journal & Country Rank, lo que facilitó su posterior triangulación (Denzin, 2015) con los datos aquí obtenidos.
Finalmente, cabe referir que la codificación trascurrió durante los meses de noviembre y diciembre de 2018, viéndose involucrado un equipo de dos codificadores. Tras este proceso y para el chequeo de la fiabilidad de su labor, fue seleccionada una submuestra aleatoria del ~10% de los casos (N=43), que ambos codificadores analizaron. El parámetro estadístico utilizado para el cálculo de la fiabilidad fue el Alpha de Krippendorff (Krippendorff, 2004, 2011, 2017), hallado mediante el empleo de la macro Kalpha (Hayes & Krippendorff, 2007) para SPSS -versión 24-. La fiabilidad media de las seis variables instrumentales -las que precisaron de inferencia por parte de los codificadores- fue muy satisfactoria, ascendiendo a: (αk)=0,88, con valores que oscilaron en un rango de 0,72 a 1.
Resultados
Perfil general y bibliométrico
La progresión anual del número de artículos, tanto de manera agregada como atendiendo a la distinción entre TIC y web social, se refleja en la (Figura 1). El incremento de la producción agregada ha seguido una línea casi constante, aumentando de forma considerable en 2017 (H1). Si se comparan las TIC (que protagonizan 49,2% de los trabajos) y la web social (50,8%), se comprueba que las primeras quedan relegadas a un segundo plano en los años más recientes (2016 y 2017). La distribución de los manuscritos en función de las revistas donde han sido publicados es la siguiente: Comunicar (23,3%), El Profesional de la Información (32,2%), Communication & Society (9,9%), Revista Latina de Comunicación Social (16,5%), Cuadernos.info (6,8%), Comunicación y Sociedad -México- (3,8%) y Palabra Clave (7,5%). Se observa que la producción agregada de las cabeceras españolas alcanza 81,9%, frente a 18,1% de las hispanoamericanas.

Fuente: Elaboración propia.
Figura 1 Línea de tiempo de los artículos publicados sobre TIC y web 2.0 (frecuencias).
En lo que a los cuartiles respecta, 34,6% de los trabajos se enmarcaban -en el año específico de su publicación- en el primer cuartil, 52,2% en el segundo, 8,2% en el tercero, 2,6% en el cuarto y tan solo 2,4% de los artículos no se encontraban, en aquel año, indexados en la base SJR. Por tanto, se trata de una producción de alto impacto, pues 86,8% rebasa la mediana de la clasificación. En esta misma línea, el factor de impacto SJR alcanza un promedio para el conjunto de la muestra de
(SJR-IF)
=0,559 (DT=0,296), y se distribuye, según los años analizados, del modo reflejado en la (Figura 2).
Tras un análisis de la varianza, es posible determinar la existencia de diferencias estadísticamente significativas entre los años según el factor de impacto promedio [F SJR-IF x Años (4, 420)=31,87; p<0,001; η2=0,233]. Tras la prueba post-hoc T3 de Dunnett, se verifica que la mayor diferencia es la establecida entre 2016 y 2013 [t (154)=9,44; p<0,001; d=1,54]. Por otro lado, se advierte una correlación entre el número total de artículos y el SJR-IF: r (423)=0,396; p<0,001; lo cual se traduce en que cuanto más se publica, más impacto alcanzan los trabajos. Esta tendencia es más acusada cuando se trata de estudios sobre web 2.0 [r (214)=0,463; p<0,001] que de TIC [r (207)=0,374; p<0,001].
En lo referente a las variables bibliométricas que han sido consideradas en este estudio (PI1), la primera de ellas tiene que ver con la autoría. Así pues, el promedio de autores de la muestra asciende a
(Autores)
=2,4 (DT=1,05), mientras que el valor modal es 3 (37,2%). Por otro lado, la asociación que se establece entre el número de firmantes de los trabajos y su factor de impacto es estadísticamente significativa: r (423)=0,18; p<0,001. Las instituciones de filiación de los autores más prolíficas están incluidas en la tabla 3. Se identificó un total de 142 universidades, entre las que sobresalen las 14 españolas incluidas en la (Tabla 3), que acaparan 40,94% de la producción. En lo que a las instituciones hispanoamericanas respecta, el listado principal también estaría compuesto por otras 14 universidades, que representan, en su conjunto, 9,88% de la muestra. A nivel disciplinar, las áreas más recurrentes a las que se circunscriben los autores son comunicación (46,8%), periodismo (16,5%), educación (9,2%) y biblioteconomía (5,4%). Si se agrupan los dominios específicos de la comunicación, por un lado, y las demás áreas, por el otro, la comparativa quedaría establecida así: 66,4% frente a 33,6%, datos que hablan de una notable interdisciplinaridad.
La financiación también supone un parámetro muy relevante para caracterizar la producción científica. En este sentido, 57,6% de los trabajos carece de apoyos extra, mientras que 42,4% restante sí ha contado con algún tipo de ayuda económica. Por último, los idiomas de redacción de los artículos son los que siguen: español (34,8%), español/inglés (52%), inglés (12%) y portugués (1,2%). Se aprecia que la internacionalización de la producción es un aspecto que preocupa a editores y autores, ya que el inglés -lingua franca mundial- se usa en casi dos tercios de los casos (64%).
Perfil instrumental
En otro orden de cosas, los artículos de la muestra atienden a la siguiente tipificación general: 85,4% es de carácter empírico, 7,5% teórico-ensayístico y, en tercer lugar, 7,1% metodológico (H2a). En lo que respecta a los objetos de estudio (PI2), el mensaje (50,1%) es, sin discusión, el objeto predominante, ya que es protagonista de la mitad de los trabajos. En segundo lugar se sitúa la audiencia (30,1%), seguida, a cierta distancia, de la fuente de información (10,4%). Por último, las políticas estructurales de la comunicación (9,4%) son el pretexto de investigación más esporádico. La (Tabla 4) refleja las distintas teorías y metodologías manejadas en los casos analizados.
Desde un punto de vista teórico (H3b), la propia web 2.0 y sus diferentes elementos constituyentes suponen los conceptos más recurrentes (12,5%), seguidos de la corriente de la alfabetización mediática (11,8%) y el engagement (8,9%). Por otro lado, 36,2% de los manuscritos no aluden a un marco teórico concreto (H3a).
En términos metodológicos, hay dos técnicas clásicas que están casi a la par: el análisis de contenido (16,7%) y la encuesta (16,2%), siendo los métodos cuantitativos (59%) los más empleados (H2b). Finalmente, los paradigmas epistemológicos (PI3) donde se engloban los artículos atienden a la siguiente distribución: el positivista representa 66,4% de la producción, el cultural, 20,5%, el crítico, 9,6% y, para terminar, 3,5% se aglutina en el retórico.
Perspectiva comparada
A nivel comparado, figuran en las próximas páginas una serie de pruebas multivariadas donde se ponen en relación, primeramente, las revistas agrupadas según su origen geográfico3 (PI4) con aspectos como el medio protagonista de la investigación -es decir, TIC frente a web 2.0-, las disciplinas4,5, los tipos de artículos, el paradigma al que se adhieren y el método empleado6.
Tal como se puede apreciar en la (Tabla 5), son las revistas españolas las que publican más trabajos referentes a las TIC, mientras que las hispanoamericanas se centran en la web 2.0. En cuanto a las disciplinas, existe una aportación muy notable de otras áreas en las revistas españolas, una situación que apenas se produce en las hispanoamericanas. A nivel de financiación, las revistas de España suelen contener, en mayor proporción, trabajos con apoyos financieros extra. En relación con los tipos de artículos, las diferencias se producen tendencialmente en los de perfil metodológico, con mayor presencia en las publicaciones españolas. Los paradigmas, por su parte, sí arrojan contrastes más notorios, de modo que en las cabeceras españolas impera el positivista y en las hispanoamericanas, el crítico. Finalmente, se advierte un mayor uso de los métodos cuantitativos en los artículos publicados en España, mientras que los cualitativos acaparan el protagonismo de los manuscritos divulgados en Hispanoamérica.
Tabla 5 Origen de las revistas y su relación con distintos parámetros (% columna).

Fuente: Elaboración propia.
Si tomamos como elemento central el factor de impacto SJR, podemos observar la (Tabla 6) en la que se reúnen distintas comparaciones atendiendo al criterio de la media (PI5).
Tabla 6 Comparaciones de medias atendiendo al factor de impacto de los artículos.

Fuente: Elaboración propia.
A la luz de los resultados incluidos en la (Tabla 6), se observan diferencias estadísticamente significativas en cinco de las siete variables de agrupación. Por un lado, los trabajos centrados en las TIC alcanzan un mayor impacto que aquellos versados en la web 2.0, mientras que los artículos firmados por autores procedentes de otras disciplinas obtienen una mayor cuota de citación que los propios de las ciencias de la comunicación. En cuanto al origen geográfico de las revistas, las editadas en España superan a las hispanoamericanas de manera muy significativa. Desde el punto de vista de los paradigmas, las diferencias más notables son las establecidas entre el positivista y el retórico, etiquetadas como elevadas atendiendo al tamaño del efecto (Cohen, 1988; Johnson, ScottSheldon, Snyder, Noar, & Huedo-Medina, 2008). A nivel metodológico, las diferencias que se producen entre los estudios con abordajes cuantitativos y cualitativos también resultan estadísticamente significativas, aunque pequeñas si nos fijamos en el effect size.
Obsérvese, por último, la (Tabla 7), que sintetiza la resolución de las hipótesis planteadas, así como la respuesta a las preguntas de esta investigación.
Discusión y conclusiones
Un resumen de los resultados obtenidos nos faculta para perfilar las tendencias de investigación que, durante el período comprendido entre 2013 y 2017, han marcado a los artículos académicos sobre TIC y web social publicados en las principales revistas de comunicación -indexadas, por ende, en los primeros cuartiles del ranking SJR-, editadas tanto en España como en Hispanoamérica. Así pues, podemos afirmar que la producción ha experimentado un decidido y permanente aumento a lo largo de la serie temporal analizada, circunstancia que refrenda la creciente preocupación que manifiesta la comunidad científica hispánica por la digitalización de la sociedad y de los medios de comunicación (Martínez-Nicolás et al., 2019; Pertegal-Vega, Oliva-Delgado, & Rodríguez-Meirinhos, 2019; Ramos et al., 2014). Ese aumento es más acusado y genera un impacto más progresivo cuando se trata de literatura versada en la web 2.0 y, en especial, en las redes sociales, que han protagonizado, a partir de 2016, un claro sorpasso a las TIC.
En términos bibliométricos, los firmantes de los trabajos se ajustan a un patrón modal que asciende a tres autores y cuya media rebasa claramente el dos, cifras que denotan el cariz colaborativo de esta investigación y, del mismo modo, una correlación estadísticamente significativa y positiva con el factor de impacto; es decir, al aumentar la autoría, el impacto de los artículos también crece. Estos investigadores suelen estar afiliados, por lo general, a los departamentos de ciencias de la comunicación -a saber, comunicación audiovisual, periodismo y publicidad y RR.PP.- de las grandes universidades afincadas en los núcleos de mayor densidad poblacional y con más personal docente e investigador, como la Universidad Pompeu Fabra, la Universidad Rey Juan Carlos o la Universidad Complutense de Madrid. Únicamente algunas instituciones periféricas, como la Universidad de Santiago de Compostela o la Universidad del País Vasco, se aproximan. En lo que atañe al ámbito hispanoamericano, se observa un predominio de las dos principales instituciones chilenas: la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile. Asimismo, también es necesario referir que la aportación de otras áreas del conocimiento, como la educación, la pedagogía, la documentación y la biblioteconomía, resulta crucial para entender la transversalidad de las TIC y la web social, agentes vehiculares de la sociedad red (Castells, 2006). Por otro lado, la escasa financiación de las investigaciones no sirve como pretexto para no tratar de internacionalizar, mediante el empleo de la lingua franca científica -el inglés-, los trabajos publicados en el ámbito hispánico.
En otro orden de ideas, la publicación reciente sobre TIC y web social está marcada por un cariz eminentemente empírico, en la que los métodos cuantitativos -muy en especial, el análisis de contenido y la encuesta- acaparan un mayor protagonismo frente a los cualitativos, favoreciendo además la preponderancia del paradigma positivista. Por ende, el perfil de los artículos publicados es generalmente aplicado y está centrado, a su vez, en el eslabón intermedio del proceso clásico de la comunicación: el mensaje. A nivel teórico, la mayoría de los estudios se nutre de algún corpus conceptual específico, destacando entre ellos la alfabetización mediática y el engagement. El creciente protagonismo de una noción íntimamente ligada con las redes sociales, como es la de engagement, ya había sido señalado por Ballesteros (2019), situándola a la altura de otra mucho más arraigada como la de marketing y superando, con creces, al framing o a la agenda setting. Asimismo, la meta-investigación internacional previa (Kim & Weaver, 2002; Peng et al., 2012; Borah, 2017; Kim et al., 2017) señalaba la relevancia de la TUG y de otros paradigmas específicos, como la DoI y el TAM, un escenario que se ve replicado, parcialmente, en la producción circunscrita al ámbito español e hispanoamericano.
Desde un punto de vista comparativo, las revistas españolas, cuyo volumen de artículos publicados e impacto es superior al de las cabeceras hispanoamericanas, suelen contener trabajos financiados sobre las TIC y a cargo, con frecuencia, de autores procedentes de otras disciplinas ajenas a la comunicación -recuérdese que Comunicar está indexada también en Educación y en Estudios Culturales, mientras que El Profesional de la Información aparece en Ciencias de la Información-. Se trata, además, de una literatura de corte aplicado, dominada por el paradigma positivista y, en consecuencia, con un protagonismo notable de las metodologías cuantitativas. Por el contrario, los manuscritos localizados en el ámbito hispanoamericano abordan con mayor frecuencia la web social. Son, asimismo, trabajos faltos de financiación extra y firmados por autores pertenecientes a las áreas afines, que se engloban en el paradigma crítico y emplean, cuando se trata de trabajos empíricos, métodos cualitativos como el estudio de caso o el análisis del discurso.
A tenor del perfil general de la investigación publicada en el ámbito hispánico sobre TIC y web 2.0 -no muy alejado de los patrones internacionales (Kim & Weaver, 2002; Peng et al., 2012; Borah, 2017; Kim et al., 2017)-, sería conveniente resaltar una serie de factores teóricos y metodológicos, a modo de debilidades presentes y oportunidades futuras. En primer lugar, sorprende que uno de cada tres trabajos no se ampare en ningún paradigma conceptual específico. De entre los que sí lo hacen, la alfabetización mediática, el engagement y el transmedia seguramente seguirán creciendo en importancia, mientras que la TUG, el TAM, la DoI, el framing, la agenda setting y la ecología mediática continuarán a la vanguardia con permanentes y necesarias readaptaciones a los nuevos contextos.
A nivel metodológico, hay herramientas clásicas muy consolidadas, como el análisis de contenido, la encuesta y el estudio de caso, pero otras técnicas como el análisis de contenido automatizado, el análisis de redes y los experimentos tendrán que implementarse, con mayor frecuencia, para hacer frente a los desafíos del Big Data y la medición de los efectos de los medios en sus usuarios. Y es que, en general, los distintos expertos (Borah, 2017; De-la-Peza, 2013; Peng et al., 2012; Salaverría, 2015) vienen reclamando ciertas mejoras para el área. Las más necesarias tienen que ver con el fortalecimiento de las teorías mediante un uso consistente de la terminología conceptual, y una mayor innovación en los métodos de recogida de datos; todo ello en aras de seguir ahondando en la comprensión, por un lado, de los inagotables torrentes de información que manan de los medios digitales, y, por otro lado, de los procesos y efectos de la comunicación actual en los individuos o usuarios.