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Revista médica de Chile
versión impresa ISSN 0034-9887
Rev. méd. Chile v.130 n.2 Santiago feb. 2002
http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872002000200005
Prevalencia de síntomas |
Correspondencia a: Dr. Eduardo Fasce H. Facultad de Medicina, Universidad de Concepción. Barrio Universitario s/n Casilla: 60-C Fono: (41) 204932 Fax: (41) 215478E-mail: efasce@udec.cl
Background: High blood pressure should be symptomless. However, popular knowledge attributes some symptoms such as headache, epistaxis or dizziness to high blood pressure. Aim: To compare the prevalence of headache, epistaxis, subconjunctival hemorrhages and dizziness in people with normal or high blood pressure. Subjects and methods: A representative sample of an urban population in Chile was studied. Each subject with high blood pressure was paired with a non-related individual of the same sex and age. These subjects were interrogated about the presence of symptoms. Results: One thousand forty eight subjects with high blood pressure (481 male) and 1052 individuals with normal pressure (483 male), were studied. In subjects with high or normal blood pressure, the prevalence of headache was 22 and 21.8% respectively, epistaxis was 11.6 and 11% respectively, dizziness was 7.4 and 7.6% respectively, tinnitus was 9.1 and 9.4% respectively and subconjunctival hemorrhage was 2.9 and 3.1% respectively (p = NS). Conclusions: No differences in the prevalence of symptoms, popularly attributed to hypertension, were observed between subjects with normal or high blood pressure (Rev Méd Chile 2002; 130: 160-6).
(Key-words: Epistaxis; Dizziness; Headache; Hypertension)
Recibido el 22 de mayo, 2001. Aceptado en versión corregida el 6 de diciembre, 2001.
Facultad de Medicina, Universidad de Concepción, Departamento de Educación Médica.
1 Magister en Bioestadística
2 Estudiante de Medicina, ayudante alumno
En la práctica clínica habitual se observa la tendencia de relacionar la hipertensión arterial con diferentes síntomas que son atribuidos a ella. Con mayor frecuencia estos corresponden a cefalea, epistaxis, mareos, acúfenos y hemorragia subconjuntival. Sin embargo, en los estudios epidemiológicos realizados hace una década en la VIII Región1,2, pudimos constatar que una alta proporción de los hipertensos que no tenían conocimiento de su enfermedad, como también los hipertensos no adheridos a terapia, justificaban tal hecho en la carencia de síntomas. Tales hallazgos concuerdan con la opinión de diferentes autores quienes, en textos de publicación reciente, consideran que la hipertensión carece de síntomas3-6, criterio que ha tomado su origen en la comunicación de Weiss de 19727. Sin embargo, como lo señala el propio Weiss en la discusión de su trabajo, la metodología empleada presentó particularidades que limitaban la validez de las conclusiones. Este aspecto será motivo de mayor análisis en la discusión de este documento.
Tomando como base los elementos autocríticos de esa comunicación, nos propusimos analizar la prevalencia de cefalea, epistaxis, acúfenos, mareos y hemorragia subconjuntival en población comparable, no consanguínea de sujetos normotensos e hipertensos.
MATERIAL Y MÉTODO
Población. Se estableció a partir de una base de datos con 10.193 adultos >15 años, no institucionalizados, pertenecientes a la comunidad urbana de Concepción, y que fuera obtenida con motivo de un estudio epidemiológico comunicado anteriormente1. Se utilizó este criterio para garantizar una composición muestral representativa de acuerdo a los criterios indicados en ese estudio. Para efectos de la obtención de la muestra del presente trabajo se previó evitar la consanguinidad entre los sujetos a fin de excluir la posible influencia de factores genéticos en la frecuencia de los síntomas y se efectuaron los ajustes necesarios para actualizar su composición por edad, sexo y condición socioeconómica. La población hipertensa y normotensa se homologó por edad y sexo.
Registro de presión arterial. En todos los casos se verificó el nivel de presión arterial realizando registros de presión en posición sentado, con esfigmomanómetros mercuriales y utilizando una técnica estandarizada8. En la primera visita se efectuaron dos registros de presión separados por 30 min. En los sujetos con presión elevada (sistólica > 139 mm Hg y/o diastólica > 89 mm Hg) se verificó la influencia de agentes presores exógenos como ingesta de etanol por sobre 25 mg al día, antiinflamatorios no esteroidales, agentes vasoconstrictores, etc, programando en todos los casos una segunda visita en un día posterior. Se excluyeron del estudio sujetos bajo terapia antihipertensiva para evitar la posible influencia de los fármacos sobre la ocurrencia de los síntomas. Los niveles de presión arterial se clasificaron de acuerdo a criterios actuales en etapa 1 (leve), 2 (moderada) y 3 (severa)9.
La muestra quedó conformada por un total de 1.048 hipertensos y 1.052 normotensos. Su distribución por edad y sexo se detalla en la Tabla 1.
Encuesta de síntomas. Consideró: cefalea, epistaxis, acúfenos, mareos y hemorragia subconjuntival. En el caso de la cefalea se clasificó arbitrariamente en tres niveles de intensidad: cefalea leve, aquélla que no impedía la actividad habitual y no requería del uso de analgésicos; cefalea moderada, aquélla que permitía la actividad habitual pero requería del uso de analgésicos y, cefalea severa, aquélla que impedía la actividad habitual a pesar del uso de analgésicos. La encuesta fue aplicada directa y presencialmente por estudiantes de Medicina o personal calificado quienes fueron sometidos a un riguroso entrenamiento previo.
Análisis estadístico. Se aplicó la prueba de chi-cuadrado para dos muestras independientes corregida por continuidad (corrección de Yates) en el caso de tablas de contingencia de 2 x 2 y se consideró un nivel de significación del 5%.
RESULTADOS
En la Figura 1 se compara la prevalencia de cada uno de los síntomas estudiados entre población normal e hipertensa, constatando pequeñas diferencias que no alcanzan niveles de significación estadística para ninguna de las comparaciones.
![]() | Figura 1. Prevalencia (%) de cefalea, epistaxis, mareos, acúfenos y hemorragia subconjuntival en normotensos e hipertensos. |
La Figura 2 es un complemento de la anterior, indicando las tasas de prevalencia de los síntomas para hombres y mujeres con presión normal o con presión elevada. También en este caso el análisis estadístico de las diferencias no alcanzó niveles significativos.
![]() | Figura 2. Prevalencia (%) por sexo de cefalea, epistaxis, acúfenos, mareos y hemorragia subconjuntival en normotensos e hipertensos. |
Prevalencia de cefalea por edad y sexo: en la Tabla 2 se presenta la comparación de las tasas de prevalencia de cefalea por edad, por sexo y por total de la población estudiada, sin que se evidenciaran diferencias significativas entre población normotensa e hipertensa.
Lo mismo ocurre en el análisis comparativo de la cefalea en los diferentes tramos de edad y los estados de la hipertensión, tanto en hombres (Tabla 3) como en mujeres (Tabla 4).
En la Tabla 5 se compara la distribución porcentual de la intensidad de la cefalea en normales e hipertensos, no encontrándose diferencias significativas, hecho que también ocurre al comparar la intensidad de la cefalea con los diferentes estados de la hipertensión (Tabla 6).
Prevalencia de epistaxis, mareos, acúfenos y hemorragia subconjuntival por edad y sexo: en la Tabla 7 se presenta la prevalencia de epistaxis por edad, sexo y total de población hipertensa y normotensa sin que las tasas comparativas alcancen diferencias significativas. Resultados similares se obtienen al comparar la prevalencia de mareos (Tabla 8), acúfenos (Tabla 9) y hemorragia subconjuntival (Tabla 10).
DISCUSIÓN
La alta frecuencia con que se continúa asociando a la hipertensión con los síntomas motivo de este estudio, ha contribuido a que exista un alto número de hipertensos que desconocen su condición de tal, con tasas en la VIII región que alcanzan 34% en la zona urbana y 56% en las zonas rurales1,2. Tal hipótesis tiene coherencia por cuanto la carencia de síntomas hace suponer en los pacientes la ausencia de enfermedad, evitando que las personas supuestamente sanas realicen controles de salud preventivos o se sometan a registros espontáneos casuales de la presión arterial. El mismo factor también influye sobre la falta de interés que demuestran los pacientes hipertensos para someterse a tratamiento e incide sobre la baja adhesividad para permanecer en terapias permanentes.
La vinculación entre hipertensión y los síntomas que se le atribuyen pudo tomar su origen en una simple asociación casual, siendo el síntoma la señal de alarma que permite reconocer una hipertensión preexistente. De hecho, tales señales de alarma son claros determinantes de alzas episódicas y transitorias de la presión arterial, cuyo impacto es de mayor intensidad en sujetos hipertensos. Ejemplos frecuentes se tienen en las "crisis hipertensivas" secundarias a un cuadro vertiginoso de aparición súbita, a una epistaxis o a una jaqueca intensa. La presentación episódica de los síntomas puede permitir detectar una hipertensión preexistente pero también suele incidir en el abandono del tratamiento toda vez que la eliminación de los síntomas es considerada por el paciente como indicador de normalidad.
Los comentarios anteriores tienen por objeto destacar la importancia práctica que reviste establecer con seguridad y precisión la independencia o dependencia de la hipertensión y los síntomas que le siguen siendo atribuidos. Más aún si consideramos que en el estudio referencial sobre este tema, el autor señala: "La validez de la medición de síntomas mediante un cuestionario auto administrado está abierta a cuestionamiento, no existiendo una medición objetiva de los síntomas contra los cuales testear las respuestas", añadiendo: "Los valores mostrados en las tablas no pueden ser interpretados como estimativos de la población de Estados Unidos toda vez que los sujetos examinados constituyen una muestra nacional probabilística"7. En gran medida nuestra investigación estuvo orientada por los comentarios autocríticos del propio Weiss, aspectos que fueron considerados en forma especial en el diseño metodológico. Es así como se estableció una muestra representativa de la comunidad urbana de la VIII región y se aplicó el cuestionario de síntomas en forma presencial por personal suficientemente entrenado y calificado como para permitir una adecuada discriminación de las respuestas. La aplicación del instrumento y la medición de la presión arterial a la totalidad del universo muestral elimina el sesgo dependiente de los sujetos que quedan fuera del análisis por no responder el cuestionario, como ocurre al ser aplicado por correspondencia. Aún más, en el tratamiento de la muestra se consideró de importancia excluir la consanguinidad a fin de evitar sesgos dependientes de influencias genéticas en la determinación de los síntomas.
Nuestros resultados permiten ratificar los hallazgos comunicados por Weiss, siendo concordantes las tasas de prevalencia de los síntomas encontradas en ambos estudios y la independencia de estos con los niveles de presión. En nuestro trabajo omitimos el síntoma desmayo por cuanto en el estudio de Weiss se demostró de ocurrencia inversa a los niveles de presión, esto es, dependiente de presiones bajas y no elevadas. Por otra parte, en la presente investigación se incluyó la hemorragia subconjuntival, no considerada por Weiss, por tratarse de un síntoma de alarma que con frecuencia se ha relacionado con alzas tensionales y que, demostramos, tiene igual prevalencia en normales e hipertensos.
REFERENCIAS
1. Fasce E, Pérez H, Boggiano G, Lecannelier E. La hipertensión arterial en una comunidad urbana de Chile. Rev Chil Cardiol 1992; 11: 1-12.
2. Fasce E, Pérez H, Boggiano G, Ibáñez P, Nieto C. Hipertensión arterial en comunidades rurales: estudio en la VIII Región, Chile. Rev Méd Chile 1993; 121: 1058-67.
3. Kaplan N. En: Clinical Hypertension. Williams & Wilkins, 6th Ed., USA, 1994.
4. Stimpel M. En: Arterial Hypertension. Walter de Gruyter, Berlin, 1996.
5. Izzo JL, Black HR. En: Hypertension Primer. Williams & Wilkins, 2nd Ed, USA, 1999.
6. Frohlich ED. En: Hypertension: Evaluation and Treatment. Williams & Wilkins, USA, 1998.
7. Weiss NS. Relation of high blood pressure to headache, epistaxis and selected other symptoms. N Eng J Med 1972; 287: 631-3.
8. Ministerio de Salud de Chile. Hipertensión Arterial, Normas Técnicas. Olimpo Artes Gráficas, Santiago de Chile, 1995.
9. World Health Organization - International Society of Hypertension Guidelines for the Management of Hypertension. J Hypertens 1999; 17: 151-83.