De manera previa a la partición limítrofe de la Fuegopatagonia (1881), se realizó una serie de expediciones que recorrieron distintos puntos de la región esteparia patagónica y archipielágica fueguina, específicamente entre el estrecho de Magallanes y el río Santa Cruz. Éstas, además de entregar información de todo tipo (botánica, geológica, etnográfica, hidrográfica, etc.), contribuyeron a fijar un imaginario geográfico basado en una representación “Austral” del territorio. En esta entrega desclasificaremos los detalles de un proyecto exploratorio a la isla de Tierra del Fuego en 1875 y que hasta ahora había sido completamente ignorado. Dicha desclasificación, la insertaremos en el contexto de las expediciones terrestres tramadas y realizadas en el umbral de la división limítrofe del territorio fuegopatagónico.
La década de 1870 fue un momento clave, en el cual el devenir del territorio fuegopatagónico estaba en suspenso, aunque tanto Buenos Aires como Santiago sabían que el reparto del territorio, continental e insular, era inminente. Así, cualquier antecedente o idea sobre la naturaleza del espacio geográfico, real o ficticia, era necesaria para elaborar argumentos y posturas frente a la defensa del territorio en disputa. Es aquí donde los exploradores metropolitanos jugaron un rol clave en el imaginario geográfico del territorio fuegopatagónico pues, para fines del siglo XIX “explorar no se relacionó con el hecho de conocer un territorio específico, sino con fomentar la civilización y el progreso en poblaciones que por definición eran atrasadas y bárbaras” (Figueroa, 2011). Así, la exploración actuó como dispositivo de poder1 que contribuyó a esbozar, fijar, proyectar y desplegar una imagen geográfica prejuzgada sobre territorios desconocidos para los ambientes metropolitanos (Zúñiga & Nuñez, 2017). Lugares del poder donde se procesaba, editaba, imprimía y publicaba la información capturada por los distintos exploradores (Lois, 2014).
La representación cartográfica del territorio fuegopatagónico financiada, dirigida y editada por Buenos Aires, Santiago y Londres a partir de la década de 18702, se ancló en una geografía colonial Norte- Sur, un sesgo geográfico que “corresponde a la época de los geógrafos militantes. Se trata de agentes metropolitanos venidos a explorar lo más abajo de mundo desconocido y que a su regreso diseñaron imágenes sureñas, australes, extremas, etc., al servicio de la administración imperial o del estado-nacional con el que hubieran convenido” (Bascopé, 2018, p. 17). Cabe señalar que, a comienzos de la década de 1870, desde el dispositivo cartográfico, el contorno del territorio fuegopatagónico era representado detalladamente mientras que para representar su dintorno se recurría al recurso del espacio en blanco, a menudo conectado visualmente con la palabra “inexplorado”, “desconocido” (Cf. Martinic, 1999). De esta manera correspondió a los exploradores “llenar” el mapa, fabricándose de paso la imagen de un territorio geográficamente despoblado, vacío, homogéneo, ordenado, estable; un espacio geográfico no humanizado (Núñez, 2017) y allanado para la imposición de una geografía estatal. En otras palabras, el mapa pregona una “visión organizada” del mundo, proveyendo un marco de referencia en términos del cual se experimentan los hechos (Olson, 1998, pp. 230, 254)3.
Con lo anteriormente expuesto, consideramos clave la década de 1870 en cuanto a diáspora exploratoria practicada en el territorio fuegopatagónico. Para esta década, entre Onashaga (canal Beagle) y el río Santa Cruz, subsistían cuatro pequeños asentamientos estatales y para-estatales. El primero en fundarse fue el establecimiento británico de Puerto Stanley en las islas Falkland (1842). Luego y casi de forma simultánea Chile instaló el presidio penal de Fuerte Bulnes a orillas del estrecho de Magallanes (1843), cuya población escapó y de forma autónoma se trasladó y asentó en un nuevo paraje denominado Punta Arenas (1848). En tercer lugar, la isla Pavón, ubicada en el río Santa Cruz, donde el capitán Luis Piedra Buena instaló una pequeña factoría (1859) que se volvió un paradero habitual de población plurilingüe (ajen, castellano, inglés). Por último, los misioneros anglicanos instalaron una misión en el paraje yagán de Ooshooia (Ushuaia) a orillas de Onashaga (1869), lugar que Argentina utilizó en 1884 para fijar y fundar el poblado estatal de Ushuaia.
Ahora bien, por su ubicación estratégica en el Estrecho, la colonia de Punta Arenas fue el principal punto de atracción social del territorio. Esta condición se acrecentó con el establecimiento regular de líneas de vapores que, desde comienzos de 1870, conectaban puertos europeos con los del océano Pacífico vía estrecho de Magallanes4. De esta forma, Punta Arenas se consolidó como el único puerto del Estrecho y punto de apoyo para las distintas embarcaciones, convirtiéndose de paso en el punto de partida y llegada (o ambas) de las principales expediciones. En el plano demográfico, en 1871 la población de Punta Arenas se estimaba en ochocientas personas, ascendiendo a mil ciento setenta y cuatro en 18785. Esta cifra sólo era superada por la población establecida en Puerto Stanley que para fines de esta década rondaba las mil quinientas personas.
Por último, cabe indicar que en los últimos años de la década de 1870 tuvo ocurrencia un acontecimiento que transformó el territorio fuegopatagónico y alteró directamente la trashumancia del guanaco. En 1877, se produjo el arribo al estrecho de Magallanes de la primera partida de ovejas importadas desde el archipiélago de las islas Falklands. El despliegue de la masa ovina en ambas orillas del Estrecho y del alambre fronterizo fue sólo cuestión de tiempo. Con esto, el “desierto” estepario se convirtió en excelente pasto para miles de ovejas dando paso a la instalación de la “estancia ganadera”, la cual derivó en un nuevo punto de referencia espacial y de asistencia para exploradores y viajeros.
Las expediciones terrestres realizadas en fuegopatagonia durante la década de 1870, podemos dividirlas según algunos de sus distintos objetivos, a saber: evangélicos, científicos, geopolíticos, utilitaristas. Así recorrieron el territorio misioneros anglicanos, científicos-militares como agentes del Estado chileno o argentino y personas particulares que mediante proyectos personales buscaban alguna riqueza natural para explotar y comercializar. En resumen, y a grandes rasgos, podemos sostener que la idea de la presencia de “indios salvajes” perdidos en el “fin del mundo” (que era necesario evangelizar), las posibles riquezas naturales ocultas y una línea fronteriza en suspenso motivaron la realización de las principales exploraciones.
A diferencia de la sección continental del territorio, el arribo de las primeras expediciones metropolitanas a la Tierra del Fuego tuvo una trama distinta. En el continente, los exploradores (militares, científicos, misioneros, particulares) fueron asistidos y guiados por baqueanos o bagualeros, traficantes de pieles y por colectivos trashumantes aonikenks (Cf. Martinic, 2016). Es decir, era un territorio desconocido e inhóspito sólo para la imaginación de los exploradores nortinos.
En la Tierra del Fuego el panorama fue distinto. Los exploradores nortinos no contaron con baqueanos o traficantes de pieles que conocieran la isla y los arqueros fueguinos onas y haush no se prestaron como guías, ni informantes, ni interlocutores. La Tierra del Fuego era por entonces imaginada como un territorio habitado por seres salvajes, incluso caníbales. De hecho, la poca importancia que representaba la isla para el proyecto chileno en el estrecho de Magallanes, durante la década de 1870, se evidencia en las casi nulas referencias que los propios gobernadores de Magallanes realizaron sobre ella en sus detalladas memorias anuales6. Para los mismos pobladores de Punta Arenas la Tierra del Fuego era un territorio poco interesante, desconocido, quizás una silueta oscura que entorpecía la vista hacia el oriente.
En la década que nos interesa, las principales expediciones en la sección continental del territorio fuegopatagónico se realizaron entre los años 1877 y 1879. Éstas tuvieron desarrollo principalmente en el espacio comprendido entre Punta Arenas y el río Santa Cruz. En este contexto se inscriben los viajes de carácter científico-militar, financiados por Santiago y Buenos Aires, liderados por Juan Tomás Rogers (1877, 1879), Francisco Moreno (1877) y Ramón Lista (1878)7. Todas estas expediciones tuvieron a Punta Arenas como punto de arranque o de llegada y sus resultados (escritos, cartografías, dibujos) fueron publicados a la brevedad en las metrópolis auspiciadoras de los viajes.
Ahora bien, para Tierra del Fuego y durante la década de 1870, se tiene conocimiento de la realización de tres expediciones. A fines de 1873 y comienzo de 1874 se realizó la primera expedición terrestre, “comenzaba así la primera exploratoria de la gran isla fueguina, territorio hasta entonces nunca hollado por gente extraña, salvo algunos desembarcos puntuales en lugares de su extenso litoral durante el tiempo corrido desde su descubrimiento por Hernando de Magallanes en 1520” (Martinic, 1995, p. 47). Su protagonista fue el francés Eugenio Pertuiset. Luego fue el turno del misionero anglicano Thomas Bridges (1878) y, al año siguiente, del teniente segundo de la Armada Nacional de Chile Ramón Serrano Montaner (1879). Los derroteros de estas expediciones se centraron principalmente en la región esteparia de la isla. Todas ellas zarparon desde Punta Arenas y desembarcaron, para iniciar su viaje por la isla, en Jowsken (bahía Gente Grande). Sus resultados fueron publicados en distintos medios (Pertuiset, 1877; Bridges, 1878; Serrano, 1880). Cabe señalar que, durante el curso de estos viajes, los arqueros fueguinos se presentaron esquivos y siempre en una condición de acecho y alerta hacia los foráneos. De hecho, ninguna de las expediciones mencionadas logró interactuar e intercambiar palabras con ellos8.
Las expediciones mencionadas tenían diferentes objetivos y entregaron distintos resultados. La expedición de Eugenio Pertuiset duró un mes (18 diciembre 1873-18 enero 1874) y su delirante objetivo era la búsqueda de un tesoro inca que supuestamente había sido depositado en algún punto de la Tierra del Fuego. Si bien su viaje ha sido catalogado como nulo aporte al conocimiento científico de la isla, además de resultar conflictivo para el mismo gobierno chileno (Martinic, 1995), entregó los primeros antecedentes sobre la presencia de arenas auríferas y sobre buenos pastos para insertar la práctica ganadera. La segunda exploración, liderada por el misionero anglicano Thomas Bridges, se prolongó por una semana (20 febrero 1878-27 febrero 1878) y su objetivo era establecer contacto con los onas de la región esteparia de la Tierra del Fuego9. Finalmente, la expedición liderada por Ramón Serrano Montaner se prolongó por dos meses (1° enero 1879-28 febrero 1879) y el objetivo de su viaje era efectuar un levantamiento científico y descripción geográfica de la isla. Serrano corroboró la presencia de arenas auríferas, entregó una mirada utilitarista del territorio, y de paso contribuyó al desmedro de los arqueros fueguinos; “mientras los indios de esta rejion permanezcan en el estado salvaje en que se encuentran, la isla grande de Tierra del Fuego no pasará de ser una inmensa ratonera” (Serrano, 1880, p. 204).
De cierto modo, podría resultar certero afirmar que no hubo otras expediciones a la Tierra del Fuego aparte de las descritas anteriormente. Sin embargo, gracias al documento que procedemos a desclasificar en esta entrega, podemos ciertamente entregar información inédita sobre una expedición ignorada, que quedó en el papel, que pudo haberse anotado como una trascendente segunda expedición a la Tierra del Fuego.
El documento está fechado en septiembre de 1875 y trata sobre un proyecto expedicionario privado y particular que pretendía recorrer Tierra del Fuego en distintas direcciones predeterminadas. Los autores del documento, además de líderes de la expedición, eran los británicos y residentes de la colonia de Punta Arenas: Lionel Carden, Enrique Reynard, William Wood y William Greenwood10 (Figura 1).

Fig. 1 Última página del proyecto exploratorio con la firma de los británicos organizadores de la expedición: Carden, Reynard, Wood y Greenwood.
La única referencia sobre la tentativa exploratoria británica la hemos encontrado en la obra de Mateo Martinic Presencia de Chile en la Patagonia Austral 1843-1897, publicada en 1963. Al respecto Martinic escribió: “Otros ingleses, Enrique Reynard, Guillermo Wood, Lionel Carden y Guillermo Greenwood, pretendían cruzar el Estrecho e internarse en las pastosas llanuras y selvas de la Tierra del Fuego, como dos años antes lo había hecho el francés Pertuiset” (Martinic, 1963, p. 172). Lamentablemente Martinic no indicó la fuente de donde obtuvo la información, quedando la incertidumbre si es que tuvo a la vista el mismo documento que transcribimos en esta entrega o utilizó una fuente distinta. Como quiera que sea, Martinic realizó la primera y única mención de este proyecto exploratorio hace cincuenta y cinco años. Desde entonces, ni él ni otro autor han vuelto a mencionar o referirse a dicha interesante propuesta de exploración.
El documento que contiene el proyecto exploratorio consiste en un escrito y un mapa dirigido al ministro de Relaciones Exteriores y Colonización. El escrito se compone de diez planas11, en él se solicita apoyo y autorización al gobierno chileno para la ejecución de la expedición, exponiéndose además detalles, argumentos, objetivos, logística, itinerario, apreciaciones generales de la Tierra del Fuego y resultados esperados. Cabe señalar que previo a su despacho a la metrópoli santiaguina, el proyecto exploratorio fue visado por el gobernador de Magallanes Diego Dublé Almeida (1874-1878), quien además de haber participado en la discusión de aquél agregó dos escritos: el primero a modo de carta conductiva y el segundo, anexado a la carta de los británicos manifestando su respaldo al proyecto. Ambos son incluidos en esta entrega.
Respecto al mapa (45x56 cm), su objetivo era, como exponen sus creadores, ilustrar el itinerario: “Para la mejor inteligencia de nuestro proyecto, adjuntamos el plano de Tierra del Fuego tomado de las últimas exploraciones hidrográficas, en el podrán verse marcadas las vistas que debemos seguir” (Figura 2 y Figura 3). En cuanto a su dibujo cabe señalar que está calcado manualmente sobre papel vegetal y coloreado a mano. Los detalles orográficos fueron representados con grafito de color café y el borde litoral fue destacado con acuarela de color celeste; tanto las letras como el contorno del territorio fueron dibujados con lápiz de tinta negra. Iconográficamente, se utilizaron cuatro barcos, con la proa hacia el poniente, para señalar los puntos de embarque y desembarque como también los lugares donde los buques de la Armada de Chile reabastecerían a los expedicionarios. Con líneas rectas y segmentadas y con flechas sobre ellas, se indicó la dirección y sentido de los itinerarios.
La isla Tierra del Fuego es el centro del mapa y es acompañada geográficamente por los principales hitos geográficos con los cuales colinda: las islas Navarino, Hoste, Dawson, Clarence y el estrecho de Magallanes. Sobre la isla se cruzan líneas de paralelos, meridianos además de indicarse el norte magnético mediante una rosa de los vientos. La toponimia insertada en el mapa figura escrita en su totalidad en inglés (Magellan Strait, Darwin Sound, Useless Bay, Gente Grande Bay, Beagle Channel, Admiralty Sound, etc.). La colonia de Punta Arenas es omitida y sólo se indicó, levemente, el nombre del accidente geográfico sobre la cual se emplaza y que da origen a su nombre: “Sandy Point”. Esto contrasta con la indicación de la “Mission Station” de los misioneros anglicanos emplazada en Ooshooia.
Según se desprende del proyecto exploratorio, el grupo expedicionario estaría compuesto por un total de doce personas, incluyendo los cuatro británicos organizadores, que serían reclutadas en Punta Arenas. Por otro lado, en el camino, específicamente en la misión de Ooshooia, se esperaba poder enganchar a algunos nativos para que sirvieran de guías, interlocutores y traductores con otros fueguinos que los expedicionarios podrían toparse durante el viaje.
La duración de la expedición se estimaba en cuatro meses; se recorrerían alrededor de 700 kilómetros12, y se realizaría de a caballo. En resumen, las etapas de la expedición y los días destinados a cada una de ellas eran:
1) Colonia de Punta Arenas-bahía San Sebastián (vía marítima)
2) Bahía San Sebastián-bahía Inútil (20 días)
3) Bahía Inútil-seno Almirantazgo (vía marítima)
4) Seno Almirantazgo-Ushuaia/misión anglicana (25 días)
5) Ushuaia/misión anglicana-cabo Domingo (70 días)
6) Cabo Domingo-bahía Gente Grande (s/d)13
7) Bahía Gente Grande-colonia de Punta Arenas (vía marítima).
Respecto a las personas que participaban en el proyecto, algunos son conocidos en la historiografía regional. Es el caso de Enrique Leonard Reynard (1845-1919) y William Herringham Greenwood (1849-1923). Reynard arribó a Punta Arenas en 1874 y su nombre quedó asociado con el inicio de la explotación ovina a gran escala en fuegopatagonia14. William Greenwood arribó a Punta Arenas en 187215 y, a partir de 1875, se dedicó al tráfico comercial de pieles y plumas levantando rancho en la vecindad de Morro Chico, laguna Blanca y las nacientes del río Turbio. Además, entre 1877-1888 asistió como baqueano a varias expediciones científicas-militares desarrolladas entre el estrecho de Magallanes y Kelta (lago Argentino). Hacia 1888, Reynard y Greenwood se asociaron y establecieron la estancia “Cañadón de las Vacas” en el territorio de Santa Cruz (Grace Paz & Campbell, 2015). Ambos eran los únicos del grupo exploratorio que habían estado en Tierra del Fuego luego de haber naufragado en la costa Jowsken (bahía Gente Grande) en febrero de 187416.
De Lionel Carden y William Wood es poco lo que sabemos de su estadía en el territorio. Sin embargo, el documento que transcribimos nos suministra algunos datos. Lionel Carden llegó a Punta Arenas a inicios de 1875 a cargo de una sociedad que explotaba arenas auríferas. En efecto, el 4 de diciembre de 1875, el gobernador de Magallanes remitió a la metrópoli santiaguina un oficio en el cual informaba que Lionel Carden, James Gale y Teodoro C. Dury realizarían una expedición en los “mares interiores” de Otway y Skyring con el objeto de estudiar yacimientos auríferos17. En tanto William Wood, el documento informa que junto a Greenwood se dedicaba a “interesantes i difíciles excursiones por Patagonia”.
Como era de esperar, los supuestos riesgos que correrían los británicos no serían gratuitos. La recompensa en tierras, en caso que la exploración arrojara resultados positivos, era un denominador común en las expediciones realizadas por particulares. Así lo manifestaban los británicos, los cuales esperaban por parte del gobernador de Magallanes una recompensa traducida en una extensión de terreno en la Tierra del Fuego.
En el proyecto exploratorio los británicos buscan demostrar que su propuesta no es inoficiosa y para lo cual transforman a la Tierra del Fuego en un “problema”. De hecho entraman hábilmente sus intereses con aquellos del estado nación chileno en el territorio “austral”, el conocer para invadir, explorar para explotar. En este sentido el proyecto de los “todólogos” británicos (geólogos, comerciantes, etnólogos, botánicos, empresarios, cazadores, naturalistas, etc.) denota un sentido “científico”, que otorga intelectualidad, seriedad y éxito a la propuesta. Así, auto-amparados en el saber de la cientificidad los británicos proponen des-cubrir y presentar a la nación chilena y a la humanidad las riquezas naturales de un territorio habitado en su “interior” por “tribus salvajes”. La atmósfera de seriedad que pretenden darle los británicos a la expedición se refleja en la presentación de una planificación rigurosa. Pareciera que nada queda al azar, desde el itinerario, días estimados, hasta los implementos y herramientas necesarias. En este último punto llama la atención la parafernalia exploratoria evidenciada en la inclusión de un largo listado de artefactos, desde armas, cámaras fotográficas, termómetros, sextantes, palas, cronómetros, incluso hasta “regalos para indios”.
Por otro lado, el mapa incluido en el proyecto exploratorio es clave para dialogar con la autoridad metropolitana chilena. En este sentido, los británicos se anticipan a la realidad espacial de Tierra del Fuego encuadrándola e insertándola a priori en una plantilla geográfica Norte-Sur. Esta cómoda mirada colonialista y burocrática (de escritorio) ha permanecido fija e inamovible hasta la actualidad (Cf. De Diego, 2008; Bascopé, 2018) deviniendo en un moldeador de la imaginación a través de un naturalizado mapa logo-tipo (Anderson, 2007, pp. 238-249). Dentro del marco de la plantilla geográfica Norte-Sur, la Tierra del Fuego es representada geográfica, orográfica y socialmente “vacía”, como un espacio fijo, homogéneo y duro. Esta condición se acentúa visualmente mediante la línea que representa el tentativo itinerario dibujada sobre un fondo “inhóspito”. En este contexto es pertinente insistir en que “No hay mapa objetivo, sino todo depende del lugar desde el cual se definen los espacios y el mundo,
porque el mapa, pese a todo, está condicionado en su escritura y lectura por la Historia que habita tras esa mano que diseña y esa visión que lee e interpreta” (De Diego, 2008).
Debido a que William Greenwood no menciona la expedición como parte del anecdotario de sus andanzas por Fuegopatagonia (Cf. Grace Paz & Campbell, 2015), ni tampoco se encuentran otros testimonios de ella, conjeturamos que la expedición no se llevó a cabo. El proyecto de los británicos cargaba con el fantasma del fracaso de la expedición del francés Pertuiset, el cual terminó en un enredo judicial entre el organizador y las autoridades chilenas. Por otro lado, la situación limítrofe con Argentina no era de las mejores como para autorizar y auspiciar una expedición oficial en un territorio en disputa. Al parecer, el proyecto exploratorio sólo deambuló entre el salón de la gobernación de Magallanes, el bodegaje del vapor que lo trasladó a Santiago y el escritorio del secretario del ministro de Relaciones Exteriores. Allí, a casi dos mil setecientos kilómetros de distancia del lugar donde fue escrito, pasó a formar parte del archivo estatal chileno.
Que la expedición no se haya realizado no resta valor al documento que presentamos en esta entrega. De hecho, creemos que por tal motivo su carácter anfibológico nunca fue auscultado, incluso por el mismo Martinic, quien como hemos comentado más arriba, fue el primero y único que ha hecho referencia al proyecto exploratorio británico. Sin embargo, para nosotros el valor del documento radica en la medida que éste se transforma en un vehículo para acceder, desde la perspectiva de la “exploración”, al imaginario colonial, geográfico y social desplegado sobre la Tierra del Fuego y sus habitantes en el umbral a su invasión y colonización nortina.
Para facilitar la lectura del documento, lo hemos dividido en tres partes y hemos agregado un título a cada una de ellas: 1) “Presentación del gobernador de Magallanes”, 2) “Proyecto exploratorio”, 3) “Respaldo del gobernador de Magallanes”. La primera corresponde a una carta conductiva, la segunda, al escrito desarrollado por los británicos y la tercera, a un anexo incluido en la última plana del segundo documento.
Por último, cabe indicar que los documentos transcritos a continuación se encuentran en el Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores, Santiago; Volumen 49, letra A “Colonización y Gobernación de Magallanes 1874-1875”18. En cuanto a su transcripción hemos mantenido su ortografía original.
Agradecimientos: Agradecemos a Gladys Grace, Duncan Campbell, Joaquín Bascopé Julio, Alex Paulsen Espinoza y Mateo Martinic Beros por sus sugerencias y comentarios que ayudaron a mejorar el contenido y escritura del trabajo. Igualmente agradecemos a Mary Venegas Middleton del Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores por su buena disposición ante nuestras consultas sobre el material cartográfico.
I) Presentación del gobernador de Magallanes
Territorio de colonización de Magallanes
N° 417
Punta Arenas, setiembre 12 de 1875
Señor Ministro:
Tengo el honor de pasar a manos de Ud. una solicitud que hacen al Supremo Gobierno los Sres Carden, Reynalds [Reynard], Wood i Greenwood, por los que piden algunos ausilios para llevar a cabo una espedicion a la Tierra del Fuego. Si Ud. lo tiene a bien sírvase darle el curso conveniente.
La espedicion Sr Ministro, ha sido largamente discutida i estudiada ante el suscrito. Las conclusiones i el resultado de este estudio estan manifestados en la adjunta solicitud, i ella me ahorra un informe que seria la repeticion de ésta.
Si despues de tomar en consideracion esta importante empresa, el Supremo Gobierno resolviese prestar el apoyo que los espedicionarios solicitan, creo del caso manifestar a Ud que seria conveniente enviar de Valparaiso los artículos que necesitan, pues esta gobernacion solo podria contribuir con el personal, los viveres, las medicinas i las cabalgaduras.
Dios guie a Ud. Diego Duble Almeida
Sr. Ministro de R. E. i Colonizacion
II) Proyecto exploratorio
Punta Arenas, septiembre 1875
Exmo. Señor:
Lionel Carden, Enrique L. Reynald [Reynard], Williams Wood i Williams H. Greenwood, ciudadanos británicos residentes en la Colonia de Punta Arenas a Ud. Respetuosamente exponemos.
Convencidos de la gran importancia que sería para la Nación de Chilena en particular i para la Civilización en general, el conocer el estenso Territorio de la Tierra del Fuego, con sus habitantes i riquezas, el que, a pesar de las varias tentativas hechas por diversas expediciones, puede considerarse aun como completamente desconocido, proponemos formar una nueva expedición que compuesta de doce personas i provista de las armas víveres, útiles e instrumentos necesarios, con el auxilio de un buque de guerra, recorra dicho Territorio en distintas direcciones i de datos precisos de sus habitantes, de sus terrenos, de sus bosques i de sus riquezas. Esta expedición de la que los que suscriben formaran parte se llevará a cabo de la manera siguiente. Para la mejor inteligencia de nuestro proyecto, adjuntamos el plano de Tierra del Fuego tomado de las últimas exploraciones hidrográficas, en el podrán verse marcadas las vistas que debemos seguir.
Una vez listo el buque de la Armada Chilena, que nos ha de proteger en las esploraciones i con todos los útiles necesarios, se nos transportaría a Bahía San Sebastían, en la Costa Oriental i de ahí desembarcados daríamos principio a nuestra expedición. Desde este punto comenzaríamos tierra adentro a “Useless Bay”, reconociendo a uno i otro lado de nuestro camino. Este, que será de una 45 millas de estension, podremos hacerlo con la debida detención para las observaciones a que hayan lugar, en veinte días. En consecuencia el buque nos esperaría en Useless Bay, en 20 dias después de habernos dejado en San Sebastian.
Como la parte de la Tierra del Fuego comprendida entre Useless Bay i Admiralty Sound presenta graves dificultades para recorrerla a causa de sus elevadísimas montañas, el nuevo punto de entrada de nuestra espedicion seria el fondo del Admiralty Sound, lugar donde nos desembarcaría el buque proveyéndonos antes de nuevos víveres.
Desde aquí las tierras se divisan hacia el interior mui accesibles i nos dijiremos a Ushuaia, Mision Inglesa, reconociendo a nuestro paso un cordon de montañas que parece estenderse desde el lado oeste de Admiralty Sound hasta el Cabo de Hornos como una combinación de la Cordillera de los Andes.
Si la Tierra del Fuego encierra riquezas, es indudable que ellas deberán concentrarse en esta rejion por su formación primitiva aparente.
En veinte y cinco días estaremos en Ushuaia en donde estaria el buque para renovar nuestras provisiones i largarnos a las mas prolongada i talvez la mas dificultosa de nuestras exploraciones. Esta seria desde Ushuaia a Cabo Sunday.
Antes de partir nos haríamos en aquel lugar de uno o varios de los indios que tienen los misioneros19 i que conocen el idioma ingles, los que no solo nos servirian de guias sino tambien de interpretes para entrar en relación con las tribus del interior.
Nuestro camino en esta tercera esploracion, lo haríamos en la forma de un gran zig-zag de algunas leguas por uno i otro lado para que nos deje cabal conocimiento de las tierras interiores.
En setenta días estaríamos en Cabo Sunday i desde allí habiéndonos próvido nuevamente el buque de viveres atravesaríamos hasta Gente Grande Bay, dando aquí por terminada nuestra espedicion.
Creemos innecesario hacer presente a Ud. la gran importancia de la enerjica cooperación del Comandate del buque que ha de acompañarnos, pues Ud. Comprenderá fácilmente que una pequeña desinteligencia con el podría costar la vida de los espedicionarios por falta de viveres.
Nos proponemos llevar sobre la costa, el derrotero exacto de nuestro camino para lo cual se harán diariamente las correspondientes observaciones metereolójicas posibles, para cuyo complemento solicitamos barómetro i termómetro i aunque no poseemos serios conocimientos de botánica i ciencia natural, conservaremos debidamente cuanto veamos pueda contribuir a formar idea exacta de las formaciones naturales de la Tierra del Fuego, su parte animal i vejetales.
Complementaria el buen éxito en esta sección de nuestros propósitos, el que Ud. llegara a obtener una persona de la profesión de naturalista, que hiciera parte de nuestra espedicion. En este caso recomendariamos a Ud. designar una persona acostumbrada a las penalidades consiguientes a espediciones como esta.
Por los datos tomados personalmente por algunos de nosotros i los recojido de los capitanes de goletas que se ocupan en las costas inmediatas en la pesca de lobos, nos atrevemos a asegurar que la Tierra del Fuego no es la esteril e inhospitalaria tierra que se ha creido por tanto años. Mui al contrario se han visto grandes estensiones de fértiles terrenos en los que abunda toda clase de caza i que parecen mui apropósito para la crianza de ganados. Este Territorio en su parte Norte y Este parece formado por una estensa pampa pastosa, abundante en bosques, ríos i lagunas.
En la parte del Sur i Oeste, aunque todavia mui desconocida, creemos se encuentra la continuacion de los Andes que van a terminar en el Cabo de Hornos. Esta parte, como ya hemos dicho, esperamos encontrar ricos minerales.
Muestras de oro en quarts bastante ricas han sido exhibidas, por algunos capitanes de buques pescadores, obtenidas de los indios i algunas llegaron a alhagar tanto la ambicion de los comerciantes de California, que en 1852 se trató de formar en esa Ciudad una Compañía para venir a buscar su procedencia, idea que no llevaron a cabo solo por el temor a la inmisericordia supuesta a esta rejiones tan australes. Tambien se han encontrado piedras minerales de plata, cobre, cobalto carbón i pizarra.
Respecto a los naturales de esta parte de Territorio Chileno, es un hecho conocido que son mucho mas numerosos que los Patagones i a juzgar por los pocos que han llegado a la Colonia son mas inteligentes i trabajadores i parecen prestarse mucho mas a ser civilizados que estos.
La intelijencia que los fueguinos desplegan para la fabricación de sus útiles i armas, nos hace creer que ella guiada por camino provechoso, llegaria a dar resultado sinigual en la historia de la civilización de tribus salvajes.
Estos indios de hacen notar por su aversión a los licores i si desde el principio se sabe guiarlos i mantenerlos en tan buena disposición, se lograra librarlos de un vicio que ha hecho tantos estragos entre los patagones, alejándolos cada vez mas de los beneficios de la civilizacion.
Pueden considerarse divididos en dos distintas tribus. Unos los de tierra firme i los otros que viven nómades por las costas ó indios de canoas. Estos viven de la pezca i siempre se les encuentra en la mayor miseria, destituidos de todo abrigo. Los otros que ocupan únicamente la Tierra del Fuego, parecen mas adelantados en el modo de vivir. Viven como los patagones de la caza i se cubren con pieles de huanaco.
En distintas ocasiones se ha dado cuenta de haber visto hombres blancos entre los foguinos, lo que hace sospechar la existencia de algunos infelices naufragos internados por los indijenas.
Intereses de humanidad, fuera de otras concideraciones, recomendarían en este caso la necesidad de una espedicion como la que proponemos.
Para llevar a cabo nuestro proyecto solicitamos a Ud. nos haga entregar por quien corresponda las armas i útiles que a continuación se espresan;
- Cinco carabinas, sistema Westtley Richards con fundas impermeables
- 3000. Tres mil cartuchos para las anteriores
- 5. Cinco revólveres del sistema Colt de cargar por la culata con cinturones i fundas
- 500. Quinientas cápsulas para los mismos y siete rifles comunes para los peones con fundas impermeables
- 1000. Mil cartuchos para los anteriores
- 1. Un sextante de bolsillo
- 1. Un Horizonte artificial pequeño
- 1. Un Cronómetro de bolsillo
- 1. Un anteojo de larga vista (tamaño mediano)
- 1. Un barómetro de altura de bolsillo
- 2. Dos brújulas pequeñas
- 2. Dos termómetros para hervir
- 2. Dos libros en blanco para diarios con tapas impermeables
- 2. Dos libros de papel propicio para conservar plantas y flores
- 1. Una maquina fotográfica-lente para vistas, de 2 pulgadas de diámetro
- 6. Seis docenas planchas preparadas
- 1. Un soplete
- 1. Un lente con mango para aumentar objetos
- 2. Dos libras mercurio líquido
- 2. Dos carpas de 10 pies x 8 pies
- 1. Un encerado impermeable de 10 x 10
- 10. Diez aparejos de carga con encerados para cubrir carga
- 9. Nueves hachas americanas
- 12. Doce picos mineros con sus mangos
- 3. Tres palas
- 3. Tres barretas de 1 pulgada grueso i 3 pies largo
- 2. Dos hollas grandes de fierro
- 2. Dos teteras de id.
- 1. Un sarten id.
- 50. Cincuenta brasas cabo manila de 4 pulgadas mena
- 50. Cincuenta ídem de 2 % pulgadas mena
- 2. Dos poleas (regular tamaño) de 2 ojos.
- 20. Veinte libras piola
- 1. Una suela curtida
- 1. Una sierra de trozar
- 10. Diez docenas cohetes de señales
- 4. Cuatro ídem luces de bengala.
Regalos para indios
- 3. Tres docenas de mantas colores para los indios (coloradas i azules)
- 10. Diez gruesas de cuentas de vidrios de color i joyas de metal
- 2. Dos piezas liensos de color
- 3. Tres docenas pañuelos de algodón
- 2. Dos docenas navajas ordinarias
- 1. Un cajón tabaco en plancha
Ademas todos los viveres i medicinas necesarias. Estos objetos como asi mismo las demás particularidades de la espedicion, podremos arreglarlas con el Gobernador del Territorio a lo que solicitamos, nuestras esploraciones deberán principiar a fines del mes de noviembre, para asi contar con los meses mas favorables del verano. En consecuencia los útiles que pedimos deberían sernos entregados en los primeros días de ese mes.
Si llevamos a buen fin con éxito feliz en nuestra espedicion, esperamos conseguir de Ud. como recompensa de nuestros trabajos, una estencion de terreno en el mismo Territorio de la Tierra del Fuego.
Todo lo que dejamos espuesto es el placer combinado por los que suscriben, pero si Ud. tuviera por conveniente modificarlo, nosotros aceptaremos gustosos esas modificaciones.
Antes de terminar debemos hacer presente a Ud. que si nos hemos decidido elevar la presente solicitud, ha sido alentados por la entusiasta aprobación del Sr. Gobernador del Territorio al manifestarle nuestro proyecto. De acuerdo con este señor hemos redactado esta i nos ha ofrecido informarla del mejor modo para merecer la aprobacion de Ud. como asi mismo ayudarnos por todos los medios que estén en su mano hasta poner en ejecucion nuestro plan. Con su cooperación, estamos seguros, se nos allanaran todas las dificultades.
Es gracias
Lionel Carden, Enrique L. Reynald [Reynard],
Williams Wood, Williams H. Greenwood
III) Respaldo del gobernador de Magallanes
Exmo Señor
Con el fin de inclinar el animo de Ud a proteger i tomar bajo vuestra benévola acojida la peticion que antecede, bien poco el que suscribe tendria que decir, puesto que Ud está persuadido de la importancia de una espedicion como la presente, desde que bajo vuestros auspicios
i ayuda no hace mucho tiempo se inició otra análoga que desgraciadamente, por motivos que no son del caso manifestar, no tuvo tan favorables resultados como debia esperarse en vista de los sacrificios que hizo la nación20.
No daría un informe favorable a la solicitud que antecede si la espedicion de que se trata no hubiera sido estudiada i discutida detenidamente ante el que suscribe, circuntancias que le han dado ocasión de conocer su importancia i la posibilidad de realizarla sobre todo, Exmo Señor, es para el que suscribe una garantía de buen éxito para la empresa el conocimiento personal que tiene de los miembros que la componen. El Sr Reynald es un antiguo y respetable comerciante de la colonia, los Sres Wood y Greenwood hace dos años se ocupan de interesantes i difíciles excursiones en la Patagonia, siendo el último el único que mas se ha interesado en la Tierra del Fuego. El Sr Carden hace ocho meses se ha establecido en la colonia al frente de una sociedad que explota las arenas auriferas. Todos, pues son personas de energía i perseverancia, a quienes ninguna dificultad abate.
La magnitud de la empresa de que se trata, los sacrificios que de la nacion se solicitan para llevarla a cabo, son circunstancias que esta gobernación ha tenido mui presentes para hacer un detenido estudio sobre la posibilidad de realizarla con provecho. Es así, Exmo Sr. que la presente solicitud puede ser considerada como la propia opinion de que suscribe.
Ud con mayor acuerdo podrá resolver respecto de ello lo que estimase mas conveniente.
Exmo Señor Diego Duble Almeida