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 número14La utopía sesentista en el discurso político-cultural de Carlos Quijano: la editorial Atados al mástil (1964)Nieve y avalanchas, una blanca historia de riesgos en montaña, René E. León Gallardo, Ediciones de Sta. Rosa de los Andes, 2003, 307 págs índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Literatura y lingüística

versión impresa ISSN 0716-5811

Lit. lingüíst.  n.14 Santiago  2003

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-58112003001400019 

Literatura y Lingüística Nº14

La utopía sesentista en el discurso
político-cultural de Carlos Quijano:
la editorial Atados al mástil (1964)

Mirian Pino
Universidad Nacional de Córdoba

El 30 de diciembre de 1969 aparece en el semanario Marcha una editorial de Carlos Quijano cuyo título es "1970: La década de América Latina". En ella postulaba, luego de una argumentación condenatoria a los políticos "tibios y sibilinos", que el destino de Uruguay debía realizarse en el marco de la patria de todas las patrias: América Latina y en un tiempo no muy lejano. Sus escritos de la década del ´80 desde la segunda época de Cuadernos de Marcha, en el exilio mexicano, constituyen una sucesión de denuncias acerca de las dictaduras y el imperialismo norteamericano. Al observar sus clases de economía política en la cátedra que tuvo a cargo en la UNAM se advierte un discurso obsesivo que apuntaba una y otra vez al poder del capitalismo en tanto rostro económico del sistema imperialista. A propósito de esto, Arturo Ardao1 y Gerardo Caetano2 consignan los diferentes horizontes teóricos de su pensamiento que se inicia en el arielismo rodoniano y la influencia de Carlos Vaz Ferreira. Su estadía en la Europa de los ´20 le revelará el París de los años locos pero también la fuerza de la ciencia económica, perfil que constituiría un sueño que se debía realizar también con urgencia. Quijano atisbaba que la existencia de un conjunto de países ligados por lazos comunes de dependencia debía perfeccionar las herramientas de la economía al servicio de la liberación de los mismos. En Europa participó de diferentes grupos que afianzaron la unidad latinoamericana como AGELA (Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos).

Nuestro autor miraba el futuro desde 1969 con una mezcla de esperanza y temor. La imagen del camino incierto aparece en numerosas editoriales, desde la figura del navegante en el ´20 hasta la presencia del logo de Marcha cuyo enunciado reza "Navegar es necesario, vivir no" que trae y hace suyo una pequeña frase atribuida a Pompeyo. Quijano funda en su barco marchista y en su palabra viejos sueños arielistas, un fervor utópico lo alienta para marchar hacia la década del ´70, etapa , según confiesa de "increíbles mutaciones", que en el horizonte de viejo navegante debía ser "socialista".

La editorial de 1969 lejos está de aquellas primeras de la década del ´60, de los primeros años que coincide con el fervor revolucionario cubano. Por lo menos las editoriales de hasta pasados los primeros cinco años poseen un marcado carácter utópico, de acuerdo al tono general de la época pero también de evidente clivaje en su formación rodoniana, y en su formación europea. Los ´60 encontrará a Quijano en la elaboración de un conjunto de ideas que encuentran en al atmósfera de la época marcada por las revoluciones sociales, entre la que se cuenta la Revolución Cubana3, cierta explicación: la dimensión utópica antes aludida no se desliga de su dimensión ideológica hasta política y económica. En todo caso se trata de una utopía situada, en los enclaves de un espacio y tiempo americano, hecha de tradición actuante y de las nuevas emergencias políticas. Así, sus editoriales sesentistas evidencian cierto carácter utópico; si bien no podría validar la presencia, en estado puro, del género utopía, es posible afirmar que su discurso de esta etapa posee ciertas ideas-eje encaminadas hacia aquélla. Afirma Fernando Aínsa4:

"Gracias al adjetivo utópico, la utopía pasó a ser `un estado de espíritu', sinónimo de actitud mental rebelde, de oposición o de resistencia al orden existente por la proposición de un orden que fuera radicalmente diferente. Esta visión alternativa de la realidad no necesita darse en una obra coherente y sistemática fácilmente catalogable dentro del género utópico. Para estar frente a un pensamiento utópico basta rastrear el cuestionamiento o la simple esperanza de un mundo mejor. Se puede afirmar así que un escritor puede ser utopista sin haber escrito ninguna utopía. Basta que el utopismo, la intención utópica, subyazca en el texto".

Resulta interesante observar en sus textos una oscilación entre dos tiempos: el pasado como ámbito sobre el cual hay que reflexionar y evaluar y un presente analizable en y desde la situación pasada, sirva como ejemplo la editorial que escribe en 1960 desde París "Mensaje de Navidad".

El maestro del periodismo que emerge luego de l930 no se entenderá como ya consignamos sin la influencia del idealismo del ´900, de Rodó y Vaz Ferreira con los dos postulados de base, es decir, realismo-idealismo, cuya tensión se evidencia en su discurso. Quizás de su faz idealista proviene el carácter utópico de su legado, en cuanto si por idealismo lo hacemos derivar de ideal. Arturo Ardao en el prólogo a la obra selecta de nuestro autor define esta categoría como "el llamamiento a la transformación de la realidad, natural o humana, para mejorarla y elevarla" (ob. Cit., pág.25). Cierto es que las tres matrices de su pensamiento, a saber: antiimperialismo, nacionalismo y socialismo latinoamericanista se entienden dentro del avance del fascismo de la década del ´30 y las dictaduras militaristas, pero no menos cierto es que Quijano adensará su postura en la década del ´60, cuando a más revoluciones sociales observa más avance imperialista, cuestión advertida en 1928 al escribir Nicaragua un ensayo sobe el imperialismo, que es uno de los documentos claves en torno a esta cuestión para América Latina.

La propuesta de nuestro autor ocupó un lugar determinado en el discurso social sesentista, ya que la prensa gráfica fue el medio a través del cual formuló su ideario. Desde allí, atacó a todo discurso periodístico complaciente con la política conservadora de los partidos tradicionales5, que incidían de manera directa en los medios de prensa. En este sentido, Marcha, desde su fundación en 1939, fue un órgano contracultural y abierto hacia el continente. Carlos Real de Azúa señala la importancia, luego de la década del ´30, que adquiere la ensayística de diagnóstico de la realidad nacional, entre la que aparecen los textos de Carlos Quijano, y expresa: ¨Y tampoco existe paralelo en el impacto social de este tipo de literatura, desaventajada regularmente entre la falta de crítica y de debate en los medios en que circula y el silencio receloso, frontal de la constelación de poder y su portavoz ideológico ( de algún modo hay que llamarlo) que es la llamada "prensa grande" 6.

El sentido misional se impone en los escritos quijanistas que implica hasta la posibilidad de hablar de un "léxico de Quijano", una respiración propia en sus análisis. Considero que "Rebeldes con causa" (1961), "Cara al desafío" (1961), y "Atados al mástil" (1964), entre otras, es en donde, desde un discurso doxológico, marcado por una imperante necesidad pedagógica, se hace visible la necesidad de la unión de todas las patrias y su apuesta al socialismo como instancia política y económica excluyente para tal fin. Es sabido que "su socialismo" posee un matiz marcadamente nacional y al mismo tiempo religador, y con una impronta alternativa aún más marginal que cualquier partido de izquierda.

Las matrices antes citadas, que constituyen un conjunto residual de los años ´20, se articulan con nuevos acontecimientos políticos como los levantamientos revolucionarios que nuestro autor se encargará de comentar y problematizar en diversos escritos. Del año 1961 datan "El crimen y la hipocresía" y "La revolución de la creciente esperanza" en las cuales expone su posición frente a la política intervencionista de EEUU en Cuba, más precisamente, en lo que respecta a la Invasión a la Bahía de los Cochinos. En esta última, Quijano expresa "América no es, ni será en el previsible tiempo que se acerca, comunista, y lo será menos si somos capaces de organizar una democracia social. Depende de nosotros y depende de que Estados Unidos no reincida en querer imperdirlo" ( pág. 46, Cuadernos de Marcha Nº3, que reproduce la editorial de 1961). Nótese aquí dos instancias relevantes, a saber: la importancia del enunciado "democracia social" que alude a sus postulados matrices que parten del socialismo como instancia fundamental para la consecución latinoamericanista, conjugada con la confianza en la democracia como hito sine qua non; por otra parte, la importancia del metacolectivo de identificación en "nosotros", que engloba a América Latina. Este ideario que emerge fuertemente en la década del ´20 y '30 será un hito vertebrador del discurso quijanista. En 1965 en la editorial "Murieron por nosotros" regresa nuevamente a sus ideas ejes, parte del caso particular de Santo Domingo, se separa de la teoría de los dos demonios, el Bien y el Mal, EEUU- Moscú, y postula una doctrina desde América Latina. Es común en estas editoriales observar el tono condenatorio de Carlos Quijano, muchas veces basado en una fuerte interdiscursividad de carácter religiosa, en la misma editorial del ´65 dice "No ganaremos el cielo con oraciones. Lo ganaremos con actos". Verdadero subversivo de la palabra, Quijano solía desmantelar ciertos lugares comunes del discurso religioso, cristalizado a lo largo de tiempo al llevarlo a las últimas consecuencias semánticas; el autor le devuelve su naturaleza revolucionaria original y olvidada con el transcurso de los siglos al tiempo que la cadena de enunciados, a través de los cuales desarrolla su argumentación, se tensiona entre lexías de cuño marxista y por otra parte, un acentuado carácter religioso. Esta oscilación discursiva muestra las operaciones escriturarias de un letrado formado en el espiritualismo rodoniano y su posterior aprendizaje en la izquierda europea.

Otro caso paradigmático es la citada editorial Atados al mástil. En ella se advierte con claridad la presencia de un sujeto de enunciación, que evalúa las posibilidades futuras del continente hacia una propuesta marxista. Por otra parte, es en este documento donde se visualiza la presencia de un contradestinatario al que se descalifica. Altamente persuasiva, la editorial intenta mostrar cómo el equipo marchista observa la situación política, al tiempo que "hemos oído el llamado de lo que vendrá" 7. A los semas bélicos como "cadáveres", "guerra", les suceden otros de naturaleza semántica diferente como "Evangelio", "patria", "socialismo", "humanismo", "lucha de clases", que construyen un sistema argumentativo tendiente, no sólo a una defensa del socialismo, sino también a refutar al adversario. El imperialismo-capitalismo es el antagonista al que se busca descalificar y condenar; su contradiscurso, que supone una fuerte presencia del enunciador en el enunciado, aunque se parapete tras el colectivo, está teñido de un matiz emocional, afectivo que se expande en los textos mostrando una verdadera polifonía discursiva. Infiero que su discurso pretende promover cambios inmediatos, de allí el fuerte matiz de arenga en las editoriales de la época, como medio para enfrentar un tiempo de incertidumbres. Asimismo, se advierte el tono de manifiesto que adquiere su discurso: el uso reiterado de formas anafóricas como el adverbio de negación "no", el uso de verbos infinitivos ("abrir", "plantear", "optar"), que junto a la presencia sostenida, a lo largo de toda la argumentación, del colectivo de identificación "nos"- "nosotros", le otorgan a su escrito un matiz simultáneo de explicación, sentencia y propuesta.

Marc Angenot, desde la teoría del Discurso Social, postula la existencia de un tipo de discurso entimemático, taxonomía en donde el discurso doxológico se expande hacia otra especie: el discurso agónico8, cercano en numerosas ocasiones al sermón y a la arenga política. Las editoriales de nuestro autor pertenecen a esta clasemática, en la cual coagula la presencia de ideologemas9. En este sentido, es posible visualizar la fuerte presencia del "latinoamericanismo" en las editoriales de Quijano, que se construye en el entrecruzamiento de un pasado presentizado y formas culturales que nacen en la época, entre las que podemos señalar la creciente popularización de la cultura, el auge de la alfabetización, formatos innovadores en la prensa gráfica, etc. Asimismo, es preciso acotar que la unidad continental, si bien fue una preocupación fundamental desde la Ilustración, con el auge de la modernidad latinoamericana se fragua el carácter utópico de aquélla a modo de nudo gordeano, como un intento por plasmar una respuesta frente al imperialismo.

Por otra parte, Arturo Ardao y Carlos Real de Azúa definen las editoriales de Quijano en el cruce entre artículo y el ensayo de ideas. Esos géneros le brindarán los elementos para formular una política de la economía social cuyo eje debía partir de la unidad de los pueblos para enfrentar al imperialismo. Sus largas columnas, que fueron recordadas por Onetti y Rama, lo mostraban en toda su faz de maestro no sólo de la economía sino también en cómo ejercitar periodismo de "ideas". Largas explicaciones, muchas veces saturaba de números las páginas con el fin de demostrar el error de producir más abogados que técnicos agropecuarios en un país de extensos campos y cría de ganado, columna que revelaba entre líneas qué se estudiaba, pero además quiénes estudiaban en el Uruguay sesentista; me refiero a las editoriales Una democratización frustrada, El hijo del zapatero, Tiempo y hombres perdidos, Medio rural, clase obrera y universidad, entre otras, todas las citadas datan de 1961.

Sacudir al Uruguay de su exitismo y de su burocracia siestera suponía la creación de una política de ideas, suponía un saber que se legitimaba en el conocimiento certero de la realidad que lo rodeaba nacional e internacional. Esta característica explica en parte el formato de sus editoriales: su dimensión gráfica, con dilatadas argumentaciones con el fin no sólo de demostrar la importancia de una fundamentación económica como base el para socialismo, sino también moldear la opinión de un público al que había que formar y persuadir. De modo tal, que no hay ni en los escritos de los ´60 ni en otra etapa de su obra una dimensión utópica que corresponda al terreno de un sueño o programa individual. Continuamente apela a tres tipos de destinatarios: a los que hay que convencer, a los que hay que atacar y aquellos a los que hay que seguir formando10 . La dimensión social de la utopía es la contracara del imperialismo, que emerge como contradestinatario al que condena pero también aquél fue su instrumento discursivo de combate y una categoría epistemológica. Abundan en sus escritos citas de autoridad; Quijano hacía notar su formación, no era un letrado humilde pero ese solazarse en la erudición también puede entenderse si pensamos en el valor que le confería a la palabra escrita y en el carácter político de la misma.

Cabe preguntarse si Quijano era un moderno. Sí, lo fue en todo el sentido del término. Un sujeto que confiaba en las revoluciones sociales, en los fundamentos de una ciencia económica alternativa como instrumento de liberación, en una cultura cosmopolita, en su deseo de autoconstituirse desde su semanario en la voz contracultural para el cambio. Consciente del carácter diferencial de nuestra modernidad, se separa del pensamiento europeo al tiempo que habiéndose formado en él, extraerá de esas fuentes las bases para nuestras propias teorizaciones principalmente en el campo de la política y la economía. Pero fundamentalmente porque creyó y confió que el conjunto de naciones, divididas por límites arbitrarios, debían unirse y desmantelar el neopanamericanismo.

Carlos Quijano fue el rostro visible de un sueño colectivo, el exilio y la muerte en tierras mexicanas la constatación irrefrenable de que la realidad en política y economía tiene otro rostro, más real y menos irrevocable que el sueño marchista. El "nosotros" y el "yo", que campean en las editoriales, presupone la estrecha comunión entre la palabra política y la coherencia de un accionar en la sociedad. El temor de Quijano y la urgencia de su discurso, que constantemente nos interpela, sigue señalando: "navegar es necesario, vivir, no", aunque desde América Latina y a inicios de un nuevo milenio, navegar signifique el tránsito inusitado en el inmenso océano de la globalización.

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1 Prólogo a la Obra selecta de Carlos Quijano. Cámara de Representantes de Uruguay. Tomo 1, págs. XVII-ILV. Uruguay. 1989.

2 Dada la importancia de la obra de Gerardo Caetano y José Pedro Rilla he de recomendar la lectura completa de El joven Quijano (1930-1933) Izquierda Nacional y Conciencia Crítica. 1986.

3 Por razones de extensión de estas reflexiones no me detendré en la complejidad de la relación de Quijano con la revolución castrista mas es necesario señalar que la misma ha ido modificándose con el transcurrir del tiempo, especialmente luego del denominado "caso Padilla" en la década del ´70.

4 Aínsa, Fernando: Reconstrucción de la utopía. Buenos Aires, 1999. Pág.21.

5 En las elecciones de 1958 el Partido Colorado es derrotado por el Partido Blanco, luego de noventa y tres años de gobierno. La nueva fuerza de gobierno no trajo cambios en la política uruguaya. Por otra parte, hacia las elecciones de 1962, la izquierda ya había alcanzado cierto estatuto social que no fue suficiente para demostrar que la política uruguaya seguía debatiéndose entre las dos fuerzas hegemónicas tradicionales. Las elecciones de 1966 produjeron una nueva rotación en el poder ya que el Partido Colorado, con la fórmula Gestido-Pacheco, resultó triunfante, por lo cual la política se debatió en una estructura bipartidista y conservadora. Fuente documental: Nahum y otros. El Fin del Uruguay Liberal . Tomo 8. Montevideo, 1998.

6 Carlos Real de Azúa. El Uruguay como reflexión (I). Capítulo Oriental. Montevideo, Nº36, 1969. Pág. 567.

7 "Atados al mástil" ha sido recopilada en "Cuadernos de Marcha", Tercera época, año 1, número 5. Octubre 1985. Págs. 3-8 y en el vol. VI Cultura Personalidades Mensajes. 1992. La fuente documental utilizada para la citas parte de Cultura Personalidades Mensajes.

8 Marc Angenot. Le parole pamphletáire, apartado: "Los discursos agónicos: polémica, panfleto, sátira". París, 1982.Pág. 6. Tr. De Liliana Tozzi para el Centro de Estudios Avanzados, Maestría de Sociosemiótica. 2002.

9 Desde Mijaíl Bajtín, Julia Kristeva hasta Frederic Jameson, las migraciones de la noción de ideologema cuentan con numerosos aportes. He preferido situarme en la resemantización realizada por Angenot, quien afirma:" Llamaremos ideologema a toda máxima, subyacente a un enunciado, cuyo sujeto lógico circunscribe un campo de pertinencia particular (ya sea el valor moral, lo judío, la misión de Francia o el instinto maternal). Esos sujetos, desprovistos de realidad sustancial, sólo son seres ideológicos determinados y definidos únicamente por el conjunto de máximas isotópicas donde el sistema ideológico les permite ubicarse. Su estatuto opinable se identifica con la confirmación de una representación social que permiten producir". En Le parole pamfhlétaire. Tr. de Liliana Tozzi para el Centro de Estudios Avanzados, Maestría de Sociosemiótica. Córdoba, 2002. Pág. 79.

10 Eliseo Verón: "La palabra adversativa": Págs. 15-24 en El discurso político. Lenguajes y acontecimientos.

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