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Literatura y lingüística

versión impresa ISSN 0716-5811

Lit. lingüíst.  n.17 Santiago  2006

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-58112006000100013 

 

Literatura y Lingüítica N° 17, págs: 195-218

Literatura: artículos y monografías

 

Ideas e intelectuales en la formación de una red sudamericana antifascista

Adrián Celentano
Argentino
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
adriancelentano@gmail.com


Resumen:

Presentar la experiencia del antifascismo intelectual es una forma de pensar el lazo entre cultura y política en la gran conflagración del siglo XX: la segunda guerra mundial. Desarrollamos aquí las prácticas de agrupamientos culturales que en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil se inscribieron en ese combate de escala universal, así nos aproximamos a la forma que tomó la práctica de asociación intelectual mas importante después de la Reforma Universitaria. Reconstruimos aquí la experiencia de una red intelectual durante el período 1935-1943, la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), fundada en Argentina por Aníbal Ponce, junto a un conglomerado de intelectuales de izquierda, comunistas, liberales, socialistas y demócratas progresistas. Abordaremos la definición del trabajo intelectual propugnado por esa red y el enfoque de la situación política latinoamericana, la relación con el desarrollo del fascismo, el análisis de la cultura en Argentina, qué problemas, escritores, poetas y pintores se insertan en la red, cuáles son sus interlocutores. Estas son ejes que recorremos a través de sus revistas Unidad, Nueva Gaceta y otros emprendimientos como "Ediciones AIAPE" y "Cuadernos de AIAPE".

Palabras clave: red antifacista - cultura - política - literatura - revistas

Abstract:

Introducing the experience of intellectual antifascism is a way of thinking about the bond between culture and politics within the great construct of the 20th century: World War II. Here we develop the practice of cultural grouping where Argentina, Chile, Uruguay and Brazil joined this worldwide scale combat. This way, we get closer to the development of the most important practice of intellectual association ranked right below the University Reform. We rebuild the experience of an intellectual network during the 1935-1943 period, which is the Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), founded in Argentina by Aníbal Ponce, together with a group of leftist intellectuals, communists, liberals, socialists and progressive democrats among others. We will review the definition of intellectual work proposed by this network and the focus within Latin American political situation, its relation with the development of fascism, the analysis of Argentinean culture, the problems, writers, poets and painters who join this network, and who their interlocutors are. We will go through all these foundations by reviewing the magazines: Unidad, Nueva Gaceta and other enterprises such as "Ediciones AIAPE" and "Cuadernos del AIAPE".

Key words: antifascist network - culture, politics - literature - magazine.


Ideas e intelectuales en la formación de una red sudamericana antifascista1

 

Agrupémonos todos
Es la lucha final
La Internacional

 

El antifascismo como problema de historia intelectual

Pensadores, escritores, periodistas y artistas han hecho de la intervención pública una clave articuladora de sus alianzas y asociaciones. Desde comienzos de siglo XIX, bajo la égida de las Luces2, con formas de logias y clubes, los notarios y no pocos sacerdotes revolucionarios constituyeron un exponente latinoamericano. Más tarde fueron los grupos juveniles agrupados en salones para debatir la forma de armonizar las nuevas naciones con el progreso histórico3, ideas luego articuladas en las constituciones de los Estados y economías acompasadas en la gran expansión del capitalismo europeo a escala planetaria. En nuestro continente al final de ese largo siglo XIX4, irrumpe con Zola y los dreyfusards la figura del intelectual que, investido por el conocimiento, aspira a la autonomía frente a los poderes públicos y a los poderes en general. Una presentación que también las vanguardias estéticas de comienzos de siglo XX articularon con especial atención a la intervención política, frecuentemente colectiva, tanto en Europa como en Latinoamérica, siendo el mundo de las revistas su vehículo privilegiado.5

La intervención en política cobró nuevas formas en una sociedad crecientemente escindida por la emergencia de movimientos obreros y campesinos, desde Argentina a México. Modos nuevos amplificados por la expansión de los sistemas educativos latinoamericanos que acrecientan el público lector, favoreciendo la profesionalización de los escritores y la actividad periodística, a la vez que se amplifica el flujo de ideas entre América Latina y el escenario europeo de entreguerras. En estas coordenadas de la historia intelectual se ubican los integrantes de las asociaciones que trataremos aquí. Muchos de ellos participan, en Argentina, en las filiales del Comité Internacional de Ayuda Antifascista, que en París era integrado por Romain Rolland, Henry Barbusse y otros.6

La centralidad de la batalla antifascista ha sido subrayada por Alain Badiou al cuestionar la mirada lastimosa sobre el siglo XX que lo determina como período de matanzas y catástrofes, perspectiva impuesta en los años ’90 por Hobsbawm.7 Sostiene este filósofo francés que lo que determina la subjetividad del siglo XX no es ni el desastre, ni la ideología en tanto imaginario, sino que es la pasión de los hombres por lo real, por lo que se puede poner en práctica. Ya no es el siglo XIX, un siglo de promesas y derrotas como en la Comuna de París. En el siglo XX se puede llegar a la victoria "Octubre de 1917 es su acontecimiento" y ella es prueba de que se ha tocado lo real. Para la victoria, apunta Badiou, se requiere lucidez en un enfrentamiento al que se piensa como final, pero además, hay que puntualizar otro antagonismo dentro de ese enfrentamiento, de modo que tenemos "según Badiou" en la II guerra mundial, un antagonismo central con dos subjetividades organizadas a escala planetaria:

Hay un antagonismo no menos violento entre dos maneras diferentes de considerar y pensar el antagonismo. Ésa es la esencia misma del enfrentamiento entre comunismo y fascismo. Para los comunistas, el enfrentamiento planetario es en última instancia el de las clases. Para los fascistas radicales, es el de las naciones y las razas. [...] Hay un entrelazamiento de una tesis antagónica y de tesis antagónicas sobre el antagonismo. Esta segunda división es esencial, acaso más que la otra. En definitiva, había más antifascistas que comunistas, y es característico que la segunda guerra mundial se haya librado según ese clivaje derivado y no según una concepción unificada del antagonismo.8

Nuestra intervención tiene como objeto conectar esa idea del enfrentamiento que recorre y divide todo, con el modo de resolverlo localmente, que permitió articular fuerzas más allá del comunismo. En la medida en que el citado filósofo establece con exactitud la importancia de esa batalla y la inscribe en un proceso histórico, le quita la supuesta "excepcionalidad". presentándola en su singularidad dentro de la regla del antagonismo, en el que se desató una lucha que demandó audaces creaciones políticas, artísticas y científicas en todo el mundo. En este antagonismo, el antifascismo en tanto militancia, requiere la intervención del intelectual para producir conceptos y prácticas que contribuyan a la victoria, reforzando de ese modo la idea de que se dominaba la realidad también en Argentina y Sudamérica. Dicho de otro modo, presentamos las armas de esa lucidez "o de su falta", que fueron desplegadas por los intelectuales antifascistas en esta parte del mundo, para pensar y hacer cuando todo se dividió en dos. Nos centramos en la construcción de una red Argentina, la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), organización fundada por Aníbal Ponce, y esbozamos sus relaciones con similares organizaciones de Uruguay, Chile, Paraguay y Brasil durante el período 1935-1943. Tratamos entonces con agrupamientos culturales9 que están vertebrados en el antagonismo señalado y "dentro de esa red" la activa participación de los Partidos Comunistas sudamericanos, alineados con la URSS en condiciones sumamente divergentes.

Aquí estudiamos la definición del trabajo intelectual buscada por esta red en Argentina, presentamos los pensadores y experiencias científicas, literarias y artísticas que se establecen para definir el tipo de intelectual y asociación a constituir, a qué sectores sociales e ideológicos dirigen dentro de la política argentina, la caracterización que hace AIAPE de los países donde se articula en relación con la política de los Frentes Populares y las posturas sobre la situación mundial de la época: la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial. Estos ejes los recorremos a través de sus dos publicaciones, las revistas Unidad y Nueva Gaceta, además de otros emprendimientos editoriales que dan cuenta de esa pasión por lo real y el deseo de la victoria "a menudo esquiva" en esta parte del continente.

1. El tejido de la red

La Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (AIAPE), fue fundada el 28 de julio de 1935 en Buenos Aires, con el objetivo de protestar contra el procesamiento del poeta Raúl González Tuñón. El pensador Aníbal Ponce fue el primer presidente de esta organización, sucedido un año después por el físico Emilio Troise, hasta 1942, cuando asume la presidencia Gregorio Bermann. La asociación contó con una docena de filiales en el interior, como Córdoba, La Plata, Tucumán, Tandil, Gualeguay y Mendoza, siendo la más destacada la de la ciudad de Rosario con sus revistas, varios locales y un profuso relacionamiento con la intelectualidad del litoral argentino. Hacia 1936, la agrupación decía contar unos 400 afiliados, y pasa a unos 2000 en 1937.

Por su larga historia en las filas antifascistas, la actividad de la asociación permite evaluar las formas en las que la política convivía con otra perspectiva, Sur gida de la pregunta acerca del rol del intelectual y de las formas en que debían redimensionarse las tareas del intelectual comprometido con respecto de la inicial postura librepensadora o liberal. En este sentido AIAPE se encuentra transida por dos procesos: el primero tiene que ver con la reconfiguración del papel del intelectual en el campo cultural argentino, donde comenzaba a conformarse un colectivo intelectual como un grupo específico pero universal, en tanto encargado de la defensa de los valores de la cultura y de la civilización frente a males que la amenazaban, como el fascismo. Definido el fascismo como la anti-inteligencia y la anti-cultura, eran los intelectuales quienes debían involucrarse políticamente para combatirlo; el segundo proceso está relacionado con la idea de Unidad en la política nacional y allí situamos el apoyo formal de la agrupación al Frente Popular10 el 23 de diciembre de 1935, dos meses después que lo hiciera el Partido Comunista de Argentina en su Tercera Conferencia Nacional. Para sobrevalorar la actuación de la organización en esa posibilidad de Unidad política de los sectores democráticos argentinos, la AIAPE recordaría la labor pionera de los intelectuales franceses en 1932, en la creación de un Comité Internacional de todos los partidos contra la guerra, pensadores presentados como "los padres del compromiso político en esa época", continuadores del comenzado por Zola y Flaubert.11

La acción emprendida por los argentinos fue compartida por intelectuales de los países limítrofes, en condiciones claramente diferentes. Chile vivió una crisis política y llegó a alumbrar una "república socialista" que duró cien días, y allí la alianza marxista llegó a tener en 1941 un tercio del electorado "sin contar los analfabetos".12 En ese país la agrupación es liderada por Pablo Neruda "recién vuelto de París, donde había participado del Congreso de Naciones Americanas" y el 7 de noviembre de 1937 se funda la "Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura", más conocida como Alianza de Intelectuales (AI). Al año siguiente edita la revista Aurora de Chile, su vocero, que incluye artículos de Luis Aragón, intelectual clave de la vanguardia Sur realista ganada por la izquierda en Francia.

El agrupamiento cultural antifascista abrió filiales desde Iquique y Antofagasta hasta Temuco y Concepción, y entre sus colaboradores se encuentran Oreste Plath, Pepita Turina, Juvencio Valle, Francisco Coloane, Andrés Sabella, Hernán del Solar, Julio Barrenechea, y numerosos miembros de la Sociedad de Escritores de Chile, como el caso de Alberto Romero, que presidió la AI, o Ángel Cruchaga Santa María, fundador antes de la reconocida revista Letras, también presidente de la Alianza de Intelectuales en 1944, y a los que debemos agregar otro intelectual destacado del panorama de revistas, el profesor, cuentista y traductor Reinaldo Lomboy, subdirector de la revista Zigzag. Diversidad de integrantes que no impidió enfrentamientos internos como el protagonizado por la poetisa Stella Díaz Varín, expulsada de la AI acusada de "traición" a pesar de que salieron en su defensa Coloane, Neruda y otros, hecho que muestra la dureza de los enfrentamientos internos en el antifascismo, aun entre los intelectuales que adherían al Partido Comunista chileno.

La presencia de la "militancia del escritor" en Chile no se puede escindir de la caracterización que muchos de ellos hacían de ese período, de avance de la izquierdas chilenas, cuando la consigna de Aguirre Cerdá, presidente por el Frente Popular, era "Gobernar es educar", como recuerda Patricio Bunster. Ilustra este avance de la izquierda en el estado y la sociedad este lamento de una artista como Marta Brunet, por la difícil situación que tenían los plásticos chilenos comparada con la de los escritores:

"La industria editorial en Chile es cosa próspera, hay posibilidades, si no brillantes, por lo menos honrosas de publicación; existen premios municipales, se acentúa la certeza de un Premio Nacional otorgado anualmente a la obra de una vida entera de escritor, se propende bajo la sugerencia de S.E. a la creación de una Editorial del Estado. En resumen: se afana el propio Presidente de la República, la Sociedad de Escritores, la Alianza de Intelectuales, Los Amigos del Arte, la Cooperación Intelectual, el Municipio y las filiales de provincia de muchos de estos grupos, en lograr para el escritor el que desenvuelva su existencia en plano "de escritor", dentro de una estimación literaria, social y económica"13.

Las prácticas de estas asociaciones implicaron el estímulo a nuevas empresas artísticas. Mientras en Argentina los directores, actores y críticos del "Teatro Independiente" tenían "entre otros" a la AIAPE como impulso y propaganda, el "Teatro Experimental" fundado en la Universidad de Chile hace sus primeros ensayos en la sala de la Alianza de Intelectuales en Santiago.14 Ambos casos constituyen apropiaciones de iniciativas como el "Teatro del Pueblo" impulsado por Romain Rolland, con la intención de vincular la vanguardia artística con la defensa de la cultura frente al fascismo. Tampoco en este terreno faltaron polémicas acerca de la relación entre política y estética, especialmente respecto al límite hasta el cual podía exigirse a una obra de teatro su compromiso con la lucha política sin caer en el mero panfleto, problema acuciante para antifascistas argentinos como los críticos Luis Ordaz y Pablo Palant, quienes lo expresaron crudamente en la Nueva Gaceta frente al reclamo reivindicatorio del realismo socialista, reclamado por la ortodoxia comunista.

En Uruguay también se constituye la AIAPE, con su periódico cultural Unidad. La asociación era presidida "en 1942" por Julio Casal, y sus secretarios eran: Leónidas Spatakis (secretario general), Serafín García (secretario de interior), Washington Buño (secretario del exterior) y Federico Achával (tesorero), fijando la sede en Montevideo. La febril presencia organizativa de la AIAPE de un país pequeño, que sufrió fuertes presiones autoritarias, especialmente con el terrismo y el golpe de 1933, es dimensionada con precisa claridad por Ángel Rama:

El background universal de los años anteriores a 1939, en lo que tiene que ver con la vida intelectual, responde a un espíritu antifascista que unificó circunstancialmente varias filosofías políticas en la lucha del llamado progresismo democrático contra la ola de fascismos que [...] se extendió por el mundo a partir de sus focos europeos [...] El papel de los intelectuales en la creación, estructuración y propaganda del movimiento antifascista no puede encarecerse lo bastante [...]. La acción de los intelectuales en este período que alguna vez se llamó rosado por alusión a la dominante progresista o socialista, se cumplió con la palabra hablada o escrita [...] haciendo de la lucha contra los sistemas políticos sociales fascistas una cruzada en defensa de la cultura. El Uruguay no fue excepción al proceso mundial. Su pequeñez, su debilidad económica, su dependencia cultural de Europa, hicieron resonar con especial intensidad dentro de fronteras los problemas mundiales [...] La consigna de la época fue la agrupación de los intelectuales para el cumplimiento de las tareas públicas [...]. Asambleas, declaraciones, largas listas de firmas de intelectuales [...] manifestaciones de protesta, exigencias imperiosas, discursos, universidades populares, lecturas callejeras, apelaciones a las masas, discursos a los obreros, conminaciones a los gobiernos, infinitas reuniones de comités, campañas de recolección de fondos, días de solidaridad, todo este repertorio cuyos métodos hoy nos parecen bastante enajenados de la realidad, bastante envejecido, fueron descubiertos en esos años del antifascismo y entonces eran vivos y poderosos.15

Vertebrar otra asociación intelectual en Paraguay fue una tarea también impulsada por los comunistas de ese país, en medio del proceso revolucionario de la posguerra del Chaco, que culminó en el exilio de la conducción del PC paraguayo en Buenos Aires. Esta conducción fue encabezada por Oscar Creydt, joven revolucionario de origen estudiantil que escribió en las páginas antifascistas de Unidad y Nueva Gaceta, además de organizar no pocos intentos de acciones militares contra los dictadores guaraníes. En la formación de la red sudamericana a mediados de los ’30, la revolución paraguaya era puesta como ejemplo de inSur rección popular, cercada por una "Santa Alianza" que ejercían los gobiernos argentino y brasileño, según denunciaban los intelectuales antifascistas. El crítico argentino Córdova Iturburu destacaba la importancia de los inicios de una AIAPE en tierra guaraní, que en realidad no pudo pasar de un esbozo debido a la rápida represión que el coloradismo le impuso a los sectores de la izquierda paraguaya.

El otro agrupamiento cultural sudamericano de la red estaba constituido por los intelectuales antifascistas brasileros exiliados en Argentina, encabezados por el escritor Jorge Amado, consagrado referente de las letras brasileñas. Esta era una fase Crítica de la intelectualidad del gran vecino de habla portuguesa, dada la inscripción de destacados referentes del modernismo en el proyecto político varguista y no pocos en la derecha fascista del "integralismo", como el caso de Plinio Salgado y Gustavo Barroso, agrupados en la Alianza Integralista Brasileña (AIB).16 Clandestina es la presencia en Buenos Aires de Luiz Carlos Prestes, líder de la Alianza Libertadora Nacionalista (ANL), el frente político democrático organizado en 1934 y hegemonizado por el Partido Comunista Brasileño (PCB). La ANL fue una herramienta política que había obtenido una fuerte adhesión entre los intelectuales, como el escritor Abgar Bastos, electo diputado y traducido en Argentina por el antifascista Bernardo Kordon. Exilio forzado el de Prestes, por ser el líder de la inSur rección desatada en Natal, Recife y Río de Janeiro, un levantamiento contra Vargas, impulsado desde el núcleo de la Internacional Comunista que culminó en un rotundo fracaso17. Más tarde Prestes, llamado "Caballero de la Esperanza", dijo que comprendió a fondo la realidad brasilera estudiando historia en Argentina, lo que nos permite subrayar la importancia de los viajes y las redes internacionalistas en la definición de pensamientos y proyectos políticos.

Escritores, poetas y autores teatrales brasileros desplegaron una activa tarea en la prensa y revistas culturales, destacándose Amado en la revista Sur de Victoria Ocampo, que le dedicó un número completo de su revista a la cultura de Brasil. El antifascismo se integra entonces en un proceso más amplio, porque en el período 1937-1943 se produce "como señala Gustavo Sorá18" el punto más alto de intercambios culturales en términos de traducciones, ediciones y viajeros "como el caso del citado Kordon" entre Brasil y Argentina.19 Un flujo de intelectuales determinado por la política, con un importante efecto en el plano artístico y literario: el ejemplo de Monteiro Lobato con su obra pedagógica y política, la escritura de Graciliano Ramos, recién salido de la cárcel varguista y rápidamente reconocido en Argentina, donde circulan las colecciones de la editorial izquierdista "Claridad" y la estatal "Biblioteca de Autores Brasileros".20 Esta participación de los brasileros en la red antifascista mutará especialmente en 1943, año en que el Estado Novo liderado por Getulio Vargas pasa a integrar el bando aliado, declarando la guerra al eje y aliándose de hecho con la URSS. Giro que implicará un viraje en la postura de los intelectuales comunistas y de quienes compartían con ellos el ideal antifascista: pasarán a solicitar al líder populista autorización para volver a su país, de donde fueron expulsados acusados de "comunistas". Como se puede apreciar el itinerario de una porción de los intelectuales brasileños de esta época está cruzado por las dificultades del poderoso "aunque golpeado" PCB frente al populismo, pero también por ser este partido especialmente atendido desde Moscú por la Internacional Comunista, que exigía a cada partido comunista subordinar sus políticas a las necesidades de la política exterior soviética.

La dura experiencia del antifascismo sudamericano fue ampliamente difundida por la AIAPE argentina, que jugará un rol fundamental para amplios sectores de la intelectualidad de esta parte del continente, disputando con los bloques ideológicos liberales, socialistas y nacionalistas. Más aún si tenemos en cuenta que la red está articulada con la actividad de los PC sudamericanos, los que debieron asimilar "como acabamos de señalar para el caso brasileño" los virajes de la situación europea, cuestión que las páginas de Unidad entre 1936-1938 y luego Nueva Gaceta entre 1941-1943 reflejaron claramente.

Antifascismo y política argentina

Mientras los miembros de la asociación en Argentina no se cansaban de repetir que la AIAPE era una "organización al margen de todos los partidos políticos", cuestión nada sorprendente en tanto era ese el principal lema del que partían todas las agrupaciones antifascistas (como por ejemplo Acción Argentina,21 luego enfrentada con AIAPE) y teniendo en cuenta que también poseía el Comité de Vigilancia Antifascista, declarando a sus miembros "unidos por encima de toda divergencia, ante el espectáculo de los motines fascistas". Por otro lado, en el comunicado de apoyo al Frente Popular, la AIAPE valoraba el papel del Partido Socialista por ser el primer partido en poner en discusión el tema, pero recordaba, a su vez, la necesaria inclusión no sólo de la Unión Cívica Radical y del Partido Demócrata Progresista, sino también del Partido Comunista. En su llamado de 1935, la AIAPE convocaba a la incorporación de nutridos sectores sociales en el frente (obreros, intelectuales de izquierda, estudiantes, clase media y pequeños productores), los que en teoría resultarían decisivos para conjurar la amenaza del fascismo en el país (conformada según la organización, por la unión de terratenientes, capitalismo imperialista y burguesía industrial).

El rol esencial en la conformación de un Frente Popular en Argentina lo tendría el proletariado, verdadera vanguardia antifascista cuyo lugar debía hacer recordar que más allá de la mencionada posición privilegiada de los intelectuales, éstos no debían tener "la soberbia de la elite intelectual con su certidumbre orgullosa de que fuera de ella no hay en el mundo más que agitación sin importancia".22 En este proceso de adopción de la propuesta de Frentes Populares, el acto de la Confederación General del Trabajo del 1º de mayo de 1936 marca una importante fecha en el comienzo de la apelación antifascista argentina.23

La agrupación se referenció en la Unidad antifascista que se expresaba en torno de la defensa de la España republicana, donde viajaron dos de sus principales miembros, Raúl González Tuñón y Cayetano Córdova Iturburu, para participar del "II Congreso Internacional de Escritores por la Defensa de la Cultura" en Valencia. Tuñón ve en España el futuro, una creación dolorosa y pura, se dirige al congreso, trae el saludo de América, de los "veintitantos países", mezcla de gringo y criollo con lo hispano, denuncia a las minorías vendidas al imperialismo que los gobierna, que traban la solidaridad "excepto México", pero reivindica a la América española cuyo futuro "para el poeta" depende de España.24 Por parte de la AI de Chile, el escritor Juvencio Valle viaja a la "madre patria" en 1938, donde traba amistad con León Felipe, Miguel Hernández, Rafael Alberti y Vicente Aleixandre, una relación que lo lleva a participar en la lucha, a caer encarcelado en Madrid en 1940 y ser luego devuelto a Santiago.

Unidad antifascista que incluyó el intercambio de experiencias, viajeros y ediciones, como se puede apreciar en la publicación de Neruda en Montevideo por iniciativa de la AIAPE uruguaya, la presencia de los argentinos Raúl González Tuñón y Bernardo Kordon en Brasil y Chile durante los años treinta, editando autores de esas nacionalidades en Argentina y siendo editados ellos en esos países. Debemos agregar, en este sentido, la intensa actividad de solidaridad con los intelectuales españoles emigrados luego de la derrota, que tuvo al mítico barco Winnipeg como exponente del trabajo antifascista chileno al punto que a estos emigrados se los llamó "nuevos chilenos".

Las ocasionales disputas "muy a menudo individuales, como señala Bisso" esbozadas en tiempos de la Guerra Civil española en el campo intelectual, se agravarán durante la época del Pacto de No Agresión entre Alemania y la Unión Soviética a ambos lados de la cordillera. Serán esos momentos en los que las ocasionales renuncias personales desembocarán en una tajante división en dos polos de los sectores antifascistas intelectuales, como sostiene Bisso.25 Así, la idea de Unidad que inicialmente despertaba cierta conjunción de pluralidad de intelectuales simpatizantes o miembros del Partido Comunista argentino (Troise, Córdova Iturburu, González Tuñón) y liberales no comunistas (como Gerchunoff o Díaz Arana), se irá transformando en una Unidad quebrada a partir del pacto Hitler-Stalin que parecía irremediable y tendería a mostrar a la AIAPE más recluida sobre las ideas centrales con las que desde el comunismo se condenaba la guerra.26

Sin embargo, producida la invasión alemana a la URSS, la transformación es inmediata en la valoración que la AIAPE hizo de la guerra. Su presidente, Emilio Troise, ya en el primer número de Nueva Gaceta salido después de la invasión hitleriana, habló de una "nueva guerra", ya no centrada en la disputa imperialista, sino en la necesidad del apoyo a la Unión Soviética. La condición de primer Estado socialista de la URSS, invadida por una potencia imperialista, justificó a la AIAPE en su paso al bando aliado, paso compensado con una radicalidad discursiva, que insistía en la necesidad de demostrar en América Latina la importancia de la lucha contra la oligarquía.27

La liberación mundial del fascismo aparecía como un objetivo imprescindible para constituir la Unidad política que derrocara al fraude electoral, considerado el primer entorno que facilitaba el conformismo generalizado en Argentina. La nueva reunión antifascista que se impulsaba como Unión Democrática no dejó de estar obstaculizada por varios conflictos, en los que la reticencia de la UCR y la excesiva presión socialista resultaban determinantes. La AIAPE frente a esto optó por una inicial unión de intelectuales, cristalizada en el mencionado homenaje a Troise, en el que se reencontraba nuevamente dispuesta al diálogo con otras empresas culturales y recababa la adhesión de jóvenes radicales, como el futuro presidente Arturo Frondizi. Sin embargo, el apoyo formal de la agrupación a la Unidad estrictamente política, se publicitará en marzo de 1943 a través de Nueva Gaceta. Frustrada la posibilidad de la Unidad por el golpe de junio de 1943, recibido con marcada precaución desde la AIAPE, el gobierno militar (al que la agrupación le señalaba que "la lucha efectiva contra la oligarquía depuesta sólo podrá conducirse a términos válidos si se obtiene la vigencia plena de la Constitución")28 obstaculizará las posibilidades de movilización antifascista, mediante la prohibición de sus organizaciones, entre ellas la AIAPE en julio de ese año.

El trabajo intelectual de la AIAPE

Volver sobre AIAPE exige revisitar los trabajos intelectuales que la sostuvieron y sus voceros más o menos periódicos, Unidad y Nueva Gaceta. La intervención de esta agrupación no se produce ex novo, es parte, como dijimos, de la reformulación del papel del intelectual en el campo cultural argentino en la década del ´30. La participación de los intelectuales en un colectivo no meramente gremial29 les permitiría, a los ojos de los organizadores, superar las perspectivas del individualismo burgués ("terco y estéril" en palabras de Bermann, "díscolo" en las de Ponce), a la vez que operar como promotores de transformaciones en la política local. La participación política parecía producir, según quienes la practicaban, ciertas transformaciones notorias. Según Ponce, en los artículos Sur gidos de su viaje europeo que realizó para el diario Córdoba, la transformación operada por los intelectuales que habían abrazado la causa antifascista era evidente. En el caso del psicólogo Henri Wallon, Ponce señalaba: "Hasta ayer no era más que un sabio. Hoy es un hombre completo",30 y del zoólogo Marcel Prenant diría que "trabajaba hasta ahora en el aislamiento sin saber nada más que de los procordados y los saurópidos" para convertirse, luego de su interés por las cuestiones políticas, en "no sólo un teórico que tiene en sus manos la más luminosa concepción del mundo, sino también un combatiente para quien ha llegado la hora de transformar ese mundo."31

Los procesos francés y español se volvieron referentes tan importantes en la agrupación, que incluso en una "autoCrítica" publicada en Unidad, su secretario cuestionaba la falta de temas de carácter nacional en la revista, considerando que ello se debía a que los colaboradores tomaban la línea del "menor esfuerzo" y se dedicaban a recorrer temas ya muy estudiados como las formaciones de los frentes español y francés y la guerra ítalo-etíope. Esta Crítica no era menor, ya que la acusación de extranjerizantes "por su importación del antifascismo" a los miembros de la AIAPE era habitual desde los sectores nacionalistas (a quienes la agrupación identificaba directamente con el fascismo)32, acusación que los miembros se encargaban de combatir, como Ponce cuando dice: "Desde el frente cultural que nosotros defendemos, nos cabe el honor de haber señalado la amenaza cuando eran muchos todavía los que nos acusaban de alarmismo, o de dócil imitación de extranjerías".33 Era precisamente la idea de definir las particularidades nacionales de un Frente Popular en la Argentina lo que comenzó a enmarcar la actividad del intelectual antifascista en nuestro país, bajo el arco de la lucha por la restitución de las libertades cívicas y electorales, interrumpidas por el golpe de Uriburu en 1930 y falseadas u obstaculizadas con la instalación del justismo en el poder.

La lucha de esta red antifascista tejida alrededor de no pocos intelectuales dedicados al periodismo escrito "en diarios como Crítica" abarcó varios campos: la historiografía, la filosofía y la ciencia y, entre las artes, la poesía, la plástica y el teatro. La organización desplegaba su acción en una variedad de actividades: cursos, conferencias, talleres de artes plásticas, exposiciones, edición de libros y folletos, etc. Toda esta "Vida de la AIAPE" circulaba en sus publicaciones, de tiradas que superaban el millar de ejemplares pagos, como se desprende de sus balances. Tengamos en cuenta que otras redes que se cruzan con la AIAPE, como el Colegio Libre de Estudios Superiores, contaban con revistas como Cursos y Conferencias que circulaban en cifras similares.

El intelectual antifascista se desenvuelve en un proceso de creciente pérdida de libertades que, a ojos de la AIAPE, comenzó con los ataques a las autonomías provinciales, en las instituciones de enseñanza, con la desaparición en los periódicos de las columnas que critican a los reaccionarios, coronado con el imperio de la "justicia de clase" como "criterio de clase implacable y excluyente en los salones de arte, en la universidad y en los grandes periódicos". El ejemplo de ello es la designación en la Presidencia de la Comisión Nacional de Cultura del conservador nacionalista Matías Sánchez Sorondo, cuestionado por Raúl González Tuñón, que enumera las causas de su nombramiento:

"ser ultrarreaccionario decano de la Facultad de Derecho, abogado de la Standard Oil, estableció la pena de muerte y la hizo aplicar [...] su famoso proyecto de ‘amparo a la prensa’ llamado ‘ley mordaza’ [...] su empeño en llevarnos a una guerra con Bolivia".34

Presentarse como antifascista requería precisar la definición del fascismo "tarea que Unidad sostuvo de manera irregular" inicialmente sintetizada por Orzábal Quintana, para quien el fascismo estaba siendo enfrentado por "las fuerzas morales de la democracia" en España, Francia y Paraguay, porque pese a su fuerza material, está históricamente perdido, siendo el terreno ideológico donde reside la falla del fascismo. El fascismo "continúa Orzabal" es un método táctico que en determinado momento se ve forzado a utilizar el capital financiero para mantener intacta la estructura actual de la sociedad, combinando en proporciones variables demagogia y violencia, dividiendo a las masas populares para que el proletariado no cuente en sus luchas con el apoyo de las clases medias, a las que se procura atraer con el espejismo de halagadoras promesas. Es una fuerza puramente negativa para enfrentar a una positiva, el marxismo; como no posee teoría, el Duce se sostendrá en la fe, como señala su filósofo oficial, Gentile. Su tendencia sociológica una vez en el poder es estabilizarse "señala Orzabal": que "el todo sea absolutamente independiente de la determinación y la voluntad de sus partes "los individuos" que lo integran". No hay representación "sigue", ni sufragio universal, ni parlamento, ni libertad de expresión en opinión pública organizada, ni posibilidad de guía científica. Como un hombre representa las funciones sociales, no hay representación de los hombres, por esa razón resulta antihumanista, concluye ese autor.

Esta definición no contempla que la dictadura no es privativa de los capitalistas: la misma URSS es un país con dictadura del proletariado. En ese sentido, Unidad incluye la definición de otro político-intelectual, De la Torre, respecto del problema: el panorama internacional explica la transitoriedad de la dictadura en la URSS hasta que cambien las condiciones, mientras que las dictaduras de Alemania e Italia serán derrotadas y no podrán mantenerse "prevé el leader demoprogresista"; además, existe el bloque de "países democráticos" del Norte. De la Torre llega a sostener que la colectivización agraria no es tan necesaria en países con suelo disponible para cultivos, aunque rechaza los latifundios; tampoco es aplicable, para él, la colectivización a la industria, por nuestra falta de desarrollo.35 De todos modos, las fuerzas que sostenían al fascismo y la coyuntura internacional no dejaban de remitir a la crisis de las formas políticas liberales, y el intelectual antifascista debía definirse confrontado a este derrumbe. Frente a estas fuerzas, los modelos intelectuales anteriores no resultaban eficaces porque se desligaban de las contradicciones sociales, lo que cuestiona Cesar Tiempo al bohemio que "termina arrastrando su miseria hasta la mesa de los poderosos y renuncia a todo para convertirse en un bufón a cambio de un mendrugo"36 y, aunque lo oponga a Unamuno, subraya que éste se quedó dando puñetazos al aire, en la semántica y la filología. Otra perspectiva con respecto a este tema la marca Liborio Justo que, vuelto de Estados Unidos, caracteriza el campo intelectual norteamericano dentro de un desajuste entre el movimiento ideológico y la crisis de 1929, pese a lo cual Sur ge una nueva intelectualidad de izquierda: los John Reed Club; revistas como Partisan Review, la troskista Modern Montly y New Masses "que tira veinticincomil ejemplares". A éstas, el viajero agrega los escritores Upton Sinclair, Sherwood Anderson y John Dos Passos, en una extensa lista que abarca a la escena teatral neoyorkina y el desarrollo de los estudios sociológicos, lo que lo lleva a pronosticar que "el próximo ciclo cultural se desarrollará en América". Prosperity 1935 "fotografía tomada por Justo en EEUU, expuesta en el salón de la AIAPE y que acompaña la nota", presenta un trabajador que duerme acostado sobre una escalinata de piedra, su brazo y una pierna penden en un escalón y proyectan su sombra sobre el siguiente, en momentáneo equilibrio, subrayado por la mirada perdida del joven. Este trabajador encarna, a la vez, los efectos de la crisis y la esperanza de la intelectualidad de izquierda norteamericana.37

La tarea intelectual no está completamente impregnada de victoria, como se puede apreciar en grabados como "Cuatro por cuatro" de Guevara, en la tapa del tercer número de Unidad, que ubica decenas de hombres, sentados, plegados, recostados, en cuclillas con una ventana de barrotes al fondo. El tono de advertencia y premonición se advierte en Dardo Cúneo, que retorna del Congreso de Estudiantes en Europa con la autopercepción de ser "una generación sacrificada" por la desocupación que se extiende en las profesiones liberales y la pequeña burguesía, donde

"El proletariado intelectual nivela la suerte del joven egresado y del joven productor. Mediará siempre entre uno y otro, la diferencia que establece el origen social [pero] las energías de uno y otro no son necesarias al mundo [...] Nosotros sobramos [...] los jóvenes no somos la representación de la hora que vendrá. Somos el presente y para él sus víctimas primeras".38

Por supuesto, no son esas las expectativas que aspiran imprimir los cuadros intelectuales del PC, como el poeta y ex martinfierrista Córdova Iturburu. Su apuesta política tiene otro impulso: los 300 mil obreros que se sumaron a la lucha de los albañiles en conflicto; "he visto arder antorchas en los colectivos y lluvia de piedras sobre chapas y vidrio, he visto a niños pálidos en las barricadas", grafica el poeta. Los trabajadores están en guerra con sus explotadores extranjeros y

"ahí están los manifiestos de los intelectuales apoyando a los obreros [...] No hay casi testimonio fotográfico [...] que no registre en la placa el bosque de los puños en alto [...] esta huelga tuvo un contenido que explica su popularidad y que define su improvisada bandera del puño arriba. Ha sido una huelga de defensa nacional y de afirmación antifascista". 39

Anarquistas, socialistas, comunistas, todos unidos "muestra el autor"; la Unidad de la clase trabajadora es "la única capaz de vencer, conquistando la liberación económica del país". Como se ve, es la táctica política comunista realizada reivindicando la unidad de esos manifiestos con esas fotografías que, a través de un montaje, rodean la columna y ocupan toda la franja inferior de la página donde aparece publicado su artículo. Unidad entre intelectuales y masas que costará el presidio de Héctor P. Agosti y acercará a jóvenes escritores, como Bernardo Kordon, al comité de huelguistas encabezado por Fioravanti.40 Unidad que llevará a una tapa con un minucioso estudio dedicado a la standarización de la producción en los frigoríficos de Berisso, escrito por José Peter, fundador del sindicato obrero de la carne y organizador de mítines antifascistas disueltos por la policía cuando operaba la "Sección Especial" contra el comunismo.41 Así, el perfil inicial del trabajo intelectual antifascista anudaba las prácticas intelectuales con la vida alrededor de la lucha de clases.

La AIAPE entabla una de sus disputas con el nacionalismo. Raúl González Tuñón señala el "escamoteo" de Martín Fierro. Dice el poeta sobre quienes proclaman para el pasado lo que está vivo en la ciudad presente: "aquí mismo en las parrillas de la calle Entre Ríos [...] Martín Fierro es un hombre nuestro [...] está vivo y no quiere asistir a las fiestas en el casco de la estancia". Tuñón pensaba la reivindicación de José Hernández (cuyo retrato de Spilimbergo, con amplia frente y barba espesa dirige e impone su mirada al lector, ocupando un tercio de página) y su personaje en términos de perpetuo presente de enfrentamiento con los poderosos. El crítico denunciaba que ya "pasó el tiempo del gauchismo y, más aún, del gauchismo literario", reivindicaba el poema para todas las razas contra la utilización ultranacionalista que hace de él la "burguesía nacional" y postulaba que el "criollo" fue modificado por la inmigración y, por este motivo, es universal. Tácitamente alude a los revisionistas, esos

"intelectuales que hacen objeciones al pacto Roca [con Inglaterra para asegurarse una cuota del mercado de carnes] pero eluden la solución lógica de todos los problemas de la hora o no dicen nada de la policía privada de los frigoríficos extranjeros que persigue a obreros argentinos o que frente al conflicto de los colectiveros y albañiles están del lado de las empresas extranjeras".42

Frente a ellos el intelectual antifascista postuló otro Martín Fierro:

"campesino [...] popular y populachero, argentino e internacional. Fue y es antiimperialista, antiguerrero y antifascista. Ha estado varias veces preso en la Sección Especial. Ha caído agotado, o acribillado en los yerbatales, en los ingenios, en los viñedos, en las zonas petrolíferas, en los bosques, en los puertos, y ha vuelto a nacer. Y ha vuelto a morir. Y ha vuelto a morir y la Policía no quiso entregar su cadáver. Y ha vuelto a nacer".43

González Tuñón, miembro de la generación martinfierrista de 1924, realizó un balance: "no me arrepiento de haber pertenecido a ese grupo equivalente al que dio en España un Alberti, un Aragón en Francia, un Brecht en Alemania, un Bandeira en Brasil. No me arrepiento porque allí aprendí la técnica que hoy me sirve para aplicarla a la pasión revolucionaria"44. Tuñón señaló que en la revista Martín Fierro aprendió a ser moderno, que es lo humano, lo que le sirve para tener más libertad en las palabras, las metáforas y "la dignidad del pensamiento poético", aunque allí no estuviera presente "más allá de la Crítica del academicismo" el verdadero Martín Fierro. Ahora hay que ponerse de su lado. Perfila al intelectual antifascista filiado en las vanguardias internacionalistas de los veinte con una autonomía poética unida a la inscripción social obrera y popular.

Por otra parte, el escritor Álvaro Yunque cuestionaba el lugar de los pensadores en la sociedad, denunciando que las "vigorosas espaldas del obrero "como quería el humanista Renan" hubiesen podido servir para sostener a quienes "artistas, científicos" sobre ellas escrutasen el horizonte, pero las vigorosas espaldas del trabajador se doblan bajo la carga de una muchedumbre de ciegos". Luego la emprende contra "el incaísmo" y "el aztequismo" inútiles, intentando rechazar la crítica por europeístas a los intelectuales de izquierda, una postura que se reiteró en otras oportUnidades.45 Aunque tuvo contradictores, como el poeta Alfredo Varela, que señaló que la adaptación teatral y cinematográfica de la novela El camino del tabaco de Earskine Cadwel tuvo gran repercusión en el público y "entre los intelectuales". Esta historia del Sur de los Estados Unidos habla del "drama de esa familia que vegeta junto al camino del tabaco" mientras aquí tantas "familias Jecter" afean con sus ranchos nuestros caminos. Ese "asombro" local pasa también por la irresponsabilidad de los escritores argentinos, señala Varela, y dice que "en Santa Fe, en Chaco, en Misiones, donde al lado de los graneros hombres y mujeres consumidos soportan las peores condiciones de vida, donde aflora la violencia y el suicidio", en Salta, Jujuy, Santiago del Estero, "el hombre abandona a la mujer y los gurises para echarse a la aventura, a fin de poder comer él al menos". Mientras, "nuestros escritores" con su narcisismo de suplemento dominical practican el "desapego a lo natal", sigue Varela, contrastándolos con "otros, apegados a un ridículo nativismo de bombachas bordadas y nazarenos de plata que apenas disimulan el cuello duro", algo que no exceptúa a los escritores de izquierda.

Podemos visualizar en la misma página de Nueva Gaceta la contradicción marcada por Varela: debajo de su artículo, se repite la discusión del "yo acuso" por la traición de los burgueses a Francia, y en la página opuesta un extenso artículo sobre el folklore ruso, rematado con una pobre ilustración propagandística soviética. El problema que marcó Varela, derivado de la fuerte dimensión universal del antifascismo, también es advertido por Larra, que formuló un llamado a los escritores desde la tapa del número siguiente, cuestionando a los que sólo firman por la libertad. Eso no alcanza, según él, ya que "un escritor se define por su obra y no por declaraciones". La obra cumple la función de interpretación, como el Facundo, para "mostrar el camino a los que aún están en tinieblas". Estaría emergiendo una conciencia nacional y continental que requería "para Larra" la presencia e integración del escritor como "proyector e intérprete". Había que buscar esa manifestación donde se alumbra,

"ir al pueblo, confundirse con su fuerza telúrica, desaparecer en la multitud como quien se zambulle en las profundidades del mar [...] Las muchedumbres llenan con su rumoroso trasiego el fondo de la historia. Extraer sus héroes anónimos, fijar sus caracteres, pulsar lo hondamente trágico que los envuelve a pesar de la aparente y ficticia alegría: he aquí lo que le está reservado al literato contemporáneo".

Para Larra no se trata de otra cosa que de la revolución y la lucha por el porvenir, no de ser "Hamlets criollos" como los llamaba Payró: hay que ir al pueblo.46 La polémica continuó en un suelto con la revista Sur , acusada por AIAPE de continuar con la visión de un "intelectual puro", idea también Sur gida históricamente y, por ello, determinada. Los hombres de Victoria Ocampo querían salvar la "operancia del espíritu", pero Nueva Gaceta objetaba que el intelectual "siempre tuvo que definirse y decidir qué considera verdadero" y qué falso. En Sur había quienes planteaban que sólo los intelectuales son la verdadera sociedad, y no el actual mundo de multitudes; por ello, el utópico aristocratismo de esa revista "equivale a pretender salvar el espíritu por asfixia. El espíritu sólo tiene un camino y es la integración en su vida "la vida del espíritu" de la de todos los hombres".47 En el mismo sentido Roger Pla acusaba a Husserl, Heidegger y Unamuno "frecuentes en Sur " por suponer que "no se puede modificar la realidad", y no se puede, decía Pla, por esos puntos de partida respecto de la realidad, esa "cavilación pura" que separa razón y vida, que las hace irreconciliables. Según Pla no se trataría de un retorno permanente, sino del reflejo de lo real, que debe modificarse con el impulso que vendrá de "abajo hacia arriba", desde los sectores populares.

Para el último presidente de la AIAPE, el médico psiquiatra y reformista universitario Gregorio Bermann48, en esa época, mientras los obreros y los estudiantes dicen su palabra, los intelectuales faltan a ella, porque el poder logró someterlos y subordinarlos con cargos, becas, etc., de la Comisión Nacional de Cultura. El "conformismo de la pluma y el pincel" "señala" es una conspiración que los abarca a todos para que marquen el paso. El problema consiste en que por el individualismo liberal imperante no existe una actitud "radicalmente activa", que lleve la voz del pueblo, "la voz de Dios", que convoque a seguir el llamado del pintor mexicano Siqueiros "En la guerra. Arte de guerra", porque en ella los intelectuales "cita a Deodoro Roca" "disponen de una única arma frágil y terrible: el verbo, la palabra".

Conclusión

Hemos presentado cruces entre cultura y política que demuestran la voluntad de la AIAPE de producir la unificación de dichas esferas, a las que consideraba previamente separadas o consideradas incompatibles por un aislamiento esteticista propio de la cultura burguesa. Para el antagonismo en juego, el sentido era proporcionado por la política; para ella había que inventar, ella preservaría a la cultura si esta era eficaz para abordar la realidad. En palabras de un artista teatral: la burguesía les "palmea la espalda" y ellos deben hacer obras, dice: "no podemos hacer otra cosa que trabajar. Trabajar para esa revolución que nos restituya. Pero no haciendo del teatro servidumbre de la revolución. Haciendo nuestra parte. Haciendo una revolución en el teatro". Así fusionarían su trabajo con la política, porque "haremos política sin saberlo", sostiene.49 Es a partir de este intento de estructuración, y de las contradicciones que inevitablemente Sur gían de la imposibilidad de realizarla íntegramente "las obras nunca presentarían la realidad, solo pueden representarla" que se pueden apreciar los dilemas y respuestas que más interesaban a los intelectuales argentinos y sudamericanos de entreguerras. Cuestión fundamental, ya que las redes antifascistas desarrollaron experiencias claves que se proyectaron durante dos décadas en la historia intelectual de esta región.

El antifascismo alentado desde las publicaciones tratadas aquí postulaba una vanguardia artística que superaría a las de entreguerra con un poco atractivo "realismo socialista"; invocaba la libertad como atributo convocante para el arte y para el artista, pero ambos estaban atravesados por un complejo de definiciones desde el proceso político que los excedía, exigiéndoles definiciones tan precisas como crecientes. Este conjunto de contradicciones y disyuntivas no es exclusivo de los artistas e intelectuales en Sudamérica, también atravesó a los artistas europeos que venían del cubismo (Picasso), sur realismo (Aragon o Breton) y dadaísmo (Tzara), quienes tuvieron que lidiar dentro de un alineamiento con la URSS que pregonaba el realismo socialista. De modo que se justifica considerar este proceso de carácter local como parte de un todo internacional, que a su vez está escindido dentro de cada situación nacional o regional. Los antifascistas sudamericanos no constituyen una desviación de un modelo de antifascista europeo que sería puro, el cual debemos señalar que no existió, como podemos apreciar en el caso italiano50. En esta parte de América se sufrieron avatares y resultados que deben ser atendidos considerando las especificidades que estas asociaciones interpretaban en su lucha local y su posición en relación al combate universal.

El antifascismo como ideal pugnó por unificar una serie de problemáticas culturales previas y discutir el rol del intelectual en cada país, a través de la idea de compromiso en forma de acción colectiva sobre los dos focos señalados por Angel Rama: la opinión pública y los sectores populares. Que esta fórmula fue apropiada para la batalla que se emprendía "cuando el fascismo parecía imbatible" es evidente tanto por lo numeroso de su convocatoria, como por su impacto en situaciones tan divergentes: la concentración autoritaria en Brasil, el avance de la izquierda en Chile y el neutralismo en Argentina fueron contextos de fuertes despliegues antifascistas en la esfera pública. Este trabajo de adaptación, que demandó importantes esfuerzos, no implicó la consolidación del nuevo intelectual que se buscaba, y chocó con las aporías que la anterior vanguardia en Argentina (y el modernismo en Brasil durante los años ’20) enfrentó: pretendían superar la estrechez nacionalista con el internacionalismo cuando la "cuestión nacional" se iba constituyendo en los países dependientes, especialmente por los efectos de la crisis general del capitalismo en 1930, en el mundo colonial, lo cual facilitaba el avance de diversas formas de nacionalismo con carácter telúrico.

En esta disputa con el bloque nacionalista y el revisionismo histórico en Argentina respecto de la cuestión nacional, el intelectual antifascista no logró articular una concepción política radicalmente más eficaz que la de sus oponentes. El espacio dedicado a la discusión de los problemas locales y los procesos socioeconómicos nacionales muestra en ambas revistas una dimensión menor, recluida a las reseñas bibliográficas de la sección "Libros" que no eran discutidos en artículos de mayor extensión, pese a las reiteradas invocaciones a estudiar nuestra realidad y sumergirse en nuestras muchedumbres. Similar problema se presenta respecto de la cultura baja o popular: pese a la dura pelea que dan por los espacios en la prensa y en la radio, los antifascistas de la AIAPE no atienden emergentes populares como el radioteatro o el cine, priorizan el circuito literario, plástico y teatral.

En la AIAPE Argentina pueden rastrearse las tribulaciones de un colectivo intelectual que intentó oponerse a la oclusión democrática del país operada por el "fraude patriótico". Los esfuerzos y sacrificios fueron importantes en una época en que imperó la sección especial contra el comunismo organizada por la Policía, que no ahorró clauSur as y torturas sobre la militancia izquierdista. La eficacia política del activismo antifascista "y de sus intelectuales" durante el período 1935-1943 generó un prestigio que convocaba a la persistencia a pesar de la distancia respecto del principal escenario de la batalla. En este plano, cada cambio operado en el panorama internacional suponía una oportUnidad para debatir problemáticas que anudaban ciencia, estética y política a través de la división de aguas entre quienes estaban del bando antifascista y quienes no.

La dictadura militar argentina instaurada en 1943 prohibió a la agrupación, y persiguió a sus miembros, muchos de los cuales confluyeron en la Unión Democrática antiperonista junto a conservadores y liberales argentinos. Un caso inverso al de los intelectuales antifascistas de cuño comunista en Brasil, que en los años cuarenta se volcaron hacia el apoyo a Vargas en clave nacional y popular (sus marchas electorales fueron escritas por Jorge Amado y musicalizadas por Dorival Caymmi). Nótese ahora como la "línea" de los comunistas argentinos, que gozaban de amplia influencia en el campo cultural argentino, se estrecha con la "línea" internacional en 1945 y la adapta, en las palabras de Victorio Codovilla, reporteado por la revista chilena Ercilla:

Las condiciones internacionales de cooperación entre los grandes países capitalistas y entre estos y la URSS para la creación de un mundo mejor indican que Estados Unidos e Inglaterra han de llegar a un acuerdo con respecto a la política a seguir en América Latina, a fin de contribuir al desarrollo económico, político y social de nuestros países en un sentido progresista y sin apoyarse en uno u otro sector oligárquico dispuesto a entregar las riquezas del país a una u otra empresa, a uno u otro monopolio extranjero, con tal que se reconozca a su gobierno dictatorial que oprime y esclaviza a su pueblo. Ese acuerdo deberá basarse en la cooperación de aquellas dos grandes potencias con gobiernos democráticos y progresistas de América Latina para el cumplimiento de un programa común que, al mismo tiempo que brinde un mercado diez o veinte veces superior al actual para sus capitales, sus maquinarias y sus productos industriales, contribuya al desarrollo independiente de la economía de estos países y les permita en pocos años, liquidar el atraso en que vienen arrastrándose desde hace varias décadas51

A pesar de las vicisitudes por las que pasó el debate sobre el intelectual antifascista en su relación con los cambiantes contextos políticos sudamericanos, la extensión de la red le permitió a los Partidos Comunistas de esta parte del continente, un período de fuerte expansión entre los sectores populares en general "como en el caso del PC chileno" una relación con el campo cultural perdurable y extendida durante décadas en Argentina y otros países. Implicó también la disputa y apropiación tanto del internacionalismo proletario como de la lucha antiimperialista, a través de la apelación "en el caso argentino especialmente" a la trayectoria de Ingenieros y Aníbal Ponce; en definitiva, una operación intelectual que le facilitaba al liderazgo comunista anclar en el pasado una lucha que supuestamente garantizaba la victoria futura. Aquellas formas del antagonismo que fueron unificadas para la batalla antifascista rápidamente entraron en colisión en Argentina, y en otros países como Brasil, con las temáticas que habían sido soslayadas. Las transformaciones económicas que imponía la industrialización relativa y la emergencia de nuevos actores entre los sectores populares se impusieron en la posguerra como cuestiones políticas de primera importancia para los intelectuales, incluidos los comunistas, varios de los cuales rompieron con su partido para apoyar al peronismo, como el caso de Puiggrós, o al menos para no atacarlo, como hizo Bernardo Kordon. De modo que la otrora gran Unidad se fue desgranando desde 1945, y se forjaron realineamientos al compás de la emergencia de nuevas situaciones locales y del crecimiento del nuevo antagonismo entre dos campos: el "imperialista" y el "socialista".

 

Notas

1 Este trabajo fue desarrollado en el marco del PICT "El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX", proyecto dirigido por Arturo Roig y Hugo Biagini, a quien agradezco su apoyo, otro tanto a Horacio Tarcus y al Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) de Argentina. Para el estudio del antifascismo argentino remito a Bisso, Andrés y Celentano, Adrián: "La lucha antifascista de la AIAPE (1935-1943)" publicado en Biagini, Hugo y Roig, Arturo: El pensamiento alternativo en la Argentina contemporánea 1930-1960. Buenos Aires, Biblos, 2006. Parte del presente texto fue discutido en las sesiones que coordiné en la mesa "Ideas e intelectuales en Latinoamérica" del VII Corredor das Idéias do Cone Sul, UNISINOS, Sao Leopoldo, Río Grande do Sul, Brasil, 17 al 19 de agosto de 2005.

2 Carpentier, Alejo, El siglo de las luces, Barcelona, Seix Barral, 1983.

3 Weinberg, Felix. El salón literario de 1837. Buenos Aires, Hachette, 1958.

4 Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 1998.

5 Sosnowski, Saúl (ed.), La cultura de un siglo. América Latina en sus revistas, Buenos Aires, Alianza, 1999.

6 El Manifiesto argentino fue publicado en Claridad, año 14, nº 296, diciembre de 1935, p. s/n.

7 Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 1998.

8 Alain Badiou El siglo, Buenos Aires, Manantial, 2005, p. 84. La puntualización de Badiou se completa para explicar el conjunto del siglo XX.

9 Antonio Gramsci, Los intelectuales y la organización de la cultura, Buenos Aires, Nueva Visión, 1996.

10 El Frente Popular se hizo posible al cambiar la política de la Internacional Comunista que terminó con la política de "lucha de clase contra clase", que había potenciado el sectarismo en los partidos comunistas que los llevó a considerar a los socialdemócratas como "socialfascistas". Con el ascenso dentro de la Internacional Comunista de Jorge Dimitrov, se impuso una política de "Frente Popular" con socialistas y otras corrientes como los partidos "radicales", que triunfó en 1935. Más adelante -durante la II Guerra y con la URSS en el campo aliado- se pasó a la política de los Frentes Democráticos Nacionales que en América se transformó, con apoyo de los comunistas argentinos, en el browderismo "por su mentor Earl Browder, secretario general del PC norteamericano- que consideraba la Unidad inclusive con los representantes del "capitalismo democrático".

11 Herbert Lottman, La rive gauche, Barcelona, Tusquets, 1994.

12 Aníbal Pinto, "Aproximación histórica. Desarrollo económico y relaciones sociales", en AA.VV, Chile hoy Santiago, Siglo XXI, 1970.

13 Marta Brunet en el diario La Hora, Santiago, 6 de junio de 1939, p. 3.

14 Esta experiencia nucleaba a Roberto Parada, María Maluenda, Chela Alvarez, Bélgica Castro, Pedro Orthous y Rubén Sotoconil.

15 Ángel Rama, La generación Crítica, Montevideo, Arca, 1972, pp. 105-114, citado por Gerardo Caetano y Adolfo Garcé, "Ideas, política y nación en el Uruguay del siglo XX", en Oscar Terán (coord.), Ideas en el siglo XX, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, p. 338.

16 Puertas, Ibirapuan, Nacionalismo, Democracia e Bem-estar do Povo. A luta anti-fascista no Brasil, e a gênese da Esquerda Nacionalista Brasileira, tesis inédita, cap 1 y 3.

17 En la persecución desatada en esos años, la policía atrapó a Olga Benario, la mujer del líder comunista, quien fue enviada por el gobierno de Vargas a la Gestapo en Alemania, donde la gasearon.

18 Gustavo Sora, Traducir el Brasil, Buenos Aires: del Zorzal, 2003.

19 Adrián Celentano, "El entrelugar de Kordon con Brasil", 2005.

20 Sora, ob. cit.

21 Andrés Bisso, Acción Argentina, Buenos Aires, Prometeo, 2005; y

22 Aníbal Ponce, "Romain Rolland o la agonía de una ilusión", Unidad 1, enero de 1936, p. 2.

23 En este acto se unirán, para celebrar el Día del Trabajador, la Confederación General del Trabajo, la Federación Universitaria Argentina y los partidos Radical, Socialista, Demócrata Progresista y Comunista. Los principales oradores del acto serán Marcelo T. de Alvear, Lisandro de la Torre, Nicolás Repetto, Paulino González Alberdi, José Domenech y Arturo Frondizi.

24 Córdova Iturburu y Raúl González Tuñón, "Nuestra palabra en la Asamblea de Valencia", Unidad año 2 Nº 2, septiembre de1937, p. 6-7.

25 El pacto Hitler-Stalin significará la división de la comUnidad antifascista, no sólo en Europa, sino también en Latinoamérica. Mientras los sectores socialistas, democráticos y liberales seguirán con la misma prédica antifascista, aunque resaltando más la convivencia totalitaria entre los regímenes nazifascistas y el stalinista, los comunistas -sin dejar de presentarse como antifascistas- subrayarán las características imperialistas de la Guerra Mundial, señalando la necesidad de no involucrarse en el apoyo de ninguna de las potencias en guerra. Ver con respecto a este tema: Andrés Bisso, "La comunidad antifascista argentina dividida (1939-1941). Los partidos políticos y los diferentes grupos civiles locales ante el Pacto de no agresión entre Hitler y Stalin", Reflejos, Departamento de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Hebrea de Jerusalem, Israel, nº 9, 2000-2001, pp. 88-99.

26 Larra explica esas posiciones de este modo: "Traicionada y aislada en Munich [lugar del acuerdo entre Chamberlain, Daladier y Hitler bajo la política del "apaciguamiento" impulsada por los gobiernos democráticos europeos], la Unión Soviética les devolvía el bumerang a las potencias occidentales capitalistas. Si Inglaterra y Francia habían alimentado a la fiera para luego abrirle la puerta del cubil, que se dedicaran ahora a sofrenarla". Etcétera, op. cit., p. 131.

27 Emilio Troise, "La nueva guerra", Nueva Gaceta nº 5, 1ª quincena de julio de 1941, pp. 1-7.

28 "Declaración de la A.I.A.P.E.", Nueva Gaceta, nº 24, junio de 1943, p. 1.

29 Enrique Wernicke respecto del Tercer Congreso de la SADE esperaba no sólo en cuanto a la emisión de resoluciones favorables a las democracias en torno al conflicto bélico mundial, sino también en lo relativo a lo que él definía como un "campo más reducido", en el que se encontraban las peticiones por el libro barato, el apoyo a las editoriales para los escritores argentinos, mejoras en el pago de colaboraciones y en el sueldo de redactores. Nueva Gaceta, nº 6, julio de 1941, p. 4.

30 Aníbal Ponce, "Apuntes de viaje" en Obras completas, Buenos Aires: El viento en el mundo, 1970.

31 Idem.

32 Véase el artículo "El Mussolini argentino", Unidad, año 1, nº 3, abril de 1936, p. 3.

33 Aníbal Ponce, "El primer año de la AIAPE", op. cit.

34 Raúl González Tuñón, "La presidencia de la Comisión de Cultura", Unidad, nº 3, abril de 1936, p. 2.

35 "De la conferencia del Dr. de la Torre", Unidad año 2 nº 2, setiembre de 1937 p. 7-11.

36 César Tiempo, "Valle Inclán, grande y pobre", Unidad año 1 nº 2, febrero de 1936, p. 5.

37 Liborio Justo, "El movimiento intelectual de izquierda", Unidad, año 1 nº 2, febrero de 1936 p. 15.

38 Dardo Cúneo, "Los que tenemos veinte años o una generación sacrificada", Unidad, año 1 nº 3, abril de 1936, p. 17.

39 "El pueblo en la calle", Unidad, año 1 nº 2, febrero de 1936, p. 20.

40 Raúl Larra, Etcétera, Buenos Aires, Ánfora, 1982.

41 José Peter, "Esto es standard" en Unidad, año 1 nº 3, abril de 1936, p 8-9, véase también Mirta Zaida Lobato. "Rojos. Algunas reflexiones", en Prismas Nº 6, Buenos Aires, UNQ, 2002, pp. 205-215.

42 Raúl González Tuñón, "El escamoteo de Martín Fierro", Unidad nº 3 pp. 6-7.

43 Ibídem.

44 Ibídem.

45 Álvaro Yunque, "Tiro al blanco", Unidad, año 2 nº 5, abril de 1937, p. 6.

46 Raúl Larra, "Militancia del escritor", Nueva Gaceta, diciembre de 1941, nº 10, p. 1.

47 "Un debate salvacionista", Nueva Gaceta, nº 10, diciembre de 1941, p. 3.

48 Véase Celentano, Adrián: "Gregorio Bermann, salud mental y política", V Jornadas de Investigación de la Escuela Superior de Trabajo Social de la UNLP, 28, 28 y 30 de noviembre de 2004.

49 Rodríguez Muñoz, Alberto: "Nuevo teatro para una nueva sociedad", en Nueva Gaceta, nº 10, noviembre de 1941.

50 La experiencia italiana no fue uniforme ni menos contradictoria, tuvo múltiples polémicas dentro del campo antifascista que contaba con presos como Gramsci desde los años ‘20, los grupos socialistas con sus divergentes actitudes frente al Duce -al igual que los católicos- y un cambio general en torno a la resistencia partisana en el final de la II Guerra Mundial. La península itálica es exponente clave, en la medida en que dentro de su principal fuerza antifascista, los intelectuales comunistas vivieron atravesados por los cambios de orientación provenientes de la Internacional Comunista, en la cual "además de Stalin y Dimitrov" jugaba un rol no menos importante Palmiro Togliatti secretario general del PCI. Amendola, Giorgio: La lucha antifascista, Barcelona, Laia, 1981.

51 Entrevista a Victorio Codovilla, Ercilla, abril de 1945.

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