SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.24 número2PERCEPCIONES ESTUDIANTILES SOBRE LAS TÉCNICAS UTILIZADAS EN LA ENSEÑANZA DEL INGLÉS COMO LENGUA EXTRANJERAKARAÍ Y CH'AMAKANI: UN PARALELO ENTRE LOS ESPECIALISTAS RITUALES DE BOLIVIA Y PARAGUAY índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Universum (Talca)

versión On-line ISSN 0718-2376

Universum v.24 n.2 Talca  2009

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762009000200007 

Revista Universum Nº24 Vol.2, II Sem. 2009, pp. 114-138

 

ARTICULOS

 

EL ASESINATO DE HÉCTOR BARRETO Y LA CULTURA POLÍTICA DE LA IZQUIERDA CHILENA EN LA DÉCADA DE 1930*

 

Fabio Moraga Valle (*)
(*) Doctor en Historia, El Colegio de México. Académico Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Chile.
Correo electrónico: fabiohis@yahoo.com.mx


RESUMEN

El artículo investiga la formación de la cultura política de la izquierda chilena en su etapa de formación, durante la década de 1930, a través de la lucha contra el fascismo y el nacismo local, ejemplificado en la muerte del joven cuentista Héctor Barreto. Promisorio escritor, heredero de la cultura literaria e intelectual de la izquierda chilena de la década anterior. Había entrado a las filas del Partido Socialista en medio de la lucha contra el fascismo desarrollada entre las Milicias Socialistas y las Tropas Nacis de Asalto de Movimiento Nacional Socialista comandado por Jorge González von Mareés. Su asesinato adquirió en la época, características míticas y produjo un giro en un sector importante de la intelectualidad local, la surrealista generación de 1938, que a partir de entonces se volvió militantemente antifascista y pro socialista. A su vez le dio un héroe al recién formado Partido Socialista, que dos años después formó parte del gobierno del Frente Popular presidido por Pedro Aguirre Cerda.

Palabras claves: Bohemia - Generación de 1938 - Partido Socialista - Movimiento Nacional Socialista - Antifascismo.


ABSTRACT

This article focuses on the political culture of the Chilean left in its first years, the 1930s, during the struggle against local Fascism and Nazism. This battle became legendary following the death of the young writer Héctor Barreto. A promising writer steeped in the literary and intellectual culture of the Chilean left of the previous decade, he had entered the ranks of the Socialist Party in the midst of the Socialist Militias' struggle against the fascism imposed by the Nazi Shock Troops of the National Socialist Movement commanded by Jorge Gonzalez von Mareés. Barreto's assassination took on mythical proportions and produced a shift among an important sector of the local intellectuals, the 1938 Surrealist generation, which, from that moment on, became militantly anti-fascist and pro-socialist. At the same time, it created a hero for the recently formed Socialist Party of Chile, which played a role in Pedro Aguirre Cerda's Popular Front government that year.

Key words: Bohemia - 1938 generation - Socialist Party - National Socialist Movement - Antifascism.


 

I. LA VIOLENCIA CALLEJERA COMO UNA ESTÉTICA DE LA POLÍTICA

La cultura política de la izquierda chilena se forjó a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX, lo que dio origen a una multiplicidad de expresiones de carácter político (partidos, grupos, movimientos), pero también sociales (grupos artísticos, intelectuales, juveniles) y culturales (prensa ocasional, panfletos, discursos, y, en las últimas décadas, pintura mural). Pese a esta diversidad, dos fueron sus fuentes fundamentales: la cultura obrera, proveniente del trabajo industrial y minero, y la cultura juvenil, proveniente del movimiento estudiantil.

La década de 1930 fue una época muy difícil para Chile y América Latina. Para el país austral, la caída de la bolsa de valores de Nueva York en 1929 repercutió como en ningún otro del continente, afectando no sólo a las clases populares sino también a los grupos medios. La crisis del viejo sistema parlamentario (1891-1925), al que costó más de una década desmontar, tuvo su final definitivo con la inestabilidad política posterior a la caída del "dictador Ibáñez", en julio de de 19311. El ascenso, por segunda vez a la Presidencia de la República, del liberal Arturo Alessandri (1932-1938), no garantizó la superación de estos dos grandes problemas por los que atravesaba la nación. El gobernante echó mano de todos los recursos para, no sólo estabilizar la vida política sino también algo más básico: mantenerse en el poder contra el militarismo dejado por su predecesor y la pauperización de amplios sectores populares y de clase media2.

Pero no sólo los elementos castrenses demostraron un inusitado esfuerzo por el uso de la violencia para intentar tomarse el poder. Por todos lados, los distintos sectores de la vida política buscaron ganar las calles con la presencia de grupos de choque formados por jóvenes con distintos grados de instrucción militar que, vistiendo uniformes practicaban vistosas demostraciones "milicianas", ya sea como advertencia a sus enemigos más directos o como simple demostración de fuerza, cohesión y presencia. Esta "estética" que había adquirido la lucha política, contrastaba con la sobriedad y la falta de demostraciones públicas, que la estética oligárquica había practicado durante la etapa anterior o "parlamentaria".

El cambio señalado estaba basado en el componente social que los partidos políticos tenían entonces: hasta 1920 la política era un "juego de salón" porque los partidos del sistema estaban compuestos mayoritariamente por aristócratas y oligarcas. Pero ya desde 1910 los enfrentamientos callejeros entre jóvenes de la alta sociedad, generalmente estudiantes católicos, políticamente conservadores, socialmente aristócratas y miembros de la Juventud Católica, contra jóvenes de clase media, políticamente liberales, anticlericales y, muchos de ellos, miembros de la Federación de Estudiantes de Chile, se habían hecho frecuentes. El acontecimiento más brutal había sido el asalto al Club de Estudiantes protagonizado por hordas de jóvenes católicos y militares en julio de 1920; éstos saquearon el local, ubicado en pleno centro de la ciudad, con la connivencia del gobierno y la policía, robaron sus obras de arte y quemaron sus libros en una recreación de los autos de fe medievales contra "herejes" y brujas. Todo anunciaba la llegada de nuevos grupos sociales al "campo de batalla" de la lucha política y la resistencia a ello de los sectores más tradicionalistas de la sociedad chilena3. Para la década de 1930 los enfrentamientos ya no se sujetaban al intercambio de insultos y de piedras ni a escarmientos espontáneos: en ambos bandos surgió el uso de armas de distinta envergadura, incluidas las de fuego.

En este artículo vamos a estudiar la conformación de la cultura política de la izquierda chilena del siglo XX que estuvo atravesada por varios procesos fundamentales. A escala nacional, por la irrupción radical de sectores obreros (mineros e industriales), estudiantiles (fundamentalmente universitarios) y de grupos medios (empleados, militares, profesionales e intelectuales), en el campo de la política formal (en partidos, coaliciones, la administración pública y el gobierno). A escala internacional, por la influencia cultural de la Guerra Civil Española, un acontecimiento que conectó a Chile con las luchas políticas en otras latitudes. A nivel continental, por la llegada de corrientes culturales e intelectuales de carácter latinoamericano, que enriquecieron la cultura política de izquierda hasta entonces centrada en el "internacionalismo proletario" (tanto comunista como anarquista), heredero de la Revolución Rusa. En el plano cultural local, por la continuidad de corrientes artísticas y estéticas de carácter vanguardista, europeas y latinoamericanas. Todos estos elementos se concentraron en la muerte del joven militante socialista, el poeta Héctor Barreto, a manos de las fuerzas paramilitares del nacionalsocialismo local.

II. LA GENERACIÓN DE 1938

Pero no sólo la violencia política era la manifestación social más cotidiana de una crisis social. El mundo de la cultura carecía de las fuertes expresiones de los años anteriores, remecidos por el cambio del modernismo a las vanguardias4. Durante la década de 1910 y 1920 grupos de artistas, intelectuales y obreros, habían desarrollado una gran variedad de expresiones artísticas, literarias y culturales que también ocuparon el espacio público, sobrepasando por mucho a las manifestaciones de violencia política: fiestas de la primavera, días del estudiante, murgas espontáneas, eran la expresión de grupos culturales, sociales y organizaciones del más variado tipo, que no sólo ocupaban el día para expresar sus inquietudes sino también extendieron sus actividades y manifestaciones a la noche, desarrollando una nutrida y expresiva bohemia local. La poesía, la pintura, la arquitectura, la prensa, el teatro popular y hasta el cine, habían creado y recreado en la escena chilena movimientos como el creacionismo, el art Nouveau, el art decó, el dadaísmo y el cine mudo, y hecho nacer a hombres y mujeres como los poetas Vicente Huidobro, Pablo Neruda, José Domingo Gómez Rojas, Gabriela Mistral, la escritora Inés Echeverría, los dramaturgos Antonio Acevedo Hernández y Alejandro Flores, los cineastas Pedro Sienna y Arnulfo Valk, el arquitecto Luciano Kulchevsky y muchos más5.

Para la década de 1930 estás expresiones habían decaído notablemente. Un grupo importante de los nombrados había emigrado o se había autoexiliado buscando nuevos espacios donde expresar sus inquietudes artísticas y culturales. En 1927, Neruda había partido como cónsul a Birmania, aceptando un modesto cargo diplomático para escapar a su angustiosa situación económica; Huidobro, perseguido por los continuos desaires a su aristocrática familia se había autoexiliado en París; Mistral, después de salir a México posrevolucionario en 1922, para trabajar en el proyecto vasconcelista de educación y regresar fugazmente dos años después, no volvería a Chile sino en 1957; Roberto Matta se había enganchado como marino mercante en un carguero para llegar a París. A otros les había ido peor; varios miembros de la generación de 1920 habían desaparecido fruto de la persecución política o el aislamiento: Gómez Rojas, había muerto ese año en la cárcel producto de las torturas y el confinamiento; en 1926, Moisés Cáceres se había suicidado frente a la Embajada de Chile en la "ciudad luz"; Alfredo Demaría presidente de la Federación de Estudiantes y promisorio médico higienista también encontró en 1928, su fin por mano propia, deprimido por una desilusión amorosa; Juan Gandulfo había fallecido en un accidente de tránsito en 1931… les seguiría Alberto Rojas Jiménez, quien moriría de pulmonía tres años después. Otros, como Manuel Rojas y José Santos González Vera sobrellevaron la crisis en pequeñas editoriales o en oscuros puestos burocráticos. Sin embargo, y contra este sino trágico, la generación de 1920, y sus variadas expresiones políticas y culturales, sobreviviría el paso del tiempo y se instalaría como la más prolífica del siglo XX6.

Pese a la adversidad de la época que estudiamos, hubo una generación que a fines de la década comenzó a expresar inquietudes artísticas y culturales, influenciadas fundamentalmente por el psicoanálisis y el surrealismo. La llamada "generación de 1938" reunió a escritores como Santiago del Campo, Miguel Serrano, Fernando Marcos, Omar Cáceres, Eduardo Anguita, Rosamel del Valle, Mario Ferrero, Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa, Teófilo Cid, Irizarri, Eduardo Molina, Julio Molina Müller, Guillermo Atías (o Anuar Atías), Iván Romero, René Ahumada, Raúl Vicherat, Robinson Gaete, Juan Tejeda, Gonzalo Rojas, Volodia Teitelboim y Héctor Barreto7.

Algunos trabajos, contemporáneos y recientes, han destacado los elementos centrales de esta generación, tensionada (como muchas otras), por las actitudes frente a "el arte por el arte" o el "arte comprometido" con la realidad social y su transformación. Ésta ha sido caracterizada por su fuerte espíritu vanguardista muy influenciado por el surrealismo y el debate acerca de la capacidad de las palabras de transformar la realidad: "Nada podíamos hablar de ellos, sin emplear las palabras de la poesía para transformarlos" -decía un integrante del grupo "Mandrágora"- al referirse a los deseos humanos de cambio8.

Sin embargo, pese a que casi todos se reconocieron como miembros de la misma generación, sus actitudes poéticas y políticas muchas veces difirieron e incluso fueron antagónicas. La mejor prueba de esto, está en las voces de dos de sus miembros centrales: Volodia Teitelboim y Braulio Arenas.

Teitelboim ha relatado así el despertar poético marcado por la agitación revolucionaria de 1931, la Guerra Civil Española y la crisis económica:

Exactamente comenzó nuestra generación a raíz de la crisis de 1931. Sentimos que el viejo mundo crujía. Nos proclamamos revolucionarios en política y en arte. Compartimos el principio de Bernard Shaw de que "toda nuestra sociedad reposa en la pestilencia de las mentiras" e hicimos nuestro el belicoso reto de Campanella: "Con ánimo ardiente, altanero y piadoso, declara la guerra a las escuelas falsarias". Teníamos dieciocho años y nos seducía el grito de Rimbaud: "Es necesario ser absolutamente modernos"9.

Braulio Arenas, por su parte, ponía un acento menos "realista", un son más de "poesía pura" en su forma de entender su oficio de escritor y el sentido de su producción:

Idea justiciera, realidad implacable, la poesía abisma con su fuego este mundo de cartón. Es grotesco, pues, hacerla marchar al son de un rataplán político, cualquiera, vuestra infame palabra libertad nada tiene que ver con la radiante palabra libertad que la poesía emplea. No sólo son irreconciliables sino que la una, obligatoriamente, debe combatir a la otra10.

Eran las dos caras de una medalla de quienes se sentían miembros de una misma generación pero enfocaban su quehacer artístico desde puntos de vista disímiles, pese a la amistad que los unía. ¿Cuáles serían sus actitudes frente a los profundos cambios de la época que les tocó vivir?

III. HÉCTOR BARRETO, UN JOVEN QUE INVENTABA HISTORIAS

Héctor Francisco Barreto Ibáñez había nacido en 1917, su vida y su posterior evolución y desenlace tiene un gran paralelo con José Domingo Gómez Rojas, el poeta mártir de la generación de 1920. Hijo de Francisca, "doña Panchita", una costurera que con su trabajo crió a tres hijos, y de un padre ausente. La familia vivía en la calle San Diego, en la parte sur del centro de Santiago, un "barrio bravo" en esa época, lleno de cafés, teatros, billares y librerías "de viejos" donde pululaban delincuentes y prostitutas y se reunía la bohemia de la época. La casa de la familia estaba precisamente detrás de una de esas librerías11.

Los nombres de los bares y cafés del entorno reflejaban el entorno de bohemia y bajos fondos: "La Buenos Aires", "El Mundo", el "Miss Universo", El "Volga", el "Folis Bergére", La "Filórica Luz y Sombra" de don Ricardo Huerta, el "Salón América". Al parecer cada uno de estos sitios era lugar de reunión de grupos con intereses específicos; mientras el Miss Universo era el lugar de los poetas y escritores, el Volga lo era de los alumnos y profesores de la Escuela de Artes Aplicadas, de los jóvenes de izquierda y más precisamente los de la Juventud Socialista12.

El joven Barreto se inclinó tempranamente por la literatura. A los trece años, había ganado un concurso literario en el Instituto Nacional, con "La perfecta belleza", un relato acerca de un príncipe ciego obsesionado con la de delicadeza estética. Cuando era estudiante del Instituto Nacional, con apenas 15 años y como muchos otros muchachos de su edad, fue protagonista de las manifestaciones estudiantiles contra el presidente Ibáñez en julio de 193113.

Pero antes de manifestar alguna preocupación política constante se transformó en un lector incansable, amigo de un hijo de un librero de viejos, solía ocupar esta "franquicia" para satisfacer su avidez:

Del boliche de mi padre llevaba continuamente libros sobre los más variados temas. Se iba con ellos en la tarde y al día siguiente ya los había leído. Leía hasta las 4 o 5 de la mañana. Podía pasar dos o tres días sin dormir. Y luego era capaz de dormir 16 horas de un tirón14.

Terminados sus estudios liceanos, a los 19 años asistía como oyente a las clases de Derecho de la Universidad de Chile y trabajaba para ayudar a su familia como corrector de estilo en la editorial Ercilla15. Además había adquirido algunas costumbres de la clase media de la época como la natación, deporte que caracterizaba estos grupos sociales y que él practicaba en el Club Neptuno. Incluso llegó a planificar junto a sus amigos la organización de un club propio en el barrio pero después lo echaron a la broma y no lo concretaron16.

A esta altura se unió al movimiento cultural de la época, insertándose de lleno en la bohemia local, por lo que comenzó a asistir a las tertulias donde, en torno a una botella de vino, se improvisaban cuentos y relatos en los que casi siempre ganaba. Aunque en el grupo al que se unió se discutía de todas las expresiones artísticas, las inclinaciones del joven eran fundamentalmente literarias, en particular cultivó esa facilidad de la prosa a través de la improvisación de cuentos.

El escritor nacionalsocialista Miguel Serrano ha relatado la historia del grupo más pequeño al que dentro se la generación del 38 pertenecían ambos y que comenzaron a frecuentar uno de estos locales:

Un pequeño grupo (Del Campo, Guillermo Atías, Irizarri, Ahumada, Iván Romero, Julio Molina y Barreto) nos reuníamos en la noche a conversar y leernos nuestros cuentos y poemas en un café-restaurante de la calle San Diego, el «Miss Universo», que, como tantas otras bellas cosas, ya no existe más17.

¿A quiénes leían el grupo de Miss Universo? ¿Cuáles eras sus preocupaciones? Primero, al contrario de la generación anterior, la política no formaba parte de sus preocupaciones fundamentales; pero sí compartían intereses literarios en torno a un grupo muy determinado de escritores extranjeros: Panait Istrati, Knut Hamsum y los rusos Dostoievsky, Boris Pilniak, Sevolod Ivanov; o poetas como Miloscz; entre los vates chilenos leían a Pedro Prado, Omar Cáceres (quien se apareció en sus tertulias para recitar su «Azul deshabitado»), Vicente Huidobro, Augusto D'Halmar (en especial La sombra del humo en el espejo), Salvador Reyes, Pablo de Rokha, Neruda y Joaquín Edwards Bello, entre otros.

Pero el mismo Barreto tenía inclinaciones muy precisas: admiraba la cultura clásica: "vivía en la Grecia antigua -nos relata Serrano- y como si él mismo fuera la reencarnación de Alejandro Magno, a quien nos describía físicamente cual si sólo acabara de estar en su presencia". Pese a su corta edad ya había escrito varios cuentos y relatos que aparecían en revistas y periódicos:

Y era Barreto quien nos mantenía atentos a sus historias improvisadas, haciendo que la noche pasara casi sin sentirse. ¿Cómo poder olvidar «El pasajero del sueño», «Rito a Narciso», «Jasón» y «La ciudad emferma» (él pronunciaba «em-ferma», con «m», poniendo énfasis en ello y con un gesticular único)18.

Sus cuentos hablan sobre personajes sometidos a profundas situaciones existenciales, seres solitarios, vagabundos, introspectivos, meditabundos. Solo un relato, "Ranquil, lugar de muertos", escrito a propósito de la matanza de comuneros ocurrida en la región del sur de Chile, entra decididamente en la política19. Era el reflejo de su propia personalidad y actitud intelectual, no por casualidad respondía a un amigo que lo criticaba y lo instaba a "renovarse integralmente", con estas palabras:

No hay labor minuciosa y apagada. He sido arrastrado por mi individualismo, -no egoísmo- buscando, claro está, es un poco utópico. Utopía. Mito. Sueño: lo único digno de buscar -un campo donde poderlo apreciar más libremente. [...]. Me parece que tú no has comprendido jamás qué es lo que realmente puede entorpecer el desarrollo de la personalidad humana; ni menos, lo que significa el individualismo20.

Este individualismo, a medio camino entre la actitud poética y la certidumbre ideológica, que definía como "alma del colectivismo", era el nexo que lo unía indiscutiblemente con la generación de 1920. Su cuento más recordado, "La ciudad enferma", reflejaba de manera certera el dilema personal y el de su generación en la historia de la literatura chilena y la crisis por la que atravesaban. Éste es una ficción sobre una extraña metrópoli en que sus habitantes, sumidos en un silencio existencial, deambulaban usando máscaras, sometidos al anonimato de la urbe, hasta que un día deciden quitarse colectivamente sus antifaces, pero el héroe del cuento opta por permanecer disfrazado ante los cual sufre el rechazo del resto.

Héctor Barreto era, como muchos jóvenes de la época, un aprendiz a medio camino entre la literatura y la política. Rescataba el individualismo como máxima expresión del ser humano, pero no rechazaba el colectivismo (socialista, comunista, militante); sus cuentos reflejan la mente de un joven que poseía, pese a su temprana edad, no sólo un exquisito uso del lenguaje, sino también un fino talento literario. Como muchos en aquella etapa de la existencia vivía con pasión y entrega sus ideales y adoptó el apodo de Jasón, el héroe griego, su propio modelo literario y de vida.

IV. EL LLAMADO AL HEROÍSMO

En este contexto los enfrentamientos entre los distintos grupos de choque eran inminentes. Los primeros en organizarse fueron las Milicias Republicanas, organización paramilitar que operó entre julio de 1932 y julio de 1936. Comandadas por hombres de la oligarquía, tuvieron como primer cometido ser un freno al impulso de los sectores militares que, coludidos con algunos políticos, protagonizaron continuos intentos de golpes de Estado con el fin de reponer a Ibáñez en el poder o imponer a otro caudillo de menor rango21. Por ello contaban con la anuencia de Alessandri, quien no dudó en apoyarlas en una de sus máximas expresiones de fuerza (una marcha efectuada el 7 de mayo de 1933 en la que, durante más de una hora, desfilaron unos diez mil milicianos frente al palacio presidencial de La Moneda para apoyar al gobierno constituido), pese a que le costó la renuncia del Ministro del Interior, el "civilista" Renato Hevia22. Estas milicias pudieron usar incluso armamento del Ejército. Pero el Congreso, dominado por la oposición, obligó a su disolución en 1936.

La formación de estas milicias incitó en los otros partidos a la organización de sus propios grupos paramilitares. El Movimiento Nacional Socialista chileno, MNS, dirigido por Jorge González von Marées, tenía un Departamento Doctrinario a cuyo cargo estaba René Silva Espejo, director de El Mercurio. Pese a que se reivindicaban contra "la oligarquía, la derecha y el imperialismo", su carácter era fundamentalmente anticomunista (su primera acción fue boicotear un acto del PC en el teatro Esmeralda, en la calle San Diego). En los primeros meses de 1933 formaron las Tropas Nazis de Asalto, TNA, comandados por Fernando Ortúzar Vial; sus integrantes vestían uniformes con la distintiva camisa parda y usaban cinturones con hebillas de bronce que se transformaban en armas de ataque en la lucha callejera, amén de armas de fuego23.

El Partido Socialista se organizó en abril de 1933 a partir de la fusión de una variada gama de pequeñas organizaciones con el mismo nombre, que iban desde las socialdemócratas a las marxistas, pasando por las de inspiración masona, también formó sus propias milicias. Los milicianos, entre quienes marchó incluso Salvador Allende, vestían uniformes en los que se distinguían sus "camisas de acero", por su color gris brillante y usaban laques de goma para la defensa y el ataque24.

Hacia agosto de 1936, cuando la disolución de las Milicias Republicanas se había concretado, la violencia callejera entre socialistas y nazis llevaba un camino recorrido. La primera baja se había registrado en 1932 cuando grupos de la trostkizante Izquierda Comunista, IC, junto a varios grupos socialistas concurrieron al teatro Iris, en el centro de Santiago donde se encontraban reunido el MNS; el enfrentamiento terminó con la muerte del socialista Manuel Contreras Garret y con un obrero, Nicolás Carvajal, miembro del Comité Central de la IC, lisiado de por vida25. A comienzos de 1933 los nazis se reunieron en el Teatro Providencia de la capital; hasta allí llegaron militantes comunistas que apedrearon a los asistentes cuando salían del acto; los pugilatos se prolongaron por varias cuadras y alcanzaron extrema violencia en la Plaza Italia, con varios heridos graves por ambos bandos. El 19 de septiembre, durante la celebración de las Fiestas Patrias en el Parque O'Higgins, los jóvenes comunistas, atacaron la fonda donde los nazistas celebraban la "chilenidad"; del pugilato resultaron varios heridos y contusos y el joven nazi, Pablo Acuña, de 18 años, muerto por una puñalada.

Estas "bajas" hicieron que los enfrentamientos recrudecieran y se volvieran batallas campales en las calles de las principales ciudades del país. En abril de 1936, las hordas nacistas asaltaron la casa del joven dirigente de la Juventud Socialista de Concepción, el marinero Manuel Bastías y lo ultimaron. Poco tiempo después mataron al obrero Julio Llanos en la comuna de la Cisterna, en Santiago. Estas primeras muertes no fueron muy informadas por la prensa, ni siquiera los periódicos socialistas se explayaron en los detalles26.

El sábado 6 de junio de 1936, en las inmediaciones de la Plaza de la Victoria, en Valparaíso, donde tenía su local el MNS, grupos de nazis y socialistas se enfrentaron en violentas escaramuzas; los segundos llevaron la peor parte. Una semana después ambos bandos aún buscaban cobrar las afrentas lo que derivó en el enfrentamiento más violento. La tarde del sábado 13 de junio cuando brigadas de nazis y socialistas salieron a la calle a vender sus respectivos periódicos, Consigna y El Trabajo, convergieron en la misma plaza. Las TNA estaban comandadas por Ricardo White y las Milicias Socialistas por José María Cerda. Ambos grupos se encontraron frente a frente cuando una granada nazi explotó entre los socialistas hiriendo a varios militantes. Hay versiones que sostienen que era una defensa frente a dos disparos que habían derribado a un joven nazi. Los tiros recrudecieron y ambos grupos se parapetaron para seguir combatiendo; los nazis fueron apedreados desde los edificios aledaños y ambos contingentes avanzaron hacia El Almendral. Ante el recrudecimiento de la balacera, los locales comerciales cerraron sus cortinas y los transeúntes se protegieron. Las calles quedaron desiertas. La policía no aparecía pese a que a esa altura, luego de veinte minutos de escaramuzas, había varios heridos en ambos bandos, disparado una centena de tiros y explotado tres granadas. Las ambulancias de la Asistencia Pública aparecieron recogiendo heridos sin distinción, entre los nacistas a Blas Riquelme y Armando Muñoz, entre los socialistas a Higinio Albayay. Sólo entonces llegaron los carabineros y apresaron a tres socialistas y un nazi. Una hora después, aún se escuchan tiros en la calle Blanco Encalada hacia avenida Brasil. En la Asistencia los médicos, a cuyo cargo estaba el senador socialista y Médico Jefe del Hospital Van Buren, Hans Fiedler, trabajaban intensamente, pero el joven nacista Muñoz murió en la camilla al bajarlo de la ambulancia y fallecieron otros dos producto de las heridas27.

Esta situación de lucha abierta entre las fuerzas socialistas y nazis, pero sobre todo la muerte de Julio Llanos, impulsó al aprendiz de escritor a ocupar el lugar de los caídos en la trinchera de combate antifacista quien dijo "Yo pasaré a ocupar su puesto" dijo Barreto, y lo hizo con tanto ahínco y arrojo, que la dirección de la Juventud Socialista le prohibió participar en los enfrentamientos contra los nacistas28.

V. LA NOCHE DEL 23 DE AGOSTO DE 1936

La noche del 23 de agosto Héctor Barreto llegó tarde a su casa para comer. Su hermano Carlos yacía enfermo en la habitación que compartían ambos. El joven poeta pensó dormirse pronto, pero repentinamente le asaltó una idea: saldría por última vez, pero a partir del día siguiente se acostaría temprano. Metió la mano en un cajón del cual sacó unos papeles, los revisó, se los metió al bolsillo del abrigo, se arregló la ropa frente al espejo y -pese a la petición del hermano para que desistiera de su intento- salió dando un portazo29.

El Café Volga estaba en la cuadra 12 de la calle San Diego, frente al Teatro Imperial. Allí se reunían frecuentemente los militantes de la Juventud Socialista y los jóvenes aspirantes a escritores, algunos profesores y alumnos de la Escuela de Artes Aplicadas y clientes comunes y corrientes. Barreto llegó al café cerca de las 10.00 de la noche. Allí estaban Raúl Arenas y Fernando Marcos con algunas muchachas; "Jasón" había ido a busca a Marcos a su casa para que le ilustrara unos cuentos (los papeles que había sacado de su casa antes de salir) y como no lo encontró, se dirigió al lugar habitual donde sus amigos se reunían. Los contertulios estuvieron poco rato, cuando ya se retiraban llegó un numeroso grupo de jóvenes vestidos algunos con uniformes nazis y otros con mantas de Castilla y, previamente concertados, se repartieron en distintas mesas.

Los recién llegados comenzaron a provocar hablando fuerte y a haciendo alusiones ofensivas. Alguien fue a buscar a carabineros y cuando apareció un guardia, Barreto, asumiendo una actitud protagónica, lo conminó a registrar a uno de los nazis diciendo que estaba armado. El policía le encontró un laque al aludido quien, al parecer, era un músico de orquesta. Le siguió una confusa discusión que terminó con el provocador detenido por el policía. La excusa estaba concretada, los nazis salieron del café. Ante el incidente, los amigos fueron a dejar a las muchachas a sus casas; Barreto se quedó solo algunos minutos en el local. Afuera, los amigos observaron el panorama y los movimientos concertados de los provocadores:

[...] había grupos de nazis apostados en las esquinas y en la vereda de enfrente, mientras una patrulla volante de ellos mismos recorría continuamente la cuadra, de manera que regresamos muy pronto. La situación no había cambiado30.

De regreso en el Volga, los muchachos se dieron cuenta de que la emboscada se cerrada sobre ellos y dos fueron a buscar nuevamente a la policía pero los carabineros se habían esfumado del barrio. El dueño del bar, cada vez más nervioso, les exigió que se retiraran, los muchachos formaron dos grupos: uno se fue rumbo a la Alameda, el otro hacia el sur de la ciudad. Algunos se armaron de botellas de cerveza para defenderse.

Cuando el grupo que se dirigía hacia avenida Matta salió, algunos nazis retrocedieron hacia San Diego con Santiaguillo. Los jóvenes socialistas, envalentonados, apresuraron el paso, "con la actitud del que tiene armas y una gran seguridad de sí mismo", pero no eran una milicia socialista con camisas aceradas e instrucción paramilitar, eran un grupo de muchachos, iban armados de juventud, de verbo… de poesía. Un grupo de los perseguidos dobló hacia Arturo Prat mientras el otro siguió por San Diego hacia Matta. Los jóvenes, poetas y militantes, siguieron a los primeros motejando a los nazis de asesinos: "íbamos belicosos, embriagados de indignación, llenos de irresponsable entusiasmo". Entonces los perseguidos hicieron los primeros disparos… como toda la situación, paradójicamente, los tiros envalentonaron más aun a los perseguidores que corrieron tras los nazis aumentando los insultos. Al llegar a Matta, desde Arturo Prat los tiradores se encontraron con un grupo más numerosos de los suyos y los disparos menudearon. Un socialista cayó herido frente a la Escuela de Artes Aplicadas. Sin embargo, los jóvenes continuaron con la persecución, acercándose peligrosamente al cuartel nazi que se ubicaba en las inmediaciones de las Calles Copiapó y San Francisco. En Matta con Aconcagua la persecución culminó. Los nazis formaron una línea de fuego: algunos tendidos, otros arrodillados y otros de pie dispararon contra los muchachos:

Algunos nos lanzábamos al suelo. Otros se refugiaron en los huecos de las puertas. Barreto, que iba a la descubierta, por el medio de la calle, corrió en busca de protección y fue alcanzado por una bala. Cayó a unos treinta metros de Avenida Matta31.

Los jóvenes se desbandaron y los tiradores esta vez los persiguieron, uno de los nazis se detuvo a patear a Barreto en la cabeza hasta hundirle la sien, otros sacaron sus cortaplumas y tajearon varias veces su frente32.

La calle se llenó de gente, apareció un sargento de Carabineros quien levantó su sable para defender al caído. Entre los curiosos que aparecieron había, extrañamente, agentes de la policía civil. En ese ambiente de confusión, irónicamente, los compañeros del caído fueron apresados por la policía y conducidos a la 4ª Comisaría de Carabineros33. El malherido fue trasladado a la Posta Nº 2 de la calle Chiloé esquina Maule, muy cerca del ataque, con numerosos golpes y una bala en el vientre que le provocó múltiples hemorragias. En la madrugada los arrestados fueron avisados que el herido estaba en estado grave y necesitaba una transfusión; se aprestaron para ser donantes pero un policía se les había adelantado.

A las tres de la mañana un fuerte campanilleo telefónico interrumpió en sueño de Carlos Barreto en la casa de calle San Diego, pero el joven convaleciente no quiso levantarse a contestar pensando que era algún bromista o un número equivocado y se volvió a dormir:

Por la ventana entra un rayo de luz que ilumina tenuemente la cama de Héctor; la miro largo rato y al verla vacía me produce una sensación de miedo. Esta es la primera vez que me preocupa la tardanza de mi hermano; presiento algo terrible. Pero de ningún modo algo tan inmensamente terrible34.

Dos horas después unos frenéticos golpes en la puerta corroboraron sus peores presagios: Héctor había muerto, lo habían asesinado.

El lunes 24 en la mañana la edición de La Opinión, el periódico del Partido Radical Socialista, informó en detalle lo acontecido en la madrugada de ese domingo35. A sus prensas habían llegado los miembros de la Juventud Socialista quienes hicieron responsable del acto al "Jefe" González von Mareés, y llamaron a las organizaciones de izquierda, especialmente al Frente Popular y a la Alianza Libertadora de la Juventud, para colaborar en los funerales. A la FECH le solicitaron convocara a un paro de 24 horas por que la mayor parte de los nacistas implicados en el asesinato eran universitarios. Allí llegó también una delegación de los comunistas a hacer pública su adhesión al PS36.

Los jóvenes socialitas, además aprovecharon la realización de un Congreso Internacional de Estudiantes en la ciudad de Guadalajara en México, para denunciar el hecho. Los restos del malogrado joven fueron trasladados a la Agrupación de Amigos de México, ubicada en el número 117 de la calle Nataniel, para ser velados. La editorial de La Opinión reflejaba el ánimo que cundió no sólo en la izquierda política sino también entre los intelectuales antifascistas:

Barreto era una de los mejores escritores de la nueva generación. No era una promesa, era ya una realidad. Habría sido uno de los mejores prosistas de la lengua. A pesar de su corta edad, apenas veinte años, era ya conocido en toda América. Sus cuentos se reproducían en revistas extranjeras y causaba la admiración de los mayores. Sólo el odio del cretino a la inteligencia, el odio de la bestia al hombre, puede explicar este crimen inmundo37.

Esto cobra mayor relevancia si notamos que la misiva estaba escrita nada menos que por el consagrado poeta Vicente Huidobro, quien remarcaba:

Pero este crimen repugnante no puede quedar impune. La agitación que reina entre los estudiantes y los amigos del joven asesinado es grande y es lógica. Ellos sabrán exigir el castigo a los asesinos. No voy a apelar a razones sentimentales por demás comprensibles, ni hablaré del dolor y la desesperación de los padres del asesinado. Baste el simple sentido común para comprender que es imposible dejar armas en manos de alimañas electrizadas por cuatro frases histéricas hechas a medida de alimañas38.

El martes 25 los restos de Barreto fueron enterrados. Desde la mañana se preparaban las distintas organizaciones de la izquierda para acudir al sepelio que alcanzaba proporciones extraordinarias. Todo el día anterior miles de personas habían acudido a visitar la capilla ardiente dispuesta para el homenaje. El Partido Socialista había convocado a toda su membresía con sus uniformes oficiales a acudir en masa al cementerio. Los radicales-socialistas designaron una comisión encabezada por Juan Bautista Rossetti y Rubén Jara para que acudiera a dar las condolencias a la familia y al Partido al cual pertenecía; asimismo designó a dos de sus dirigentes para que hablaran en el sepelio. La editorial de La Opinión de ese día denunció el crimen como un intento del nazismo de ganar apoyo en los sectores plutocráticos en contra del avance electoral de la izquierda:

Ya no es posible que se siga tolerando por el país la ola de crímenes desatadas por el nazismo, que falto de todo arraigan en la opinión pública y sostenido sólo por el óbolo financiero de ciertas empresas extranjeras, acude al atentado personal como medio de dirimir las disputas bizantinas que artificialmente provoca, en el pueril creencia de que el delito dará actualidad a su partido y le ganará al sector plutocrático nacional que ansía y el cual pretende convencer de que la violencia es el único camino que puede detener el avance arrollador del Frente Popular39.

Ese mismo día, un pronunciamiento de quienes se identificaban como los "Escritores Jóvenes de Chile", fue suscrito por cuarenta y ocho firmas, entre las que se mezclaban militantes socialistas, comunistas y exiliados apristas, ex dirigentes estudiantiles, médicos, escultores, poetas y escritores40.

Las organizaciones sindicales y políticas que se hicieron presentes abarcaban todo el arco de la izquierda de la época. Los obreros y empleados de la Editorial Ercilla no quisieron estar ausentes de los homenajes y enviaron una carta al director de La Opinión ,en la que manifestaban su protesta por la muerte de su amigo y colega, destacaban su prometedora carrera literaria y rechazaban como calumniosas las declaraciones de El Trabajo, que sostenían que Barreto portada armas en el momento del enfrentamiento y que habría hecho uso de ellas41.

La columna que esa tarde se dirigió al Cementerio General abarcó diez cuadras. Sólo entonces pudieron unírsele los compañeros del caído quienes salieron de la prisión minutos antes. El mismo Serrano relató la importancia que tuvo la muerte del joven, que se vio reflejada en un funeral que convocó a unas treinta mil personas y en el que se dieron cita, tanto escritores como políticos de izquierda:

El funeral de Barreto fue algo enorme, cuadras y cuadras; todos los escritores chilenos, de cualquier generación (Huidobro, de Rokha, Neruda, nuestro amigo Sánchez Latorre); todos los políticos (Schnake, Ricardo Latcham, Julio Barrenechea y Marmaduque Grove, como líder de ese homenaje)42.

En la marcha también iba una joven y atractiva mujer, militante aprista quien, en un momento de emoción, al ver los ojos llorosos del compañero de tertulias del malogrado joven, apretó la mano de Miguel Serrano y le dijo para reconfortarlo "ánimo camarada". Blanca Luz Brum tal vez no imaginaba que las preferencias políticas del "camarada", y las suyas mismas, con el correr del tiempo se inclinarían hacia las ideas de quienes habían dado muerte a Barreto43.

La Columna llegó a la plazoleta que antecede al cementerio. Este momento nos permite analizar la alianza política, social e intelectual que formaba la izquierda chilena de la época: viejos líderes sociales o sindicales como Carlos Alberto Martínez, ahora militante socialista; César Godoy Urrutia, líder sindical que después de la división del PS en 1940, terminaría sus días como militante comunista; ex dirigentes estudiantiles de la década de 1920, como Óscar Schnake, fundador del Partido Socialista y en ese momento su secretario general; intelectuales y poetas como Vicente Huidobro y Blanca Luz Brum, poetiza uruguaya y militante aprista, esposa del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Todos formarían las columnas del Frente Popular que ganaría la presidencia de la República dos años después.

En el discurso central, Marmaduque Grove, el "líder vitalicio" del Partido Socialista, terminó su intervención con el grito de guerra tradicional de la izquierda de la época: "no pasarán", grito que había popularizado la Guerra Civil Española y que se transformaría en la consigna del Frente Popular chileno44.

Para evitar más provocaciones nacistas, la policía acordó con la familia que los acompañantes permanecieran en la plazoleta y que sólo entraran a sepultarlo sus familiares. Tiempo después, en su tumba se colocó una escultura hecha con el molde de la cara del joven escritor, obras de Manuel Banderas, y en la que se leía otra de las consignas popularizadas en España y que fuera la frase con que el poeta terminara su relato sobre la matanza de Ranquil: "el color de la sangre no se olvida…".

VI. NACE EL MITO

¿Por qué el imberbe Héctor Barreto se transformó rápidamente en un mito para la izquierda de la época y no sólo para el Partido Socialista? Barreto no tenía una larga militancia en la izquierda -su única filiación duradera era con escritores y poetas, a lo más compartía su "sensibilidad"; tampoco pertenecía por lazos familiares a la política, pero el ambiente de la época lo empujó a entrar en las filas del socialismo. Entonces, más allá de ser una de las tantas víctimas de la violencia política que dejaba caídos por lado y lado ¿Por qué exactamente a él y no otros como Llanos o Bastías -también socialistas caídos en enfrentamientos con el nazismo criollo- se convirtió en leyenda? ¿Por qué el mito de la vida y muerte de Barreto se parece tanto a la vida y muerte del poeta ácrata Gómez Rojas, la víctima de la oligarquía en 1920?

La leyenda de Barreto se comenzó a tejer casi desde el mismo momento de su muerte. ¿Cómo se articuló para llegar a tener un significado en la cultura de la izquierda chilena?

En el plano político su figura fue capitalizada por el partido al que había ingresado recientemente; en los años siguientes, el Comité Regional de Santiago de la Federación Juvenil Socialista editó al menos cuatro números de la revista Barreto. Hemos tenido a la mano el cuarto número del año 1940. Para entonces la muerte del joven cuentista era presentada como parte de la lucha desarrollada por los jóvenes socialistas en contra del fascismo:

Nosotros, en los gloriosos años del 35, 36 y el 37, combatimos sin tregua a los nazistas criollos. Les hicimos morder el polvo, más de una vez y ellos corrieron como gatos escaldados detrás de nuestros puños tensos. El 23 de Octubre de 1938, batimos a la reacción. Ahora, después de tantas luchas, después de haber dejado muertos, como Barreto, Llanos y Bastías, en el terreno, tenemos autoridad suficiente para decir y afirmar hoy día, a la reacción y al fascismo: ¡Ustedes, no han de pasar! Tenemos autoridad, también, para no tolerar caprichosos virajes que pueden mixtificar la promesa de Pan, Techo y Abrigo que significa el Frente Popular. Tenemos autoridad, por último, para gritar, en la calle y en las plazas de todos los pueblos y aldeas de Chile, que exigimos al Gobierno actual el cumplimiento inmediato de todas nuestras reivindicaciones juveniles45.

Un artículo de Carlos Briones Olivos, probablemente el entonces secretario general de la FJS, en el que aprovecha el cuarto aniversario de la muerte de Barreto "caído en lo más álgido de la lucha contra el fascismo criollo de los González von Marées", para fijar la posición política de su organización:

El recuerdo del sacrificio heroico de nuestro camarada ha de servir a la F.J.S., para mantener firmes sus posiciones doctrinarias, para aplastar el oportunismo y para orientar, dentro de los organismos de nuestro Partido, todas las actuaciones por la senda prístina de la Revolución Socialista.

Pero no acababa allí el uso de la figura de Barreto. Briones acusaba al Frente Popular de "incapaz para resolver los grandes problemas del momento", dirigía sus ataques especialmente al Partido Radical "una organización anarquizada, en franca descomposición y sin sentido de la historia ya que no podemos exigirle, por razones obvias, un sentido de clase" y en seguida enumeraba las tareas que esperaba que el Gobierno cumpliera: sindicalización campesina, reforma agraria, solución integral a la colonización, fin a la cesantía, freno a las alzas de artículos de primera necesidad, alza de los salarios, estímulo a la producción, fortalecimiento de la capacidad adquisitiva y de consumo de las masas, reactivación de fábricas y minas, construcción de caminos, solución al problema de mortalidad y morbilidad infantil, etc46.

Otra de las publicaciones socialistas de la época, la revista Barricada, el órgano de la FJS, publicó en 1940 un número que nos permite analizar los cortos e intensos años por los que había pasado el socialismo local y donde parecían haberse superado las contradicciones que afloraban entre un partido que se quería revolucionario y su participación en un gobierno liderado por un partido "burgués". Administrada por Samuel Arnoff y Emilio Vassallo estaba dirigida por el historiador Julio César Jobet; funcionaba como una revista teórica y política orientada a discutir la estrategia del partido. Incluía debates y colaboraciones de teóricos marxistas europeos y latinoamericanos: Marx, Engels, Lunacharsky, Andrés Nin, latinoamericanos como Mariátegui; o "indoamericanistas", ex marxistas como Haya de la Torre, entre otros47.

En el plano literario, pero más exactamente el de los escritores, se inauguró una nueva figura política: la del intelectual militante, el escritor comprometido con las causas de la lucha internacional. Esto porque la muerte de Barreto sirvió para que otros imitaran su actitud y reconocieran filas en el socialismo chileno; por ejemplo, su amigo Miguel Serrano se inclinó, al principio, por seguir los pasos de su amigo fallecido:

A nosotros, sus hermanos, sus amigos entrañables, nos afectó más allá del alma, en las entrañas del mismo ser. Los soñadores, los reclusos, debimos también salir a las calles a luchar por un cambio a fondo en la sociedad chilena. Guillermo Atías, Irizarri y Julio Molina entraron al socialismo. Yo empecé a escribir en periódicos de izquierda. Barreto se había hecho muy amigo de Raúl Ampuero; yo también, hasta su muerte48.

Pero en el plano de los géneros, y en especial el del cuento, la figura de Barreto se volvió obligada a la hora de hacer un recuente de la producción. En 1938, el mismo Serrano -quien se ocupó de preservar el legado del joven escritor-, lo incluyó en su Antología del Verdadero Cuento Chileno. Veinte años después fue incluido en la Antología de Cuentistas Chilenos, 1958, de Mariano Latorre. Una década después, Enrique Lafourcade, lo incluyó en su Antología del Cuento Chileno (1969).

Pero incluso para las generaciones actuales la figura difuminada del poeta está presente en escritores como Reinaldo E. Marchant quien lo elogia con estas palabras:

Llama la atención la madurez narrativa en los escritos de Barreto. El manejo de la prosa, briosa, elegante, de una carga de belleza que impacta, pareciera ser una creación de un autor mayor. Tenía una seguridad sin límites en cada palabra, frase y descripción. Su talento era indudable, prometedor. Su cultura y conocimientos, asombran. Era un cuentista de aquellos, con una pluma suelta, la vena caliente y una imaginación desbordante, cosmopolita. Hay en sus cuentos atisbos de realismo mágico. El mismo género que décadas más tarde autores como Juan Rulfo y Gabriel García Márquez popularizaron a nivel mundial49.

Marchant sella sus palabras construyendo el significado que el joven asesinado debería tener para el presente y futuro:

La herencia de un estilo único, de una naturaleza ejemplar, de un idealista y un escritor que se añora, hacen de Héctor Barreto un literato indispensable en el panorama histórico de Chile. Su legado merece ser divulgado con todas las luces posibles. Lo mismo, su pensamiento e ideas50.

Pero más allá de esta construcción mítica de un joven con una carrera literaria trágicamente interrumpida, lo que extraña es la poca investigación que se ha hecho de su persona y su obra. Sólo recientemente se ha publicado un libro que reúne sus cuentos y hace un pequeño esbozo biográfico: Historias ociosas, cuentos y relatos, de Rafael Videla Eissmann. Un trabajo introductorio pero que deja grandes vacíos y preguntas sin contestar.

¿Cómo llega hasta hoy la figura de Barreto? ¿Qué se recuerda de él? Como otros héroes de la izquierda de esa época y las posteriores, su imagen se vuelve borrosa y se la asocia a sus otros compañeros de partido e infortunio. Un viejo militante socialista, nostálgico de los años de lucha y gloria del partido recuerda:

He llegado a los 80 años de edad y he tenido la oportunidad de luchar desde los 14; es que -sin jactancia- puedo decir que los de mi generación hemos sido parte de la historia, haciendo cosas buenas y malas, pero las hicimos. Recuerdo que siendo jóvenes como cristianos metodistas y socialistas revolucionarios, simultáneamente, nos sentíamos interpretados por los mártires de la gloriosa Federación Juvenil Socialista (FJS) Manuel Bastías, Julio Llanos y Héctor Barreto. Más tarde seguiríamos a nuestro Secretario General, Raúl Ampuero en la reconquista del Partido para el Socialismo. Habían caído algunos de los nuestros como Roberto Lisboa, en la represión en Plaza Bulnes. Elmo Catalán en Bolivia, Raúl Valdés en las afueras del Teatro Teletón, después51.

Como en este caso, el recuerdo y el rescate de la memoria de Héctor Barreto se ha mantenido; su nombre aflora en algún centro cultural, organizaciones vecinales y de barrios pero no en las celebraciones oficiales de la política. Es como si el acto heroico que lo llevó a la muerte sensibilizara a pequeños grupos que mantienen, más que el conocimiento de su persona, el mito de su existencia efímera.

Fernando Marcos, su compañero y testigo de su muerte la noche del 23 de agosto de 1936, escribió hace pocos años, sintetizando el significado de la muerte de Barreto y proyectando el mito construido desde el momento del asesinato, que está en las bases culturales de la izquierda chilena:

Héctor Barreto es un hombre-símbolo, cuyo recuerdo debe ser mantenido con calor, como ahora se hace. Es un símbolo de la juventud obrera e intelectual de aquellos años, que detuvo el avance del fascismo en nuestro país. [...]

En la lucha mundial de la democracia contra el fascismo, esa juventud dio un aporte generoso, escribió un capítulo hermoso de nuestra historia, que se sintetiza en los nombres de Héctor Barreto, Manuel Bastías y Julio Llanos52.

Lucha heroica por la democracia y contra el fascismo, una izquierda siempre joven con dos sólidos elementos fundantes: la cultura obrera e intelectual... y el martirologio de quienes cayeron en el fragor del combate.

VII. CONCLUSIONES

Hemos investigados no la vida de Héctor Barreto en sí, sino el entorno en el cual se produjo su asesinato: el del uso de la violencia política de una época en la que se mezclaban y enfrentaban literatura y vanguardia, militancia política y militancia literaria, nazismo y socialismo, lucha política y lucha cultural.

Durante la década de 1930 se terminaron de dibujar dos culturas políticas de la izquierda chilena; la cultura comunista, obrerista, vinculada al internacionalismo proletario de inspiración soviética, y a los partidos de la Tercera Internacional Comunista, y la cultura socialista: de carácter mesocrático, de inspiración a la vez latinoamericanista e internacionalista, vinculada al proyecto inicial del APRA, pero también al socialismo internacional. Ambas harían un lento y trabajoso camino al interior del sistema político chileno, a veces enfrentadas a veces coaligadas electoralmente, pero cruzadas por un fuerte debate ideológico y valórico. Estas culturas, unidas sólo por su identificación con la causa republicana, dominarían en la izquierda chilena desde la década de 1920 hasta la de 1960, en que las luchas tercermundistas de Cuba y Vietnam provocaron la irrupción de la izquierda revolucionaria, guevarista, antiestalinista e inspirada socialmente en los pobres urbanos y rurales, en el campo ideológico chileno.

La carrera de Barreto como poeta y escritor se vio interrumpida por su repentina muerte, ello no impidió que se lo incluyera en varias antologías. Pero esto se puede explicar porque éste es un género menor en las letras chilenas, dominadas por la poesía. Tanto por el número de sus cultivadores como por el volumen e importancia de su producción, la poesía domina el espectro cultural chileno en la cual las más importantes figuras son escritores adscritos a la izquierda. Este género es seguido por la prosa expresada en la novela. El cuento ocupa, muy lejos, un tercer lugar con poca producción y pocos cuentistas; por ello es fácil incluir a alguien, por desconocido o lejano que sea, dentro de una nueva antología. Pese a esto, la permanencia intermitente en el campo de las letras permitió por una parte sostener el mito y, por otra, alzarlo como el mártir principal frente a los otros héroes socialistas como Bastías y Llanos. La pertenencia al mundo de los escritores le granjeó en la muerte, el recuerdo de su breve vida.

En el plano de las representaciones políticas que se demostraron en el funeral del malogrado joven, es necesario destacar la alianza que se consolidó con esta muerte. Desde inicios de la década, desde el movimiento estudiantil se fraguó una alianza política y de clases que unió al movimiento obrero al interior de los partidos de izquierda. Hasta entonces éste era el único y exclusivo componente social del bolchevismo y el anarquismo locales, expresado primero, en el Partido Obrero Socialista de Luis Emilio Recabarren y luego en el Partido Comunista, y también en el anarquismo de la sección chilena de la IWW y la FORCH. Los intelectuales de clase media, habían estado débilmente representados en el anarquismo estudiantil que se reprodujo en la Federación de Estudiantes y en la revista Claridad, aunque tenían pocos contactos orgánicos con los obreros. Ahora, en cambio, los intelectuales y el movimiento estudiantil estaban presentes orgánicamente en los llamados, desde entonces, "partidos obreros", primero desde el movimiento estudiantil a través del multiforme Grupo Avance, militancia inicial de muchos estudiantes que en su vida adulta y profesional hicieron carrera como políticos y diputados "populares", y luego en la alianzas de intelectuales antifascistas de la época que hemos analizado.

Probablemente la muerte de Barreto sirvió para, en un momento de confusión y de de necesarias definiciones, se separaran aguas entre el nazismo criollo, que declaraba adscribir a un auténtico socialismo por su carácter nacional, y el Partido Socialista con su ethos internacional y latinoamericanista. Pero en el contexto internacional que se produjo esta muerte, la división entre unas fuerzas y otras era absolutamente clara.

Para los inicios de la década de 1940, el Partido Socialista había transitado un largo camino en un corto tiempo y, producto de ello acumulado una larga experiencia. Había pasado de una etapa "juvenil y heroica" a ser gobierno con el Frente Popular, pronto vendría la madurez y una de sus primeras divisiones que se saldarían con otras tantas reunificaciones. Su frente juvenil, la FJS había hecho el mismo tránsito que la primera generación, conducida por líderes como Salvador Allende y Roberto Ampuero, había madurado también y pasado a formar parte del gobierno o sus miembros habían sido elegidos como representantes en el Poder Legislativo.

A la hora de una respuesta más global no se puede dejar de tener en cuenta el contexto político internacional marcado por el avance del fascismo en España y la formación del Frente Popular en ese país y en la vecina Francia. La muerte de este poeta de alguna manera logró conectar al Partido Socialista con ese proceso y darle coherencia a la lucha internacional contra el fascismo: Chile escribía un capítulo de esa lucha mundial y entregaba, al igual que España lo hiciera con Federico García Lorca, la sangre de un poeta que moría, apenas cinco días después, a manos del fascismo internacional.

Con el tiempo, la figura del imberbe mártir del socialismo tendió a desdibujarse y a perder la nitidez de sus formas. Pero de alguna manera su tragedia pervivió en la mentalidad de la izquierda. El nombre de Héctor Barreto se mantendría en la "conciencia colectiva" de la izquierda chilena, su nombre se pronunciaría con voz de sordina por intelectuales, escritores y alguno que otro militante y llegaría hasta nuestros días como un poeta mítico, una promesa truncada de las letras chilenas, un ser mágico que murió para que su mito viviera.

VIII. NOTAS

1 El coronel Carlos Ibáñez del Campo, gobernó el país entre 1927, cuando fue elegido con el 97% de los votos, y 1931 en que debió renunciar producto de la crisis económica, las conspiraciones de los políticos tradicionales y las manifestaciones estudiantiles, Jorge Rojas Flores, La dictadura de Ibáñez y los sindicatos, 1927-1931, Santiago, DIBAM, 1993; Fabio Moraga. "Muchachos casi silvestres". La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936, Santiago, Universidad de Chile, 2007.

2 Para testimonios de los protagonistas consúltese las Crónicas de Wilfredo Mayorga. Del "cielito lindo" a la patria joven, Santiago, Dibam, 1998 (Rafael Sagredo, comp.), especialmente pp. 499-547.

3 Moraga. Muchachos casi silvestres..., pp. 153-190.

4  Para las vanguardias artísticas véase Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile, tomo III, "El Centenario y las vanguardias", Santiago, Universitaria, 2004, pássim. Nosotros hemos trabajado la transformación de las vanguardias artísticas en vanguardias políticas en Fabio Moraga y Delicia Araya. Las vanguardias políticas en Chile, 1920-1932 (tesis de Licenciatura en Historia), Santiago, Universidad de Chile, 1995.

5 Moraga. Muchachos casi silvestres... pássim.

6   Moraga. Muchachos casi silvestres... pp. 292-306 y 536-539. Los testimonios de los periplos biográficos de cada uno de ellos se los puede encontrar en Neruda, Confieso que he vivido, México, Seix Barral, 1974; Oreste Plath. Alberto Rojas Jiménez se paseaba por el alba, Santiago, Dibam, 1994. González Vera. Cuando era muchacho, Santiago, Nascimento, 1951.

7 Aunque los testimonios entregan listas de envergadura diferente, éste es el listado más completo de miembros de la "generación de 1938". Lo hemos reconstruido apoyándonos en los testimonios de Serrano, Op. cit, y Arenas y Teitelboim, Atenea Nº 380-381, Concepción, Universidad de Concepción, abril-septiembre de 1938.

8  Braulio Arenas, "La Mandrágora", Atenea 380-381, Concepción, Universidad de Concepción, abril-septiembre de 1938, pp. 11. Véase además, Cristián Warnken, "Eduardo Anguita en la generación del 38", Estudios Públicos Nº52, Santiago, 1993.

9 Volodia Teitelboim. "La generación del 38 en busca de la realidad chilena", Atenea 380-381, Concepción, Universidad de Concepción, abril-septiembre de 1938, p. 108. Nacido en 1916, Valentín Teitelboim Volosky, "Volodia", hijo de inmigrantes rusos, fue militante comunista desde su temprana juventud cuando estudiaba derecho en la Universidad de Chile. Seducido por la escritura, desarrolló una carrera literaria paralela a la política, aunque con altos y bajos; fue diputado y senador por muchos períodos y secretario general de su partido; preso relegado y perseguido por varios gobiernos. En 1935, publicó en colaboración con Eduardo Anguita la Antología de poesía chilena nueva, libro que abrió una polémica, ya que no incluyó a Gabriela Mistral y contribuyó a la célebre "guerrilla literaria" entre Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda. En el exilio de los años 70 y 80 dirigió la revista cultural Araucaria. Finalizada la dictadura retomó las letras y escribió sus memorias. Murió el 31 de enero de 2008.

10  Braulio Arenas, Op. cit., p. 10. Arenas (1913-1988), nació en La Serena y en 1929 su familia se trasladó a Santiago. En esta etapa está su despertar poético inspirado por la vanguardia de las décadas de 1910 a 1920, por lo que experimentó con los estados de alucinación y el monólogo interior, donde los argumentos racionales eran reemplazados por una mezcla de sueño y realidad. Por ello se dejó influir por el "Runrunismo", aunque no llegó a tener contacto con sus miembros. A mediados de la década de 1930 estudió derecho, carrera que abandonó luego por la literatura. Amigo de poetas consagrados como Eduardo Anguita, también fue influenciado por Vicente Huidobro. En 1938 fundó junto a Teófilo Cid y Enrique Gómez-Correa el grupo "Mandrágora", de tendencia surrealista, en el que se mezclaban la iconoclasia y la trasgresión en una época de libertad expresiva y de los experimentos literarios que ya eran comunes en el mundillo artístico. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1984.

11  Es notable la coincidencia de las vidas paralelas de Gómez Rojas, poeta y estudiante muerto en la cárcel en 1920 producto de los abusos policiales y la de Héctor Barreto. Ambos, con veinte años de diferencia, nacieron en el mismo barrio popular, fueron hijos de madres solteras o abandonadas por su maridos, se dedicaron a la vida bohemia, se sintieron inclinados a estudiar Derecho en la Universidad de Chile y abrazaron causas políticas (el anarquismo de la década de 1920 y, respectivamente, el socialismo de la década de 1930) que los llevaron a una muerte heroica y a ser símbolos de las generaciones de izquierda. Lo único que los separa fuertemente es que Gómez Rojas fue cristiano y su poesía está llena de las contradicciones entre cristianismo y nietzscheanismo, mientras que Barreto pertenece a una generación de izquierda donde la religión estaba ausente. Hemos dedicado un libro a la vida del poeta de 1920: Fabio Moraga y Carlos Vega. José Domingo Gómez Rojas; vida y obra, Punta Arenas, Ateli, 1997.

12 Incluso el café era uno de los avisadores de la revista Rumbo, el órgano de la Juventud Socialista en 1936, un aviso que da su dirección (San Diego 1267), apareció en la contraportada de los números 2, 3 y 4 de junio y agosto de 1936.

13 Fernando Marcos, "Prólogo", en: Héctor Barreto. La noche de San Juan y otros cuentos, Santiago, Prensa Latinoamericana, 1958, p. 7.

14 Fernando Marcos, en: Videla Eissmann. Historias ociosas..., p. 14.

15 Tanto la editorial Ercilla, como la revista homónima (cuya edición continúa hasta hoy), fueron fundadas por los peruanos apristas exiliados de la dictadura de Sánchez Cerro. En el quincenario escribieron intelectuales y políticos del país del Rímac de primera figuración como Luis Alberto Sánchez, Magda Portal y Manuel Seoane. Ercilla fue, además, uno de los medios ideológicos de las corrientes socialdemócratas del Partido Socialista de Chile fundado en 1933.

16 Fernando Marcos, en: Videla Eissmann. Historias ociosas..., p. 14.

17 Miguel Serrano, "Héctor Barreto, pasajero del sueño", Revista de Libros, El Mercurio, Santiago, 26 de agosto de 2005.

18  Serrano, Op. cit.

19  La "Matanza de Ranquil" ocurrida en 1934, fue la última de una serie de masacres efectuadas por el Ejército de Chile contra quienes protestaban por las condiciones laborales en Chile desde fines del siglo XIX hasta bien entrado el XX. Un estudio sobre estos últimos acontecimientos en: Germán Palacios. Ranquil: la violencia en la expansión de la propiedad agrícola, Santiago, Eds. ICAL, 1992.

20  En: Videla Eissmann, Op. cit, pp. 82, "Carta de Barreto a un amigo", 28 de mayo de 1936, publicada originalmente en Revista Barreto, Santiago, Imprenta Gutemberg, 1937.

21 Un somero análisis del "estado mayor" de las Milicias nos permite ver que estaba formado exclusivamente por personajes de extracción oligárquica, lo que se evidencia por los apellidos de origen castellano-vasco (característicos de la vieja aristocracia de origen hispano) y por algunos provenientes de la nueva clase dominante chilena consolidada a fines del siglo XIX. Sin embargo, entre la tropa y los mandos medios campeaban los apellidos de la clase media. Un estudio sobre el tema es el de Verónica Valdivia. Las Milicias Republicanas: los civiles en armas, 1932-1936, Santiago, DIBAM, 1992.

22 Ya hemos adelantado que éste era el segundo mandato de Alessandri. El primero había abarcado entre 1920 y 1925, etapa durante la cual el caudillo político se había apoyado en la clase media y en las masas populares a quienes llamada "mi querida chusma", en contra de la oligarquía a quienes motejaba de "canalla dorada". Si su primer gobierno había tenido un profundo sello reformista y antioligárquico, su segundo mandato lo hizo apoyado en el grupo social contra el que llegó al poder en 1920.

23  El "nacismo" criollo se hacía llamar así y ponía su nombre con "c" para diferenciarse del nazismo alemán. Querían con ello resaltar su carácter nacional y la marcar la diferencia tanto con éste como con el fascismo de Moussolinni. Era, según sus integrantes un movimiento que rescataba la nacionalidad chilena, inspirado en un socialismo de Estado, por lo tanto contrario al internacionalismo proletario sovietista del PC y al latinoamericanismo del PS, condenaban la lucha de clases y sospechaban del sistema democrático. Pese a esta diferencia en las páginas de su semanario Trabajo, aparecían ocasionalmente imágenes del "Duce" y artículos racistas. Véase: Mayorga, Crónicas… Op. cit. pp. 519-521.

24  Moraga y Araya. Vanguardias políticas…, caps. VII y VIII.

25  Waiss. Chile vivo, memorias de un socialista, 1928-1970, p. 55. Mayorga, quien no fue testigo directo de los hechos, entrega datos contradictorios con esta versión sosteniendo que fueron los nacis que atacaron una asamblea socialista en dicho teatro. Cfr. Wilfrido Mayorga. Crónicas…, Op. cit, pp. 519-521.

26 La Opinión del 21 de abril de ese año sólo informó del "minuto de silencio" que guardarían las organizaciones obreras durante una semana, por la muerte del joven militante Julio Llanos pero, en su momento no dijo nada de la muerte de Bastías; estos acontecimientos, más bien, forman parte de la "memoria oral" de la izquierda chilena. Véase: "El homenaje popular…!", La Opinión, Santiago, 21 de abril de 1936.

27 Mayorga, Crónicas… Op. cit., pp. 546 y 547.

28  Waiss. Chile vivo…, p. 69. Fernando Marcos, "Prólogo a la edición de 1958", en; Videla Eissmann, Historias ociosas, Op. cit., p. 16.

29 Carlos Barreto. "Palabras de Carlos Barreto", en Videla Eissmann, Op. cit., p. 84.

30  Rafael Videla Eismann, Historias ociosas. Cuentos y relatos de Héctor Barreto, Santiago, Editorial Puerto de Palos, 2003, p. 7.

31 Videla. Op. cit., p. 18.

32 Miguel Serrano, "Héctor Barreto", Frente Popular, Santiago, 24 de agosto de 1937.

33  Los detenidos eran Alfredo Valdés Alarcón, 19 años de edad, músico; Fernando Marcos Miranda, 19 años; Fernando Portillo Ramos, 26 años, suplementero; Manuel Sánchez Morales, 22 años, encuadernador; Ernesto Ramírez Arriagada, 20 años, mecánico; Víctor Di Biaggio Schoder, practicante; y Miguel Rojas Rojas. La Opinión, Santiago, 24 de agosto de 1936.

34 Carlos Barreto, Op. cit, p. 84.

35  La Opinión, era propiedad de Juan Luis Meri y Juan Bautista Rossetti Colombino. El segundo, destacado estudiante de Leyes, había participado en la "dictadura de Ibáñez" como director de la Caja de Crédito Popular; alrededor de 1944 ingresó al PS. En los patios de la redacción del periódico se daban cita los militantes de los distintos grupos de izquierda en una amena tertulia vespertina que recordaba a las antiguas reuniones en que se comentaban y debatían los asuntos públicos desde la Colonia, cuando se realizaban en casa de vecinos ilustres, hasta la década de 1920, en que se celebraban en el Portal Fernández Concha, frente a la Plaza de Armas de la capital chilena. Trasladada a la modernidad del siglo XX, la tertulia de La Opinión era un espacio para el libre debate de la izquierda chilena de la época. Waiss, Chile vivo…, Op. cit, pp. 7 y 81-83.

36 "Fue muerto por los nacistas el estudiante de leyes Héctor Barreto", La Opinión, Santiago, 24 de agosto de 1936, pp. 1 y 5.

37  Vicente Huidobro. "Editorial", La Opinión, Santiago, 24 de agosto de 1936, p. 3.

38  Ibid.

39 "El rigor de la ley para los inspiradores del crimen", (Editorial), La Opinión, Santiago, 24 de agosto de 1936, p. 3.

40 Los firmantes eran: Miguel Serrano, Eduardo Molina, Braulio Arenas, Volodia Teitelboim, Eduardo Anguita, Julio Molina, Carlos Droguett, Alfredo Irrisari, Carlos de Rohka, Enrique Gómez, Carlos Batiré, Renato Jara, Julio Barrenechea, Waldo Parraguez, Laurencio Gallardo, Hernán Cañas, Luis Nieto, Carlos Pobrete, Vicente Huidobro, Blanca Luz Brum, Pablo de Rohka, Marta Vergara, Winett de Rohka, Rosamel del Valle, Juan Emar, Carlos Hermosilla A., Israel Roa, Helio Rodríguez, Eugenio Orrego Vicuña, Hernán Gasmuri, Rafael Orrego, Benjamín Vicuña Subercaseaux, Julio Cabello, Dr. Calvo, Manuel Salvat, Homero López, Enríque Martínez, Rafael Augusto Aguilar, Gerardo Seguel, Manuel Eduardo Hübner, Laura Rodig, Eduardo Ugarte, Ricardo Latcham, Mariano Latorre, Juvencio Valle, Augusto Santelices, René Frías y Omar Karolus. La Opinión, Santiago, 25 de agosto de 1936.

41 "Protesta del personal de obreros y empleados de la Editorial Ercilla". La Opinión, Santiago, 26 de agosto de 1936, p. 2.

42  Miguel Serrano. "Héctor Barreto Pasajero del sueño". Revista de Libros de El Mercurio. Viernes 26 de agosto de 2005.

43  Serrano, Op. cit.

44 En la guerra Civil Española (1936-1939), durante el sitio de Madrid, defendida por las tropas republicanas, la líder del Partido Comunista, Dolores Ibarruri "La Pasionaria", lanzó el grito de defensa "no pasarán" que, desde entonces, se transformó en una consigna de defensa de las izquierdas del mundo frente al golpismo, el militarismo y la guerra.

45 "Editorial". Barreto Nº4, Santiago, agosto de 1940.

46 Carlos Briones. "Sentido de un homenaje", Barreto Nº 4, pp. 2 y 3.

47 Barricada, órgano de la Juventud Socialista, Santiago, 1940-1943.

48 Serrano, Op. cit. Atías fue dirigente del Partido Comunista.

49 Reinaldo E. Marchant. Héctor Barreto, "Sueños y talentos", Centro de Estudios Sociales Avance, s/f.

50 Marchant, ibid.

51 Mario Lobos Núñez, en: Memoria popular, julio de 2007. Núñez fue miembro del Comité Central del PS.

52 Fernando Marcos, en: Videla Eissmann, Op. cit, p. 19.

BIBLIOGRAFÍA

I. Libros

Chamudes, M., Chile una advertencia americana, Santiago, PEC, 1972.

Jobet, J. C., El Partido Socialista de Chile, Santiago, PLA, 1971.

Mayorga, W., Crónicas políticas de Wilfrido Mayorga. Del "cielito lindo" a la patria joven, Santiago, Dibam, 1998 (Rafael Sagredo, comp.).

Moraga, F. y Vega, C., José Domingo Gómez Rojas, vida y obra, Punta Arenas, Ateli, 1997.

Moraga, F., "Muchachos casi silvestres". La Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936, Santiago, Universidad de Chile, 2007.

Palacios, G., Ranquil: la violencia en la expansión de la propiedad agrícola, Santiago, Eds. ICAL, 1992.

Plath, O., Alberto Rojas Jiménez se paseaba por el alba, Santiago, Dibam, 1994.

Rojas, J., La dictadura de Ibáñez y los sindicatos, 1927-1931, Santiago, DIBAM, 1993.

Subercaseaux, B., Historia de las ideas y de la cultura en Chile, tomo III, "El Centenario y las vanguardias", Santiago, Universitaria, 2004.

Valdivia, V. , Las Milicias Republicanas: los civiles en armas, 1932-1936, Santiago, DIBAM, 1992.

Videla, R., Historias ociosas, cuentos y relatos, Editorial Puerto de Palos, 2004.

Waiss, Ó., Chile vivo, memorias de un socialista, Madrid, 1985.

II.    Tesis

Moraga, F. y Rivera, D., Las vanguardias políticas en Chile, 1920-1932 (tesis de licenciatura en historia), Santiago, Universidad de Chile, 1995.

III.  Artículos

Arenas, B., "La Mandrágora", Atenea Nº 380-381, Concepción, Universidad de Concepción, abril-septiembre de 1938.

Marchant, R.; Barreto, H., "Sueños y talentos", Centro de Estudios Avance, 2008.

Serrano, M., "Héctor Barreto, pasajero del sueño", Revista de Libros, El Mercurio, Santiago, 26 de agosto de 2005.

Teitelboim, V., "La generación del 38 en busca de la realidad chilena", Atenea Nº 380-381, Concepción, Universidad de Concepción, abril-septiembre de 1938, p. 108.

Warken, C., "Eduardo Anguita en la generación del 38", Estudios públicos Nº 52, Santiago, CEP, primavera de 1992, pp. 329-342.

IV.   Periódicos

Barreto, órgano de la Juventud Socialista, Santiago, agosto de 1940.

Frente Popular, Santiago, 24 de agosto de 1937.

El Mercurio, Santiago, 1938-1940.

La Opinión, Santiago, 1938-1940.

Rumbos, Santiago, 1936-1940.

 


Artículo recibido el 17 de diciembre de 2008. Aceptado por el Comité Editorial el 10 de julio de 2009.

* Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto Fondecyt 11070063, del que el autor es investigador principal. Quiero agradecer la colaboración de Ana López Dietz, ayudante de investigación en la recolección de material y el apoyo técnico.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons