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Universum (Talca)

versión On-line ISSN 0718-2376

Universum v.23 n.1 Talca  2008

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762008000100018 

 

Revista Universum Nº 23 Vol. 1: 355-358, 2008

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

 

CELEBRACIÓN DEL CENTENARIO PATRIO EN LA CIUDAD DE SANTA ROSA DE LOS ANDES
Javiera Donoso Jiménez, Centro de estudios Bicentenario, Santiago, 2007.

 

Martín Lara (*)

(*) Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico: martinlara@uc.cl


En el marco de los trabajos que sobre el bicentenario se están comenzando a desarrollar, no pocas de las publicaciones referidas al ámbito historiográfico lo hacen como punto articulador de su análisis. Para comprender el tema, que a simple vista peca de sencillo, tiene que ser analizado desde la profundidad que las matrices culturales presentan, en este caso, haciéndolo a la luz de experiencias ya acaecidas, tomando como punto referencial el otro gran cumpleaños republicano que sucedió hace casi cien años. Dentro de esta perspectiva, el trabajo que la joven historiadora Javiera Donoso nos presenta, da nuevas luces sobre dicha conmemoración, radicando su aporte, en cómo una comunidad marginal, dentro del espacio simbólico-territorial de Chile, se preparó para vivirla: la ciudad de Los Andes.

A pesar de su cercanía a Santiago, Santa Rosa de Los Andes fundada en 1791, se enmarca dentro de los parámetros dusselianos que la sitúa como una extremidad de poder o periferia de un centro político-administrativo. En otros términos, se entiende como la alegoría sobre el último margen de una ola que ya reventó. La importancia de esto, no radica precisamente en los avatares reales y comprobables del desarrollo económico o político que esta localidad en términos históricos tuvo, al igual que muchas otras dentro de Chile, sino, a nuestro entender, sobre el imaginario que la sociedad de una zona o región determinada empieza a construir sobre su propia percepción del mundo y a partir de esto, sobre el cuestionamiento de sus posibilidades tangibles de insertarse en un espacio que lo consideran también como suyo. En donde, sin embargo, los derechos colectivos difieren. Bajo este prisma se puede entender el devenir que la sociedad de Los Andes tuvo antes, durante y después del centenario.

Construido a partir de un breve cuerpo documental, preferentemente a través de la prensa de época, el libro nos va revelando como en un año -1910-, se van sucediendo un continuum de argumentaciones a favor y en contra de los preparativos que se realizarían para festejar el dieciocho de septiembre de ese año. Esto no es menor, ya que tiene estrecha relación con una doble dimensión de estudio. Radicando la primera, en la pugna que tenía con la ciudad de San Felipe, con el fin de convertirse en la urbe anfitriona de la delegación argentina encabezada por el presidente José Figueroa Alcorta y el Colegio Militar. Mientras que la segunda, en el afán de presentar una imagen acorde a los tiempos; caracterizados por la aspiración de modernidad, desarrollo y civilización, logrando transformar a la villa de Los Andes en una representación colectiva de la Cenicienta: de una villa misérrima, sin aspiraciones en lo material, a considerarla casi como un modelo a seguir por parte de otras localidades en el valle del Aconcagua.

El texto, sin proponérselo, debido que no exprime la salvia de las fuentes, nos da a entender la gran riqueza discursiva de la época. Ya estudiada en trabajos como los compilatorios de Cristián Gazmuri en El Chile del centenario. Los ensayistas de la crisis, o más recientemente, el de Soledad Reyes titulado Chile en 1910, la crítica que se articuló en Santiago, no solo cruzó los limes capitalinos, sino que se combinó con las reflexiones particulares que en cada rincón de Chile se estaban generando, como es el caso de Los Andes. Así, por lo menos, lo hemos comprobado con documentos para otras ciudades como Antofagasta, Talca, Parral y Puerto Varas. El fondo hermenéutico que los textos presentan, podría haberse utilizado de mejor forma.

La estructura analítica del libro está compuesta por una presentación, introducción, dos capítulos, conclusión y anexos. Sobre estos, nos referiremos enseguida.

Con una presentación de Alejandro San Francisco se inaugura el análisis del libro. Sin mayor pretensión que cumplir con la tarea encomendada y sin hacer un mínimo esfuerzo por interiorizarse en este tipo de estudios regionales, que por lo demás, son pioneros -al menos los realizados por profesionales-, despacha en dos carillas y media sus palabras, notándose a primera vista que no se consultó en el intertanto escritural un diccionario de sinónimos, por cuanto la redacción de ideas y la conjugación de palabras fueron, por decirlo de un modo, peculiares.

La introducción del libro, presenta una visión panorámica de la realidad política y social del país hacia 1910. Aquí, se alude a los discursos que en la época se estaban dando para que los chilenos o al menos, parte de ellos, tomasen conciencia sobre su papel dentro de la sociedad. De buena forma la autora va acercándose de lo general a lo particular; su avance es lento pero seguro, desde Santiago a Los Andes.

El primer capítulo del libro, que por su contextura poco tiene de ello, se titula "Breve historia de la villa de Santa Rosa de Los Andes"; aquí se da una panorámica general sobre la historia de la urbe, apoyándose tan sólo de un libro como fuente, se recorren cuatro siglos en tres páginas...

La segunda parte del libro y, sin duda, la medular del trabajo titulada "Celebración del centenario" que por diversas razones, resulta muy interesante para aquellas personas que nos dedicamos a la historia local, o en palabras de Luis González, a la matrihistoria, se funda en primer término y como ya adelantamos al comienzo de esta revisión, de cómo ciertas festividades que implican a la totalidad de la república y que se analizan comúnmente en Santiago, se ven expuestas en otras villas y ciudades que, por lo general, carecen de interés para los clíonautas, especialmente los metropolitanos.

En una segunda línea, porque con su lectura nos van surgiendo preguntas perfectamente transferibles al desarrollo histórico de Chile ¿Cómo ciertas celebraciones o festividades se pueden convertir en puntos referenciales de alcance o concreción de metas. Parte, tal vez, de la naturaleza serial de ideas y etapas como lo dijo en algún momento Ortega? ¿La sociedad, a pesar del conocimiento de estas fiestas toma conciencia histórica de su papel en el ahora? ¿Quién en realidad celebra(rá) el (bi)centenario: la sociedad o la abstracción monstruosa del Leviatán?

Esta parte del libro también da muestras del espíritu de la época, el afán de la apariencia o representación. Si bien se ha dado siempre, es en el XIX y principios del XX cuando esta se institucionalizó, siendo la burguesía o clase dirigente uno de los grupos garantes de la forma social, mientras que sus fiestas, hogares y viajes, la escenografía, tal como lo dice Villalobos en Origen y ascenso de la burguesía chilena y últimamente Paulina Peralta en ¡Chile tiene fiesta! ¿Lo sucedido en Los Andes como el arribo de la electricidad; el pintar las fachadas de las casas; arreglar sólo las calles principales y construir las primeras viviendas en serie fuera de la ciudad, eran pruebas tangibles de la modernidad que llegó o simplemente una necesidad del parecer? Preguntas como estas, la autora se encarga de responder al compás de su exploración.

Gran parte de la obra se centra precisamente en estos preparativos, intercalando su argumentación con la ortopedia visual de singulares fotografías de prensa y archivos personales, las que a pesar de su pésima resolución por una cuestión netamente editorial (por ejemplo, página 44), sirven en igual medida para su cometido.

Si bien, la autora en esta parte realiza una detallada descripción de la ciudad, cayendo muchas veces en lo repetitivo, el análisis estuvo carente de un estudio sobre la acelerada transformación de la localidad. Vale recordar, que es justamente en los primeros años del siglo XX que se observó en gran parte de Chile una transformación significativa del espacio urbano: el crecimiento acelerado hacia la periferia; el continuo incremento de masa poblacional desde zonas rurales (que se puede estudiar realizando un estudio retrospectivo de los censos) y la falta de gestión edilicia que muchas veces resultó en la ausencia de una planificación urbano-territorial adecuada, que en conjunto con otros factores, fueron la causa para que las pequeñas ciudades del centro de Chile no fuesen espacios cómodos y agradables para habitar. Sobre ello, faltó consultar una amplia gama de estudios como los desarrollados por Armando de Ramón, Jorge Hardoy, Gonzalo Cáceres, Rodrigo Hidalgo y la tesis de Licenciatura en Historia UC de Cristián Rodríguez, que precisamente trata sobre San Felipe y Los Andes.

Pensamos que ciertos aspectos se podrían modificar para una segunda edición, entre los formales se cuentan: una revisión minuciosa de la redacción; mejorar la resolución de las fotografías; citar en la bibliografía final todos los textos utilizados en las páginas de desarrollo y, si es posible, incluir un mapa de la ciudad, preferentemente histórico o, en caso contrario, uno actual trazando las delimitaciones de la época. Mientras que en los aspectos de fondo: es necesario reconsiderar la realización de un estudio histórico crítico, con hipótesis más claras y resultados definibles; ahondar en la rica cantidad de fuentes primarias y secundarias existentes, ya que no es bien visto nutrir una producción de este tipo con sólo un libro y un periódico como base documental.

Antes de cerrar estas líneas, deja dudas la conclusión del libro. No sabemos si el propósito conciente de este texto es desarrollar literatura vox populi contribuyendo a mantener las conocidas historias de bronce o pretende hacer un aporte científico al desarrollo de la historiografía local en Chile, lo cual no quita su posible lectura masiva. De cualquier modo, invita al debate sobre el crecimiento de categorías temáticas como ésta en nuestro país.

Con todo, es necesario señalar que el libro desde la perspectiva de su finalidad es regular. Y, desde otra, es bueno, ya que da pistas sobre respuestas e interrogantes que hoy como sociedad hacemos al compás de las crecientes producciones publicitarias, televisivas y académicas que como avalancha ruedan aceleradamente hacia el año 2010.

 

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