1. Introducción
Cuando en los años cuarenta el joven Isaac Asimov comenzó a escribir ciertos relatos cortos acerca de aquel extraño concepto que denominó Foundation, difícilmente pudo imaginar que años más tarde, y compilados en una trilogía, recibirían el premio Hugo a la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos1. Desde el principio hubo algo, difícil de definir, que cautivó la imaginación tanto de los lectores como de los especialistas en el género. Cuando dos economistas de la talla de Richard B. Freeman y el premio Nobel Paul Krugman afirman que la saga Foundation influyó decisivamente en su carrera académica (Freeman, 2014; Krugman, 2012), queda patente que no estamos ante una obra poco relevante. Y decimos que se trata de algo difícil de definir porque su estilo literario no destaca por su calidad y brillantez y sus historias, siendo imaginativas, no lo son más que las de otros escritores menos conocidos y valorados. Asimov sacrifica gustosa e intencionadamente la estética de su narrativa en aras de la claridad (Patrouch, 1977, p. 159; Cuervo, 2014), apenas existe acción (Wolfe, 2011, p 55; Gunn, 2005, p. 193), pues esta se desarrolla entre bastidores (Martínez, 2012, p. 92) mientras los personajes se hallan sumidos en interminables diálogos2, y el futuro descrito, más de veinte mil años alejado del presente, es sorprendentemente parecido a nuestra realidad cotidiana3. Nuestra hipótesis, ya defendida en trabajos anteriores, es que la extraordinaria riqueza hipertextual4 de la obra contribuye muy sensiblemente a la admiración que suscita, y en este trabajo analizaremos en detalle una relación concreta, esto es, la que existe con la anaciclosis del historiador griego Polibio, relación no estudiada hasta el momento.
Hemos de detenernos aquí para realizar algunas precisiones técnicas, pues la referencia a la transtextualidad y lo palimpséstico, debe ser aclarada. Aunque existe consenso en el ámbito académico respecto de que los orígenes de la teoría de la intertextualidad se hallan en los trabajos de Bajtín (Gutiérrez Estupiñán, 1994), según señala Marinkovich (1998-99), el término intertextualidad5 fue utilizado por primera vez en los años sesenta por Julia Kristeva, para hacer referencia a “la existencia en un texto de discursos anteriores como precondición para el acto de significación”. Genette recoge este término, y lo engloba en un marco más general, definiendo la intertextualidad de un modo restrictivo e identificando otras cuatro relaciones adicionales dentro de lo que denomina transtextualidad. Existía entonces, y aún existe ahora, una cierta confusión terminológica, pues lo que algunos autores denominan intertextualidad otros lo llaman, por ejemplo, transtextualidad, según el referente teórico en el que se basen6, ya que “many terms have been used by different scholars to refer to intertextuality” (Amiri y Zarei, 2014). En nuestro caso hemos empleado la terminología de Genette (1989), quien plantea la existencia de cinco relaciones transtextuales, aunque es a una de ellas, la hipertextualidad, a la que dedica la mayor parte de este trabajo, y precisamente en la que se centra el presente artículo.
En nuestro caso, la reflexión acerca de la hipertextualidad queda circunscrita a la trilogía original de la Fundación, publicada entre 1951 y 1953 (Asimov, 2004a; 2004b; 2004c), y que no es sino un compendio de relatos más o menos cortos, extrañamente agrupados en tres novelas7. Partiendo del momento en que un matemático llamado Hari Seldon descubre la inexorable e inminente caída del Imperio Galáctico8, tenemos una primera parte, compuesta por Foundation y la primera mitad de Foundation and Empire, en la que la dinámica es idéntica: la recién creada Fundación, inicialmente un centro de investigación científica ubicado en el planeta Terminus9, se enfrenta a ciertas crisis cuya resolución hace que vaya creciendo y aumentando su influencia en los planetas vecinos. De este modo progresa hacia su objetivo final, que no es otro que llegar a formar un Segundo Imperio Galáctico al cabo de mil años. Como podemos comprobar, este planteamiento sigue exactamente lo que Donald Wollheim denominó consensus cosmogony (James, 2015, pp. 24-25), una visión compartida por los escritores de ciencia ficción de la época respecto del modo en que sería el futuro, comenzando con la exploración espacial, colonización planetaria, surgimiento y auge de un imperio galáctico formado por numerosos planetas, degeneración y caída del imperio, interregno caracterizado por el caos y la barbarie en toda la galaxia, vuelta a la civilización y surgimiento de un nuevo imperio.
La segunda parte, conformada por la segunda mitad de Foundation and Empire y Second Foundation, narra el modo en que este plan orientado al surgimiento del Segundo Imperio, conocido como Plan Seldon, se ve amenazado por la aparición de un mutante con poderes mentálicos, lo que requiere la intervención de una misteriosa Segunda Fundación. Hubo que esperar casi treinta años a que Asimov, presionado tanto por sus editores como por el público, retomase esta saga, escribiendo otras seis novelas, unas en forma de secuela y otras como precuelas. Lo interesante es el modo en que Asimov aborda este proyecto, pues se plantea dos ambiciosos objetivos que, en nuestra opinión, consigue solo parcialmente. En primer lugar, pretende unificar la trilogía Foundation con otras dos series, la de los robots (I, Robot, The Caves of Steel, The Naked Sun) y la del imperio (Pebble in the Sky, The Stars like Dust, The Currents of Space)10, creando así un vasto universo ficcional que abarca un periodo de más de veinte mil años. Este primer objetivo se alcanza solo parcialmente, pues en tanto que las distintas obras que lo componen fueron escritas a lo largo de un periodo de más de cuarenta años y partiendo de premisas muy diferentes debido a la evolución intelectual del autor, existen incongruencias bastante evidentes11. Como no podría ser de otro modo, Asimov lleva a cabo esta iniciativa de un modo peculiar, de manera que cuando las quince novelas que conforman la metasaga están completadas, quedan configuradas siguiendo una estructura autosemejante de tipo fractal (Palumbo, 1995, 2016), con subsagas agrupadas en tres grupos de libros compuestos a su vez de otros grupos de novelas12. El segundo objetivo, aún más complejo, es tratar de reconciliar su psicohistoria con los entonces recientes descubrimientos científicos de la teoría del caos (Palumbo, 1999). El propio Asimov (2009b, p. 225) señala que “[a]s mathematicians began to be interested in the details of what is now called “chaos,” it seemed to me that human history might prove to be essentially “chaotic” so that there could be no psychohistory. Indeed, the question of whether psychohistory can be worked out or not lies at the center of the novel I have recently completed, Prelude to Foundation”. Precisamente como consecuencia de esta dificultad no podemos decir que Asimov cumpliera con este segundo objetivo, pues la evidencia científica iba poniendo cada vez más en entredicho la plausibilidad de la psicohistoria.
Volviendo a la trilogía original, el resumen aquí expuesto ya nos muestra con claridad una cierta concepción cíclica de la historia, con la desaparición de una civilización y el surgimiento de otra. El debate en realidad es cuál de los modelos y teorías que incorporan esta premisa inspiró al joven Asimov cuando comenzó a escribir su mítica saga. La respuesta no es sencilla, pues Asimov reconoce que era un lector omnívoro13 y que muy posiblemente incorporó elementos de sus lecturas de manera inconsciente:
[…] I come across references to sociological and psychological matters here and there, and I remember them. […] Consciously, all I’m doing is trying to tell an interesting story. While I’m doing so, however, something in me must be constructing it in such a way as to include all the deep meaning and all the impressive subtleties that the essayist find (Asimov, 1977, pp. 205-206).
2. Política en Foundation: Toynbee, Spengler y Polibio
La producción novelística del Buen Doctor recogía, con mucha frecuencia, su opinión acerca de temas que le resultaban de interés, como la religión o la política, por poner solo dos de los ejemplos más evidentes. Respecto de la religión, Asimov era un ateo declarado14, y su postura al respecto es manifestada con claridad en varios de sus trabajos, especialmente en la tercera historia de Foundation, titulada The Mayors, en la que se ofrece una visión de ella como algo completamente utilitarista y basado en la ignorancia y la superstición. Como apunta Lowe (2002, p. 24), “[f]or the Foundation itself, any magical or religious interpretations of its abilities are nonsense, but these can be useful as propaganda”. En cuanto a la política, tema que nos ocupa en el presente trabajo, sus ideas también se traslucen con bastante claridad15. Como señala Weldes (2001, p. 662), Asimov nos presenta una “optimistic vision of a globalised, or indeed galactic, future that rests upon a liberal, market-oriented, techno-utopian individualism”. En esta misma línea, Bourget (2016, p. 34) apunta que “[i]n Asimov’s work from this period [cuando escribió la trilogía Foundation], for example, the capitalism of the contemporary United States is pitted against both older Western European understandings of feudal order and the communism of post-war Eastern Europe. Unsurprisingly, given Asimov’s staunch commitment to a mid-twentieth-century American understanding of liberalism, free-market capitalism wins every time”. De hecho, Asimov se declaraba abiertamente liberal, y así lo manifestó en sus memorias: “I have been a liberal all my life” (Asimov, 2009ª, p. 310), una visión, la propia del liberalismo norteamericano de la época, sin duda contraria a los excesos de un capitalismo desenfrenado, pero en ningún caso anticapitalista.
Con estas ideas como base de su pensamiento, al construir el cronotopo de la trilogía16, Asimov parece que principalmente se inspira en la obra de Edward Gibbon The History Of The Decline And Fall Of The Roman Empire, así como el propio autor manifiesta en diversas entrevistas17, al margen de que existan otras influencias, como las tesis del historiador Frederick Jackson Turner respecto de la formación de Estados Unidos (Käkelä, 2016). Si a esto le sumamos que la trilogía Foundation sigue el esquema de la mencionada consensus cosmogony, el resultado es inevitable: parecería que Asimov está replicando el modelo cíclico de la historia18 de Toynbee o de Spengler. La cuestión es determinar si, más allá de esta similitud, existe una influencia de tipo hipertextual con alguno de estos modelos
Respecto del primero de ellos, investigadores como Hassler (1988), Irwin (1997), White (2005, p. 85), Sawyer (2009, p. 491), Seed (2011, p. 100), Correia Félix (2014, pp. 109, 112) o Shippey (2016, p. 84) apuntan a su influencia en la trilogía19. Pez (s.f.) señala que fue un amigo de Asimov quien en 1944 le prestó el primer volumen de A study of History de Toynbee, lo que en su opinión influyó en la historia de Foundation que escribía en aquel momento, esto es, la primera parte de Foundation and Empire. Al margen de la veracidad de esta afirmación, parece que las ideas de Toynbee, bien sea por las propias lecturas de Asimov, bien sea por la influencia de su editor John W. Campbell20, ya estaban presentes con anterioridad, pues precisamente las primeras novelas de la trilogía son las que incorporan algunos elementos propios de las teorías de Toynbee. Este historiador opinaba que las civilizaciones crecen y progresan a medida que se enfrentan a desafíos que solucionan satisfactoriamente: sin desafíos la civilización decae, y ante desafíos que no puede resolver, colapsa. Cuando explicábamos la dinámica que sigue la primera parte de la trilogía Foundation, decíamos que seguía un patrón de este tipo: la Fundación se enfrenta a varias crisis cuya resolución hace que vaya creciendo y aumentando su influencia en los planetas vecinos. Así pues, vemos una clara influencia de Toynbee, que sin embargo no aparece con tanta nitidez en la segunda parte de la trilogía.
Respecto de la influencia de Spengler, sostenida por investigadores como Fitting (1979), Csicsery-Ronay Jr. (2008, p. 221) o Correia Félix21 (2014, p. 18), podemos tener más dudas. El esquema formulado por Oswald Spengler a principios de siglo XX plantea que las distintas civilizaciones siguen un patrón vital de varias etapas: juventud, crecimiento, florecimiento y decadencia. Así expresado, el planteamiento general es lo suficientemente vago como para servir de paraguas a cualquier novela de ciencia ficción escrita en la época y que siguiera el patrón cosmogónico que ya se ha indicado, por lo que es preciso profundizar algo más. En su obra La decadencia de Occidente (Spengler, 1966a y b), preveía la caída del capitalismo occidental, algo muy contrario a esa visión del futuro, optimista y liberal, que se refleja en la saga Foundation. De hecho, Asimov planteaba una regeneración del sistema, aunque este, en esencia, no se veía demasiado alterado, de modo que no podemos hallar aquí demasiadas similitudes con la propuesta de Spengler. Donde sí encontramos paralelismos, aunque en nuestra opinión no resulten concluyentes, es en su predicción del inminente advenimiento del cesarismo, entendido como un sistema de gobierno basado en una autoridad suprema: “Para nosotros, empero, a quienes un sino ha colocado en esta cultura y en este momento de su evolución; para nosotros, que presenciamos las últimas victorias del dinero y sentimos llegar al sucesor -el cesarismo- con paso lento, pero irresistible” (Spengler, 1966b, p. 451). Así pues, tras la democracia volveríamos al cesarismo, lo que en cierto modo sí vemos en la saga Foundation, pero solo como parte de un ciclo mucho más largo. No obstante, quizá sí podemos encontrar un nexo claro en la frase con la que Spengler comienza su obra, “[e]n este libro se acomete por vez primera el intento de predecir la historia” (Spengler, 1966a, p. 16), idea que es, de hecho, la base del segundo tomo, pues en él “analizando la práctica histórica de la humanidad superior, [se] intenta extraer la quintaesencia de la experiencia histórica, base que nos permite predecir la forma de nuestro futuro” (p. 55). Esta idea nos recuerda al concepto de psicohistoria que Asimov desarrolla en sus novelas, por lo que es probablemente aquí donde vemos, con mayor claridad, la influencia del filósofo en la obra de Asimov.
Nuestra conclusión es que existe una clara influencia de Toynbee, especialmente en lo que se refiere a la necesidad de desafíos para asegurar el florecimiento de las civilizaciones, y una más difusa influencia de Spengler, cuya visión pesimista no parece quedar reflejada en la saga Foundation. Sin embargo, como trataremos de probar a continuación, encontramos un diálogo hipertextual más claro en otra obra, quizá menos conocida, pero con la que se aprecian nexos muy concretos. Nos referimos a las Historias de Polibio. Se podría plantear en qué medida el Buen Doctor conocía este trabajo, pero Asimov nos ofrece una interesante prueba que, aunque indirecta, nos lleva a pensar que efectivamente sí habría leído la obra de Polibio. Un poema humorístico, publicado bajo el título The Foundation of S.F Success apenas un año después de la edición del último libro de la trilogía, contiene el siguiente fragmento:
So success is not a mystery, just brush up on your history, and borrow day by day. Take an Empire that was Roman and you'll find it is at home in all the starry Milky Way. With a drive that's hyperspatial, through the parsecs you will race, you'll find that plotting is a breeze With a tiny bit of cribbin' from the works of Edward Gibbon and that Greek, Thucydides. (Asimov, 1954; cursiva añadida)
Como podemos comprobar, Asimov reconoce explícitamente que entre sus fuentes de inspiración está Tucídides, que junto con Heródoto y Polibio forman quizá el más conocido grupo de historiadores griegos. Parece razonable asumir que, habiendo mostrado interés por la obra de uno de ellos, se inspirase también en el trabajo de los otros dos22. De hecho, en su tratado en relación a La República Romana, menciona explícitamente a Polibio en términos laudatorios:
Polibio pagó con creces su deuda hacia los Escipiones, pues escribió una historia de Roma durante el período de su ascenso a la dominación mundial. Aún sobreviven partes de su historia, y este griego tan tardíamente liberado por Roma nos legó el mejor relato que poseemos de los hechos de esta durante su época más heroica (Asimov, 1999, p. 67).
Debido a que La República Romana fue escrita en 1966, años después que la trilogía Foundation, no es posible asegurar que cuando escribió esta última, conociese la obra de Polibio. Afortunadamente, no es preciso apuntalar nuestra hipótesis en estas evidencias circunstanciales, pues, como veremos a continuación, los paralelismos entre la teoría de Polibio, la anaciclosis, y la evolución descrita en la saga Foundation difícilmente pueden explicarse a base de la casualidad.
3. Anaciclosis en la trilogía Foundation
El historiador griego Polibio, nacido en torno al año 200 a.C., inspirado en parte por La República de Platón, analiza en el libro VI de su monumental obra, Historias, el ciclo de las distintas constituciones, ciclo que se va repitiendo en el tiempo, y que denomina anaciclosis23. La idea parte de que existen tres formas de gobierno canónicas, cada una de estas cuenta con su forma degenerada: “[…] a cada una de las constituciones le es congénita y le acompaña por naturaleza una forma degenerada: a la realeza la forma llamada monárquica, a la aristocracia, la oligarquía y a la democracia, la forma animalesca y basada en la fuerza bruta [oclocracia]” (Polibio, 2008, p. 149). La anaciclosis plantea que cada una de estas formas de gobierno se va sucediendo en un orden concreto, comenzando con la realeza que degenera en monarquía, sistema con rasgos tiránicos, para ser sustituida por la aristocracia, que tras degenerar en oligarquía sucumbe a la democracia. En este último estadio, y tras su corrupción en oclocracia, se repite el ciclo. Así pues, no se trata únicamente de una alternancia en los sistemas de gobierno, sino que Polibio apunta a un orden muy concreto: “He aquí el ciclo completo de las constituciones, he aquí su orden natural de acuerdo con el cual las constituciones cambian y se transforman y nuevamente retornan a su estadio primitivo. Cuando alguien conoce en profundidad este tema […] raramente se equivocará en cuanto al grado de desarrollo de cada uno o de decadencia o en qué se transformará […]” (Polibio, 2008, p. 148). Veamos hasta qué punto Foundation recoge estas ideas.
La historia de la trilogía, como ya hemos comentado, se inicia con un Imperio Galáctico de colosales dimensiones: “There were nearly twenty five million inhabited planets in the Galaxy then, and not one but owed allegiance to the Empire whose seat was on Trantor” (Asimov, 2004a, p. 4). La forma de gobierno durante los últimos milenios había sido la realeza, con un emperador casi omnipotente, de manera que nos encontramos en el momento inicial de la anaciclosis de Polibio. Sin embargo, el Imperio se encuentra ya en una fase de transición, en la que esta forma de gobierno va degenerando hacia la monarquía, con emperadores cada vez más incapaces y despóticos. Este punto se va desgranando en el transcurso de la trilogía, que por boca de diferentes personajes y citas paratextuales a la Enciclopedia Galáctica24 nos muestra una realidad distinta a la del Imperio en su apogeo. De hecho, es en una de estas citas en donde se aprecia con mayor claridad esta decadencia: “It is to be remembered that the impossibility of proper administration of the Galactic Empire under the uninspired leadership of the later Emperors was a considerable factor in the Fall” (p. 12). Pero Asimov no solo apunta a la incompetencia, pues el carácter despótico de los últimos gobernantes también es señalado con claridad. Onum Barr, un patricio del Imperio caído en desgracia, se refiere en los siguientes términos al Emperador: “[the planet was] thrown open to the admiral with every gesture of loyalty to the Emperor. Why we did this, -I'm not sure. Maybe we felt loyal to the symbol, if not the person, of the Emperor, -a cruel and vicious child” (p. 248).
De acuerdo con la lógica de Polibio, este sistema debería desaparecer en favor de una aristocracia, y aquí Asimov nos muestra un inteligente juego. Por una parte, en el seno del Imperio aparece este impulso, de manera que un grupo de familias se van alzando poco a poco con el poder. Sin embargo, su orientación dista mucho de ser altruista, y actúan movidos por intereses espurios y egoístas, por lo que estamos ante una oligarquía, la forma degenerada de la aristocracia:
The aristocratic coterie rose to power after the assassination of Cleon I, last of the Entuns. In the main, they formed an element of order during the centuries of instability and uncertainty in the Imperium. Usually under the control of the great families of the Chens and the Divarts, it degenerated eventually into a blind instrument for maintenance of the statu quo (Asimov, 2004a, p. 24).
De hecho, el sistema fracasa y son apartados del poder para volver de nuevo a la monarquía: “They were not completely removed as a power in the state until after the accession of the last strong Emperor, Cleon II” (p. 24).
Por otra parte, en la Fundación, recién constituida en el planeta Términus por apenas cien mil personas, también se opta por un sistema aristocrático, en este caso en su sentido canónico, de manera que es un grupo de los individuos más capaces el que ostenta el poder. Son los mejores científicos enviados al planeta quienes gobiernan mediante un órgano denominado “the Board of Trustees of the Encyclopedia Committee”. Ya que el objetivo inicial de la Fundación era precisamente la elaboración de una gran Enciclopedia Galáctica, compendio de todo el saber humano, son los encargados de su redacción25 quienes asimismo controlan política y administrativamente la sociedad. Poco sabemos de este primer periodo, pero aparentemente resulta un éxito:
Fifty years now; fifty years to establish themselves and set up Encyclopedia Foundation Number One into a smoothly working unit. Fifty years to gather the raw material. Fifty years to prepare. It had been done. Five more years would see the publication of the first volume of the most monumental work the Galaxy had ever conceived. And then at ten-year intervals -regularly- like clockwork - volume after volume. And with them there would be supplements; special articles on events of current interest […] (p. 50).
También es significativo el hecho de que, según Polibio, “tal cosa [la revolución que conduce a la formación de la aristocracia] se produjo no a impulso de los hombres peores sino de los más nobles y magnánimos, que eran además los más audaces” (Polibio, 2008, p. 145). Exactamente como sucede en Foundation, pues es Hari Seldon quien carga sobre sus hombros esta titánica tarea, pagando de hecho un elevado coste personal: es desacreditado académicamente y cerca está de ser condenado a muerte.
En resumen, la prevista transición de tiranía a aristocracia que define Polibio se acomete de forma fallida en el Primer Imperio, destinado a desaparecer, y de forma exitosa en la Fundación, destinada a convertirse en el germen del Segundo Imperio. Parece como si Asimov nos presentase la anaciclosis como un ciclo de cuya evolución satisfactoria depende el éxito futuro de una civilización.
Pero la anaciclosis continúa en la Fundación, y, pese a los éxitos iniciales, aquella ilustrada aristocracia ha degenerado rápidamente en una oligarquía, con un poder absoluto que utiliza para sus propios fines en detrimento del bienestar de la sociedad en su conjunto, lo que incluye incluso la censura de los medios de comunicación. El Alcalde de Términus, Salvor Hardin, explicita esta situación en un diálogo con uno de los enciclopedistas y en la discusión que mantiene con el Board of Trustees, que reproducimos a continuación:
The Board of Trustees of the Encyclopedia Committee has been given full administrative powers. I, as Mayor of Terminus City, have just enough power to blow my own nose and perhaps to sneeze if you countersign an order giving me permission. (Asimov, 2004a, p. 51) -There’s a good million of us here on Terminus, and not more than a hundred and fifty thousand are working directly on the Encyclopedia. To the rest of us, this is home. […]. We want them protected He was shouted down. -The Encyclopedia first, -ground out Crast. -We have a mission to fulfill. (p. 68)
Tras este sistema, y siguiendo la lógica de Polibio, debería surgir una democracia, y esto es exactamente lo que sucede. Mediante un golpe de Estado, Salvor Hardin, el hasta entonces alcalde títere de Términus, derroca al Board of Trustees y se alza con el poder. Sus intenciones son nobles, pues es la única forma de salvar al planeta de la amenaza de conquista por parte de sus vecinos de Anacreonte, y, efectivamente, tras salvar la crisis, establece un sistema democrático. Él mismo se somete al juego electoral, y de hecho está a punto de perder las elecciones frente a un joven y agresivo rival, así como le señala su mejor amigo y aliado: “Treat him [your rival] with kid gloves and he's quite liable to win the next election, just as he says” (Asimov, 2004a, p. 109). Este nuevo sistema de gobierno, muy poco conocido tras milenios de dominio imperial, se acaba consolidando tras algunos titubeos, y años más tarde, cuando la Fundación es ya una potencia en la galaxia, la democracia es suficientemente robusta. Arcadia Darell, protagonista de la segunda parte de Second Foundation, lo expone con absoluta claridad: “The despotic times of the pre-Conquest hereditary mayors have given way to the democratic elections of early times” (Asimov, 2004c, p. 107).
Para cerrar el círculo descrito por Polibio, nos falta únicamente la vuelta a la realeza. Debido a que la trilogía termina apenas unos cientos de años después de constituir la Fundación, las novelas no describen esta última transición, que sin embargo está explicitada continuamente: el objetivo final de la Fundación es el surgimiento de un Segundo Imperio Galáctico. El alcalde Hardin, al igual que muchos otros personajes a lo largo de la trilogía, explica este último estado: “The Foundation, as he [Hari Seldon] says, was established as a scientific refuge - the means by which the science and culture of the dying Empire was to be preserved through the centuries of barbarism that have begun, to be rekindled in the end into a second Empire” (Asimov, 2004a, pp. 118-119).
Completamos de este modo el ciclo descrito por Polibio, en el que hemos pasado por todas las etapas que describió en su obra, tanto canónicas como degeneradas, y además en el orden señalado por el historiador griego. Sin embargo, este último Estado, el Segundo Imperio, tampoco parece el definitivo, pues, secretamente, la Segunda Fundación conspira para convertirse en la clase dominante una vez se consolide. De algún modo, Asimov nos avanza que la última y definitiva forma de gobierno será una aristocracia constituida por los oradores de la Segunda Fundación. La conversación entre un orador y su discípulo deja claras sus intenciones a este respecto:
Conditions have been so arranged and so maintained that in a millennium from its beginnings - six hundred years from now, a Second Galactic Empire will have been established in which Mankind will be ready for the leadership of Mental Science. In that same interval, the Second Foundation in its development, will have brought forth a group of Psychologists ready to assume leadership. Or, as I have myself often thought, the First Foundation supplies the physical framework of a single political unit, and the Second Foundation supplies the mental framework of a ready-made ruling class (Asimov, 2004c, p. 126-127)
Como vemos, la rueda de la anaciclosis continúa girando. En las dos últimas entregas de la saga, Foundation’s Edge (1982) y Foundation and Earth (1986), escritas más de treinta años después, Asimov plantea nuevas posibilidades basadas en la entonces popular hipótesis Gaia de James Lovelock26. Sin embargo, nunca olvidaría las fuentes originales de su pensamiento, y en Forward the Foundation (1993) dedica un capítulo a la historia de Joranum, un populista que amenaza con desestabilizar el Imperio mediante un discurso demagógico que cada vez gana más adeptos. Es quizá una nueva referencia a la obra de Polibio, concretamente a la amenaza que representa la oclocracia. Pero estamos ante relaciones hipertextuales diferentes, fruto de la evolución en el pensamiento de Asimov, y que no analizaremos aquí, pues no forman parte de la trilogía original.
4. Conclusiones
La trilogía Foundation, además de haber recibido el premio Hugo a la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos, está considerada una obra de referencia en la ciencia ficción. Su influencia en novelas posteriores ha sido notable, su éxito comercial incuestionable27, y, aun más relevante, ha suscitado y aun suscita un gran interés académico28. Por estas razones, resulta de interés profundizar en uno de los elementos clave de la obra, esto es, las relaciones hipertextuales que presenta.
Según hemos analizado en este trabajo, diversos investigadores proponen una lectura palimpséstica de la saga Foundation a base del modelo de Spengler. Sin negar dicha influencia, desde nuestro punto de vista esta interpretación presenta dos debilidades. La primera de ellas está relacionada con el hecho de que gran parte de la producción novelística de la época seguía un patrón similar, la consensus cosmogony, que incluía un proceso cíclico de decadencia y surgimiento de un nuevo imperio, por lo que no es preciso recurrir a las tesis de Spengler para explicar dicho patrón. Asimov podría, simplemente, haber seguido el esquema habitual entre los escritores de ciencia ficción de ese periodo. La segunda está relacionada con la visión política de Asimov, reflejada en la saga Foundation y muy próxima al liberalismo norteamericano de la época, que no parece encajar con el pesimismo spengleriano respecto de la civilización occidental. Sin embargo, la idea de Spengler de “avanzar más allá del presente, más allá de los límites de la investigación [historiográfica], y predecir la forma, la duración, el ritmo, el sentido, el resultado de las fases históricas que aún no han transcurrido” (Spengler, 1966, p. 122), sí está presente con claridad en la trilogía, concretamente en el propio concepto de la psicohistoria asimoviana.
Otros investigadores apuntan a la influencia de Toynbee, aunque en este caso sí encontramos nexos más concretos que parecen apoyar dicha hipótesis. Una de las ideas clave en el pensamiento de este historiador es, precisamente, que las civilizaciones necesitan afrontar y superar desafíos para poder progresar, pues en su ausencia, la sociedad decae y desaparece. Y esta es exactamente la dinámica narrativa que encontramos en la primera parte de la trilogía Foundation, en la que la recién creada Fundación se enfrenta a varias crisis cuya resolución hace que vaya creciendo y aumentando su influencia en los planetas vecinos. Sin embargo, esta influencia parece limitarse a esta primera parte, pues en la segunda mitad de la trilogía, la influencia se hace sensiblemente más difusa.
Por estas razones pensamos que Historias de Polibio, y más concretamente su Libro VI, en el que describe la llamada anaciclosis, es una fuente de inspiración más notoria, ya que no solo abarca a la trilogía al completo, sino que presenta nexos verificables muy concretos. Más allá de que el Buen Doctor mencionase su interés por la historia de Grecia y reconociese una influencia directa en su trabajo, hemos comprobado que los paralelismos con el ciclo político que describe Polibio son considerablemente sólidos. Comenzando con un Imperio en decadencia, los distintos sistemas de gobierno recogidos en Historias se suceden con enorme precisión, respetando incluso el orden propuesto por el historiador griego: realeza, tiranía, aristocracia, oligocracia y democracia. Es más, Asimov parece decirnos que interrumpir este ciclo tiene consecuencias nefastas. En el primer Imperio así sucede, y tras un breve periodo de oligocracia, en lugar de evolucionar hacia un sistema democrático retorna a la monarquía. Y lo cierto es que, sea o no a causa de ello, el primer Imperio acaba desapareciendo. Por el contrario, en la Fundación el ciclo de la anaciclosis se desarrolla con toda precisión, cubriendo una a una sus distintas etapas, en un camino que lo conduce inexorablemente a la formación del Segundo Imperio.
En nuestra opinión, esta y otras interesantes relaciones hipertextuales son las que han encumbrado a la saga Foundation al preeminente lugar que actualmente ocupa entre la literatura de ciencia ficción. El propio Asimov explica que, al escribir sus novelas, buscaba intencionadamente esta interpretación palimpséstica, consciente de que sería apreciada por los lectores más sofisticados:
A story can be written on two levels. On the surface, it is simply a story, and anyone can read it as such and be satisfied. […] But the simple characters and events of the surface may stand for (or symbolize) other subtler things. Below the surface, therefore, there may be hidden and deeper meanings that children and unsophisticated adults don’t see. Those who can see the inner structure, however, can get a double pleasure out of it. First, since the inner structure is usually cleverer and more convoluted than the surface, it exercises the mind more pleasantly. Second, since it is not easy to detect, the reader has the excitement of discovery and the pleasure of admiring his own cleverness (Asimov, 2009b, p. 369).
Como reflexión final, en el caso de la trilogía Foundation, nuestro punto de vista es que la importancia de tales relaciones hipertextuales es doble. Por una parte, al construir el cronotopo de la saga a base de una teoría real, difícilmente hallaremos debilidades en su estructura lógica, o al menos hacerlo nos resultará mucho más complicado que si la base hubiera sido una especulación ociosa en las formas de gobierno. Por otra, y como ya hemos comentado, permite una lectura palimpséstica, enriqueciendo sensiblemente la experiencia del lector con formación humanística. El resultado es varias novelas que pueden ser criticadas en muchos sentidos, como indicábamos al principio de este artículo, pero que tienen la importante virtud de ser capaces de excitar la imaginación.