INTRODUCCIÓN
La transición hormonal característica de la mujer adulta comienza alrededor de los 40 años de edad. La mujer ingresa al período del climaterio, en esta etapa las concentraciones de gonadotrofina y estrógenos en sangre descienden, comenzando de esta manera los períodos menstruales irregulares1. La presencia de amenorrea por doce meses consecutivos indica la llegada de la menopausia2.
Las manifestaciones clínicas de la menopausia engloban síntomas físicos, síntomas vasomotores, insomnio y trastornos psicológicos entre otros3. En la transición perimenopáusica se dan una serie de cambios en la composición corporal, se produce un incremento y redistribución de la masa grasa total, dando como resultado un aumento del tejido adiposo abdominovisceral4. Cambia el perfil lipídico, con aumento de triglicéridos y colesterol LDL-c5, esto sumado a la disminución del efecto antiaterogénico que produce el descenso de los niveles de estrógenos, lleva a un aumento del riesgo cardiovascular6.
Los síntomas de la menopausia, sumados al contexto psicosocial en el cual se encuentra la mujer adulta, podrían relacionarse con un incremento en el nivel de estrés, demostrado en diversos estudios8,9. El estrés es un sentimiento de tensión o presión que puede ser física o emocional, presente en la vida de las personas, producto de la interacción con el ambiente. Al volverse crónico podría causar alteraciones en la salud física y mental como también trastornos emocionales10.
Los signos y síntomas de la menopausia no son iguales para todas las mujeres que la transitan11, se ven afectados por diversos factores sociales, psicológicos y culturales12. Son los signos y los síntomas de esta etapa, algunos de los factores que modifican o alteran la percepción de la calidad de vida en la mujer adulta13. La calidad de vida es el nivel percibido de bienestar, derivado de la evaluación que realiza cada persona de elementos objetivos y subjetivos de distintas dimensiones de su vida, que tiene una naturaleza multidimensional14.
Los síntomas climatéricos vasomotores, como la sudoración nocturna y los sofocos, son en mayor grado los referidos como responsables de afectar la calidad del sueño, la percepción de la apariencia física y la autoestima15,16. Por otro lado existe evidencia que demuestra que los síntomas climatéricos psíquicos, somáticos y vasomotores se ven influenciados por un índice de masa corporal (IMC) y contorno de cintura (CC) aumentados17. De esta forma, de manera directa o indirecta, dichos síntomas inciden en la percepción de la calidad de vida.
Otros motivos que son mencionados como modificadores de la calidad de vida están relacionados con aspectos psicosociales como ser la pérdida definitiva de la fertilidad y el cambio de los roles dentro de la familia y la sociedad. A esto se le suma los efectos que ejercen la pérdida de la juventud y el atractivo físico para los cánones de esta sociedad18. Los cambios corporales presentes en esta etapa provocan sentimientos de insatisfacción19, percepción negativa de la imagen, influyendo en la autoestima y en consecuencia en su calidad de vida20.
El proceso menopáusico ocupa una etapa importante en la vida de la mujer. Lo descripto anteriormente nos conduce a plantear que, la modificación del perfil antropométrico acaecido durante el proceso del climaterio, como el nivel de estrés percibido por la mujer adulta que lo transita influiría sobre su calidad de vida. Por lo cual, resulta relevante evaluar la calidad de vida en mujeres adultas y su relación con la percepción de estrés y el perfil antropométrico.
MATERIALES Y METODOS
Población y muestra
Se realizó un estudio transversal, sobre una muestra no probabilística consecutiva de mujeres adultas entre 40 y 65 años de edad, que concurrieron a donar sangre a Fundación Hemocentro Buenos Aires (FHBA), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre julio de 2017 y agosto de 2017.
El estudio se llevó a cabo respetando las consideraciones éticas de la Declaración de Helsinki con la finalidad de salvaguardar los derechos, la seguridad y el bienestar de las personas encuestadas, así como también respetando la Ley N° 25.326 de Protección de Datos Personales. Asimismo, se obtuvo el consentimiento informado por escrito de las mujeres que participaron de este estudio.
Etapa biológica
Se estableció la etapa biológica de las mujeres en función de los ciclos menstruales en: premenopausia (ciclos regulares, irregulares o ausencia de ciclos menstruales menor a 12 meses) y postmenopausia (ausencia de menstruación por 12 meses o más)2.
Evaluación antropométrica
La medición del peso, talla y circunferencia de cintura (CC) se realizó mediante técnicas estandarizadas21. Para determinar el estado nutricional de la muestra se utilizó el índice de Masa Corporal (IMC) según la clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS)22 y para la circunferencia de cintura se consideraron estándares internacionales23.
Calidad de vida
Para evaluar la calidad de vida se utilizó el cuestionario WHOQoL-Bref24 en forma autoadministrada. Con el mismo se indaga la percepción que tiene cada individuo de la posición que ocupa en un determinado contexto cultural con sus valores, metas, estándares de vida y expectativas. Es un instrumento conformado por 26 ítems, que se agrupan en 4 dominios diferentes: salud física, salud psicológica, relaciones sociales y ambiente. Como excepción, los primeros dos se evalúan individualmente, los cuales exponen calidad de vida y estado de salud general.
Percepción de estrés
Para evaluar la percepción de estrés fue utilizado el cuestionario de escala de estrés percibido de 10 preguntas (PSS10, por sus siglas en inglés)25, validado en español26. En el mismo se indaga, a través de diez preguntas medidas en escala de Likert, sobre cómo las personas perciben diferentes situaciones de la vida ocurridas en el último mes. La máxima puntuación posible es de 40 puntos; a mayor puntaje, mayor es el estrés percibido.
Análisis estadístico
Las variables categóricas se expresaron como proporciones y las variables cuantitativas continuas como media y desvío estándar. Para variables cuantitativas como la percepción de estrés, se testeó homogeneidad de la varianza mediante el test de Levene y normalidad mediante el test de Shapiro-Wilk. Las diferencias descriptivas entre los grupos fueron analizadas mediante prueba de Mann Whitney para variables continuas y Chi 2 o prueba exacta de Fisher para variables categóricas. Para evaluar la relación entre la percepción de calidad de vida y el estrés percibido se utilizó el test no paramétrico Kruskal-Wallis y para evaluar la relación entre calidad de vida y estado nutricional el test de Mann Whitney. También se utilizó correlación de Spearman para evaluar la correlación entre calidad de vida y percepción de estrés y en relación al estado nutricional. El nivel de significación estadístico se fijó en p< 0,05. El análisis estadístico fue realizado con el programa SPSS 19.0 (SPSS Inc. Chicago, IL).
RESULTADOS
Este estudio incluyó un total de 128 mujeres con una edad promedio de 49,1 (SD= 6,7) años. Se clasificó a la muestra en mujeres premenopáusicas y postmenopáusicas teniendo en cuenta la presencia o ausencia de ciclos menstruales, respectivamente. El 52,3% de las encuestadas, presentaba ciclos menstruales tanto regulares como irregulares, mientras que el porcentaje restante presentó ausencia de ciclos. La mayoría de las mujeres presentó un alto nivel de instrucción, el 53,9% presentaron estudios terciarios o universitarios completos y el 22,7% incompletos.
Perfil antropométrico nutricional y calidad de vida
Se encontró una prevalencia de normopeso del 39,8% (IC 95%; 31,8 - 48,5%) y del 60,2% (IC 95%; 51,5 - 68,2%) de sobrepeso y obesidad en el total de la muestra. Se observó que el 44,5% (IC 95%; 36,1 - 56,1%) de las mujeres presentó una circunferencia de cintura mayor o igual a 88 cm.
Para realizar la evaluación de la calidad de vida, se consideró para su análisis la percepción de la calidad de vida y la calidad de vida propiamente dicha. Esta última se encuentra dividida en 4 dominios: el físico, el psicológico, el de relaciones sociales y el dominio ambiental. En relación a la percepción de la calidad de vida el 15,6% percibió tener una calidad de vida regular, el 28,1% normal, el 33,6% bastante buena y el 22,7% muy buena; mientras que ninguna de las mujeres encuestadas percibió su calidad de vida como mala.
La percepción de la calidad de vida se asoció inversamente al IMC (p= 0,0031). Se observó que aquellas mujeres que percibieron su calidad de vida como regular o normal presentaron un mayor porcentaje de sobrepeso-obesidad en comparación con aquellas que refirieron tener una calidad de vida bastante buena y muy buena (Figura 1).
Las medianas (1er - 3er cuartil) de los dominios físico, psicológico, relaciones sociales y ambiental en toda la muestra fueron: 75 (63-88), 56 (44-63), 69 (56-81) y 69 (56-81), respectivamente. El dominio físico de la calidad de vida se asoció de manera inversa al IMC (p= 0,016), al igual que con el dominio psicológico (p= 0,001). En cambio, el estado nutricional no se asoció con el dominio de relaciones sociales (p= 0,72); así como tampoco el dominio correspondiente a ambiente (p= 0,19) (Tabla 1).
Tabla 1 Puntaje de calidad de vida por dominio y su relación con el estado nutricional.
Estado Nutricional | |||
---|---|---|---|
Dominios de Calidad de Vida | Normopesoa
n= 55 |
Sobrepeso/Obesidada
n= 77 |
p - valorb |
Físico | 81,00 (69,00 - 88,00) | 69,00 (63,00 - 84,50) | 0,016 |
Psicológico | 56,00 (50,00 - 69,00) | 56,00 (44,00 - 56,00) | 0,001 |
Relaciones Sociales | 69,00 (56,00 - 81,00) | 69,00 (50,00 - 81,00) | 0,72 |
Ambiente | 75,00 (56,00 - 81,00) | 69,00 (56,00 - 81,00) | 0,19 |
aExpresado en Mediana (1er - 3er cuartil);
bTest de Mann Whitney
Percepción de estrés y calidad de vida
La mediana de percepción de estrés de la muestra fue de 15 puntos (RIC= 8). Al comparar la percepción de estrés y la percepción de calidad de vida se encontró una asociación inversa estadísticamente significativa (p<0,001), a peor percepción de la calidad de vida se observa mayor puntaje en la percepción de estrés. Las diferencias significativas se observaron entre las mujeres que perciben la calidad de vida como regular o normal y aquellas que la perciben como bastante buena o muy buena (Tabla 2).
Tabla 2 Relación entre percepción de estrés y percepción de calidad de vida.
Percepción de calidad de vida | Puntaje de percepción de estrésa | p - valorb |
---|---|---|
Regular (n= 20) | 19,50 (14,25 - 21,00) | |
Normal (n= 36) | 17,00 (13,25 - 21,00) | 0,0008 |
Bastante buena (n= 43) | 14,00 (11,00 - 17,00) | |
Muy buena (n= 28) | 14,00 (9,25 - 18,00) |
aMediana (1er - 3er cuartil);
bTest de Kruskal-Wallis.
En relación a la calidad de vida todos los dominios se correlacionaron significativamente de manera inversa con la percepción de estrés (Figura 2).
DISCUSIÓN
Las mujeres en la etapa perimenopáusica experimentan cambios hormonales, físicos, así como también psicológicos y presentan síntomas característicos a la etapa que transitan, lo que en conjunto lleva a modificar su calidad de vida19.
La prevalencia de sobrepeso y obesidad (60,2%) hallada en este estudio presentó similitud a la descripta en las distintas encuestas de la región. En Argentina, la ENNyS 200527, reveló que la prevalencia de sobrepeso-obesidad en mujeres de 40 a 49,9 años fue de 62,9% y según la ENFR 201328 la prevalencia de sobrepeso fue de 57,9% en la población mayor de 18 años.
En relación con la percepción de calidad de vida en el presente trabajo, el 22,7% de la población encuestada la consideró muy buena, el 33,6% como bastante buena, el 28,1% como normal y el 15,6% regular. En cambio, en el estudio de González Salinas y col.29 la mayoría percibió la calidad de vida como regular, utilizando un instrumento distinto para la evaluación de CV, tal vez las discrepancias sean debidas a dicha diferencia sumado a que la muestra del presente trabajo corresponde a mujeres que asistieron a donar sangre lo que implica presentar un buen estado de salud.
Las mujeres con sobrepeso u obesidad, que formaron parte de la muestra en estudio, percibieron su calidad de vida de peor manera que aquellas que se encontraban en normopeso, interpretándose de este modo una asociación inversa (p= 0,0031) entre la percepción de la calidad de vida y el estado antropométrico nutricional. Estos resultados coinciden con los reportados en los trabajos de Hassan30 y Huang31 realizados en personas de ambos sexos mayores de 18 años. Otro estudio32 realizado en mujeres con el mismo rango etario que el presente trabajo, también describen que a medida que aumenta el IMC empeora la percepción de la calidad de vida relacionada con la salud.
Al analizar la calidad de vida en los dominios que la componen, sólo el físico y el psicológico presentaron una asociación inversa en relación al índice de masa corporal. Los resultados aquí obtenidos son consistentes con el estudio de Pimenta y col.33 donde la muestra estaba compuesta por individuos adultos de ambos sexos. En dicho estudio, las personas obesas no sólo presentaron una asociación lineal inversa significativa en los dominios físico y psicológico, sino que también en la percepción de la calidad de vida. Otro trabajo que mostró la misma asociación en los dominios mencionados fue el de El Rahim y col.34, quienes aplicaron también el mismo instrumento en una muestra de personas de ambos sexos. Sin embargo, en el estudio realizado por Ghazanfarpour y col.17, el estado nutricional sólo se asoció al dominio físico de la calidad de vida; estas diferencias podrían deberse a la utilización de otra escala para evaluar calidad de vida.
El sobrepeso y la obesidad podrían deteriorar la capacidad física y el bienestar psicológico lo que explicaría estas asociaciones. En cuanto a los dominios de relaciones sociales y de ambiente, no hubo asociación significativa con el IMC en nuestro estudio. Sin embargo, esto difiere de lo hallado en los estudios de Pimenta33 y el de El Rahim34, donde mostraron asociación inversa con el perfil antropométrico en los cuatro dominios que evalúa la calidad de vida.
Por otro lado, la percepción de estrés evaluada a través del PSS10 dio como resultado una mediana de 15 puntos sobre un total de 40, resultado similar al obtenido en el estudio de Cuadros y col.35 en una población de mujeres adultas. Asimismo, se halló una correlación inversa significativa tanto entre la percepción de estrés y percepción de calidad de vida (p= 0,0008) como con todos los dominios de calidad de vida. Esto concuerda con lo descripto en el trabajo realizado por Jayabharathi36, donde se evaluó el estrés y su influencia en la calidad de vida en las mujeres postmenopáusicas, encontrándose asociación entre el elevado nivel de estrés y la calidad de vida en sus cuatro dominios. Durante la etapa de la perimenopausia se incrementan las situaciones de estrés9, no solamente por los cambios hormonales que ocurren en esta etapa, sino también, a los cambios propios por ciertas situaciones de vida. Este estudio presenta como limitaciones que fue realizado en una muestra pequeña, no representativa y donde el estrés fue evaluado mediante la percepción del mismo.
Los resultados obtenidos en el presente trabajo proporcionan información que contribuye al conocimiento sobre la relación de calidad de vida de la mujer adulta con el estado nutricional y la percepción de estrés en la población seleccionada.
CONCLUSIONES
La percepción de la calidad de vida en la mujer adulta se asoció de manera inversa al IMC. Asimismo, tanto el dominio físico como psicológico de la calidad de vida se asociaron al estado nutricional.
La percepción de estrés se asoció significativamente a la percepción de calidad de vida. También se encontraron correlaciones significativas entre la percepción de estrés y los cuatro dominios de la calidad de vida.
De acuerdo a la búsqueda bibliográfica realizada hasta el momento no hay estudios en nuestro país que hayan evaluado la calidad de vida en relación al estado nutricional y la percepción de estrés en mujeres adultas de manera conjunta; lo que representa el inicio para que futuras investigaciones aborden los factores que influyen en la calidad de vida de las mujeres que transitan esta etapa y su relación con el estado nutricional y el estrés. Estos hallazgos ponen de manifiesto la importancia de un abordaje multidisciplinario del estado nutricional en esta etapa de la vida de la mujer.