Introducción
La percepción del riesgo como proceso cognitivo y social puede afectar la forma como las personas interactúan con los diversos peligros en su actividad laboral, considerándolos como poco dañinos para su salud, además de sentir tener el control y el conocimiento sobre ellos, lo que podría llevar a desencadenar un acci dente laboral.
En este contexto, Morillejo1 plantea que la percepción del riesgo en el ámbito laboral se convierte en un elemento crucial para entender las prácticas de trabajo inseguras de los trabajadores, teniendo en cuenta no solo las variables cognitivas sino también las psicosociales. Lo anterior indica que este proceso está bajo la influencia de los conocimientos previos, los patrones culturales y factores del medio en el que las personas se desenvuelven. De este modo el autor expone que la conducta preventiva de las personas está en función de la amenaza percibida y de los beneficios que pueda recibir por llevarla a cabo. A su vez esta percepción depende de la susceptibilidad y de la gravedad de las consecuencias que los sujetos perciben al experimentar un accidente laboral1, por lo consi guiente un trabajador tomará medidas de prevención dependiendo de lo vulnerable o no que se perciba.
Slovic2 en sus estudios concluye que conociendo el riesgo percibido por las personas, se podrían anticipar muchos de los comporta mientos riesgosos. Este mismo autor3, en sus investigaciones encontró que los riesgos que son fácilmente aceptados están asociados a actividades vistas como altamente beneficiosas para la personas. En este sentido se podría considerar que muchas de las condiciones inseguras a nivel laboral pueden ser toleradas por el trabajador y vistas como parte inevitable del mismo, partiendo de los beneficios encontrados de su actividad, como la remuneración económica, el estatus social, etc.
La misma situación es planteada por Blanco et al4 cuando expone que en la toma de decisiones para realizar una conducta, la persona optará por aquella que le genere mayor utilidad. Así se podría llegar a plantear que un trabajador se enfrentará a una situación riesgosa más fácilmente si de la misma obtendrá algún beneficio, por ejemplo mayor remuneración, ahorro de tiempo, aceptabilidad social, etc. Dee5, en un estudio de percepción del riesgo en el sector agrícola, encontró que los trabajadores reconocen que su labor proporciona alta probabilidad de riesgo, sin embargo, consideran que gracias a la reali zación de esta actividad ellos obtienen calidad de vida para sí mismos y su familia. Así, los beneficios alcanzados se logran a través de la aceptación de los riesgos, minimizándolos frente a los beneficios reci bidos por la realización de la labor. Este autor concluye en su investigación que la percepción del riesgo es el resultado de un análisis costo beneficio que se basa en el conocimiento subjetivo de las personas el cual a su vez está influenciado por condiciones políticas, económicas y culturales. En este sentido Puy6 coincide en que los criterios utili zados por las personas para valorar la magnitud del riesgo atienden a dimensiones psicológicas, sociales y culturales que trascienden a solo considerar la probabilidad de causar daño o muerte.
Arezes et al7, encontró que los trabajadores no consideraban los altos niveles de ruido como peligrosos para su salud y por lo tanto no consideraban necesario el uso de protectores auditivos durante la realización de su labor, con lo cual sustenta que la percepción del riesgo debe ser considerada como un tema central en el diseño e implementación de los programas para la conservación de la salud, indicando que entender la manera en que los trabajadores perciben el riesgo es fundamental para una mejor gestión del riesgo.
Estos estudios evidencian la importancia de reconocer la influencia de la percepción del riesgo sobre las conductas de evitación a los mismos, y plantean la pertinencia de describir los atributos del riesgo percibido con el fin de identificar cuáles de ellos presentan una corre lación positiva con respecto a la valoración de la magnitud percibida. Desde esta consideración, es fundamental desarrollar un estudio orientado a indagar la percepción del riesgo en trabajadores del sector informal de las plazas de mercado en la ciudad de Bogotá D.C.
El trabajo informal
El Departamento Nacional de Estadística DANE, define el trabajo informal como: “Los empleados particulares y los obreros que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas en todas sus agencias y sucursales, incluyendo al patrono y/o socio; los trabajadores familiares sin remuneración; los trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares; los empleados domésticos; los jornaleros o peones; los trabajadores por cuenta propia que laboran en establecimientos hasta cinco personas, excepto los independientes profesionales; los patrones o empleadores en empresas de cinco trabajadores o menos; se excluyen los obreros o empleados del gobierno”.8
En la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) realizada por el DANE en el trimestre julio - septiembre de 2016, la proporción de ocupados informales en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue de 47,7%. Para el mismo periodo de 2015 se ubicó en 48,0%. La rama de la actividad de población informal ocupada se concentró en comercio hoteles y restaurantes. En su conjunto, el 87.7% de los trabajadores(as) de la economía informal no tienen seguridad social.8) La informalidad ha sido estudiada desde diversas perspectivas como la segmentación (edad, género, educación), los tipos de empresas (falta de registro mercantil, contabilidad, innovación e inversión, nivel de ingresos, tamaño, valor de activos fijos entre otros). Los factores que han sido señalados como generadores de informalidad han sido la estructura tributaria y la carga regulatoria y por supuesto la falta de oportunidades laborales, el escaso desa rrollo económico y la recesión económica.9
De acuerdo a lo anterior al sector informal confluyen una gama de actividades pertenecientes a todos los sectores de la economía tales como: comercio, metalmecánica, construcción, manufactura, y agro pecuario, entre otros, razón que hace muy difícil tipificarlo y carac terizarlo. Dentro de este grupo de trabajadores informales están los de las plazas de mercado que son comerciantes en menor escala y sobre los cuales se enfocó el presente trabajo de investigación.
Las Plazas de Mercado: Comercio Informal
Las plazas de mercado son establecimientos comerciales y de encuentro de la ciudad donde se abastece y ofertan productos agrícolas, cárnicos, de abarrotes, flores, hierbas, y productos misceláneos. Tienen la misión de garantizar el suministro de productos básicos de consumo doméstico a la comunidad.10
En Bogotá existen actualmente 44 plazas de mercado, de las cuales 19 son públicas, sin contar a CORABASTOS y el resto son privadas. Están manejadas y administradas por el Instituto para la economía solidaria IPES. Estos lugares de acopio y distribución de alimentos están ubicadas en cada una de las localidades de la ciudad de Bogotá. En el desarrollo de sus actividades, las plazas de mercado son generadoras de residuos orgánicos de origen vegetal y animal, de alimentos, empaques, papeles y residuos inorgánicos, verti mientos y emisiones.10,11,12,13,14
Los trabajadores del sector informal de las plazas de mercado son personas que realizan actividades mal remuneradas, cumplen jornadas extenuantes y muchas veces en condiciones que pueden afectar su salud y seguridad.15
Materiales y métodos
Estudio descriptivo de corte transversal realizado en la ciudad de Bogotá, cuyo objetivo fue caracterizar y describir la percepción del riesgo de los trabajadores del sector informal de las plazas públicas de mercado de la ciudad de Bogotá D.C. Se realizó un muestreo alea torio en 20 plazas públicas de mercado. Se tomó un intervalo de confianza del 95% y error máximo admisible del 6%, con una preva lencia estimada del 47,7% que es la prevalencia de trabajo informal en Colombia; se tomaron en consideración todas las plazas públicas de la ciudad. Se usó como instrumento una encuesta con 21 preguntas. El tamaño de la muestra se estimó en 266 encuestas, y se excluyeron las encuestas que no estuvieran completamente diligen ciadas. Se realizó un estudio de frecuencias y determinación de prevalencias mediante un análisis univariado. Se planteó una asocia ción estadística únicamente con el ánimo de profundizar un poco más en los hallazgos obtenidos y se aplicó la prueba Chi cuadrado. El manejo de la información fue anónimo y confidencial. No se realizó ninguna intervención durante el desarrollo del estudio y los análisis se realizaron en Epi Info 7.
Resultados
En el estudio participaron 237 personas que laboran en las distintas plazas de mercado de la ciudad de Bogotá. La edad mínima fue de 16 años y la máxima de 83 años; un promedio de edad de 43,69 años; una desviación estándar de 16,08 años. La moda correspondió a tres valores (40, 42, 53 años respectivamente) y la mediana a 42 años.
El 21,5% (51) de las personas que participaron en esta investigación tenía edades comprendidas entre los 26 y los 35 años, un 20,3%(48) entre 36 y 45 años, un 19,8%(47) entre 46 y 55 años, un 14,8% (35) entre 56 y 65 años y un 14,3%(34) entre16 y 25 años. Finalmente un 9,3%(22) tenía edades que superaban los 66 años. El 52,3%(124) de los participantes en el estudio fueron hombres y el 47,7%(113) mujeres. La mayor parte de los participantes de este estudio habitan una vivienda arrendada 62%(147), un 28,3%(67) habitan en vivienda propia y un 9,7%(23) habitan en otro tipo de vivienda. El 46%(109) conviven con a 1 a 3 personas, un 43%(102) con 4 a 6 personas, un 5,9%(14) viven solas y un 5,1% (12) conviven con 7 o más personas. El 67,9%(161) manifestaron que del salario que devengan dependen entre 1 a 3 personas, el 15,6%(37) manifestaron que entre 4 a 6 personas, también el 15,6%(37) dijeron que ninguna persona depende de ellos. Finalmente un 0,9%(2) reportaron que son responsables económicamente por 7 personas o más.
El 40,1%(95) de las personas que participó en este estudio llevan traba jando en las plazas de mercado más de 10 años, un 20,3%(48) entre 1 a 2 años, un 13,5%(32) entre 5 a 6 años, un 11,8%(28) entre 9 a 10 años, un 8,4%(20) entre 3 a 4 años, y un 5,9%(14) entre 7 a 8 años. El 54,4% (129) manifestaron que el ingreso obtenido por su trabajo le alcanza para sus necesidades económicas, mientras que el 45,6%(108) manifestaron que no.
El 49,4%(117) de las personas que participaron en este estudio mani festaron que nadie los ayuda económicamente, un 24,9%(59) es ayudado por la pareja, un 13,5%(32) por otras personas y un 12,2%(29) por los hijos.
El 20,7%(49) de los participantes del estudio manifestaron que tiene por lo menos una enfermedad diagnosticada por un médico, mientras que el 79,3%(188) manifestó no tener enfermedades. De las enferme dades diagnosticadas, el 44,9% manifestó que era hipertensión arterial, un 32,7% diabetes, y un 22% enfermedades osteomusculares. Adicionalmente El 2,1%(5) de los participantes manifestó que tiene una discapacidad permanente.
El 47,2%(112) de las personas que trabajan en las plazas de mercado y que participaron en esta investigación manifestaron que consideraban que su salud era buena, un 22,8%(54) regular, un 14,8%(35) muy buena, un 12,2%(29) excelente, y finalmente un 3%(7) la consideraban mala. El 51%(121) de las personas que participaron en el estudio consideran que el puesto de trabajo en la plaza de mercado es seguro para trabajar, un 31,2%(74) como poco seguro, un 11%(26) muy seguro para trabajar, mientras que un 6,8%(16) consideraban que su puesto de trabajo es muy inseguro.
En cuanto a los riesgos percibidos en el puesto de trabajo, el 70,5% de las personas que participaron en este estudio consideran que las posturas incómodas son el mayor riesgo en trabajo que desarrollan, el 68,4% el levantamiento de cargas, el 67,9% el polvo, el 66,7% el ruido, el 60,2% los horarios de trabajo extensos, el 57,8% las caídas y los resbalones, el 54,4% los robos, el 52,7% la presencia de moscas, el 50,2% las temperaturas extremas, el 47,3% malos olores ,el 47,4% los movimientos repetitivos de manos, el 45,1% espacios de trabajo muy reducidos, el 41,8% las cortadas, el 35,9% la falta de orden y aseo, el 33,3% las agresiones por parte de los clientes, el 30,4% la presencia de ratones, y el 26,2% la monotonía y el aburrimiento.
Finalmente, el 20,7%(49), de las personas que participaron en este estudio manifestaron que habían sufrido algún tipo de accidente rela cionado con su trabajo en el último año. El estudio no encontró asocia ción entre ninguna de las variables estudiadas.
Discusión
Este estudio encontró que la mayoría de los trabajadores informales de las plazas de mercado son personas mayores, realizan largas jornadas, muchos de ellas tienen niveles académicos precarios o no tienen estudio. La mayoría manifestó que percibe como seguro el puesto de trabajo, aunque una pequeña fracción manifestó que lo sentía poco seguro para trabajar.
En general este estudio encontró una población trabajadora muy desprotegida que tiene que laborar largas jornada y muchos de ellos no están en la seguridad social, hallazgos que coinciden con los encon trados por Gómez et al15, en la plaza de mercado de Bazurto en Cartagena, quienes encontraron que los trabajadores del sector informal de las plazas de mercado son personas que realizan activi dades mal remuneradas, cumplen jornadas extenuantes y muchas veces en condiciones que pueden afectar su salud y seguridad. Finalmente hay que decir, que no fue posible realizar un cotejo más amplio de los resultados producto de esta investigación ya que no se encontraron estudios relacionados con las condiciones de salud y trabajo de los vendedores de las plazas de mercado exceptuando el mencionado de la plaza de Bazurto.