INTRODUCCIÓN
El PG es una enfermedad inflamatoria necrotizante crónica, que pertenece al espectro de las dermatosis neutrofílicas (1).
El PG suele asociarse a enfermedades sistémicas como la enfermedad inflamatoria intestinal (20-30%), la artritis reumatoide (20%) o diversas enfermedades hematológicas (15-25%). Presenta fenómeno de patergia y suele responder a tratamientos inmunosupresores (2).
Su etiología sigue siendo desconocida, aunque numerosos estudios postulan una alteración en el sistema inmunológico, tanto humoral como celular.
La lesión cutánea característica es una úlcera con bordes necróticos, violáceos y sobreelevados, con una base socavada y purulenta, dolorosa y de rápida progresión. Tiene distribución universal. Es más frecuente en mujeres de entre 20 y 50 años (3).
Davis y sus colaboradores (4) propusieron los siguientes criterios para el diagnóstico de PG:
Criterios menores:
–. Fenómeno de patergia o cicatrices cribiformes.
–. Enfermedades sistémicas asociadas con PG.
–. Hallazgos histopatológicos (neutrofilia, inflamación mixta, vasculitis linfocítica).
–. Respuesta rápida al tratamiento con Glucocorticoides sistémicos (disminución del tamaño de las lesiones en un 50% en un mes).
La localización más habitual es en extremidades inferiores en el 75 % de los casos, preferentemente el área pretibial, aunque puede ocurrir en cualquier región, incluidas las mucosas y los territorios periorificiales. Localizaciones poco frecuentes son abdomen, genitales, tronco, cabeza y cuello (5–7).
Se han descrito cuatro variantes clínicas de PG: ulcerativo (clásico), pustular, bulloso y vegetativo (superficial). En la mayoría de los casos solo se ve una forma, pero puede observarse más de un subtipo simultáneamente en el mismo paciente (3).
El diagnóstico diferencial es difícil, ya que debe diferenciarse de cualquier enfermedad que curse con úlceras en la piel: vasculitis (poliarteritis nodosa, crioglobulinemia, granulomatosis de Wegener), enfermedades trombofílicas, tumores malignos (carcinoma epidermoide, linfoma cutáneo, leucemia cutánea, carcinoma metastásico), enfermedades inflamatorias (enfermedad de Crohn), infecciones (celulitis, úlceras herpéticas, infecciones por micobacterias atípicas, tuberculosis cutánea, leishmaniasis, esporotricosis y otras micosis profundas y ectima gangrenoso). También se han descrito en pacientes con infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En el caso específico de artritis reumatoide debe diferenciarse de la vasculitis reumatoide (8).
Presentamos un caso de una paciente que estaba siendo tratada con una pauta de mantenimiento con rituximab bimensual por un linfoma no Hodgkin folicular y que desarrolló un PG de localización vulvar de tipo ulcerativo.
CASO CLÍNICO
Se trata de una mujer de 37 años, que consultó por fiebre de tres meses de evolución asociada a múltiples infecciones (otitis, amigdalitis, infecciones genitales y urinarias) y que ingresó a cargo de Medicina Interna. Al ingreso además de fiebre, presentaba síntomas urinarios, odinofagia y lesiones vulvares (ulceraciones vulvares dolorosas) (Fig 1A).

Figura 1 Les iones ulceradas. A) PG. Previo a tratamiento. B) PG tras 48h de terapia con corticoides iv
Hace dos años fue diagnosticada de un linfoma no Hodgkin folicular grado 2 estadio IV-A, tratado durante 6 meses con inmunoquimioterapia según esquema R-CHOP y posteriormente con tratamiento de mantenimiento con rituximab bimensual.
Durante su ingreso presentó mejoría del síndrome miccional con antibioterapia, pero empeoramiento del cuadro de odinofagia y de las lesiones vulvares. El cuadro de odinofagia apareció de forma coincidente con sus lesiones genitales.
Presentaba parámetros analíticos dentro de la normalidad: urocultivo, exudado faríngeo, ótico y de TBC negativos; serologías a herpes simple, virus de la hepatitis C y B, VIH, citomegatovirus, virus de Epstein Barr y sífilis negativos. Respecto al análisis de autoinmunidad, las ANA, anti DNA, C3 eran negativos.
Durante su ingreso, la paciente fue valorada por los servicios de otorrinolaringología, dermatología y ginecología dada la distribución de sus lesiones en diferentes territorios.
Se realizó un PET/CT, que informó de aumento del índice metabólico con hipertrofia de las amígdalas palatinas y faríngeas, que se extiende hasta las celdillas mastoideas, engrosamiento mucoso de fosa nasal derecha y celdillas etmoidales, sugestivo de proceso infeccioso/inflamatorio. Se observaba así mismo un notable aumento del metabolismo de carácter difuso en vulva en probable relación con infección vulvovaginal (Fig 2)

Figura 2 PET/CT: Se observan áreas con aumento del índice metabólico en zona vulvar, amígdalas palatinas y faríngeas, celdillas mastoideas, engrosamiento mucoso de fosa nasal derecha y celdillas etmoidales.
Las lesiones vulvares fueron diagnosticadas en un principio de micosis y fueron tratadas con antifúngicos. Al aparecer ulceraciones vulvares dolorosas se consideró el herpes genital como posible diagnóstico, y se trató a la paciente con famciclovir. Al ver que las lesiones persistían a pesar de tratamiento, se decidió tomar biopsia vulvar (Fig3).

Figura 3 3A. Intenso proceso inflamatorio con extensión folicular y formación de abscesos intradérmicos. (HE 100X)3B. Numerosas estructuras vasculares bajo el epitelio de marcados endotelios y paredes engrosadas con polimorfonucleares. (HE 400X)
En ella se apreciaba una piel con acantosis, elongación de la red de crestas, ulceración de la epidermis y sustitución por tejidos de granulación.
En la dermis papilar y reticular se observaba una intensa respuesta inflamatoria mixta, constituida por linfocitos, células plasmáticas, histiocitos y leucocitos polimorfonucleares que se disponían alrededor de los folículos pilosos.
Se observaban áreas necrosadas, abscesificadas y de tejidos de granulación.
Se encontraban estructuras vasculares de pequeño calibre y marcados endotelios con degeneración focal fibrinoide de su pared, en la que se podían observar leucocitos polimorfonucleares neutrófilos.
La inmunofluorescencia para IgG IgA, IgM y C3 fueron negativas. El diagnóstico anatomopatológico fue de pioderma gangrenoso granulomatoso.
Ante el diagnóstico de PG granulomatoso vulvar se decidió iniciar tratamiento con corticoides sistémicos (9–11), presentando la paciente una desaparición de las lesiones y gran mejoría clínica tras 48 horas (Fig1B).
DISCUSIÓN
El PG es una afección sistémica primariamente inmunológica y principalmente localizada en la piel que representa un desafío tanto por su presentación clínica e histopatológica como por su abordaje terapéutico (12). Su etiopatogenia aún no está esclarecida completamente.
Ante el diagnóstico de PG se recomienda la identificación de enfermedades sistémicas asociadas, dada la alta frecuencia con las que se presentan (10).
Se ha presentado un caso de una paciente que estaba siendo tratada con una pauta de mantenimiento con rituximab bimensual por un linfoma no Hodgkin folicular, y que desarrolló un PG de localización vulvar. Tras retirar dicho fármaco y tratar con corticoides intravenosos presentó una franca mejoría clínica, con remisión casi total de las lesiones en el plazo de 48 horas.
Respecto al tratamiento, realizamos una búsqueda sobre las posibles opciones de tratamiento con evidencia disponible (tratamiento con corticoides o tacrólimus tópico, tratamiento sistémico con corticoides, inmunoglobulinas, ciclosporina, sulfasalazina…) y nos decantamos por el uso de los corticoides sistémicos, y hemos constatado su eficacia en la fase aguda de la enfermedad, al igual que lo observado en otras publicaciones (9, 13–20).
Hemos realizado una búsqueda bibliográfica detallada y sólo hemos encontrado 15 casos publicados en los últimos 20 años de PG vulvovaginal asociados al uso de rituximab (21–24).
Parece ser que este es un efecto adverso raro pero grave del rituximab y, por ello, debemos pensar en el pioderma gangrenoso genital cuando valoremos a una paciente con una enfermedad sistémica (Artritis reumatoide, linfoma no Hodgkin, enfermedad inflamatoria intestinal.) con lesiones ulcerativas genitales dolorosas.