Mis embalajes eran un intento por “barruntar” la naturaleza del objeto. Escondiéndolo, envolviéndolo. Tadeusz Kantor, Wielopole, Wielopole (1990)
Nuestro proyecto para el Teatro Regional del Biobío es el esqueleto posible de un teatro embalado. En su interior, el espectador se moverá/trepará en una retícula espacial que majaderamente aparece midiendo/ocupando cada uno de los rincones. Es en las salas de espectáculo donde esta pierde saturación y da el aire necesario para la representación; un aire negro, una penumbra de límites difusos.
Toda esta ‘parafernalia’ en torno a las salas - entendidas como campos abiertos en medio de esta trama estructural de 3,90 m de arista - es simplemente un andamiaje, como si fuera la parte trasera de una escenografía, el soporte de rango inferior que habitualmente se esconde y no vemos.
Así, el espectador no debe esperar cruzar el vestíbulo y acceder a la oscuridad de la sala para ‘abrir’ el teatro: el misterio aparece antes de entrar. Basta con que el paseante/espectador vea el manto que cae sobre el edificio, velándolo, para presentir - o ‘barruntar’ como dice Kantor - que algo se esconde dentro o para, al menos, creer por un momento que circular por su interior irá de la mano con un proceso experimental.
El actor, por su parte, tiene a su disposición un aire flexible. Las salas han adquirido dimensiones contemporáneas y con algunos instrumentos mecánicos básicos se solucionan las calidades técnicas óptimas requeridas por la polivalencia del lugar.
Teatro Regional del Biobío
Arquitecto: Smiljan Radić
Arquitectos asociados: Eduardo Castillo, Gabriela Medrano
Colaborador: Danilo Lazcano
Ubicación: Concepción, Chile
Cliente: Ministerio de Obras Públicas, Ministerio de Cultura y las Artes
Cálculo Estructural: ByB ingeniería
Instalación eléctrica: Propalar
Instalación sanitaria: Patricio Moya
Iluminación: Antonia Peón-Veiga
Materiales: Hormigón armado, estructura metálica, membrana PTFE
Materialidad de terminaciones: Madera, revestimiento alfombra vegetal de coco
Presupuesto: 3.440 USD/m2
Superficie de terreno: 20.052 m2
Superficie construida: 9.650 m2
Año de proyecto: 2011
Año de construcción: 2015-2018
Fotografías: Gonzalo Puga
Maquetas: Alejandro Luer
Una especie de circo raro
David Caralt
Profesor Asistente, Escuela de Arquitectura, Universidad San Sebastián, Concepción, Chile.
Que nadie espere ir al teatro y encontrarse con una escalera señorial o un hall majestuoso que lo reciba. Si pretende acceder de frente se encontrará bajo la escalera y junto a un extintor. La fibra de coco con la que se sacudió los zapatos al entrar reaparecerá colgada en el techo. Cuando acuda a mirar por la ventana lateral (una de las pocas aberturas al exterior) notará al lado la caja de la manguera de incendio. Todo queda a la vista, descarnado, al revés de como solemos entenderlo. Es un anti-teatro. Una construcción llena de contradicciones que cuestionan y amplían el campo de acción disciplinar.
Una contradicción llamativa es la imagen diurna-nocturna que presenta el teatro. Si de noche se transfigura y su piel presenta complejidad, riqueza y ligereza, de día, en cambio, aparece como un objeto opaco, parco, extraño. Una especie de circo raro1. El proyecto se auto-presentó en las láminas del concurso en su apariencia nocturna, una estrategia consciente desde el principio. Si hay espectáculo en su interior, hay también espectáculo luminoso para la ciudad. El diseño de la iluminación texturiza la membrana de matices insinuando la estructura y las cajas escénicas, como un teatro de sombras, y en efecto, es una lámpara reconocible desde la otra ribera del río. Diríamos que es una construcción más pensada para la noche que para el día.
El descontento se encarniza en su apariencia diurna2. Sin embargo, poco se ha reparado que en esa zona de la ciudad es frecuente la neblina en las mañanas, especialmente en invierno. Es entonces cuando el teatro - volvemos a la pálida membrana - se integra de manera misteriosa al lugar y asemeja a un fantasma. Esta neblina nos invita a recordar la de Sant’Andrea en Mantua o la del Cementerio Este de Malmö de Lewerentz, recurso arquitectónico desatendido que los fotógrafos de arquitectura deberían registrar.
Una contradicción conceptual es la combinación material de membrana y vidrio, un diálogo difícil e incómodo porque uno tiende a la opacidad y el otro a la transparencia. Pero era excesivo embalar por completo toda la construcción. Las aberturas en las fachadas largas, hacia el río y hacia la ciudad, se reducen al mínimo, dos por lado, y el visitante se pregunta por qué no puede disfrutar de mayores vistas desde el hall de acceso a las salas. En el momento que las investigaciones privadas (obsesiones) con carpas, practicadas por Radić en la casa CR o en la Habitación de San Miguel, cobran dimensiones gigantes y públicas, es cuando generan debate ciudadano.
Las inusuales dimensiones de esta membrana blanca perimetral de politetrafluoroetileno (PTFE) - una exigencia técnica considerable para los arquitectos - activa muchas sensaciones. Utilizarla como revestimiento invita a vivir una experiencia particular mientras circulamos por el espacio del hall, pues se percibe el murmullo del viento, el repiqueteo de la lluvia, el rumor exterior3. Cuando se pone el sol, la tela adopta distintos tonos anaranjados cuyo cromatismo armoniza con el revestimiento de fibra de coco y la instalación lumínica de Iván Navarro. Después de este baño de luz y sonido nos espera en silencio el aire negro, negrísimo, de las salas. El uso de esta membrana expande las fronteras técnicas e intelectuales de la arquitectura, como quería Siegfried Ebeling (Ebeling, 2015 ((1926):78). El espacio como membrana. Una intelectualización tal vez incomprensible para el público.
Cualidades más explícitas son la calidad de las salas, sobrias y elegantes, bien equipadas; la austeridad y expresividad de los pocos materiales empleados, como por ejemplo las grandes superficies de muro revestidas de mosaicos rojos y negros donde resuena el cerámico tan característico de la arquitectura moderna de Concepción; y un presupuesto modesto para infraestructuras de esta envergadura (Bernstein, 2018) .
Otra evidente contradicción, impuesta en las condiciones del concurso, es la de emplazar un equipamiento público en un lugar, si bien extraordinario, todavía desarticulado. La desconexión peatonal con la ciudad hace que la llegada más cómoda y habitual sea en vehículo por una autopista, y eso significa aproximarse al acceso principal por detrás, sin mucho encanto. Es lamentable que se interpongan estacionamientos entre el edificio y el río, aunque se podría activar el espacio público y la vida exterior alrededor del teatro si la ciudad hace sus deberes: soterrar la vía férrea y enlazar el centro con esta zona históricamente olvidada. De hecho, la importancia y repercusión de este teatro son la oportunidad que tiene Concepción de articular un gran proyecto urbano. Mientras tanto seguirá siendo un lugar bastante inhóspito. Y a pesar de todo, este equipamiento es un lujo para la ciudad, para el país, para la arquitectura.