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Revista de ciencia política (Santiago)
versión On-line ISSN 0718-090X
Rev. cienc. polít. (Santiago) v.23 n.1 Santiago 2003
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-090X2003000100009
Revista de Ciencia Política / Volumen XXIII / Nº 1 / 2003 / 137-157
La política extraviada en la
Venezuela de los años 90:
Entre rigidez institucional y
neo-populismo
Rosaly Ramírez Roa
Université de la Sorbonne Nouvelle, Paris III (Francia)
1 Naím, y Piñango (1984).
2 La expresión es de Terry Lynn Karl y se refiere a (...) los acuerdos explícitos (a veces no públicos) entre los diversos actores en competición, que definen las reglas de gobernabilidad sobre la base de garantías mutuales que aseguren el respeto de los intereses vitales de todos aquellos a quienes estos pactos conciernen. Karl (1990), p. 9. En el caso venezolano, las negociaciones preliminares al pacto de Punto Fijo incluyeron cuatro partidos históricos (AD, COPEI, URD y PCV), las Fuerzas armadas, la Iglesia, el sector patronal, sindical y estudiantil. Los comunistas fueron finalmente excluídos del pacto, como una manera para el nuevo gobierno de unión nacional de asegurar a los sectores más conservadores que los futuros gobiernos no llevarían a cabo políticas radicales de izquierda.
3 Rey (1989).
4 Véase, Penfold (2000), p. 3.
5 En este sentido, seguimos el criterio de consolidación democrática de Przeworski (1991), p. 26 y 51.
6 Destacan el pacto de Ancha Base (1964) y el pacto Institucional (1971).
7 Es decir, los dos partidos mayoritarios lograron atraer los votos anteriormente destinados a los partidos minoritarios, y/
8 En los años 70 se formó un nuevo partido producto de la división del PCV: el MAS (Movimiento al Socialismo). Esta formación, de izquierda moderada, ocupó el tercer lugar durante muchos años, recogiendo entre 5%-10% de los votos totales a nivel nacional. El MAS adquirirá una mayor importancia luego del proceso de descentralización puesto en marcha a partir de 1989, con la elección de varios gobernadores pertenecientes a este partido, así como con su participación en las coaliciones gubernamentales de 1993 y de 1998.
9 Mainwaring y Scully (1995), p. 1-6.
10 El término es de Hirschman (1995), p. 108-109.
11 Coppedge (1992), p. 37. Para un análisis más detallado de la partidocracia en Venezuela, Véase, Coppedge (1994).
12 Coronil (1997), p. 229.
13 Nos referimos a partidos, movimientos y grupos electorales nuevos, pero también a organizaciones de la sociedad civil (asociaciones de vecinos, organizaciones de consumidores, entre otros).
14 Crisp (1996), p. 30-49.
15 En un análisis sobre la norteamericanización progresiva de las campañas electorales en Venezuela, un analista político estimó en cerca de veinte millones de dólares el costo de éstas. Urbaneja (1997).
16 La descentralización administrativa constituyó una de las reformas institucionales más importantes vividas por el país desde el nacimiento de la democracia en 1958. Su puesta en marcha produjo un cambio en la distribución del poder político, así como en la relación de fuerzas en el seno de los partidos históricos. Esto se tradujo en una mayor apertura del espacio político a actores políticos nuevos, así como una cierta renovación del liderazgo partidista, con la llegada al poder a nivel regional y local de líderes que contaron con una gran popularidad, debido a su buena gestión gubernamental. Véase, Lalander (2000).
17 Hasta finales de los ochenta, los electores debían escoger no en función del candidato sino del color del partido que éste representaba (AD = blanco y COPEI = verde). Las listas eran cerradas y bloquedas. El sistema electoral favorecía sobre todo a los grandes partidos. Las minorías gozaban de una cierta representación, pero no existía un equilibrio proporcional entre el número de votos y los escaños obtenidos. Para más detalles, Véase, Nohlen (1994), p. 102 y 281-
18 Conocidas popularmente como los cogollos, y por extensión, éstas funcionaban en el marco de una cogollocracia.
19 Coppedge (1993), p. 139-159.
20 Durante la década 80-90 destacaron, entre otros, la Escuela de Vecinos de Venezuela y el Centro al Servicio de la Acción Popular (CESAP), Queremos Elegir y Foro Democrático, el grupo Roraima y el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE), varias asociaciones de defensa de los derechos humanos tales como Programa
21 Hirschman (1995).
22 Véase, Navarro (1995) p. 116; Gómez Calcaño (1998), p. 29-51. Sobre la institucionalización de los nuevos actores sociales y políticos, así como la integración de sus propuestas en la nueva Constitución de 1999, Véase; García-Guadilla (2002), p. 247-273.
23 Muchas de las demandas hechas por estos nuevos actores (como por ejemplo la reforma del sistema electoral) fueron llevadas a la práctica hacia los años 90. Sin embargo, los mismos han contado hasta ahora con una capacidad de acción limitada. Se trata en su mayoría de organizaciones presentes en Caracas y en algunas de la ciudades más importantes, pero ausentes en el resto del país, que han encontrado problemas importantes de credibilidad, desde el momento en que se presentan como organizaciones políticas, y muchas dificultades para poder extender su influencia más allá de la clase media urbana. Véase, Navarro (1995), p. 118 y 125.
24 Crisp & Levine (1998), p. 27-61.
25 La particularidad de este tipo de partido es el remplazo de la ideología dogmática por el pragmatismo y la búsqueda de apoyos electorales dentro de un abanico amplio de electores. Pero quizás una de las características más distintivas es el hecho que la minoría dirigente goza de un peso creciente, en detrimento de los militantes de base. Véase, Dix (1989), p. 23-37.
26 La expresión es de G. Pasquino (1998), p. 81-86. Se refiere a la situación en la que los opositores potenciales del gobierno han encontrado gratificaciones suficientes en el seno del sistema establecido, lo cual dificulta cada vez más su identificación como portadores de una alternativa gubernamental viable. La oposición aparece así como limitada, reductora e incapaz de plantear cuestiones de fondo.
27 Crisp (1996), p. 5-43.
28 Fuente: Consejo Nacional Electoral.
29 Dahrendorf (2000), p. 15.
30 Se trata de líderes y de movientos outsiders del establishment político, que se presentan como opuestos a este último. De allí que no se trate de movimientos no-políticos o a-políticos, puesto que, a pesar de su crítica virulenta hacia la política institucionalizada y de negar la especifidad del ejercicio político, aspiran al control del Estado y de la sociedad.
31 Véase, Myers (1998), p. 505.
32 La expresión es de Alcántara Sáez (1997), p. 49.
33 Ramírez Roa (1999), p. 97-118.
34 Los medios de comunicación venezolanos contribuyeron con el avance del fenómeno H. Chávez, no sólo al asumir un rol correspondiente a la oposición, erigiéndose como los portavoces de la fatiga cívica de los ciudadanos, sino que muchos de ellos apostaron abiertamente por la candidatura del ex-teniente coronel en 1998.
35 Compuesta por líderes o ex-dirigentes de los viejos partidos, pero también por diversas organizaciones políticas y sociales nuevas, muchas de ellas resultado del despertar de la sociedad civil durante los años 80, proceso al cual hicimos referencia en la primera parte.
36 R. Caldera fue apoyado por una organización fundada por él poco antes de las elecciones de 1993 (Convergencia Nacional), así como por una coalición de partidos minoritarios, principalmente de izquierda, dentro de la cual destacaba el MAS.
37 Molina (2002), p. 15.
38 LCR habría desempeñado en su momento -según la expresión de G. Lavau- una función tribunicia en la medida en que el partido capitalizó el descontento popular, al presentarse como el portavoz (y el defensor) de grupos sociales marginalizados a la vez en el plan político y cultural como en el socio-económico. Véase, Lavau (1969); Hellinger (1996), p. 111-129; Barrios-Ferrer (1995), p. 5-18.
39 Ramos Jiménez (2002), p. 16.
40 Buxton (2001), p. 130-131 .
41 En esta parte seguimos: Molina (2002).
42 Es decir, existe una fuerte tendencia del electorado a modificar su voto en cada elección. Este voto ha sido, además, recuperado en las diferentes elecciones por partidos o movimientos diferentes.
43 Murillo y Ruiz (1995), p. 286.
44 El realineamiento electoral parece hasta ahora más favorable a la recomposición de la centro-derecha, representada por
45 Nos referimos al caso de Irene Sáez (partido IRENE), ex-reina de belleza y ex-alcaldesa de un barrio elegante de Caracas. Ella encarnó una opción de cambio light, disfrutando de un apoyo popular importante que la ubicó durante varios meses en el primer lugar de las encuestas. Sin embargo, su pacto con COPEI y una parte de LCR (dividida en 1997) desilusionó a muchos electores quienes se desplazaron ciertamente hacia las filas del chavismo. Abandonada por sus aliados políticos, su grupo obtuvo finalmente el 2,8% de los votos. Por otra parte, encontramos a Enrique Salas Römer (partido Proyecto Venezuela), un político disidente de COPEI y antiguo gobernador de un importante Estado (Valencia). Reconocido por su gestión exitosa a nivel regional, constituía sin embargo a los ojos de muchos la continuidad de la época puntofijista. Lideró el Polo Democrático, una coalición de partidos (incluidos AD y COPEI) que se opuso al Polo Patriótico, la coalición que apoyó a H. Chávez. H. Salas Römer obtuvo el segundo lugar, con un 39,9% de los votos. Finalmente, H. Chávez Frías representó la opción de cambio hard, revolucionaria y radical.
46 Hermet (2001), p. 99-110; Ramos Jiménez (2000), p. 13-31.
47 Mayorga (2002); Roberts (2000).
48 Hermet (2002).
49 Así lo ha declarado el propio H. Chávez en varias oportunidades. Por ejemplo, durante la campaña de 1998, éste produjo un gran temor cuando afirmó que su intención era no solamente borrar al partido AD de la faz de la tierra, sino de freír en aceite la cabeza de los miembros de AD y de COPEI.
50 Véase, Anderson (1991).
51 Cabe señalar, sin embargo, que H. Chávez, sin duda inspirado en las tesis neo-fascistas de un antiguo asesor, el sociólogo de origen argentino Norberto Ceresole, es partidario de un modelo de post-democracia, organizada siguiendo el orden: Caudillo-Ejército-Pueblo. Según esta visión, el pueblo no tiene otra alternativa que la obediencia absoluta a la única autoridad legítima: el Caudillo. Por su parte, las Fuerzas Armadas estarían llamadas a convertirse en una suerte de partido-militar y a ocupar un rol intermedio entre el aquél y el pueblo. Véase, Ceresole (1999); Garrido (2001), p.115-119.
52 La misma fue remplazada por la noción más vaga de asociaciones con fines políticos.
53 Véase, Taguieff (2000), p. 117-121.
54 Véase, Sartori (1999), p. 351-364.
55 Durante cierto tiempo H. Chávez animó también una emisión de televisión (De frente con el Presidente) y un periódico (El correo del Presidente) del cual era jefe de redacción. Se estima que en casi cinco años de gobierno, el presidente ha hablado con el pueblo, a través de la televisión, cerca de dos mil horas.
56 Max Weber (1995), p. 321, entiende por adeptos: aquellos quienes son dominados de manera carismática.
57 Proceso al que M. Weber llamó la rutinización del carisma, Ibid., p. 326.
58 ODonnell (1993), p. 1-17.
59 En noviembre del 2001, se dio una crisis importante de gobernabilidad, cuando el presidente, con el amparo de los poderes especiales que le concedió la Asamblea Nacional, promulgó 49 decretos-ley. Si éstos contenían aspectos positivos, relacionados por ejemplo con una mejor repartición de las tierras, mayores beneficios para los pescadores artesanales, etc., los mismos dieron lugar a protestas airadas de algunas fuerzas vivas del país, quienes se quejaron de no haber sido suficientemente consultadas. En consecuencia, fue organizada una huelga general para el 10 de diciembre del 2001. La dinámica de protestas se extendió hasta el mes de abril de 2002 y terminó con un gobierno de facto, secundado por un sector de las fuerzas armadas y probablemente por el gobierno de los Estados Unidos. Tal situación duró muy poco, puesto que H. Chávez fue repuesto en el poder en menos de 48 horas.
60 Como se recordará, en febrero de 1989, Venezuela vivió un estallido social caracterizado por una gran violencia. Este fenómeno, mejor conocido como el Caracazo, fue la expresión del rechazo de una parte importante de la población a las políticas neoliberales de ajuste económico que fueron implementadas por el gobierno del entonces presidente Carlos A. Pérez (1988-1993).
61 Véase, Vilas (1995), p. 31-43; Weyland (1996), p. 3-31.
62 La noción es de U. Beck . (1998).
63 Lechner (1991), p. 577-589.
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