INTRODUCCION
Los antecedentes sobre la presencia de los complejos fumatorios en Chile se apoyan en la aparición de pipas durante el período Alfarero Temprano y el consumo generalizado de Nicotiana spp. (Planella et al. 2012; Quiroz et al. 2012; Echeverría et al. 2014; Carrasco et al. 2015; Belmar et al. 2016; Quiroz et al. 2016; Gili et al. 2017). En el área centro-sur de Chile, la presencia de elementos vinculados a las tradiciones fumatorias se extiende hasta tiempos históricos. Asimismo, se cuenta con relevante información etnográfica y etnohistórica referida a estas prácticas (véasePlanella et al. 2016). Esta continuidad de uso es un hecho particular que no se registra en el norte semiárido ni en la zona central de Chile, y es principalmente explicado por la ausencia de grupos étnicos originarios debida a desplazamientos forzados vinculados a momentos históricos. En ese sentido, el acceso a este tipo de costumbres en la zona centro-sur de Chile nos acerca a detectar continuidades y cambios asociados a ellas, por ejemplo a través de posibles variaciones en los tipos de pipas y sus decoraciones, y de lo que se consumió en ellas.
Los registros documentales en el área de estudio señalan varias denominaciones para las pipas, tales como kütras (Guevara, 1911), kitra (De Augusta, 1966[1916]) y quichras, quitras y cütras (Latcham, 1936). En relación con el acto de fumar, Guevara (1911) señala que la palabra pütrem se refiere a toda sustancia fumable y pütremen o pütremtun al acto de absorber el humo, quemar algo que echa humo y al mismo acto de fumar (Guevara & Oyarzún, 1912). Sin duda, las diversas fuentes destacan la importancia del tabaco y del humo en la ejecución de ceremonias como nguillatun, juntas de rogativas, invocaciones, ritos de sanaciones y de iniciación de machi, conjuros, alianzas de paz o lúdico-domésticas (Núñez de Pineda & Bascuñán, 1863[1637]; Molina, 2000 [1788]; Rosales, 1877-1878; Medina, 1898; Guevara, 1911; Guevara & Oyarzún, 1912; Joseph, 1931; Serrano, 1934; Latcham, 1936; Housse, 1940; Cooper, 1949; Titiev, 1951; Falkner, 1957; Moesbach, 1992[1959]; Foerster, 1985; Erize, 1987; Gundermann, 1985; Foerster, 1995; Foerster & Gundermann, 1996). Incluso existen referencias de ritos de sanación o machitún, donde una machi hace de oficiante y utiliza el humo de una quitra (Núñez de Pineda & Bascuñán, 1863[1637]; Molina, 2000 [1788]; Guevara, 1911; Métraux, 1942; Faron, 1964; Dowling, 1971; Citarella, 1995).
Frente a este cúmulo de información, resulta relevante indagar, a través del registro arqueológico, en algunas dimensiones del fumar en el área centro- sur, que nos permita profundizar en su compresión como una práctica generalizada desde el período Alfarero Temprano hasta tiempos históricos. Para ello, primero expondremos antecedentes arqueológicos inéditos de la proveniencia de las pipas, para luego describir sus morfologías y decoraciones. Posteriormente, entregaremos los resultados de los análisis de los residuos de uso, específicamente la evidencia microfósil y química, que indican qué elementos fueron introducidos y/o fumados en las pipas. Tomando en cuenta la importancia del humo en el mundo mapuche, y considerando al Complejo Pitrén como parte de su sustrato cultural, también se incluyó en el análisis una pieza que sugiere su uso en la emanación de humo, correspondiente a un jarro (pichimetawe) de seis bocas, del sitio Villa JMC-1, Labranza.
ANTECEDENTES
Si bien se conoce la abundancia de pipas para el área centro - sur de Chile, son pocas las que efectivamente cuentan con datos de procedencia. Se revisaron las colecciones depositadas en el Museo Regional de la Araucanía, Museo Histórico y Antropológico Mauricio Van de Maele y Museo Mapuche de Cañete. Del total de 132 pipas registradas en estos museos, solo tres efectivamente contaban con los datos necesarios para ubicarlas espacial y temporalmente; por lo tanto, recurrimos a piezas recuperadas de excavaciones vinculadas a proyectos de investigación y de impacto ambiental, logrando contextualizar 12 fragmentos de pipas. Las piezas muestreadas provienen de nueve sitios arqueológicos distribuidos en el valle central y en la isla Mocha (Fig. 1). A la fecha, estos yacimientos -ubicados cronológicamente entre los 1100 y los 300 años AP (Tabla 1)- se encuentran en distintas fases de investigación, aportando información disímil acerca de sus contextos. La pieza analizada de Villa JMC-1, Labranza es la única del período Alfarero Temprano (PAT), mientras que las demás han sido asociadas a los períodos Alfarero Tardío y Colonial.
El sitio Villa JMC-1, Labranza se emplaza en la sección media del río Cautín, a unos 10 km al oeste de Temuco, región de La Araucanía (Mera & Munita, 2008; Mera, 2014). El ambiente corresponde a una terraza fluvial amplia, que hasta hace poco tiempo aún conservaba lagunas y humedales de tamaño importante. Corresponde a un cementerio que fue encontrado producto de la construcción de viviendas sociales, reconociendo una superficie para el yacimiento de unos 200 m2 aprox. Se registraron 48 contextos funerarios y restos bioantropológicos de 23 individuos en muy mal estado de conservación, todos ellos en asociación a conjuntos de ofrendas. Como parte de los ajuares se identificaron aros de cobre de alta pureza (Munita et al. 2011; Mera et al. 2015) y cuentas sobre valvas de ostión (Pecten sp.), cerámica, lutitas y otras materias primas líticas (Bracchitta & Seguel, 2009; Mera, 2014). Dentro de las ofrendas destaca toda la ergología de vasijas Pitrén (Adán, 2000; Ocampo et al. 2004; Mera & Munita, 2006), mayormente monocromas y algunas con técnica resistente (negativa), con modelados anfibiomorfos, antropomorfos y biomorfos y botellas con asas de suspensión, entre otras.
Previo a la realización de este trabajo fueron estudiados los microfósiles de residuos adheridos en dos pipas cerámicas recuperadas de este sitio, constatando la presencia diferencial de almidones y silicofitolitos en los hornillos y tubos/boquilla de las pipas, y observando mayor cantidad de almidones y diversidad de microfósiles en las boquillas que en los hornillos. Entre los taxones identificados destacan morfotipos adscritos a Poaceae y Solanaceae, además de almidones símil Nicotiana sp. y Solanum sp. (Quiroz et al. 2012).
Por su parte, la pieza analizada en el sitio Villa JMC-1, Labranza forma parte de un contexto fúnebre (rasgo 23) en el que se recuperaron cinco vasijas, correspondientes a dos jarros simétricos (Tipo 1, Adán, 2000), una olla de base plana (Tipo 6, op. cit.), un jarro simétrico sin decoración (Tipo 15, op. cit.), una lasca, una argolla/aro de cobre y una cuenta lítica circular probablemente de lutita. La pieza estudiada corresponde a un modelado complejo (de acuerdo con el Tipo 18, op. cit.) descrito inicialmente como un jarro pequeño con seis bocas (Mera & Munita, 2008).
En el área insular, el sitio P21-3 corresponde a un denso conchal que supera los dos metros de potencia y se ubica en el extremo sur de la isla Mocha, comuna de Lebu, Provincia de Arauco, región del Bío Bío. Se excavaron niveles históricos y alfareros tardíos (Matisoo-Smith et al. 2011), confirmando la complejidad de los contextos ya descritos en trabajos anteriores (Quiroz & Sánchez, 1997). Las diferentes áreas excavadas en Parcela 21 se encuentran emplazadas en la parte baja de una ladera de cerro, separada de la terraza marina III por un escarpe de erosión, en una cota cercana a los 25 msnm (Prieto, 1997, p. 97). Así como en P21-1/P21-2 fueron registrados componentes habitacionales y funerarios, en P21-3 se halló el entierro de un infante en una urna funeraria, en los niveles adscritos para el Alfarero Tardío, observando la integración del componente funerario en un locus de actividades domésticas. No solo este aspecto es similar a los contextos anteriormente descritos de la Parcela 21, también los restos de consumo y los materiales culturales se asocian directamente a las industrias identificadas, destacando instrumentos diagnósticos como piezas metálicas con contenido de cobre, una cuenta en materia prima lítica de color verde, cuentas carbonizadas -aparentemente elaboradas en materiales orgánicos-, “palas” en huesos de cetáceos, como las halladas en P31 (Becker, 1997), diversos instrumentos de hueso como agujas, anzuelos y punzones, fragmentos incisos y otros pulidos, sin decoración y de funcionalidad indefinida, una tortera ósea de morfología muy similar a las registradas para la cultura Diaguita, un yunque lítico y cuchillos en valvas de mitílidos. Este sitio se encuentra en proceso de investigación y las características aquí descritas solo corresponden a algunos elementos registrados durante su excavación. Las pipas analizadas fueron recuperadas en los niveles inferiores de la ocupación del Alfarero Tardío en el conchal, entre los 150 y 190 cm de profundidad.
También en Isla Mocha, otro sitio es P31-1, uno de los más investigados de la isla. Se encuentra a 50 msnm aproximadamente y ocupa una extensa área descrita como campo de dunas (Prieto, 1997) de la terraza litoral, entre el piedemonte y el borde costero. En términos arqueológicos, fue caracterizado inicialmente por el equipo de trabajo de los proyectos FONDECYT 1921192 y 1950175 (Quiroz & Sánchez, 1997), siendo reevaluado por Campbell (2011), quien lo identifica como un centro político (una posible jefatura) en el lado oriente de la isla, siendo probablemente una de las áreas más visitadas por los europeos durante la Colonia. Por otra parte, las evidencias arqueológicas y etnohistóricas demostrarían una funcionalidad compartida, residencial y ritual para el sector definido arqueológicamente como P31-1 (op. cit., 49). La pieza analizada en este trabajo fue recuperada en el nivel 20-30 de la capa 1.
Refiriéndonos nuevamente a yacimientos en el continente, el sitio Lomas de Chol-Chol 1 se ubica próximo a la ciudad de Nueva Imperial, en la región de La Araucanía. Se emplaza en la cima de un sistema de cerros que delimita el valle del río Chol- Chol por el noroeste en este tramo (Hermosilla, 2006). Corresponde a un sitio habitacional, adscrito crono-culturalmente al período Alfarero Tardío. En cuanto a las características del yacimiento, éste evidencia procesos post-depositacionales que afectaron el depósito (fundamentalmente un intenso pisoteo), lo que se tradujo en rasgos muy disturbados y una alta fragmentación y erosión del material cerámico (Donoso, 2013). Dentro del conjunto alfarero, los tipos decorativos distintivos y con una relativa alta presencia son los incisos (lineales, cuneiformes y punteados) y las lentejuelas al pastillaje, además de las piezas con engobe. Por otra parte, el conjunto lítico, desde una perspectiva funcional, refleja la realización de una serie de labores de índole doméstica asociadas a un asentamiento multifuncional que involucraría cierta permanencia o intensidad en el tiempo, denotadas especialmente en la explotación y descarte in situ de recursos pétreos locales (Peralta, 2008). En relación a las pipas, se recuperó una pipa completa y un fragmento de pipa, ambas de cerámica y recolectadas de la superficie.
De los yacimientos arqueológicos excavados en el marco de la construcción del By Pass de Temuco, destaca el sitio Km 0-Enlace Cajón (Ciprés Consultores, 2002); en él se identificaron los restos de una ruka mapuche de momentos del contacto entre las poblaciones local e hispana. Se excavó un volumen de 44 m3, distribuidos en un área de 105 m2, donde se registró la presencia de 25 hoyos de poste, varios de ellos alineados y probablemente relacionados con las diferentes habitaciones de la ruka; fogones de distintas dimensiones con materiales asociados, y bolsones de diversa planta y profundidad con restos relacionados, siendo varios de ellos interpretados como basureros. Entre los restos culturales rescatados destaca la presencia de un hacha en piedra pulida, variados instrumentos y artefactos sobre obsidiana, sílices y principalmente basalto y andesita; manos de moler, cuchillos y raspadores; una punta de proyectil fracturada de morfología tardía; una pequeña olla cerámica, y un aro rectangular con muesca fracturado, elaborado en bronce (Cu + As) (Munita et al. 2011). La presencia de restos materiales de mayor tamaño en un sector del sitio, muchos de ellos con hollín en la superficie, y de un “leño” quemado sobre las improntas de hoyos de poste, podrían dar cuenta de una situación de abandono producto de algún evento catastrófico (probablemente un incendio). A pesar de la gran cantidad de materiales recuperados en el sitio, la unidad de procedencia de la pipa analizada en este trabajo (cuadrícula J13, entre los 0 y 30 cm) se distinguió por la escasa presencia de restos arqueológicos y la ausencia de otros rasgos (Ocampo et al. 2005).
Registrado y rescatado también en el marco de la construcción del By Pass de Temuco, el sitio Km 4-Kef Kef Wenu corresponde a un asentamiento habitacional de características mapuche histórico coloniales. Presenta dos sectores de mayor intensidad de ocupación y evidencia rasgos domésticos de habitación, preparación y consumo de alimentos, tales como fogones y concentración de piedras de moler. A su vez, se encuentran fragmentos cerámicos diagnósticos con círculos incisos, pintura blanca sobre rojo, roja sobre blanca y cuellos de challa1, entre otros. Destaca también un fragmento metálico correspondiente al pihuelo2 de un estribo, elemento asociable al complejo ecuestre3. Por su parte, se identificó material lítico pulido y tallado, realizado en materias primas locales (principalmente sílices y basaltos, etc.) y de procedencia más alejada (obsidianas). Inicialmente, este sitio fue interpretado como un contexto histórico tardío, aunque el fechado radiocarbónico obtenido, así como la observación más detallada de las evidencias materiales, dan cuenta de la necesidad de reevaluar estas primeras interpretaciones. La pipa analizada fue recuperada de la superficie del sitio.
Aunque no se cuenta con mayores descripciones, el sitio Treke II fue registrado en el marco del proyecto “Evolución del impacto del hombre en ecosistemas litorales marinos” (Sanhueza, 1989), en el área costera -lafkenche- de Queule, provincia de Cautín, región de La Araucanía, se habrían observado y descrito las actividades económicas de la comunidad local, especialmente la recolección marina, esperando correlacionar dichos resultados con excavaciones arqueológicas (op. cit.). En este trabajo se analizó un fragmento cerámico indefinido que fue recuperado de la superficie del sitio.
Más al sur, el sitio MillahuiUín 1, ubicado en la comuna de Máfil, región de Los Ríos, corresponde a un cementerio mapuche asociado a la tradición bícroma (estilo Valdivia). Se encuentra emplazado en el aterrazamiento de una loma que es parte de un sistema de cerros que rodean humedales asociados a las extensas llanuras aluviales de la cuenca media del río Cruces.
La interpretación de los datos aportados por Millahuillín 1 permite dar cuenta, en términos arqueológicos, de las costumbres fúnebres y el habitar por parte de los grupos mapuche-huilliche o reche-mapuche (Adán, 2014) durante los tres siglos previos a la instalación de la República, no solo con relación a la inhumación de los individuos, sino también de la ritualidad llevada a cabo en el cementerio, ratificando referencias históricas como el uso de estructuras de madera en los enterratorios (uso de tablones y depositación de ofrendas ovinas, ambas costumbres referidas en El cautiverio feliz de Núñez de Pineda y Bascuñan (1863[1637]), otorgándole una profundidad mayor y un correlato material y arqueológico a datos etnohistóricos.
Las dos piezas analizadas en este trabajo fueron recuperadas mediante el harneo sistemático de los sedimentos removidos durante las faenas forestales que suscitaron el hallazgo del sitio. Asimismo, la pipa analizada del sitio Millahuillín 2 -emplazado a aproximadamente a 1,2 km de Millahuillín 1- fue recuperada de los sedimentos removidos e inspeccionados durante el peritaje arqueológico (Adán, 2012). En este sitio, además de la pieza muestreada, las vasijas completas dan cuenta de un cementerio. En los sedimentos removidos se identificaron jarros con engobe rojo, una olla monocroma con estriamiento anular en el cuello (challa) y un excepcional vaso Valdivia con morfología de copa, de influencia hispana.
Ambos sitios, Millahuillín 1 y 2, evidencian contextos funerarios de la cultura mapuche- huilliche, con diferentes elementos diagnósticos de relaciones interétnicas locales ancestrales/ hispanas, durante tiempos coloniales en la Jurisdicción de Valdivia, dando cuenta de las actividades fumatorias del período.
METODOLOGÍA
Análisis cerámico y muestra de estudio
Para realizar el análisis se utilizaron variables orientadas a caracterizar los atributos morfológicos y decorativos observados en cada una de las pipas4 (Planella et al. 1995; Alfaro, 2013); además, para los ejemplares completos o poco fracturados se utilizó la tipología elaborada durante el desarrollo del proyecto FONDECYT 1121097 (Alfaro, 2015), en el cual se ficharon las pipas cerámicas facilitadas por diferentes museos y proyectos. Es importante mencionar que para el área sur ya se había propuesto una tipología (Ortiz, 1968) que, a diferencia de la nuestra, incluyó tanto las pipas cerámicas como líticas, generando un número significativo de tipos al clasificarlas por rasgos tecnológicos que en ese momento fueron considerados como diferenciadores, pero que en nuestro trabajo fueron integrados en una misma categoría.
Ambas tipologías fueron posibles de realizar debido a que las muestras a partir de las cuales se elaboraron presentan un muy buen estado de conservación; sin embargo, para la mayoría de estas pipas no se cuenta con los datos de sus contextos ni tampoco referencias de los lugares desde donde fueron recuperadas, lo que se ha transformado en una gran desventaja al no poder, por ejemplo, relacionar uno o más tipos con un grupo cultural específico, establecer si existe alguna diferenciación regional o si hay una continuidad temporal o no en el tipo de pipa utilizada, salvo en el caso de las T invertidas que han sido recuperadas en sitios asociados a diversos períodos (Tabla 2).
El conjunto analizado en el presente estudio incluye un fragmento de pipa lítica y 11 pipas cerámicas provenientes de ocho sitios con diferentes asignaciones culturales (Tabla 2). Ningún ejemplar se encuentra completo; no obstante, en seis de ellos se pudo identificar el tipo específico de pipa, mientras que los seis restantes estaban altamente fragmentados sin posibilidad de asociarlos con uno de los tipos definidos.
Caracterización de las pipas
Pipas tipo T invertida
Este grupo se encuentra conformado por cuatro pipas cerámicas recuperadas de tres sitios (Tabla 3), y si bien todas pertenecen a un mismo tipo, es decir, poseen un hornillo central y dos tubos dispuestos en direcciones opuestas, se identificaron rasgos que las diferencian entre sí. El primero de los ejemplares, proveniente de Millahullin 2, tiene un hornillo con forma levemente cónica evertida (diámetro 24 mm) y dos boquillas de forma cónica y secciones elípticas (diámetros 25 y 14 mm) y es el único de este conjunto que está decorado, específicamente con engobe rojo (Fig. 2: a, b, c). Los ejemplares registrados en los sitios Lomas de Chol-Chol (Fig. 2: d, e, f) y Villa JMC-1, Labranza (Fig. 3: a, b, c) también presentan dos boquillas, pero se diferencian del caso anterior debido a que tienen dos mamelones dispuestos en la base del hornillo; este último presenta una forma cónica evertida y un diámetro de 33 mm (solo una de estas pipas conservaba el hornillo), la forma de 34mm). La cuarta pipa, también recuperada en las boquillas es cónica y sus secciones circulares Villa JMC-1, Labranza (Fig. 3: d, e, f), posee (diámetro 17mm) y elípticas (diámetros 17 y dos boquillas y dos mamelones perforados emplazados en la base del hornillo, siendo tubos rectos y de sección circular (diámetro 21 mm). Todas estas pipas tienen sus superficies pulidas, y debido a que se encuentran fracturadas desconocemos sus longitudes (las longitudes incompletas varían entre 39 y 79 mm) pero sí pudimos consignar sus alturas, que fluctúan entre 28 y 42 mm. Basados en la muestra aquí analizada y en las asignaciones dadas a los sitios desde donde fueron recuperadas las pipas T invertidas, podemos establecer que este tipo se utilizó desde el período Alfarero Temprano hasta el Colonial (Tabla 2).

Fig. 2 a-c) pipa T invertida con decoración de engobe rojo (sitio Millahuillín 2); d-f) pipa T invertida con mamelones en la base del hornillo (sitio Lomas de Chol-Chol).
Pipa tipo Acodada
Este tipo se caracteriza por poseer un hornillo dispuesto en uno de los extremos de la pipa, desde el cual se desprende una boquilla. Se recuperó un ejemplar en el sitio MiUahuiUín 1, aunque debido a la intervención previa no se pudo establecer una relación directa entre esta pipa y alguna tumba específica. Esta pipa cerámica, de superficie pulida, presenta un hornillo cónico evertido, el que se encuentra levemente inclinado (diámetro 21 mm); la forma de su boquilla es recta y su sección subrectangular (diámetro 17 mm). Debido a que está fracturada, se consignó la longitud incompleta, que es de 33 mm, misma medida que presenta su altura (Fig 4: a, b).
Pipa tipo Cónica Directa
Ejemplar recuperado también desde el sitio MiUahuiUín 1. Esta pipa cerámica está conformada por una boquilla y un hornillo sin un borde que se eleve verticalmente sobre la superficie superior de la pieza; tiene un contorno continuo sin que exista diferenciación entre los sectores que la componen, presentando una forma cónica en planta y un tubo de sección circular (diámetro 17 mm). Su longitud es 50 mm (incompleto) y su altura es 25 mm. La superficie se encuentra pulida y decorada con círculos aplicados en toda la pipa a través de la técnica de impresión (Fig 4: c, d, e).
Pipas Indeterminadas y otros
Se registraron seis fragmentos de pipa, uno lítico y cinco cerámicos, que no pudieron ser asociados a uno de los tipos definidos (Tabla 4). Este conjunto se encuentra conformado por boquillas/tubos abiertos de forma cónica (83,3%) o indeterminada (16,6%) y cuyas secciones son circulares (66,6%) o elípticas (33,3%), las que presentan diámetros que varían entre 4,6 y 24mm. Las superficies de estos fragmentos son pulidas y ninguna se encuentra decorada (Fig. 5). Adicionalmente, se tuvo acceso a un fragmento de tubo recuperado en el sitio Treke 2 que, morfológicas de una pipa, poseyendo una pared muy delgada (1,7 mm) y un reborde de arcilla que no coinciden con lo observado en la tipología elaborada a partir de los ejemplares completos de las colecciones (Alfaro, 2015). Sin embargo, no podemos descartar la posibilidad que haya sido una boquilla de longitud muy corta adherida a una superficie mayor de alguna pipa cuyo tipo hasta ahora desconocemos.
Análisis de residuos
La identificación de los elementos consumidos en las pipas y parafernalia asociada se basó en la evidencia química y microfósil contenida en los residuos de uso. La extracción de las muestras se realizó mediante el raspado directo en húmedo y seco de las paredes interiores de las piezas (Loy, 1994; Belmar et al. 2014). Se aplicó un protocolo de manipulación de las piezas y muestras que beneficiara su integridad, además de controlar eventos de contaminación (Belmar et al. 2014).
El análisis químico de los compuestos orgánicos presentes en los residuos carbonizados adheridos a las pipas se realizó mediante extracción solido-líquido utilizando secuencialmente cloro formo y metanol. Los extractos orgánicos obtenidos fueron sometidos a cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas (CG- EM), tal como ha sido descrito en otros estudios (Echeverría et al. 2014; Carrasco et al. 2015; Gili et al. 2017). Para la identificación de compuestos se compararon sus índices de retención y sus espectros de masas con datos de la literatura o con estándares analíticos.
El análisis microfósil se basó en el “análisis múltiple”, que prioriza la recuperación del conjunto total de microfósiles (Coil et al. 2003). La descripción de los microfósiles y sus atributos siguió el International Code for Phytolith Nomenclature 1.0 (Madella et al. 2005) y el International Code for Starch Nomesclature (ICSN, 2011), además de la propuesta de Franceschi y Horner (1980) para cristales. Se identificaron y caracterizaron los atributos relevantes de otros tipos de microfósiles (calcifitolitos, microcarbones, granos de polen, entre otros. La identificación de los microfósiles se obtuvo por comparación con aquellos obtenidos de una colección de referencia de plantas aromáticas y psicoactivas nativas de Chile/Andes centro-sur (Albornoz, 2015, 2016; Quiroz et al. 2015) y publicaciones especializadas (Korstanje & Babot, 2007; Reichert, 1913). Las muestras se observaron bajo microscopio petrográfico con aumentos de 200x y 400x. Se registraron las modificaciones y daños detectados en los microfósiles, causados por las diferentes modalidades de procesamiento (Babot, 2007) o por posibles agentes naturales (Haslam, 2004).
RESULTADOS
Análisis químico
El análisis químico de los extractos clorofórmicos y metanólicos mostró la presencia de varios compuestos orgánicos de diversos tipos, destacándose alcoholes de cadena lineal y ramificada, metilésteres de ácidos grasos y fitoesteroles (Tabla 5). Aunque ellos no tienen un carácter diagnóstico al nivel de especie botánica, ya que se encuentran distribuidos ampliamente en el reino vegetal, los resultados evidencian el consumo de recursos vegetales en las pipas. No se observó la presencia de nicotina en el conjunto de muestras analizadas, lo que puede atribuirse a la lixiviación del alcaloide desde la pipa al medio externo y su retención en la matriz circundante, fenómeno atribuible a la proveniencia de las pipas desde los ambientes húmedos del sur de Chile. En apoyo de esta idea, el porcentaje de elementos del complejo fumatorio provenientes de Chile y que han dado análisis positivo de nicotina varía notablemente con las condiciones climáticas: 68% en pipas de sitios en los oasis de San Pedro de Atacama en el Norte Grande (Gili, 2014; Gili et al. 2017), 38% en pipas de un sitio costero cercano a Antofagasta, también en el Norte Grande (Carrasco et al. 2015) y 39% en objetos del complejo fumatorio del sitio La Granja, en Chile central (Belmar et al. 2016). No puede descartarse, entonces, que se haya podido fumar nicotina en las pipas del complejo Pitrén. Por otra parte, la presencia de etilésteres de ácidos grasos puede responder a la presencia de material vegetal fermentado (Saerens et al. 2008); existen evidencias etnográficas que señalan el consumo de tabaco mezclado con coadyuvantes fermentados (Wilbert, 1987). La presencia de amidas derivadas de ácidos grasos puede ser atribuida al uso de agentes de limpieza en el material arqueológico o por el efecto de guano en la matriz de suelo, que pudo haber liberado urea, la que por transformación bacteriana habría generado amoníaco (Chernysheva et al. 2015) capaz a su vez de transformar los ácidos grasos en sus amidas respectivas.
Análisis de microfósiles
Se identificó un conjunto de microfósiles tanto de origen vegetal como animal (N=166). Dentro de la variabilidad de microrrestos vegetales, los silicofitolitos fueron el elemento más recurrente (N=121), seguido de los calcifitolitos (N=16), granos de almidón (N=11) y tejidos (N=11), y en tres casos se advierte la presencia de microcarbones, elementos asociados directamente a la combustión. En cuanto a los microfósiles de origen animal, se registraron esferulitas en dos casos. En la Tabla 6 se detallan los microfósiles registrados por pieza, salvo las dos pipas (Isla Mocha y Km 0-Enlace Temuco) que no presentaron evidencia microfósil.
El conjunto de silicofitolitos, en general, presenta morfologías que permiten inferir un origen anatómico correspondiente a epidermis de tallo u hoja (Tabla 7). Estas formas serían principalmente células elongadas, buliformes y tabulares (Pearsall, 2009). Específicamente, en la pipa de Millahuillín 2 se registró un fitolito afín a Cyperaceae, además de tricomas de taxón indeterminado. En otra muestra de Millahuillín 2, la presencia de fitolitos buliformes, además de epidermis de tallo u hoja, permiten sugerir la presencia de hojas. Para la pieza Millahuillín 1 se identificó un conglomerado de tejidos con varios tricomas, algunos pluricelular afines a Nicotiana spp. (Fig. 6, Quiroz et al. 2015) y otros unicelulares. En la pipa de Lomas de Chol-chol se registró un silicofitolito afín Cyperaceae; además, se reconocen fitolitos de hojas y epidermis de tallos y hojas al interior del hornillo de la pieza.

Fig. 6 A) Conglomerado de tejido con tricomas, aff. Nicotiana sp.; B) detalle de tricomas glandular pluricelular, aff. Nicotiana sp.; C) Tricoma glandular pluricelular uniseriado, flor de Nicotiana corymbosa (Quiroz 2014); D) Tricoma glandular pluricelular uniseriado, botón floral de Nicotiana miersii (Quiroz 2014); E) Paquete con almidones, cf. Latua pubiflora F) Fibra con almidones Latua pubiflora (Albornoz 2016).
Por otra parte, las modificaciones físico- químicas de los microfósiles también son útiles como indicadores de modos de procesar plantas (Babot, 2007; Belmar et al. 2016). Las marcas registradas en estos microvestigios son señal de procesos de molienda y quemado, específicamente se detectó la termoalternación de tejidos silicificados. También se registraron deterioros en los granos de almidón, tales como el hilo dañado y bajo brillo o ausencia de éste, gelatinización, hilo perforado, cruz engrosada, pérdida birrefringencia y de contorno. La presencia de arenas cristalinas conglomeradas y fractura de tricomas son más indicadores relacionados con modos de procesamiento. Esto se ve reforzado por la presencia de microcarbones en el jarro (pichimetawe) y en los hornillos de una pipa de MiUahuiUín 2 y Lomas de Chol-Chol, situación que confirma el uso del jarro como elemento asociado a la quema o la generación de humo y la utilización de los hornillos de las pipas.
Por último, la presencia de esferulitas en las piezas de Lomas de Chol-Chol y MiUahuiUín 1 puede indicar el uso de bosta como catalizador del efecto psicoactivo (Guevara, 1911; Guevara & Oyarzún, 1912; Serrano, 1934).
En el fragmento cerámico no determinado del sitio Treke II se recuperó un paquete de almidones y calcifitolitos asignable a cf. Latua pubiflora (latué) (Albornoz, 2016) (Fig. 7).
DISCUSIÓN
Se ha documentado ampliamente la práctica de fumar entre los grupos mapuches (Planella et al. 2012, Planella et al. 2016). Se han constatado los primeros indicios materiales de esta actividad para el período Alfarero Temprano (Complejo Pitrén) en la forma de pipas cerámicas y líticas de doble boquilla en forma T invertidas tanto en sitios de la vertiente occidental como oriental de los Andes (área de Neuquén), asociadas tanto a contextos funerarios como habitacionales (Aldunate, 1989; Westfall, 1993-1994).
Si bien las pipas forman parte del contexto artefactual vinculado al Complejo Fumatorio, son pocos los sitios con fechas y asociaciones contextuales claras. Se conocen los antecedentes de los sitios El Alero Cabeza de Indio 1, emplazado en los faldeos orientales del volcán Llaima (1830 ± 40 años AP, 1100 ± 40 años AP y 670 ± 40 años AP; Adán, 2009); Montículo de Angostura (1050 DC), ubicado entre los lagos Aluminé y Moquehue (Aldunate, 1989); Km 15-Lof Mahuida, cerca del cerro Conhueno (830 ± 135 años AP, Ocampo et al. 2004), y Cueva de los Catalanes, en el área de Mininco, donde se registra la presencia de dos pipas en el componente adscrito al mismo complejo (Menghin, 1962; Berdichewsky, 1968).
La tradición perdura en el tiempo, continuando hacia momentos más tardíos asignables al Complejo Vergel; no obstante, se reitera el mismo problema pesquisado para los contextos del complejo Pitrén, es decir que muchas piezas se encuentran sin contextos claros o corresponden a hallazgos aislados (Aldunate, 1989; Westfall, 1993-1994).
Según algunos estudios, se logran delimitar áreas donde hay una concentración de estas evidencias; una de ellas es en las cercanías de Angol, donde se describen pipas tanto de piedra como de cerámica (Wetsfall, 1993-1994). El registro mostraría una mayor concentración de pipas en ambas vertientes de la cordillera de Nahuelbuta, principalmente en un área que incluye Purén, Contulmo, Lanalhue, Cañete, Paicaví, Antiquina, Quidico y Tirúa (Joseph, 1930; Westfall 1993-1994). Otra área rica en pipas es Contulmo, que se caracteriza por las pipas “comunales”, las cuales tienen una forma estrellada y con más de dos boquillas, usualmente elaboradas en piedra. Se ha propuesto que las boquillas cortas de estas pipas posiblemente constituyan orificios en los cuales se insertaban tubos de aspiración hechos de madera o caña (Westfall 1993-1994). Asimismo, hay registros de cachimbas de tres, cuatro, cinco, seis y aún una con doce aperturas, provenientes de Arauco (Bullock, 1944) y pipas con prolongaciones cefaloides en la zona de Contulmo (Joseph 1930).
En términos generales, los antecedentes señalan la presencia de pipas desde el período Alfarero Temprano hasta el Histórico; lamentablemente, la mayoría de las pipas del área sur están descontextualizadas, por lo que no se pueden establecer asociaciones de sus rasgos tecnológicos con variables temporales, espaciales o culturales. Si bien el presente artículo se centró en una muestra compuesta por 12 pipas contextualizadas (11 cerámicas y una lítica), complementariamente el trabajo realizado a partir de las colecciones nos permitió acceder a un número importante de pipas cerámicas (N=86) que, pese a estar descontextualizadas, sirvieron de referencia para poder compararlas con las que sí contaban con su procedencia. Producto del análisis, se observó una significativa variabilidad morfológica, la que fue sistematizada a través de una tipología elaborada solo con los ejemplares cerámicos (N=97), razón por la cual le reconocemos su carácter de preliminar debido a que no abarcó la totalidad de las pipas disponibles en el sur de Chile ni tampoco las manufacturadas con otras materialidades. La tipología5 incluyó tipos ya conocidos y otros que fueron definidos por nosotros, correspondiendo a T invertida (N=16), con extensión ciega (N=14), acodada (N=12), redonda con boquilla extendida (N=6), vertical (N=2), cónica directa (N=2), redonda con hornillo central (N=1), indeterminadas (N=36) y ocho pipas que aún están en proceso de análisis.
Enfocándonos en las muestras con contexto, se trata de un grupo poco numeroso proveniente de ocho sitios con asignaciones culturales que cubren desde el período Alfarero Temprano hasta el Histórico, siendo seis de los ejemplares asociados con uno de los tipos señalados (T invertida, acodada y cónica directa), mientras que los seis restantes corresponden a fragmentos de tubos abiertos y boquillas en los que no fue factible identificar las piezas originales de las que eran parte. No logramos detectar similitudes o variaciones temporales y/o espaciales entre los tipos analizados, estableciéndose solo para el caso de las T invertidas la existencia de una continuidad temporal en su uso, tal como lo confirman las asignaciones dadas a los sitios desde donde fueron recuperadas (período Alfarero Temprano en Villa JMC-1, Labranza, Alfarero Tardío en Lomas de Chol-Chol y Colonial en Millahuillín 2). La pipa T invertida es una de las más frecuentes. Predomina el uso de dos boquillas por sobre la opción de una boquilla junto a un tubo ciego; este último rasgo fue observado únicamente en una pipa existente en el Museo Mapuche de Cañete. La aplicación de mamelones en la base del hornillo es otra característica de las T invertidas; el 50% del total contabilizado los presenta, siendo el ejemplar recuperado en Millahuillín 2, del conjunto con contexto, el único que no tiene este rasgo morfológico. La utilización de decoración es muy poco usual, registrándose este atributo en la T invertida recuperada en Millahuillín 2 (rojo engobado) y en una analizada en el Museo Regional de la Araucanía (decoración del tipo acanalada).
Las pipas acodada y cónica directa fueron recuperadas en el sitio Millahuillín 1 pero en sectores asociados a períodos distintos. Las pipas acodadas no tienen diferencias notorias en su morfología, específicamente la recuperada en el sitio mencionado es monocroma, mientras que de las pertenecientes a colecciones cuatro tienen decoración, identificándose diversas técnicas: engobe, modelado zoomorfo, inciso lineal, combinación de engobe junto a inciso anular y decoración en relieve. La pipa cónica directa es un tipo poco numeroso. También es poco frecuente la técnica decorativa de impresión que presentaba el ejemplar encontrado en Millahuillín 1 y que también se registró en una pieza proveniente del Museo Regional de la Araucanía y en otras descritas por Ortiz (1968), aunque en todos esos casos la decoración fue aplicada sobre otros tipos de pipas.
Si bien los análisis químicos señalan la presencia de una serie de compuestos orgánicos que evidencian el consumo de plantas en las pipas, se logró determinar una afinidad taxonómica a través de la evidencia microfósil en algunas pipas. Por una parte, se reconoce la presencia de Cyperaceae en una pieza de Lomas de Chol-Chol y de Millahuillín 2; posiblemente indicando actividades de limpieza de las pipas con tallos o el uso de partes de esta planta en encender la pipa (Guevara, 1911; Quiroz et al. 2012) Por otra parte, el tejido con rasgos de epidermis de hoja con tricomas uni y pluricelulares hallado en una pipa de Millahuillín 1 indica la presencia de microrrestos afín a Nicotiana spp., taxón que también se identificó en las pipas de Villa JMC 1-Labranza (Quiroz et al. 2012), lo cual reitera la asociación del tabaco nativo al complejo fumatorio. En este último sitio, las pipas contenían Poaceae, relacionado al prendido de la pipa y Solanaceae y Solanum sp., la que corresponden a especies que también pueden ser fumadas, en reemplazo del tabaco (Serrano, 1934; Housse, 1940; Quiroz et al. 2012).
También se constató la presencia de morfotipos de hoja en las dos piezas de Millahuillín 1; de hojas, tallo o frutos en la pieza indeterminada de Treke II y Millahuillín 1 (paquete de almidones); y epidermis de hoja o tallo en las piezas de Km 4-Kef Kef Wenu y Millahuillín 1. En relación a esta evidencia, está ampliamente documentado el consumo de hojas de diversas plantas para fumar, además de poder ir incluidos los tallos de las hojas por accidente (Núñez de Pineda & Bascuñán, 1863[1637]; Rosales, 1877-1878; Medina, 1898; Serrano, 1934; Guevara, 1911; Guevara & Oyarzún, 1912; Joseph, 1931; Latcham, 1936; Housse, 1940; Cooper 1949; Falkner, 1774; Hilger, 1957; Moesbach, 1992[1959]; Molina, 2000[1788]). También se conoce el uso de frutos para aromatizar (Cooper, 1949; Martinic, 1991).
Los antecedentes etnográficos y etnohistóricos sobre las especies incorporadas a las prácticas fumatorias mencionan ocho especies de Nicotiana, corteza de maqui (Aristotelia chilensis) y bosta de caballo (Guevara & Oyarzún, 1912). Además, se menciona el consumo de hojas de la papa silvestre, del molle, la planta del maqui, la pitra...La madera del maqui la desmenuzan hoy y la mezclan al tabaco para aromatizarlo (Serrano, 1934, pp. 416-418.); en ese sentido, queda bastante por investigar sobre los Complejos Fumatorios de la zona centro sur. Esto significa ampliar la muestra de piezas con contextos para tener un panorama más extenso de los contextos de uso de las pipas, además de seguir ampliando la colección de referencia para detectar más plantas incorporadas a las pipas.
También es interesante resaltar que al referirnos al Complejo Pitrén y los relatos etnográficos relacionados, atraen la atención las numerosas menciones a la Pitra o pichra (Myrceugenia pitra) como planta aromatizante utilizada en las pipas, así como las acepciones de la palabra pütrem como toda sustancia fumable; de pütremen o pütremtun como acto de absorber el humo, de quemar algo que echa humo (Guevara, 1911) o como el acto de fumar (Guevara & Oyarzún, 1912); de püchrem como el tabaco (Augusta, 1916; Serrano, 1934); de pütremtuve como el fumador (Erize, 1987); y de petremtufi ñi cutran (Moesbach 1992 [1959]) al envolver la machi con humo de tabaco al enfermo durante un machitun. Es decir, hay un conjunto de significantes y significados semánticos vinculados a dicha especie, al uso de la pipa y al humo que podrían haber incidido en el origen de la denominación de Pitrén y que continúa en el área, ciertamente con variaciones, hasta tiempos históricos.
Otro aspecto interesante de destacar es la reiteración del uso del tabaco en contextos del norte semiárido, zona central y centro-sur. Esto habla del consumo compartido del tabaco pues se encuentra en pipas procedentes de varias regiones geográficas (norte semiárido, zona central y centro-sur) durante el período Alfarero Temprano, además de la prolongación de una tradición de consumirlo desde el PAT hasta tiempos históricos, avalado por la presencia de Nicotiana spp. en pipas de la zona centro-sur, específicamente en el sitio Millahuillín 2, cementerio mapuche histórico temprano, sumado a las referencias etnográficas ya citadas.
Por otra parte, se refrenda el consumo del latué (Latua pubiflora) en el fragmento cerámico indefinido en el sitio Treke II. Esta planta constituye parte de la flora de la región, específicamente en las zonas costeras. En general, se relata la elaboración de infusiones con latué; sin embargo, existe una mención que señala que se fumaba (Plowman et al. 1971). Sin duda su alta toxicidad es conocida, señalándose su poder distintivo y peligroso (Quiróz & Olivares, 1987; Plowman et al. 1971). Posee la capacidad de comunicación con el otro mundo, considerándose una planta de machis (Plowman et al. 1971). Es interesante que este hallazgo no corresponda a una pipa sino a un fragmento indefinido, posiblemente refrendando su consumo como infusión más que como un elemento para fumar.
Según este estudio preliminar, no se logró constatar una relación entre tipos de pipas y lo que se fumó, por lo que es necesario seguir analizando más piezas para ver si existe tal correlación.
Otro aspecto a resaltar se refiere al modo de uso de las pipas T invertida con ambos tubos/boquillas abiertos, tipo de artefacto que compartieron los grupos del centro y centro-sur durante el período Alfarero Temprano. Latcham (1924, p. 450) describe su uso en tiempos históricos con la participación de dos actores, el machi aspirando por un extremo mientras que un ayudante soplaba por el otro, logrando con ello obtener más rápidamente el efecto buscado, al entrar también el humo por las narices.
Finalmente, el análisis del jarro (pichimetawe) de seis bocas de Villa JMC-1, Labranza arrojó la presencia de tejidos con evidencia de termoalteración y microcarbones, lo cual apunta a la quema de plantas en el contenedor, posiblemente con la finalidad de generar humo. No se logró determinar una afinidad taxonómica; sin embargo, la presencia de células largas se puede relacionar con la quema de epidermis de tallo u hoja (Núñez de Pineda & Bascuñán, 1863[1637]; Rosales, 1877-1878; Medina, 1898; Guevara, 1911; Métraux, 1942; Cooper, 1949; Faron, 1964; Dowling, 1971; Foerster, 1985; Wilbert, 1987; Foerster, 1995; Foerster & Gundermann, 1996; Molina, 2000 [1788]). Este resultado, sumado al análisis de residuos de las pipas y los datos documentales mencionados, ilustra la importancia del humo y el contexto de uso ritual de las pipas en la zona centro-sur. Sin duda, estos aspectos se sugieren o se visualizan con la ayuda de los datos disponibles; muchos otros serán incorporados a medida que sea posible incrementar las investigaciones en la compleja región centro-sur.
CONCLUSIONES
Las pipas han actuado como un indicador relevante en la caracterización de unidades culturales de la zona centro-sur de Chile; sin embargo, en la tarea de estudiar los contextos depositados en los museos de la región se percibió el vacío de información relativo a la procedencia de las piezas. En ese sentido, al no contar con contextos definidos difícilmente se pueden realizar mayores inferencias sobre el Complejo Fumatorio en la zona. No obstante, en este primer acercamiento se logró trabajar con un conjunto de 12 pipas que representan contextos desde el PAT hasta momentos históricos. A partir de este conjunto se constata la continuidad del uso de las pipas T invertidas y del consumo de Nicotiana spp. en cuatro áreas geográficas, norte grande y semiárido, zona central y centro-sur, durante el período Alfarero Temprano. Los estudios de los contextos de la zona centro-sur amplían la continuidad del uso de estos dos elementos en el tiempo, extendiéndose hacia momentos históricos. Además, se logra definir la presencia de siete tipos morfológicos de pipas, lo cual refleja la variedad de formas que lo distingue de las otras áreas.
Los relatos documentales sostienen la importancia de esta práctica realzando su valor en la generación del humo y su participación de diversas ceremonias. Surge la necesidad de ahondar más en este problema aprovechando su valor diacrónico en esta área, ampliando la muestra hacia contextos claros en los que sí se puedan definir las continuidades y cambios relacionados con las prácticas fumatorias.