En el presente trabajo se aborda la relevancia que jugó en la organización política de la Esparta clásica la institución de las “comidas públicas” o “comidas en común”1, centrándonos en el análisis de dos de las principales fuentes que nos describen tanto esta institución, como el sistema político lacedemonio en su conjunto: la Constitución de los Lacedemonios de Jenofonte, y la Vida de Licurgo de Plutarco. Esto sin perjuicio de que también se consultan otras fuentes no menos relevantes que contribuyen a enriquecer nuestra visión de la sociedad y la política lacónicas.
El punto de partida de nuestra investigación ha sido la constatación de que, tanto en Jenofonte como en Plutarco, existe una marcada tendencia a resaltar los valores espartanos, en tanto cimientos de un modo de organización social y política que destacaba en el contexto de las numerosas organizaciones políticas existentes en la Hélade Clásica, y que se manifiestan especialmente en la primacía del compañerismo y la irrestricta fidelidad al grupo que caracterizaba a esta sociedad. No obstante, si bien este punto de vista es casi unánime entre las diversas fuentes que se refieren a Esparta, consideramos que Jenofonte y Plutarco son los que atribuyen una mayor relevancia, al menos explícitamente, a la institución de los συσσίτια como la causa fundamental de la que emanan los valores tradicionales de la sociedad espartana, en tanto afianzaba el espíritu comunitario, en tanto favorecía la convivencia de un grupo pequeño de individuos que procedían de diversos estratos sociales, como veremos. Por lo tanto, nuestra hipótesis constase en señalar que, tanto para Jenofonte como para Plutarco, la comida en común demostraría que la institucionalidad militar de la sociedad espartana sería la fuente de la que emana todo el equilibrio social que posibilitó la subsistencia de esta Polis, desde la instauración de las reformas atribuidas a Licurgo, hasta su definitiva decadencia, en el siglo IV.
Efectivamente, una lectura medianamente prolija de las fuentes que describen o se refieren, en algún grado de detalle, al sistema político-institucional imperante en Lacedemonia durante buena parte de la época Clásica, nos permiten concluir que las comidas en común constituían uno de los elementos básicos de la organización sociopolítica, no solo de Esparta, sino también de muchos pueblos dóricos2, entre los cuales ciertamente ocupan un lugar predominante, junto con la especificidad del caso laconio, el de las numerosas póleis insulares de Creta3. Esta institución consistía fundamentalmente en la reunión de un grupo de hombres (alrededor de quince según Plutarco)4, con el propósito de compartir una comida frugal, acompañada de camaradería. No obstante, el propósito específico de tales reuniones no está del todo claro en las fuentes, incluso en algunas de ellas parece haber tenido más de un objetivo. Por lo tanto, a la hora de comprender e interpretar los alcances precisos de esta institución, así como su relevancia en el contexto del marco legal característicamente espartano, es necesario comprender previamente algunos aspectos generales de esta peculiar organización institucional, que, como es sabido, las fuentes atribuyen unánimemente a Licurgo5.
En efecto, ya Heródoto, una de las fuentes más antiguas que mencionan el nombre de Licurgo, refiere que, habiendo cambiado previamente “todas las leyes (μετέστησε τὰ νόμιμα πάντα)”, Licurgo instituyó los que el historiador denomina como “reglamentos militares”(πόλεμον ἔχοντα),esto es: la clasificación de los ciudadanos en las ἐνωμοτίας y τριηκάδας (unidades militares), y los συσσίτια6. Vale decir, conforme a la narración del historiador halicarnaseo, lógicamente no habría bastado con el mero hecho de agrupar a los ciudadanos en estas unidades militares para afianzar definitivamente el compañerismo y la fidelidad al grupo, sino que era necesario implementar una instancia que contribuyese decisivamente a inculcar estos valores comunitarios intrínsecos a la disciplina militar; tal habría sido, pues, la importancia de los συσσίτια.
Plutarco, por su parte, enmarca esta trasformación político-institucional con algunos detalles interesantes en un célebre pasaje muy citado:
“Tanto interés puso Licurgo en este cargo (Οὕτω δὲ περὶ ταύτην ἐσπούδασε τὴν ἀρχὴν) (…) trajo de Delfos un oráculo, al que llaman ῥήτρα. Es el siguiente: ‘Después de erigir un templo a Zeus Silanio y Atenea Silania, de tribuir las tribus (φυλὰς φυλάξαντα) y obear los óbai (ὠβὰς ὠβάξαντα), previa institución de un consejo de ancianos (γερουσίαν) de treinta con los reyes (ἀρχαγέταις), reunir la asamblea (ἀπελλάζειν) (…)’. En estas palabras, lo de tribuir tribus y obear óboi significa dividir y organizar al pueblo en secciones (κατανεῖμαι τὸ πλῆθος εἰς μερίδας) (…) y reunir la apélla, reunir la asamblea (τὸ δὲ ἀπελλάζειν ἐκκλησιάζειν)7.”
Esta transformación radical de la sociedad espartana implicó, como es lógico, la imposición de una estructura social que reemplazaba a la tradicional, basada en el οίκος8. Para ello, en Esparta debió organizarse una serie de “prácticas ritualizadas”, tendientes a inculcar en los individuos una serie de conductas marcadas por la repetición, tal como señalan Knottnerus y Berry:
“the higher the rank of ritualized practices in the larger milieu, the more likely the array or system of ritualized practices and relations in the embedded group will be comparable to the patterns and social arrangements of the surrounding environment. The result of this process is structural reproduction in the embedded group (…) In the social environment of the Spartan training system, numerous ritualized symbolic activities and relations existed which shared certain basic meanings and forms and had a direct impact on youth9”.
Es decir, según el planteamiento de estos autores, el proceso formativo de los ciudadanos de Esparta representaría un típico paradigma de antiguo sistema educativo, basado en prácticas ritualizadas, es decir, una serie de actividades colectivas cuyo objetivo último era el de inculcar modos de pensar y de actuar caracterizados ante todo por un marcado espíritu de compañerismo y lealtad, base de toda instrucción militar. Así, conforme a Knottnerus y Berry: “In the social environment of the Spartan training system, numerous ritualized symbolic activities and relations existed which shared certain basic meanings and forms and had a direct impact on youth. These practices rested upon certain symbolic frameworks or cognitive structures that conveyed and dramatized a set of thematic meanings that were presented to all actors10”.
Sin duda, y como demuestran los autores, la institución de los banquetes comunes desempeñó un importante papel en este desarrollo, en tanto favorecían no solo la camaradería entre los ciudadanos, lo que incrementaba considerablemente la amistad entre los miembros del grupo, sino también, como postulan Casillas y Fornis, constituirían una importante preparación para los debates políticos que se suscitaban en la asamblea de los ὅμοιοι11. Esto se evidencia al constatar cómo este tipo de reuniones de “amistad política” se convirtió en modelo para los oligarcas de otras póleis, como señalan más adelante los autores:
“Este tipo de asociación política, en su significado más puro, servía de modelo a imitar para las hetairías y sinomosías de carácter oligárquico que en otros estados pretendían ser un grupo de presión social que intentaba imponer los intereses de los kaloikagathoi, es decir, de aquellos que por nacimiento, educación y modo de vida se consideraban los más aptos para gobernar a través de la Eunomia y la Eutaxia12.”
Esta valoración de los συσσίτια se corresponde exactamente con su carácter de asociaciones que consolidaban la “amistad cívica” entre los ciudadanos; así se comprende que Plutarco y Jenofonte hayan considerado a esta institución como el auténtico cimiento sobre el que descansaba todo el sistema institucional laconio. En efecto, fue esta misma constatación la que llevó al historiador de Queronea a calificar esta medida como la “más noble” (κάλλιστον ἐπῆγε)13 de cuantas habría instituido Licurgo. De hecho, es en virtud de esta constatación plutárquica que Casillas y Fornis han comparado a los συσσίτια con las logias masónicas actuales, pues, “hermanaba e identificaba a sus integrantes en unos mismos intereses y objetivos e incluso requería a la aceptación de los nuevos miembros por parte de los antiguos, y el secreto acerca de las conversaciones y actos desarrollados durante las sesiones14”.
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Pasaremos ahora a analizar la visión de los συσσίτια que nos han transmitido Jenofonte y Plutarco, especialmente en lo que dice relación con el rol que habría desempeñado esta institución en tanto elemento fundamental de la idiosincrática organización político-social espartana. En este sentido, cabe tener presente que tanto Jenofonte como Plutarco (además de Platón, entre otros), han sido considerados como los forjadores clásicos del denominado “spartan mirage15”, esto es, la tendencia a idealizar a Esparta en tanto modelo político-social, cuyo desarrollo histórico correspondería a la expresión más representativa del concepto de polis.
En esta línea, Jenofonte comienza su análisis de la institución de los συσσίτια subrayando el hecho de que la intención del legislador al instituirlos no habría sido otra que la de erradicar la “negligencia” (παραλαβὼν), compañera inseparable de los banquetes privados que, al igual que en otras partes, los espartanos ricos organizaban en sus casas (οἴκοι σκηνοῦντας)16. Plutarco, por su parte, valora este combate que habría protagonizado Licurgo contra los excesos de toda índole que desfiguraban incluso los cuerpos de los ciudadanos (haciéndolos propensos a la obesidad)17, como una demostración más de la superioridad moral de Licurgo como hombre y como legislador. En este sentido, seguimos la interpretación de Analia Sapere, quien señala:
“Se trata, pues, de una institución que aspiraba a encarnar la mesura (…) desterrando así los peores males que aquejan a la población, atribuidos todos al exceso y la falta de término medio, que son contrarias a la personalidad del austero Licurgo. La organización de los συσσίτια es una de las medidas más emblemáticas en este sentido, puesto que establece que todos los ciudadanos deben ser comer conjuntamente, y recibir iguales raciones de alimento”18.
Es decir, tanto Jenofonte como Plutarco comienzan poniendo el acento en la finalidad redistributiva de los συσσίτια, en el sentido de que en ellos cada uno de los participantes accedía a la misma cantidad de alimento, sin importar su distinción social, lo que es resumido por Plutarco en aquella sentenciosa observación de que “a la misma comida que el pobre asiste el rico (ἐπὶ τὸ αὐτὸ δεῖπνον τῷ πένητι τοῦ πλουσίου βαδίζοντος)”19.
Luego, ambos autores se detienen en la exposición del carácter educativo y formador de los ciudadanos que desempeñaban estas comidas, en el entendido de que, al definirse como reuniones en las que individuos de diversa condición social y económica compartían la mesa y las conversaciones, los συσσίτια favorecían un ambiente idóneo para la difusión de los valores fundamentales que definían a la sociedad espartana, sin dejar de lado, como suponen Casillas y Fornis, algún comentario sobre la política contingente que los ὅμοιοι discutían en la asamblea, como ya hemos visto. Todo ello los convertía en instancias propicias para la educación cívica de los jóvenes durante las últimas etapas de su educación (ἀγωγή)20, e incluso podían asistir los niños para aprender cómo debían comportarse los ciudadanos21.
A modo de conclusión, podemos señalar que las “comidas en común” jugaron un importante papel como mecanismo de cohesión social en el seno de la sociedad espartana, siendo su principal objetivo el de fomentar los valores indispensables para la preparación guerrera que esa sociedad consideraba fundamentales en la formación de sus ciudadanos. Junto con este objetivo básico, Jenofonte y Plutarco permiten apreciar que también implicaron un ámbito de transmisión de ideales y modos de pensar que contribuían sin duda a mantener vivo el autoconcepto de superioridad que los espartanos habían construido sobre la base del dominio que ejercían sobre la población autóctona. Así, en estas reuniones se formaba el carácter y la mentalidad del futuro ciudadano, y el que ya lo era encontraba un espacio de comunión íntima en el que fortalecía su visión de la sociedad en la que vivía. Además, también se prestaba como ámbito favorable a la creación del ideal de “igualdad” entre los ciudadanos que parece haber inspirado al ordenamiento institucional atribuido a Licurgo, de modo de que en su seno las distinciones sociales y económicas habrían sido reemplazadas por la amistad cívica entre sus miembros.