La osteoartritis (OA) es una enfermedad degenerativa de las articulaciones que afecta al cartílago y a los tejidos subyacentes1. La OA causa daño y pérdida de cartílago articular, remodelación subarticular del hueso, formación de osteofitos, laxitud ligamentosa, debilidad de los músculos periarticulares y, en algunos casos, inflamación sinovial1. Estos cambios pueden ocurrir como resultado de un desequilibrio entre la ruptura y reparación del tejido articular2. Los síntomas primarios de la OA incluyen dolor, crepitación, inflamación, rigidez y limitación del movimiento3. La progresión de la enfermedad suele ser lenta, pero puede conducir a un fallo articular con dolor e incapacidad que afectaría a la independencia funcional2.
La OA puede aparecer en cualquier articulación, no obstante, es más frecuente en las articulaciones de la rodilla y de la cadera4, llegando en algunos casos a superar 44%5. La prevalencia e incidencia de la OA se ha relacionado con el sexo femenino, llegando a duplicar el número de casos que presentan OA de rodilla frente al sexo masculino, especialmente después de los 50 años de edad6,7.
La obesidad se ha convertido en un problema mundial asociado al sexo femenino y a la aparición de numerosas comorbilidades8. La obesidad ha llegado a ser uno de los factores de riesgo predisponentes de mayor relevancia en la OA de rodilla9. Un índice de masa corporal (IMC) más alto aumenta el riesgo de desarrollar OA de rodilla10, probablemente por la combinación de los efectos de la sobrecarga de peso en las articulaciones y la inflamación inducida por la elevada concentración de tejido adiposo de la persona11.
En los últimos años ha surgido un gran interés por la clasificación de perfiles clínicos en patologías crónicas que permitiesen una mejor comprensión y elección de la opción terapéutica12,13. En el caso de la artrosis de rodilla, la baja eficacia de los abordajes terapéuticos ha provocado un interés por la fenotipización/clasificación de los pacientes aquejados de OA, que incluiría la destrucción del tejido articular y diferentes parámetros clínicos de elevada frecuencia14. El IMC ya ha sido utilizado en otras patologías como parte de la clasificación fenotípica dada su gran repercusión clínica15-17.
La fenotipización/clasificación de las mujeres con OA según IMC permitiría analizar la interrelación entre el IMC y las variables funcionalidad, calidad del sueño y calidad de vida en OA. De esta forma, se podría desarrollar un abordaje terapéutico adaptado a cada subgrupo y que mostrase una mayor tasa de efectividad.
El objetivo de este estudio fue describir el perfil clínico de mujeres con OA según su fenotipo por IMC.
Material y Método
Participantes
La muestra total estuvo compuesta por 308 mujeres que fueron reclutadas a través del Patronato Municipal de Deportes de Granada, todas ellas viviendo independientes en la comunidad. La fenotipización se realizó en función del IMC en tres grupos (fenotipo normal, fenotipo sobrepeso y fenotipo obesidad). Los criterios de inclusión fueron: a) mujeres mayores de 60 años con diagnóstico de OA; b) firmar el consentimiento informado; c) aprobación de su médico de cabecera. Se excluyeron las mujeres que presentaron déficits sensoriales o cognitivos que impidiesen la realización de las pruebas y aquellas con diagnóstico de enfermedades neurológicas o psiquiátricas. El estudio fue avalado por el Comité de Ética de la Investigación Biomédica Provincial de Granada, España. Se cumplió con la Declaración de Helsinki de 201318.
Evaluación
El estudio se realizó en dos sesiones. En la primera sesión se recogieron los datos antropométricos. En la segunda sesión, se recogieron las variables de gravedad de la afectación articular, funcionalidad, calidad del sueño y calidad de vida.
La gravedad de la afectación articular se obtuvo mediante la escala de Kellgren y Lawrence19, la funcionalidad fue medida con el Western Ontario and McMaster Universities Osteoarthritis Index (WOMAC), el sueño con el Pittsburgh Sleep Quality Index (PSQI), y la calidad de vida con el cuestionario de salud EuroQol-5D.
Las variables antropométricas incluyeron edad, altura, peso, IMC, porcentaje de masa grasa, porcentaje de agua y porcentaje de masa corporal. La altura fue medida con un estadiómetro Seca 214*, con una precisión de 0,1 cm. Las variables peso, porcentaje de masa grasa, porcentaje de agua y porcentaje de masa corporal fueron obtenidas mediante impedancia bioeléctrica utilizando el bioimpedanciómetro TBF-305, TANITA. Todas las mediciones se realizaron por la mañana, después de un ayuno de 12 h y por el mismo investigador.
Evaluación de la funcionalidad
La funcionalidad fue evaluada con el Western Ontario and McMaster Universities Osteoarthritis Index (WOMAC)20. Se encuentra compuesto por tres dimensiones: dolor, rigidez y capacidad funcional, que son puntuadas en una escala ordinal de 0 a 4. Cada dimensión tiene un puntaje máximo de 20, 8 y 68 puntos, respectivamente. El rango de puntuación global se calcula sumando los puntajes de las tres dimensiones oscilando entre 0-96 puntos.
Evaluación de la calidad del sueño
El sueño fue evaluado mediante el índice de calidad del sueño de Pittsburg (PSQI)21. El PSQI evalúa la calidad del sueño del sujeto mediante siete subescalas. La puntuación total se obtiene del sumatorio de la siete subescalas oscilando entre 0-21 puntos (una mayor puntuación implica una peor calidad de sueño). Se utilizó el punto de corte establecido por el autor de 5 puntos como individuo mal dormidor21.
Evaluación de la calidad de vida
La calidad de vida se evaluó con el cuestionario autoadministrado de salud EuroQol-5D22, compuesto por dos partes. La primera parte consta de cinco dimensiones de salud (movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas, dolor/malestar y ansiedad/depresión) con tres niveles de gravedad: sin problemas, algunos problemas y problemas graves. La segunda parte se trata de una evaluación visual analógica (EVA) que puntúa desde 0 (peor estado de salud imaginable) a 100 (mejor estado de salud imaginable).
Análisis estadístico
Se utilizó el software de análisis estadístico SPSS versión 20.0 para Windows. Las variables continuas fueron presentadas mediante la media ± desviación típica. Las variables categóricas fueron presentadas mediante porcentajes. Se utilizó la prueba estadística Kolmogorov- Smirnov para comprobar la distribución normal de los valores de las variables cuantitativas. Se analizaron las diferencias entre los tres grupos: fenotipo normopeso (≤ 25,00 kg/m2), fenotipo sobrepeso (25,00-30,00 kg/m2) y fenotipo obesidad (≤ 30,00 kg/m2) mediante un análisis de la varianza (ANOVA). El nivel de significación estadística establecido fue p ≤ 0,05, y el intervalo de confianza de 95%.
Resultados
Un total de 308 mujeres con diagnóstico de OA fueron incluidas en el estudio, en cuanto a la distribución de la gravedad de la osteoartrosis de rodilla todas las participantes presentaron un estado Kellgren y Lawrence de 3 y 4.
Las características de las participantes se describen por fenotipo en la Tabla 1. La clasificación por fenotipos fue realizada según el IMC: fenotipo normopeso (≤ 25,00 kg/m2), fenotipo sobrepeso (25,00-30,00 kg/m2) y fenotipo obesidad (≤ 30,00 kg/m2). La clasificación por IMC evidenció una mayor prevalencia del fenotipo obesidad (38,97%).
Tabla 1 Características de las participantes en el estudio por fenotipo
Variable | Fenotipo normopeso (n = 86) | Fenotipo sobrepeso (n = 102) | Fenotipo obesidad (n = 120) | F |
---|---|---|---|---|
Edad (años) | 70,93 ± 6,97 | 71,88 ± 7,86 | 69,40 ± 7,94 | 3,034 |
Altura (m) | 1,62 ± 0,02 | 1,55 ± 0,05 | 1,55 ± 0,05 | 55,243 a **,b ** |
Peso (Kg) | 62,14 ± 3,45 | 67,79 ± 5,75 | 81,64 ± 7,80 | 279,305 a **,b **,c ** |
Grasa (%) | 35,75 ± 2,87 | 39,70 ± 3,77 | 45,34 ± 3,29 | 76,949a **,b **,c ** |
Agua (%) | 42,80 ± 2,87 | 40,97 ± 2,49 | 38,52 ± 1,98 | 30,924a *,b **,c ** |
Masa muscular (%) | 37,90 ± 2,33 | 39,13 ± 2,59 | 42,26 ± 3,12 | 27,062b **,c ** |
IMC (Kg/m2) | 23,62 ± 0,99 | 27,90 ± 1,49 | 33,78 ± 2,56 | 746,479a **,b **,c ** |
Las variables continuas se expresaron como media ± DT.
*p < 0,05;
**p < 0,001.
asignificativo entre fenotipo normopeso y fenotipo sobrepeso;
bSignificativo entre fenotipo normopeso y fenotipo obesidad;
cSignificativo entre fenotipo sobrepeso y fenotipo obesidad. IMC: Índice de Masa Corporal. Kg: Kilogramos; m: metros; n: número muestral.
En relación al peso corporal existieron diferencias significativas entre grupos (F = 279,305), siendo los valores de IMC: grupo fenotipo normopeso (23,62 ± 0,99 kg/m2), grupo fenotipo sobrepeso (27,90 ± 1,49 kg/m2) y grupo fenotipo obesidad (33,78 ± 2,56 kg/m2).
En relación a la afectación articular, las participantes presentaron un deterioro articular moderado a grave, siendo de 56%, 62% y 64% el grado 4 en los grupos de IMC, respectivamente, sin ser significativa esta distribución.
En la Tabla 2 se presentan las variables de caracterización del perfil clínico por tipo de fenotipo. El grupo fenotipo obesidad presentó un nivel funcional significativamente inferior al resto de los grupos. Se encontraron diferencias significativas entre grupos en el valor total del WOMAC. Las diferencias fueron muy significativas en la comparación del grupo fenotipo normopeso y el grupo fenotipo obesidad (p ≤ 0,001) y en la comparación del grupo fenotipo sobrepeso y el grupo fenotipo obesidad (p ≤ 0,001). El grupo fenotipo obesidad presentó una mayor dependencia funcional en el test WOMAC (dolor = 10,50 ± 4,15; rigidez = 4,44 ± 2,20; capacidad funcional = 35,78 ± 14,18) y en la puntuación global (50,70 ± 19,66). Los elevados niveles de dolor y rigidez afectaba negativamente a la independencia funcional de mujeres con OA de rodilla. Los grupos con fenotipo normopeso y fenotipo sobrepeso presentaron puntuaciones similares en el total del WOMAC, situándose en un estado funcional similar.
Tabla 2 Perfil clínico de las participantes por fenotipo
Variable | Fenotipo normopeso (n = 86) | Fenotipo sobrepeso (n = 102) | Fenotipo obesidad (n = 120) | F | |
---|---|---|---|---|---|
Funcionalidad | |||||
Dolor | 7,41 ± 2,56 | 7,47 ± 3,425 | 10,50 ± 4,15 | 22,87b **,c ** | |
Rigidez | 3,34 ± 1,56 | 3,16 ± 1,64 | 4,44 ± 2,20 | 13,018b **,c ** | |
Capacidad funcional | 28,64 ± 8,95 | 28,29 ± 11,04 | 35,78 ± 14,18 | 11,728b **,c ** | |
Total | 39,39 ± 11,71 | 38,87 ± 14,82 | 50,70 ± 19,66 | 15,732b **,c ** | |
Calidad del sueño | |||||
Calidad del sueño subjetiva | 1,36 ± 0,71 | 1,41 ± 0,67 | 1,69 ± 0,55 | 5,367b,c | |
Latencia de sueño | 1,30 ± 1,02 | 1,53 ± 0,95 | 2,04 ± 0,76 | 12,863b **,c | |
Duración del dormir | 1,16 ± 0,83 | 1,22 ± 8,95 | 1,55 ± 0,94 | 4,438b | |
Eficiencia de sueño habitual | 0,95 ± 1,03 | 1,13 ± 1,13 | 1,30 ± 1,33 | 1.879 | |
Alteraciones del sueño | 0,96 ± 0,23 | 0,95 ± 0,27 | 1,06 ± 0,23 | 4,519b,c | |
Uso de medicamentos para dormir | 1,32 ± 1,43 | 1,37 ± 1,42 | 1,84 ± 1,27 | 3,161 | |
Disfunción diurna | 1,39 ± 1,01 | 1,22 ± 1,02 | 1,42 ± 0,83 | 1,103 | |
Total | 8,44 ± 4,02 | 8,81 ± 3,69 | 10,90 ± 3,81 | 8,978b,c | |
Calidad de vida | |||||
Movilidad | 1,54 ± 0,50 | 1,46 ± 0,52 | 1,64 ± 0,48 | 3,123c | |
Cuidado personal | 1,31 ± 0,46 | 1,14 ± 0,34 | 1,46 ± 0,59 | 10,414c | |
Actividades cotidianas | 1,72 ± 0,45 | 1,57 ± 0,61 | 1,81 ± 0,64 | 3,943c | |
Dolor malestar | 2,18 ± 0,38 | 2,16 ± 0,49 | 2,32 ± 0,56 | 2,913 | |
Ansiedad/depresión | 1,54 ± 0,50 | 1,57 ± 0,51 | 1,75 ± 0,66 | 3,494 | |
EVA salud | 55,97 ± 9,85 | 65,05 ± 13,38 | 56,94 ± 14,31 | 12,990a,c |
Las variables continuas se expresaron como media ± DT. EVA: Escala Visual Analógica;
* p < 0,05;
**p < 0,001.
aSignificativo entre fenotipo normopeso y fenotipo sobrepeso;
bSignificativo entre fenotipo normopeso y fenotipo obesidad;
cSignificativo entre fenotipo sobrepeso y fenotipo obesidad. número muestral.
Como puede verse en la Tabla 2, al comparar las subescalas del PSQI se encontraron diferencias entre el fenotipo normopeso y el fenotipo obesidad (p ≤ 0,001) y diferencias significativas (p = 0,03) entre el grupo fenotipo sobrepeso y el grupo fenotipo obesidad en la calidad del sueño. Los resultados mostraron que había diferencias en la calidad del sueño según el fenotipo. El grupo con IMC mayor (fenotipo obesidad) reflejó un mayor número de alteraciones del sueño (PSQI total = 10,90 ± 3,81). Sin embargo, es destacable que la totalidad de las participantes manifestaron una mala calidad del sueño.
En esta misma línea, los datos mostraron diferencias entre grupos en algunas de las subescalas de calidad de vida. Los valores del grupo fenotipo obesidad fueron significativamente peores en comparación con los otros grupos. Los tres grupos presentaron valores similares en las variables (dolor/malestar y ansiedad/depresión). En la totalidad de las participantes se detectó una baja percepción de salud.
Discusión
El objetivo de este estudio fue describir el perfil clínico de mujeres con OA según su fenotipo por IMC. La caracterización del perfil clínico en fenotipos según el IMC supone un avance de gran relevancia en la búsqueda de la mejor opción terapéutica para mujeres con OA. La presente investigación es el primer estudio que lleva a cabo una fenotipización de las mujeres con OA según el IMC y que analiza la repercusión del tipo de fenotipo sobre la funcionalidad, la calidad del sueño y la calidad de vida. Los resultados de este estudio muestran que existen diferencias en el perfil clínico entre fenotipos de las mujeres con OA.
La edad media de las participantes fue de 70,63 ± 7,55 años, el peso medio = 71,61 ± 10,34 kg y el IMC = 29,00 ± 4,58 kg/m2. Existe una mayor prevalencia del fenotipo obesidad (38,97%) respecto a los fenotipos sobrepeso (33,12%) y normopeso (27,93%).
Los hallazgos obtenidos muestran que las mujeres con OA con un fenotipo obesidad presentan una reducción significativa de los niveles de funcionalidad, una mayor prevalencia de problemas de sueño y una peor calidad de vida en comparación con las mujeres con un fenotipo normopeso. Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas entre el fenotipo normopeso y el fenotipo sobrepeso en relación a las variables funcionalidad, calidad del sueño y calidad de vida.
Funcionalidad
Los resultados obtenidos ponen de manifiesto que elevados niveles de dolor y rigidez articular se encuentran presente en mujeres con OA y un fenotipo obesidad. La puntuación total del WOMAC en mujeres con fenotipo obesidad demuestra una reducción significativa de los niveles de funcionalidad en comparación con los otros dos fenotipos (normopeso y obesidad). Esta interrelación no ha sido estudiada previamente según el tipo de fenotipo en OA, aunque si ha sido explorada en otras enfermedades crónicas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)23. Datos similares han sido encontrados en relación a la obesidad y disminución de la capacidad funcional24.
La obesidad se considera la epidemia del siglo XXI, y ha llegado a ser el mayor problema de salud pública debido a su alta prevalencia e impacto en la calidad de vida, afectando a más de la mitad de la población adulta española mayor de 60 años25. Un IMC elevado es perjudicial para la movilidad, afectando a la realización de las actividades de la vida diaria, lo que conlleva una reducción de los niveles de funcionalidad y calidad de vida26. Curiosamente, no se han encontrado diferencias significativas entre grupos en cuanto a la incidencia de deterioro articular o de su gravedad, esto puede ser debido a la percepción subjetiva que forma parte de la afectación funcional.
La reducción de la funcionalidad a causa de la obesidad supone un aumento de las visitas al facultativo, un mayor número de ingresos hospitalarios, consumo de fármacos, operaciones, pruebas diagnósticas, etc., causando un aumento de los costes sanitarios27.
Calidad del sueño
Los problemas de sueño son una de las principales alteraciones causadas por las enfermedades crónicas, principalmente en aquellas enfermedades reumáticas que cursan con inflamación y dolor28. En el área de la reumatología se ha demostrado la existencia de una relación entre las alteraciones del sueño y las enfermedades reumáticas inflamatorias, como la artritis reumatoide, el lupus sistémico eritematoso o la OA de rodilla29.
Las alteraciones del sueño, dificultades para conciliar o mantener el sueño, necesidad de medicación para conciliar el sueño, etc., afectan a más de dos tercios de las personas con diagnóstico de OA de rodilla30. La presencia de alteraciones del sueño cursa con un incremento del dolor, una afectación negativa a la calidad de vida y a la independencia funcional30. Los resultados hallados se encuentran en la misma línea que los obtenidos en el estudio de Taylor-Gjevre et al.31, en el que los participantes mostraron una prevalencia de 67% de problemas de sueño, registrados con la misma herramienta que en nuestro estudio. Otro reciente estudio ha demostrado la relación entre la alteración del sueño y un aumento en la aparición de signos y síntomas causados por la patología OA de rodilla32.
Calidad de vida
Nuestros datos confirman que existe una reducción de la calidad de vida, entendido el concepto como una amplia variedad de situaciones valoradas negativamente o consideradas poco deseables para una persona como la afectación de la movilidad, del cuidado personal, de las actividades cotidianas, la aparición o incremento del dolor, la aparición de afectación emocional y la percepción de la salud. Más de 25% de las mujeres con OA de rodilla manifiestan tener limitaciones funcionales para el desarrollo de sus actividades de la vida diaria, por ejemplo, salir a realizar la compra33.
Se encontró que las personas con una reducción de la calidad de vida presentaban un elevado IMC. Estudios previos han puesto de manifiesto una relación entre la obesidad y las medidas de fragilidad.
La principal limitación de este estudio es su diseño transversal, que no permite identificar relaciones de causalidad. El autorregistro de síntomas en escalas, aunque estén validadas, es una limitación, ya que no permite llegar a un diagnóstico. Este estudio tiene como fortaleza haber sido realizado en la comunidad, en un amplio número de mujeres e involucrando a tres grupos diferentes mediante su IMC.
Conclusiones
La fenotipización según el IMC en mujeres con OA pone a la luz que el fenotipo obesidad cursa con una reducción en los niveles de funcionalidad, de la calidad del sueño y de la calidad de vida. Se puede concluir que el IMC es un factor de gran relevancia y que contribuye junto con el dolor, la inflamación y la rigidez a una reducción de los niveles de independencia funcional. La fenotipización permitiría una mejor planificación de la terapéutica y una mejor reasignación de los recursos dirigidos al control y seguimiento de la OA.