INTRODUCCIÓN
Los riesgos se conciben como el potencial de pérdidas que pueden ocurrirle a un sujeto o sistema expuesto, como resultado de la convolución de la amenaza y la vulnerabilidad (Cardona et al., 2012). En este sentido, una parte importante de la investigación mundial ha estado centrada en evaluar los factores del riesgo que inducen y definen la magnitud del daño en términos de vidas humanas y pérdidas materiales (Martínez y Aránguiz, 2016). Por otra parte, filósofos modernos como Philippe Descola (2011) aciertan en señalar que la separación entre naturaleza y ser humano es artificial, porque son objetos híbridos que determinan la realidad; lo mismo aplica para “amenaza natural” y “vulnerabilidad social”. Es por ello que los “desastres socio-naturales” no son sinónimos de “amenaza natural” solamente, ya que dependen de dos complejos factores: la amenaza de los fenómenos naturales y la progresión de la vulnerabilidad que corresponde esencialmente a elementos culturales, sociales y económicos (Wilches-Chaux, 1998; Blaikie, Cannon, David y Wisner, 1996; Wisner et al., 2004; Cutter, Boruff y Shirley, 2012; United Nations International Strategy for Disaster Reduction, 2019). Estas condiciones aumentan esencialmente la susceptibilidad de un individuo, una comunidad, de posesiones o sistemas ante el impacto de una determinada amenaza. Así, “la vulnerabilidad de un grupo de personas dependerá, entre otros, de su situación en el espacio urbano, sus ingresos económicos y su rol dentro de la sociedad” (UNISDR, 2017).
Sin duda, el gran beneficio de una planificación u ordenamiento territorial es que facilita una mayor sostenibilidad de los recursos naturales, mientras que su urgencia radica principalmente en el deterioro del espacio y sus recursos. Según Barragán (2001; 2003), el análisis dicho espacio debe ser realizado con sentido unitario, es decir, abarcando e integrando todos sus subsistemas, tanto físico y económico como administrativo y judicial. Para enfrentar el peligro de tsunami a lo largo de la costa, el estudio de Rodríguez et al. (2016)-efectuado después del terremoto del 27F- sugirió una barrera verde consistente en tres filas de Cupressus macrocarpa y una plantación de Pinus radiata con una densidad de 11 árboles/100 m2 y un ancho de 50 m>, inmediatamente detrás de la barrera verde.
Se ha creado la impresión de una mayor ocurrencia de eventos excepcionales, cuando lo que realmente ha ocurrido es el incremento de la exposición de los habitantes a eventos extremos. Los umbrales de tolerancia ante los riesgos de la naturaleza han disminuido por el propio crecimiento de la población mundial y la ocupación intensiva del territorio (Beck, 1998; Mcgee y Russell, 2003). De este modo, el equilibrio aparente, que se manifiesta en la continuidad de una vida cotidiana “ajustada” a su medio (López, Otero y Nieves, 2017), se descubre en todos sus desequilibrios cuando llega el desastre, detonado por un agente externo, físico, perturbador, pero determinado por las condiciones de existencia, ubicación, estructura y organización humana (Andrade, Arenas y Lagos, 2010; Romero Aravena, Fuentes Catalán y Smith Guerra, 2010).
En concreto, esta investigación ha seleccionado la Caleta Tumbes como caso de estudio. Tumbes es una comunidad de pescadores inserta en Talcahuano (36°38’ LS) (Figura 1), comuna de la región del Biobío, con altos índices de pobreza: 27.135 personas en pobreza multidimensional (CASEN, 2017). Esta caleta, que posee alrededor de 1.344 habitantes (Instituto Nacional de Estadísticas, 2017), está orientada a la pesca artesanal, la fabricación de embarcaciones, y al comercio gastronómico, y presenta zonas residenciales de primera vivienda. Tumbes se vio afectada directamente por el tsunami del 27F (Aránguiz, 2010; Barrientos, 2010; Quezada et al., 2012) que azotó la costa de Chile. Según Contreras y Winckler (2013), se reportaron 2 muertos, 40 viviendas destruidas y 0.05 km² inundados por el tsunami. Por su parte, el Plan Maestro del Borde Costero (PRBC 18) (Gobierno Regional de la Región del Biobío, 2010) evidenció daños en equipamiento urbano, como la escuela local, el muelle y el varadero, que afectó 4,91 hectáreas.

Fuente: UBB (2010).
Figura 1: Área de estudio y zonas de amenaza de inundación por tsunami en Caleta Tumbes en la Bahía de Concepción.
El estudio aquí expuesto indaga la forma de descomprimir una situación de desastre socio-natural posterior al tsunami de 2010, en la caleta de pescadores de Tumbes (Chile Central). Además, se discute sobre cómo las estrategias de reconstrucción que el gobierno chileno implementó contribuyeron a la generación de condiciones de mayor vulnerabilidad al enfocarse solamente en las condiciones inseguras (CI) e ignorando la progresión de vulnerabilidad propuesta por Wisner et al. (2006). El objetivo de este artículo es evaluar la vulnerabilidad de esta comunidad de pescadores antes y después del proceso de reconstrucción: se cuestiona si la comunidad de Tumbes es más vulnerable después del proceso de reconstrucción. Se utiliza una metodología mixta de relevamiento de información en terreno a través de encuestas y entrevistas a informantes claves de la comunidad. Finalmente, este estudio pretende aportar al debate sobre la construcción social del riesgo en las zonas costeras de Latinoamérica.
MARCO TEÓRICO
En las últimas décadas los paradigmas internacionales para el análisis del riesgo se comenzaron a centrar en los análisis de vulnerabilidad y a entender el riesgo como un constructo social producto de la ocupación histórica de los territorios (Ayala- Carcedo y Olcina, 2002), donde la vulnerabilidad es planteada como una serie de características diferenciadas de la sociedad o subconjuntos de la misma, que le predisponen a sufrir daños frente al impacto de un evento físico externo y que dificultan su posterior recuperación (Lavell, 2012). Aunque la vulnerabilidad no es solo una función de la pobreza, los desastres aumentan las desigualdades sociales existentes y perjudican aún más a quienes ya son vulnerables (UNISDR, 2019). Las políticas de la Gestión Integrada del Riesgo De Desastre (GRRD) buscan la reducción de la vulnerabilidad y la construcción de resiliencia, para disminuir las pérdidas humanas y económicas de los desastres (Lillo et al., 2018), evitando incidir en la producción y reproducción de las condiciones de vulnerabilidad que definen y determinan la magnitud de los efectos ante la presencia de una amenaza natural (García-Acosta, 2005).
Por ello, Wisner et al. (2004) señala que considerar a la vulnerabilidad (V) como un concepto estático no es suficiente, como algo que simplemente “está allí” presionando las vidas de las personas expuestas a la amenaza. Al contrario, en su modelo “presión y descompresión” plantea dicha vulnerabilidad como un proceso dinámico donde confluyen desde fenómenos macrosociales a circunstancias desventajosas, que afectan a la vida cotidiana de las personas en los niveles microsociales (Figura 2).
Este modelo de progresión de vulnerabilidad postula las causas fuentes (CF) en los procesos macrosociales y económicos que pueden ser determinados por el Estado-nación, cambios o conflictos políticos-ideológicos y mercados mundiales (falta de acceso al poder, falta de acceso a instituciones de Educación, falta de control sobre los mercados; crecimiento de población, urbanización, etc.). Las CF operan “a distancia” de los afectados, es decir, existe una distancia espacial, temporal o cultural entre ellos. Su impacto en la vulnerabilidad se invisibiliza y tiene que ser revelado tras la observación científica o técnica. Las CF no afectan la vida de los expuestos de forma directa, sino que se ven transformadas en presiones dinámicas (PD); estas se fundamentan en las CF actuando a escala mesosocial y las convierten en condiciones desfavorables (Pueblos indígenas con falta de acceso a poder (CF) sin representación política (PD) al momento de formar oposición contra la instalación de una hidroeléctrica que les pondría en riesgo de desastre socionatural).
Las presiones dinámicas devienen condiciones inseguras (CI) que emanan de las causas fuentes y significan un peligro directo en la vida cotidiana de los afectados respecto a su entorno físico, económico, social o institucional, empujando a estos contra el peligro impuesto por la amenaza natural y generando presión. El modelo de Wisner et al. (2006) muestra que un desastre socionatural no es posible de reducir mediante la disminución de las condiciones inseguras (CI), ya que estas se fundan en las presiones dinámicas (PD), que son estructuras macrosociales. La vulnerabilidad social solo se alivia a través de una intervención en las causas fuentes (CF), lo cual puede implicar cambiar el modelo económico.
METODOLOGÍA
Para conocer la vulnerabilidad del caso en cuestión se recolectó información en terreno, a través de un muestreo probabilístico conglomerado (López, 2004), dividiendo el área de estudio en cuatro zonas y encuestando a personas mayores de 18 años (N=316) en cinco viviendas por zona (N=79). Se utilizó el modelo de evaluación con matrices de vulnerabilidad global (Wisner et al., 2006, Wilches-Chaux, 1993, Jaque Castillo, 2013; Cutter et al., 2012) que ponderaron diversos criterios para elaborar una encuesta cerrada (Anexo 3):
La vulnerabilidad socioeconómica consideró la población expuesta, su nivel socioeconómico -ingresos mensuales- y sus actividades productivas (Anexo 1, Tabla 1);
La vulnerabilidad física se trabajó con una ficha del estado de conservación de la vivienda levantada en trabajo de campo (Anexo 1, Tabla 2);
La vulnerabilidad educativa consideró indicadores de conocimiento acerca del fenómeno de tsunami, zonas de seguridad y reacción durante la ocurrencia (Anexo 1, Tabla 3);
La vulnerabilidad gubernamental consideró las medidas propuestas y puestas en práctica por el proceso de reconstrucción y el diseño de infraestructura para mitigar tsunamis (Anexo 1, Tabla 4).
Tabla 2: Vulnerabilidad Física.
Variables | Vulnerabilidad Baja | Vulnerabilidad Media | Vulnerabilidad Alta |
Número de pisos | Con 3 o más pisos | 2 pisos | 1 piso |
Materialidad | Hormigón. | Albañilería. | Madera, adobe, Zinc. |
Estado de conservación | Buena | Regular | Mala |
Fuente: elaborado por las autoras.
Tabla 3: Vulnerabilidad Educativa.
Variables | Baja Vulnerabilidad | Media Vulnerabilidad | Alta Vulnerabilidad |
Conocimiento del tema de inundación por tsunami | Población que es consciente y se encuentra preparado para enfrentar un eventual riesgo de tsunami. | Población que estima que puede volver ocurrir un tsunami en la Caleta tumbes. Utiliza los medios de comunicación en preferencia la televisión y la radio para conocer el tema. | Población que estima que puede ocurrir nuevamente un tsunami pero que ven a largo plazo, y no posee mayor información del tema. |
Identificación de las zonas de seguridad y las vías de evacuación. | Posee un amplio conocimiento de las zonas de seguridad y de las vías de evacuación planteadas por los organismos gubernamentales. | Posee conocimiento de las vías de evacuación y zonas de seguridad por sus padres o por sus vecinos. | No tiene conocimiento de las zonas de seguridad ni de las vías de evacuación planteadas por los organismos gubernamentales. |
Reacción de la población al momento de ocurrencia del tsunami | Acudió de inmediato a la zona determinada como segura. | Personas que miran el mar se quedan en sus casas, y luego de unos minutos acuden al lugar de zona segura. | Personas que se quedan en sus casas aguardando que pase el evento, no saber qué hacer porque no poseen mayor información de cómo proceder ante el peligro de tsunami |
Fuente: elaborado por las autoras.
Tabla 4: Vulnerabilidad Gubernamental.
Variables | Baja Vulnerabilidad | Media Vulnerabilidad | Alta Vulnerabilidad |
Medidas propuesta y puestas en práctica para reducir el riesgo de tsunami | Las personas conocen las medidas propuestas para reducir el riesgo de tsunami en la Caleta Tumbes. | Las personas conocen algunos medidas, pero no se sienten confiados a lo que les indican las instituciones gubernamentales en cuanto a las medidas de mitigación del riesgo tsunami. | Las personas no conocen ninguna medida, ni planes, o estudios que permitan mitigar el riesgo de tsunami. No sienten compromiso de las instituciones estatales a la hora de enfrentar un riesgo de tsunami. |
Diseño de infraestructura que se aplique para mitigar un posible tsunami. | Las personas conocen un diseño de construcción para mitigar tsunami y además lo aplican en sus viviendas. | Las personas conocen viviendas con un diseño de construcción para mitigar tsunami, pero no es aplicado en totalidad para las viviendas de Tumbes. | Las personas no aplican ninguna medida ni conocen de algún diseño de construcción para mitigar un tsunami. |
Fuente: elaborado por las autoras.
Para conocer las implicancias de las comunidades en el modelo presión y descompresión, se emplearon como insumo los resultados de las matrices anteriores y, además, se aplicaron entrevistas en profundidad (Anexo 4), realizadas durante 2016 a una muestra de actores relevantes o informantes clave. Estas se trabajaron en Atlas TI, con el fin de obtener un análisis textual de contenido de las encuestas y uso de palabras clave y, así, identificar posibles indicios de causas fuente (CF), presiones dinámicas (PD) y condiciones inseguras (CI) en el desastre socionatural y su reconstrucción; para, finalmente, definir la progresión de vulnerabilidad visible. Como las CF no se hacen visibles directamente en las respuestas de las personas afectadas, se aplicó una interpretación hermenéutica (Martínez Miguélez, 2015) que permitió visibilizar las estructuras inmanentes en la situación de los afectados, buscando la presencia de ciertos códigos en las respuestas (Tabla 5). A través de la codificación y l el análisis de discurso, se reconstruyeron, de forma cualitativa, varios procesos de la progresión de vulnerabilidad, como también de los efectos que tuvo el proceso de reconstrucción impulsado por organismos gubernamentales (Brain y Mora, 2012).
Tabla 5: Códigos utilizados para el análisis textual de las respuestas.
Sismo y posterior tsunami año 2010 en Tumbes | Intereses de los actores | Cambios en relaciones sociales | Reconstrucción |
Viviendas Tsunami resistentes | Intereses de terceras personas | Conflictos entre los habitantes | Aceptación de la reconstrucción |
Aceptación tipo de vivienda reconstruida | Intereses de los habitantes de Tumbes | Quiebre social entre los pobladores | Actores de la reconstrucción |
Reconstrucción consideró a los pescadores | Identidad de los habitantes | Ganadores y perdedores no considerados por la reconstrucción |
Fuente: elaborado por las autoras.
RESULTADOS
VULNERABILIDADES OBSERVADAS EN CALETA TUMBES
VULNERABILIDAD ECONÓMICA
La mayor parte de la población de Tumbes trabaja en la extracción de productos marinos por lo que sus ingresos mensuales son bajos y variables, y constituyen la primera causa fuente (CI01: vulnerabilidad socioeconómica). En efecto, dichas entradas, están condicionados por el precio de los productos, el estado de las embarcaciones, días de buena pesca, el tiempo atmosférico, etc. A ello se suma que más del 50% de la población de la caleta percibe ingresos inferiores al sueldo mínimo establecido en la legislación chilena (~US$ 376.16=320.500 CLP)2, el cual solo permite cubrir algunas necesidades básicas mes a mes3, por lo que ante cada desastre socionatural deben esperar la ayuda del Estado (PD02: dependencia del Estado) (CI01: vulnerabilidad socioeconómica). Se trata del sector productivo considerado como más vulnerable ante un tsunami por la pérdida de sus embarcaciones y herramientas de pesca (CI01: vulnerabilidad socioeconómica).
VULNERABILIDAD EDUCATIVA
Para la vulnerabilidad educativa se utilizaron las preguntas sobre nivel de estudio formal y conocimiento acerca de tsunamis. El 80% de la población no alcanza a cumplir con el nivel de educación secundaria y un 5% de la población es analfabeta (CI02: bajo nivel de educación / educación profesional). Ante la pregunta “¿Usted se informa sobre eventos naturales como tsunami?”, el 45% señaló que se informa a través televisión y el 40%, a través de radio. Esto deja entrever que muchas familias manejan conocimiento de riesgos socio-naturales solo por lo que ven o escuchan de los medios de carácter masivo (PD03: falta de organizaciones para educar y entrenar).
Tras el tsunami del año 2010, el 70% de los encuestados respondió no conocer ningún plan de evacuación ante este fenómeno, y en el caso de haber existido, no fue mostrado a la comunidad. Solo el 30% respondió que sí conocía alguna forma de evacuación, basada en saberes tradicionales (PD04: falta de organizaciones para educar y entrenar). No se menciona ningún plan de evacuación por parte de autoridades locales o centrales, por lo que los habitantes actuaron basados en la intuición (CF01: ausencia de manejo de desastre socionatural).
La relación entre vecinos a la hora de enfrentarse a un desastre socionatural permitió coordinar ayuda mutua de primera necesidad, tal como vestuario, frazadas, etc., en un momento de desequilibrio social, político y económico provocado por la catástrofe natural (PD05: ausentismo del nivel central sobre el local). Vivir en comunidad es una característica de las localidades pequeñas; existe solidaridad entre ellos y algunos se conocen de toda la vida por lo que no les es indiferente lo que le pueda ocurrir al otro (Galleguillos, Schübelin y Ojeda, 2016; Rojas et al., 2014) (CI05: fragilidad de la integración social: estar dependiente de una solidaridad que se puede perder rápidamente). Frente a la consulta “¿Usted piensa que su comunidad se encontraba unida al momento de ocurrir el Tsunami del año 2010?”, un 65% de la población señaló que la comunidad de la caleta no se encontraba unida y un 35% respondió que sí (PD06: fragilidad de las relaciones sociales).
Por otro lado, ante la pregunta “¿Al ocurrir el tsunami de 2010, hubo alguien que tomó el cargo de líder (innato) para guiar a la comunidad por una vía de evacuación o de rescate?”, un 80%, respondió afirmativamente y solo un 20% manifestó no sentirse guiado y haber evacuado el lugar lo más rápido posible (CI03: Necesidad de organización espontánea).
VULNERABILIDAD FÍSICA
Luego de realizar las preguntas “¿En qué estado de conservación están actualmente las viviendas de la Caleta Tumbes?” “¿En cuánto aportó la reconstrucción para disminuir esta vulnerabilidad?”, se obtuvo la siguiente información: Al ocurrir el tsunami ninguna casa tenía un diseño o infraestructura que le permitiese mitigar el impacto de una ola de tsunami4 (CI04: fragilidad del entorno construido), ni tampoco la población pudo aplicar alguna técnica de edificación tsunami-resistente para la fabricación de sus casas, dada su escasa educación formal y recursos económicos (CI02: bajo nivel de información/educación profesional). El proceso de reconstrucción gubernamental proyectó edificaciones en el borde costero que posibilitaran la mitigación de un tsunami: “palafitos”. Estos fueron reconocidos, por un 70% de la población encuestada, como un tipo de vivienda con un diseño efectivamente capaz de mitigar un tsunami (CI02: bajo nivel de educación / educación profesional). La mayoría de las viviendas que se encuentran en la zona de amenaza de inundación por tsunami tienen dos plantas, a excepción de los mencionados palafitos que cuentan con tres plantas, la primera de las cuales no es habitable, ya que posee la intención de mitigar la inundación por el alcance de la ola de tsunami (Figura 3). La materialidad de las construcciones corresponde a un 55% de madera; otro 35% es mixto, madera y ladrillo; y solo un 10% está construido en albañearía (CI04: fragilidad del entorno construido.)
VULNERABILIDAD GUBERNAMENTAL
Un 80% de la población se dirigió a zonas consideradas seguras, un 10% intentó salvar la mayor cantidad de bienes materiales y un 5% esperó en su hogar. Así también, un 5% de la población acudió a la zona de playa para ver el comportamiento del mar (CI02: bajo nivel de educación / educación profesional).
Ante las preguntas “¿Cuál fue la alarma?”, “¿De quién la escuchó?”, ninguno de los encuestados confirmó haber escuchado alerta de tsunami de carabineros, ni de bomberos (PD01: Falta de estructuras locales); un 60% de la población declaró haber sido alertada por sus vecinos; un 29% evacuó la zona de inundación inmediatamente después del terremoto; un 52% lo hizo entre 5-15 minutos después; un 9% evacuó entre 15-25 minutos y un 5% lo hizo después de 25 minutos. Solo un 5% no evacuó y se quedó en su vivienda (CI03: necesidad de organización espontánea).
La población entrevistada piensa que Tumbes es vulnerable ante la amenaza de tsunami, sin embargo, son otras las preocupaciones de la población de la Caleta (GORE, 2014). Como sucede muy a menudo, la presencia de la amenaza no juega un rol principal en la vida cotidiana, la comunidad depende del mar y de su cercanía a él; por ello, al normalizarse la situación, los requisitos de la sobrevivencia de cada día son los que influyen en sus decisiones (CF03: sobreestimación e ignorancia del Estado centralista: ignorar las necesidades de los actores).
La zona segura definida por el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) en Tumbes corresponde a la plataforma de erosión marina alta (> de 100 m.s.n.m) a la que se accede por un estrecho y abrupto camino5. Un 35% de las personas llegaron a la zona de seguridad en menos de 7 minutos; un 30% demoró entre 10 a 15 minutos; un 25% demoró entre 15 a 20 minutos; y un 10% tardó más de 20 minutos. Aquí la principal dificultad expresada por la población fueron las estrechas calles que tiene Tumbes, que cuenta solo con una carretera al sitio seguro, sin escaleras para evacuar verticalmente (Figura 4). En síntesis, la sumatoria de las vulnerabilidades estudiadas anteriormente expone un escenario que propicia las condiciones para que, ante la ocurrencia de un nuevo tsunami, no existan las precauciones necesarias, tanto de parte de sus habitantes como de los entes gubernamentales, para evitar pérdidas materiales y humanas.
MODELO DE COMPRESIÓN Y DESCOMPRESIÓN EN CALETA TUMBES
PROCESO I. DESTRUCCIÓN DEL TEJIDO SOCIAL
La necesidad de organizar un manejo espontáneo de desastres socio-naturales (CI03) por parte de la comunidad y la fragilidad de la integración social (CI01) generaron el apoyo de relaciones familiares o vecinos en los primeros momentos después del evento. El proceso de reconstrucción post-desastre trajo consigo no solo una renovación estructural en las viviendas, sino también conflictos sociales que comenzaron a dividir a la población, generando un quiebre social. Por una parte, se encontraban quienes habían recibido ayuda por sus condiciones materiales de necesidad y, por otra parte, aquellos que recibieron más “aprovechamiento”: casas entregadas a personas que no tenían familia (allegados), o bien, motores nuevos otorgados a pescadores que no eran dueños de botes de pesca (CF05: desconfianza en de la sociedad chilena).
PROCESO II: RECONSTRUCCIÓN CON PALAFITOS SIN ENTRENAMIENTO PREVIO A SUS HABITANTES
El modelo económico neoliberal (Fuster-Farfán, 2019) se enfoca en el bienestar del individuo, no así de la comunidad (CF02). Ello redunda en una falta de educación y entrenamiento ante desastres socios-naturales (PD03), por lo que la comunidad necesitará el apoyo del Estado. Esa presión dinámica fue la que causó, en este caso, inseguridad (CI02) ya que, en el momento del impacto, los habitantes expuestos no supieron cómo reaccionar de manera adecuada (Figura 5).

Fuente: elaboración de las autoras adaptado del modelo de Wisner et al (2014).
Figura 5: Proceso 2. Reconstrucción con palafitos sin entrenamiento previo a las familias sobre cómo vivir en ellos y mantener su función tsunami-resistente.
El comienzo de la reconstrucción habitacional estuvo marcado por la visita de grandes autoridades, como señala una entrevistada: “el gobierno fue una parte, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el alcalde se hizo presente, carabineros, defensa civil, venían ONG a ofrecer ayuda”. La nueva construcción no fue impuesta del todo, los pobladores decidieron cuál era el tipo de casa que preferían de todas las opciones entregadas por el municipio, considerando la necesidad principal de que fuera tsunami-resistente. Según un entrevistado, “cuando se hizo la reunión todos dijeron que sí estaban de acuerdo que fueran palafitos por temas de inundaciones, se hizo un comité, se citó a una persona por familia, solo había tres ancianas que no estaban de acuerdo por la dificultad que iban a tener al subir las escaleras”. Ellos eligieron los “palafitos” entregados en 2015, los que causaron alegría y agradecimiento en las personas, como lo manifiesta un entrevistado: “Es que no quedaba de otra, tenían que hacerle las casas a la gente, ahora si las casas no cumplen con sus necesidades es otra cosa, pero de que les hayan hecho las casas estoy de acuerdo”. Tras este proceso muchos encuestados revelan que la caleta ha perdido su identidad porque las viviendas reconstruidas tienen una fachada “moderna sin terminar” disminuyendo el interés de los turistas de visitarla, como lo menciona una entrevistada: “la reconstrucción pudo haber sido mejor para los pescadores artesanales, porque ellos tenían algo mejor”.
PROCESO III. MANTENCIÓN DE UNA INFRAESTRUCTURA INADECUADA
La ausencia de manejo de desastre socio-natural (CF01) y la sobreestimación de un Estado centralista (CF03) en conjunto con una fuerte orientación hacia los grandes actores económicos, que deja marginadas a las comunidades (CF04), ha mantenido la ausencia de desarrollo de infraestructura vial adecuada. Existe una carretera que conecta al lugar, sin escaleras desde la playa a la montaña para la evacuación vertical rápida, de lo que resulta una fragilidad permanente del entorno construido (CI04). En el proceso de reconstrucción, el gobierno ha aumentado la densidad del lugar con casas más grandes, pero no ha mejorado la infraestructura y accesibilidad de vías de evacuación (Figura 6).
PROCESO IV. NO SE REDUCE LA VULNERABILIDAD SOCIOECONÓMICA
Los CF02 y CF04 han creado una presión dinámica que se resume en la dependencia del Estado y del mercado (PD02). Tras la reconstrucción, esa situación no se vio mejorada; antes del tsunami (2010) la pesca se organizaba entre las familias, los productos del mar, al llegar al puerto, eran lavados, limpiados y vendidos en mercados locales, directamente localizados en el borde costero; lo que no se vendía en el mercado, se destinaba a un gran número de restaurantes locales y una parte de los productos se vendía a mercados regionales. Ese modelo de producción se ha restaurado después del tsunami. El gobierno ha actuado de forma subsidiaria a través de “bonos” en dinero o especies. Se aprecia que, en vez de apoyar a los pescadores para recuperar el estado pre-desastre socio-natural, se ha perdido una oportunidad valiosa para formar resiliencia en estos espacios costeros. El Estado contribuyó a recuperar en parte la economía local en la etapa post-desastre, pero no hubo ningún tipo de innovación en la gestión de desastre socio-natural (Figura 7).
PROCESO V: FALTA DE PERCEPCIONES ÉTICAS Y SOLIDARIDAD ANTE EL DESASTRE SOCIO NATURAL
La desconfianza hacia el Estado en Chile (Huneeus, 2003) y entre diferentes grupos políticos y sociales queda muy claramente expresada en Tumbes (CF05), donde se desarrolló presión dinámica (PD06) y fragilidad de las relaciones sociales locales (Figura 8). En el momento del desastre socio-natural, los afectados dependían mucho de cómo funcionaban sus redes sociales; sin embargo, no podían esperar ayuda simplemente por estar afectados (CI05).
Se puede dividir a los pobladores de la caleta entre los grandes ganadores y los perdedores, según lo que ellos mismos han podido analizar. Los pescadores serían los primeros, por toda la ayuda que recibieron, especialmente en motores y botes de pesca nuevos, recursos monetarios, proyectos de pesca y la repactación de créditos. Como lo reafirma una entrevistada: “los pescadores artesanales que nunca tuvieron nada y en ese momento tuvieron, son los grandes ganadores”. De esta manera, la caleta Tumbes representa un hito en donde el proceso de reconstrucción potenció el surgimiento de rivalidades y conflictos expresados en la ruptura de las antiguas organizaciones comunitarias que fueron sobrepasadas por entes creados por el gobierno regional, que estuvo a cargo de la distribución de las ayudas.
CONCLUSIONES
La gestión de desastres socio-naturales, también conocida como Riesgo y Reducción de Desastres (GRRD), constituye un aspecto muy poco desarrollado en Chile, situación que se ve favorecida por la sobreestimación de un gobierno fuertemente centralizado, que no reconoce que el manejo eficiente de la vulnerabilidad ante desastres socio-naturales es clave en la reducción del riesgo, y que este no se puede cumplir sin incluir a los habitantes afectados. Efectivamente, se genera en este contexto una carencia de estructuras locales que estén preparadas para enfrentar emergencias como sucedió en el proceso de reconstrucción aquí estudiado: el gobierno aumentó las viviendas con mayor superficie, pero no mejoró la infraestructura y accesibilidad de vías de evacuación, contribuyendo así a la construcción social del riesgo.
Los gobiernos nacional y regional no se han hecho suficientemente responsables del desarrollo de las localidades costeras, concentrándose en el desarrollo económico de gran escala (“big business”). Este fenómeno de concentración del capital en las playas turísticas como Dichato o en la capital regional, Concepción, no es exclusivo de la región del Biobío; es un fenómeno que se aprecia en todas las costas de América Latina (Hidalgo et al., 2016). Los pescadores de Tumbes poseen una economía de subsistencia, al ser su principal actividad económica si esta se ve afectada por un desastre socio-natural, ellos dependen completamente de la inversión de socorro por parte del Estado.
Así es como en el caso de la caleta Tumbes, el proceso de reconstrucción post-desastre socio-natural trajo consigo no solo una renovación estructural en las viviendas, sino conflictos sociales que dividieron a la población. De un lado, se encontraban quienes habían recibido ayuda por sus condiciones de necesidad material y, de otro, aquellos que, por sus redes sociales, recibieron más aportes de los que correspondían, lo que terminó por reproducir las condiciones de vulnerabilidad previas (García-Acosta, 2005).
En suma, la falta de políticas orientadas al oportuno manejo de desastres socio-naturales, por parte de la comunidad, así como la fragilidad de la integración social, solo basada en el apoyo de relaciones familiares o vecinos en los primeros momentos después del evento, permite extrapolar desde un nivel sistémico el daño que ha realizado la implantación del modelo económico neoliberal chileno, que acusa la responsabilidad exclusiva del bienestar tras los desastres al individuo.