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Cuadernos.info
versión impresa ISSN 0719-3661versión On-line ISSN 0719-367X
Cuad.inf. no.36 Santiago jun. 2015
http://dx.doi.org/10.7764/cdi.36.734
TEMA CENTRAL
Desigualdad ambiental y desigualdad comunicacional. Las portadas de El Mercurio de Valparaíso sobre el derrame de petróleo en la bahía de Quintero1
Environmental inequality and communicational inequality. The covers of El Mercurio de Valparaíso on the oil spill in Quintero Bay
Javiera Carmona Jiménez* y Melisa Jaimes Manosalva**
* Observatorio de Participación Social y Territorio, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile (javiera.carmona@upla.cl).
** Observatorio de Participación Social y Territorio, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile (melisa.jaimes@alumnos.upla.cl).
RESUMEN
El derrame de petróleo en septiembre de 2014 en la bahía de Quintero (Valparaíso, Chile) atrajo la atención de los medios nacionales y locales por la gran cantidad de crudo disperso y porque se produjo en una localidad altamente contaminada, escenario de varios episodios medioambientales catastróficos. Se analizó las portadas del periódico local El Mercurio de Valparaíso y se confirmó la tendencia de los medios chilenos por atender la cuestión ambiental en la perspectiva del conflicto, desplazando los contenidos ambientales por los judiciales. Al omitir el marco del conflicto ambiental en relación con el derrame, enfoque que corresponde a la condición de desigualdad socioambiental de Quintero-Puchuncaví, el medio impreso lo deja fuera de la esfera pública local, constituyéndose así en un factor de desigualdad comunicacional.
Palabras clave: Análisis visual verbal, portadas, derrame de petróleo, El Mercurio de Valparaíso, prensa local, conflicto ambiental, desigualdad ambiental, desigualdad comunicacional.
ABSTRACT
The oil spill in September 2014 in Quintero Bay (Valparaíso, Chile) attracted the national and local media attention by the large amount of dispersed oil. This disaster occurred in a highly polluted city, scenery of several catastrophic environmental events. The covers or front pages of the local newspaper El Mercurio de Valparaíso were analyzed, confirming Chilean media trend to cover environmental issues as conflicts where the environmental aspects are ousted by judicial contents. By this omission of the environmental perspectives when informing about the oil spill an approach related to Quintero-Puchuncaví environmental social inequity the newspaper leaves it out of the local public sphere, thus fostering communicational inequality.
Keywords: Verbal visual analysis, covers, oil spill, El Mercurio de Valparaíso, local press, environmental conflict, environmental inequality, communicational inequality.
Introducción
El presente artículo examina cómo las portadas de un diario regional dan cuenta de una crisis medioambiental local en un contexto de marcada desigualdad ambiental. Para fines analíticos, se considera que la noción de medioambiente es socialmente construida desde los discursos de los distintos actores que intervienen en el conocimiento, difusión o reglamentación de tal concepto. Tal noción resulta de la percepción y la reflexión elaborada en un momento dado, y no directamente de la dimensión física o tangible del problema (Lezama, 2008). En esta perspectiva, la desigualdad ambiental se define como la exposición diferenciada de determinados grupos sociales a situaciones de riesgo o vulnerabilidad ambiental, o bien con acceso diferenciado a los bienes ambientales o bienestar ambiental como aire puro, agua limpia, áreas verdes (Torres, 2000; Alves, 2007). Vista así, implica la distribución desigual de la renta y del acceso a los bienes públicos, lo que sugiere que la desigualdad social está en el origen de la desigualdad ambiental (Torres, 2000; Taschner, 2000; Bauman, 2012) y ambas corresponden a hechos sociales que pueden ser percibidos o no, lo que determina que se conviertan en problemas sociales (Jann & Wegrich, 2006) e irrumpan en la arena política.
En este sentido, a lo largo de este artículo se intenta establecer la construcción del concepto desigualdad ambiental a partir del discurso visual verbal de las portadas del periódico local El Mercurio de Valparaíso a propósito del derrame de petróleo en la bahía de Quintero (al norte de la Región de Valparaíso) en septiembre de 2014. Este accidente ambiental fue una noticia de alto interés local, pero logró incluso atención nacional por la envergadura del fluido esparcido y, sobre todo, porque se produjo en una localidad de vasta degradación ambiental por la contaminación industrial, escenario de reiterados episodios medioambientales catastróficos.
La investigación sobre prensa y ambiente es exigua en Chile y más aún en el panorama iberoamericano de estudios en comunicación y periodismo ambiental, que -de acuerdo con la revisión bibliográfica de Fernández Reyes (2011)-, es encabezada por España, con 446 estudios, seguida por los investigadores brasileños, con 258 artículos, y tras ellos el resto de Latinoamérica, con 77 investigaciones. Los estudios en comunicación ambiental son escasos, y privilegian la cobertura mediática de los grandes eventos ambientales, como las Cumbres contra el Cambio Climático (interés de los especialistas españoles y brasileños, con cuatro artículos cada uno). Asimismo, la comunicación ambiental se ha ocupado mayormente de las catástrofes ecológicas, en especial de la gestión comunicacional de las crisis, de las agendas y enfoques predominantes de los medios, interés científico a menudo motivado por las coyunturas y casos que impactan en la esfera pública (Behr & Iyengar, 1985). La investigación de las representaciones del medioambiente en los medios de comunicación masivos domina de manera absoluta la investigación en periodismo ambiental, junto con la aproximación a la agenda e instalación de temas de interés o marcos (Fernández, 2011). Este rasgo coincide con la tendencia en España (Barranquero & Marín García, 2014, p. 32) y del contexto internacional de los últimos años (Hansen, 2011, p. 15). Asimismo, en Latinoamérica, Brasil y España los estudios se concentran por sobre el 50% en el análisis de la representación ambiental en la prensa, seguido por la televisión (Fernández, 2011, p. 95).
En los pocos estudios sobre la prensa chilena, el tema ambiental sigue las tendencias identificadas para Latinoamérica y España, esto es, aparece concentrado en la agenda, el tratamiento informativo y las representaciones sociales del medioambiente (Arenas, 1986; Torres, Rodríguez, Goñi & Villarroel, 1997; Firmani, 2001; González, 2008; Oyarzo, 2014). Para el caso chileno, se han identificado dos rasgos fundamentales. En primer lugar, el tema ambiental aparece en los medios impresos enfocado desde el conflicto y la denuncia en torno a una catástrofe. Es así que, ante la ausencia de conflicto, la noticia ambiental desaparece de la prensa (Aldunate, 2001, p. 233). La excepción está en la cobertura de la contaminación atmosférica de Santiago (Luque & González, 2006) y los incendios forestales, cubiertos por la prensa fuera de la lógica del conflicto (Torres et al., 1997)2. Esta inclinación pudo resultar de la promulgación en 1994 de la Ley 19300 de Bases Generales del Medio Ambiente, la que inició un proceso ordenador de la normativa ambiental del país, en especial respecto de proyectos de inversión públicos y privados con impacto en el ambiente.
Ante el incremento de los conflictos ambientales vigentes en el país (Villarroel, 2014), resulta paradójica la escasa investigación sobre el enfoque adoptado frente a ellos por los medios de comunicación masivos, lo que sugiere una comunidad científica distanciada de otras disciplinas que ya advierten la aparición de fenómenos sociales de nuevo cuño en relación con los conflictos ambientales, como la constitución de "nuevas territorialidades" (Stamm & Aliste, 2014, p. 72).
El presente trabajo indaga sobre la construcción del concepto de desigualdad ambiental en la prensa local de Valparaíso sobre la zona Quintero-Puchuncaví, a partir de las representaciones sociales elaboradas en torno al derrame de petróleo de 2014 en la bahía de Quintero. El objetivo es dar cuenta de la representación en la prensa local de la desigualdad ambiental de una zona ante un acontecimiento catastrófico al que subyace un conflicto ambiental que develaría el conflicto ambiental subyacente. Con este propósito, se examinan la representación de las actorías sociales que consigna la prensa y los temas privilegiados por la prensa local en sus portadas sobre el acontecimiento del vertido de petróleo.
El interés por abordar la edición local de la cadena periodística nacional El Mercurio radica en que, a diferencia de las provincias de otros países, en la ciudad puerto de Valparaíso solo hay dos periódicos de gran tiraje: La Estrella y El Mercurio de Valparaíso. Este último es el diario más antiguo del país, ligado a la derecha empresarial asentada en la capital, y se dirige a los sectores más influyentes de la sociedad.
En general, el periódico local construye de manera simbólica el entorno más próximo de los ciudadanos de la zona y establece la agenda de actualidad local/regional. Si la prensa a nivel nacional contribuye a cohesionar la esfera pública nacional, la prensa local dinamizaría y fortalecería las comunidades a su alrededor como institución referencial para su público (Pardo, 2013, p. 107). En este caso, El Mercurio de Valparaíso contribuiría de manera significativa en la construcción de la realidad ambiental inmediata y, de manera semejante a la edición nacional, asumiría un rol crítico ante las controversias, avivándolas o debilitándolas.
En términos generales, se considera que, ante la cuestión ambiental, la prensa tiende a consolidar en sus páginas la visión de ciertos actores y rebajar o estigmatizar la del resto de los actores enfrentados (Meyer, 2004); y por extensión, se supone que los medios locales actúan de la misma forma ante la falta de estudios. Asimismo, los estudios de análisis de contenido señalan que el centralismo político y administrativo coincidiría con un centralismo comunicacional o de asuntos simbólicos, como es la información; este rasgo se observa en los temas predominantes para la capital, como política y economía, frente a los omitidos, que suelen ser de mayor resonancia local, como educación, salud y medioambiente (Andrade, 2013, p. 41). En México se ha observado, por ejemplo, que en la construcción de los temas de agenda en la prensa local influyen los aspectos de la cultura y de la cultura política del lugar que rodea al periodista (Andrade, 1998).
En esta línea, el presente estudio contribuye a la discusión en Chile sobre el papel que cumple la prensa local en contextos de conflicto ambiental a partir de un estudio de caso. Asimismo, este trabajo podría establecer un contrapunto con las investigaciones sobre el tratamiento informativo de dos catástrofes semejantes y recientes: el derrame de petróleo de las costas gallegas (francesas y portuguesas), causado por el naufragio del buque tanque Prestige en 2002, y el vertido de petróleo durante cuatro meses por el hundimiento de la plataforma de British Petroleum en el Golfo de México en 2010. El episodio Prestige se erige como punto de referencia por el impacto en el contexto político nacional y local, y los múltiples puntos de vista de las investigaciones que motivó. Análisis de periodismo ambiental se concentraron en la agenda y en el enfoque predominante de los medios sobre el acontecimiento. Estudios enfocados en la comunicación ambiental (gestión comunicacional de la crisis, repercusión institucional, efectos propagandísticos, educación ambiental), permitieron establecer el contraste entre el tratamiento de la prensa local ante la nacional, el papel de la asociación gremial de los periodistas gallegos en la cobertura, el vínculo informativo entre la prensa local y la del resto de los países afectados por la catástrofe (Francia y Portugal), el papel de las TIC como fuente de información y elemento catalizador en la constitución del movimiento social ambientalista local, Colectivo Nunca Mais (Agraso, Eirexas & Jiménez, 2003; Pérez, 2006; Odriozola, 2010; Fernández Souto, 2012). El caso de British Petroleum también motivó estudios de agenda y medios impresos y electrónicos (Boydstun, Moody & Thomas, 2010; García, 2011; Schultz, Kleinnijenhuis, Oegema, Utz & Van Atteveldt, 2012), pero el énfasis estuvo en la discusión y comprensión del modelo comunicacional de tratamiento de crisis y las relaciones entre la prensa y el aparato de relaciones públicas corporativas y gubernamentales (Harlow, Brantley & Harlow, 2011; Paule, 2010; Muralidharan, Dillistone & Shin, 2011; Liu, Austin & Jin, 2011; Kleinnijenhuis, Schultz, Utz & Oegema, 2013; y Valvi & Fragkos, 2013).
Por último, es preciso indicar que la opción del presente estudio por las portadas del periódico obedece a la ausencia de investigaciones sobre este aspecto del periodismo ambiental. Como referencia, se puede mencionar el estudio comparado entre las portadas de los diarios españoles sobre los terremotos de Haití (2010) y Japón (2011), en el que se establece que si bien hubo semejanza en la construcción de las portadas que informaban sobre del suceso, la percepción social preexistente sobre ambos países condicionó la representación visual del drama humano y la destrucción, fortaleciendo las ideas preconcebidas sobre Haití yJapón (Fernández, 2013). En la imagen de la portada, el lector esperaría satisfacer la expectativa basada en su conocimiento previo sobre el tema tratado por el periódico, de manera que observa finalmente el reclamo de su propio imaginario en el motivo visual (Visa & Soto, 2012, p. 148).
El interés por examinar las portadas se fundamenta en su concepción como producto de la matriz cultural moderna que aún refleja la prensa en el siglo XXI. La portada pertenece a la tarea de estandarización de discursos y lenguajes sociales de acuerdo con formatos y estilos que se convirtieron en un canon de la prensa y adquirieron el carácter de neutrales (Abril, 2003, p. 27). La portada domesticó la diversidad estilística, retórica y expresiva, así como moral e ideológica, hacia una comunicabilidad que trasciende las fronteras simbólicas locales y que domina la matriz cultural informativa (Abril, 2003). La portada del diario se convirtió en la década de los ochenta, bajo el impacto del texto informativo multimedia, en una vitrina de información con una forma de textualidad que enlazó diversos códigos (lingüístico y visual) y asumió variados registros semióticos (icónico, plástico, tipográfico, etcétera). Mientras la prensa proporciona una experiencia sensorial en el marco de la actividad textual discursiva de la sociedad moderna (Nitrihual, Del Valle, Mayorga, Bascur & Castro, 2012), la matriz cultural informativa que emana de la portada del diario condiciona el aparato perceptual cognitivo del sujeto lector masivo. Tal matriz moldea, conduce o estimula la adecuación de las capacidades cognitivas perceptivas del consumidor de portadas, en una operación de lectura que enlaza y aísla en la lectura los espacios fragmentados en módulos de la primera página de un diario. La portada es un espacio limitado y preferente, que varía diariamente, establece una relación significativa con los temas consignados por el periódico en su interior y delata su identidad (Canga, Coca, Peña & Pérez, 2010). Es como el "escaparate de una librería, en el que se hallan mezclados en un orden más o menos determinado el best seller y la alta literatura (...) la noticia compleja y la de interés humano, el deporte y la cultura (...) la proporción de cada una nos permite saber exactamente de qué tipo de diario estamos hablando" (Canga et al., 2010, p. 61). De este modo, la primera página del diario resulta de una operación de selección basada en criterios de jerarquía, autoridad y equilibrio sobre lo visible y lo omisible.
Respecto de nuestra atención a las fotografías, es importante tomar en cuenta que toda imagen encarna un modo de ver. La fotografía periodística expresa una vista entre una infinidad de posibilidades. El signo visual de la fotografía en la portada se encuentra atado inextricablemente al código lingüístico, dialoga y se opone en simultáneo a los módulos que integran la página y se enlaza a otros códigos que caracterizan una cultura en particular en un momento histórico y espacio determinado (Carmona, 2013).
La "Marea Negra" y la desigualdad ambiental en Quintero
La madrugada del 24 de septiembre de 2014, el buque tanque filipino Mimosa derramó 38.700 litros de petróleo en la bahía de Quintero cuando las amarras de la embarcación se soltaron durante la maniobra de descarga del crudo a los estanques de la terminal marítima de la Empresa Nacional de Petróleos de Chile (ENAP). Este accidente vino a sumarse a la cadena de eventos contaminantes recurrentes en Quintero y Puchuncaví, dos localidades vecinas, ubicadas en la zona norte de Valparaíso, que desde los años de 1960 se fueron transformando en espacios altamente industrializados y dejaron de ser zonas agrícolas y de pesca artesanal. En Quintero y Puchuncaví existe un largo proceso de deterioro de la salud de la población, con el incremento de historias familiares de cáncer y mutaciones genéticas, corrosión y muerte de ecosistemas, incluyendo plantas, peces y ganado.
Quintero y Puchuncaví acogen más de una docena de complejos industriales, incluyendo una refinería de petróleo estatal y la mayor fundición de cobre del país. En la zona se hallan dos puertos industriales y cuatro grandes plantas termoeléctricas. Un periodista describió la sensación entre los habitantes de Quintero de estar viviendo en "el Chernobyl de Chile" (Silva, 2014). Otro autor se refirió a la zona como un espacio de "vidas tóxicas" (Tironi, 2014), por las altas emisiones a la atmósfera de dióxido y trióxido de azufre, arsénico, material particulado rico en cobre y otros minerales contaminantes que se desplazan con el viento, caen al suelo en la lluvia ácida y se mezclan en el mar, como anhídrido sulfuroso, carbón, plomo, mercurio y zinc (Badal, 2014).
Ya en 1993, el Ministerio de Agricultura de Chile había declarado "zona saturada por anhídrido sulfuroso y material particulado" a la superficie en torno a uno de los complejos industriales de Quintero, e inició un plan de descontaminación para reducir emisiones y ajustar las industrias a la norma chilena, la que ya tiene límites de emisión muy superiores a los que recomiendan los organismos internacionales (Cámara de Diputados, 2011). Sin embargo, el parque industrial en Quintero-Puchuncaví siguió en aumento y el plan de descontaminación de 1993 quedó inconcluso.
En 2010, los medios de comunicación masivos cubrieron la denuncia en tribunales de la Asociación Regional de ex Funcionarios de la Empresa Nacional de Minería de Chile (ENAMI) por los casos de cáncer y muertes por infarto al miocardio que padecieron numerosos afiliados. La Cámara de Diputados solicitó un informe que confirmó la tesis que responsabilizaba a la minera estatal Corporación del Cobre de Chile (CODELCO) -ex ENAMI- por "los efectos que en su salud provocó la exposición crónica a las emanaciones de la refinería" (Cámara de Diputados, 2011, p. 94). En 2011, la prensa volvió a la zona por la intoxicación de treinta personas de la escuela de La Greda, causada por una nube tóxica, episodio que se repitió en 2012 y 2013, junto con las denuncias de los pescadores por acumulación de carbón en la playa. En definitiva, pareciera que la efervescencia mediática sobre Quintero-Puchuncaví se ha basado en la catástrofe, puntualmente en los episodios de crisis ambiental, y no en la condición permanente de desigualdad ambiental y social de la zona.
La población residente en Quintero-Puchuncaví experimenta la dependencia económica y laboral (directa e indirecta) de las empresas contaminantes, elemento que se agrega a la situación de vulnerabilidad preexistente. Los habitantes de la zona no solo viven expuestos a los riesgos ambientales (explosiones, fugas de material contaminante, acumulación de desechos tóxicos) y con acceso limitado a bienes ambientales clave (aire puro, suelo y agua limpia). También es desigual la disponibilidad de servicios públicos e infraestructura urbana (hospital, alcantarillado para todos los sectores habitacionales, transporte público fluido y de precio accesible). Esto incrementa su vulnerabilidad ambiental.
Para la comunidad ambientalista, la extrema desigualdad socioambiental de Quintero-Puchuncaví adquirió los rasgos de un destino ineludible. La denominaron Zona de Sacrificio, subrayando cómo estas localidades se ven forzadas a sacrificarse por el desarrollo y bienestar del resto del país (Terram, 2014). La denominación de Zona de Sacrificio hace referencia al extenso impacto de la contaminación industrial, la que supera lo medioambiental y abarca integralmente el resto de los ámbitos de la vida del territorio, pues genera el menoscabo de la economía doméstica o local (producción de alimentos, calidad del suelo, acceso, salud) y proscribe finalmente cualquier capacidad de desarrollo humano. "Las zonas de sacrificio develan, además, que el problema de la contaminación ambiental responde a patrones de desigualdad social; son las comunidades de menores ingresos las que deben soportar los efectos negativos del crecimiento económico de la sociedad en su conjunto" (Terram, 2014, p. 3).
El hecho de que la bahía de Quintero se encuentre entre exclusivos balnearios recreativos (incluyendo, por ejemplo, Reñaca y Zapallar), zonas de alta valoración en el mercado inmobiliario, resalta la situación de desigualdad ambiental que se vive en la zona. Delata, en otras palabras, el rol (político) del Estado y los grupos económicos más ricos y poderosos en la cartografía de la desigualdad ambiental, instalando actividades generadoras de riesgo y degradación ambiental en áreas habitadas por comunidades de menores ingresos y de baja capacidad de resistencia a la llegada de las industrias (Alves, 2007).
Hacia un periodismo del conflicto ambiental
La teorización de los conflictos ambientales predominante asume la prensa como "actor de segundo orden", pues limita la cuestión ambiental a la oposición de intereses entre actores "primarios" en torno a la dimensión física de una condición o acontecimiento ambiental, y excluye el componente perceptual y reflexivo socialmente construido sobre lo medioambiental (Lezama, 2008), en el que participa la prensa. Esta teorización asume que los medios de comunicación intervienen una vez constituida la disputa y se involucran en la controversia de manera natural, como parte de sus funciones habituales (Villarroel, 2014). Los "actores de primer orden" son los que constituyen el conflicto; sin ellos no habría confrontación. Se trata de (1) los organismos de gobierno que administran la institucionalidad ambiental, (2) las empresas presuntas responsables de daño ecológico, (3) las organizaciones ambientalistas no gubernamentales, y (4) la comunidad (Torres et al., 1996). Sobre este aspecto, vale insistir en la superposición de roles que presenta el caso de Quintero-Puchuncaví, dado que las empresas contaminantes son privadas y estatales. Así, el Gobierno eventualmente contamina y, al mismo tiempo, dirime las controversias al respecto.
Como se menciona arriba, entre los "actores de primer orden" también se consideran todas las organizaciones de la sociedad civil movilizadas ante la percepción de riesgo, incluyendo las ONG (Sabatini & Sepúlveda, 1997) dedicadas al tema ambiental en acciones locales. En ocasiones se agregan, como actor adicional, los científicos que definen o identifican los problemas o riesgos ambientales (Villarroel, 2014), aun cuando en la actualidad suelen estar ligados o adscritos a grupos ambientalistas que integran las organizaciones de la sociedad civil o han sido contratados por los privados para evacuar informes especializados.
Desde este enfoque, se considera que a contar del año 2005, en la zona de Quintero-Puchuncaví la pugna en torno a la contaminación industrial adquirió la estructura de conflicto socioambiental propiamente tal (Correa, 2012). Esto ocurre no solo porque la comunidad logra organizarse en términos de sociedad civil (Fuenzalida & Quiroz, 2012) y se reconoce como actor social en el esquema de "primer orden", sino también porque lleva la discusión sobre el cuidado del medioambiente a la cuestión de la sustentabilidad del territorio y la calidad de vida, es decir, al ámbito de los derechos (Arístegui, 2011).
En este sentido, el conflicto de Quintero-Puchuncaví le proporciona asidero a la lectura que plantea que la conflictividad social en América Latina que subyace a la desigualdad crónica ha dejado de ser episódica, para dar pie a un orden conflictivo, una constitución de lo social permanentemente conflictiva debido al carácter del Estado, interpelado por la multiculturalidad. Es decir, la conflictividad social y política de la sociedad ya no solo sería reflejada por el Estado, sino que actuaría en la conformación de los sistemas de intereses económicos y de actores políticos que definen la dinámica del conflicto (Calderón, 2012, p. 8). Es por esto que adquiere resonancia un nuevo campo de conflicto, gatillado por el Estado y sus reformas estructurales, relacionado con el multiculturalismo y nuevas formas de calidad de vida, ciudadanía y dignidad (Calderón, Fontana, Salinas & Ortega, 2011). En esta línea de argumentación, los conflictos ambientales enlazan demandas que superan lo medioambiental, se sumergen plenamente en lo social y abrazan la noción de libertad real y cultural, apelando al acceso al tipo de vida deseable y el reconocimiento de las identidades como derechos.
En la revisión del esquema tradicional sobre el conflicto ambiental, la ubicación de la prensa como "actor de segundo orden" merece también revisión en el escenario de extrema mediatización política que se vive (Negrine, 1996), donde los medios de comunicación son capaces no solo de distanciar hasta la mayor lejanía un problema ambiental del entorno cercano de una comunidad, sino que también pueden anularlo simbólicamente hasta su erradicación del imaginario local. Incluso se ha señalado a la prensa, en tanto expone un discurso condicionado por intereses económicos y políticos, como parte consustancial de la crisis ambiental global (Gavitari, 2012).
Cuando se propone que la concepción del conflicto ambiental actual rebasa el marco institucional para tratar la cuestión ambiental como derecho, y esto desborda el sistema de regulación ambiental formal (Sabatini & Sepúlveda, 1997), se está apuntando a una noción discursiva de conflicto ambiental. Su foco no está en el dato empírico, sino esencialmente en su representación (Hajer, 1995, pp. 13-14). El conflicto ambiental se debate en las representaciones sociales mediadas por estructuras políticas, sociales, económicas y cognitivas, que sitúan a los consumidores y productores del relato periodístico y la empresa periodística en una cultura política dinámica. Visto de este modo, se multiplican las preguntas sobre las características de la actoría social de la prensa.
Por último, bien vale mencionar que la prensa local también podría a su vez oponerse al centralismo, amplificando el papel de la ciudadanía y la gobernanza local al presentar lo ambiental en su carácter conflictivo, pero privilegiando la dimensión productiva, creadora, en lugar de su connotación violenta y destructiva. Lo que se cuestiona entonces es la concepción de lo "noticiable" (Martini, 2000) y el papel de los medios de comunicación en los conflictos sociales, que -según Tarrow (1997)- refuerzan el tránsito desde la perturbación del orden hacia la violencia que se haya frecuentemente en los ciclos de protesta. "Un único estudiante tirando piedras a la policía es mejor noticia que cualquier número de manifestantes marchando pacíficamente por las calles de la ciudad" (Tarrow, 1994, p. 169). En la concepción de Simmel y Ceballos (2010), los conflictos no son esencialmente negativos. Por el contrario, son momentos positivos como formas de socialización, lo que moviliza la discusión desde cómo evitar las oposiciones hacia la revisión de sus efectos, de su productividad, pues implican la activación de discursos e imaginarios territoriales en una comunidad. "Después del conflicto, no es lo mismo que antes" (Stamm & Aliste, 2014).
Las expectativas de este estudio consisten en identificar que El Mercurio de Valparaíso cubre el tema ambiental cuando se produce una controversia, pero -de manera paradójica- el periódico no representa en sus portadas el conflicto ambiental mostrando a los "actores de primer orden". Más bien, privilegia a un solo actor sin antagonistas, así como los contenidos judiciales del problema ambiental, lo que responde a la tendencia ya vista en los medios chilenos de la capital. La negación del conflicto en las portadas deslegitima la condición crónica de desigualdad socioambiental de Quintero-Puchuncaví y agrega la condición de desigualdad comunicacional, al reproducir un esquema de pensamiento socialmente establecido que no reconoce la inequidad integral de la zona. Esta representación es información que alimenta los procesos de decisión, el dinamismo de la democracia y la participación de la ciudadanía.
Método
El estudio de las portadas de El Mercurio de Valparaíso sobre el derrame de petróleo en la bahía de Quintero se realizó a través de un análisis de contenido, entendido como el conjunto de procedimientos interpretativos de productos comunicativos que se originan en procesos particulares de comunicación, registrados de manera previa. El examen de tales productos mediante técnicas de medición tanto cuantitativas (estadísticas de recuento de unidades) como cualitativas (interpretación basada en la construcción de categorías), permite elaborar y procesar datos significativos sobre las condiciones de producción de los textos o de las de uso posterior (Piñuel, 2002, p. 7). El proceso incluyó las siguientes estrategias: (1) se analizaron las portadas del diario desde el día en que se informa del accidente ambiental, jueves 25 de septiembre de 2014, hasta el jueves 22 de enero de 2015, cuando por última vez aparece en portada información relativa al derrame de petróleo. En este intervalo se publicaron 89 portadas en cuatricromía, y de ese total, 43 se relacionaron con el derrame de petróleo, formando el corpus de análisis. (2) Las portadas se analizaron estableciendo las variables en una matriz dividida en dos secciones. En el análisis formal se estableció la jerarquía de la fotografía en función de su tamaño, ubicación y relación con titular. En el análisis cualitativo, se identificó en la fotografía las siguientes categorías: suj etos del acontecimiento, elementos simbólicos presentes en la imagen y la situación que representa la imagen (Tabla 1).
Tabla 1. Matriz de análisis de las portadas
Fuente: Elaboración propia.
Resultados
Las tres portadas de la catástrofe ambiental
La portada de El Mercurio de Valparaíso se basa en una estructura modular invariable sobre un formato tabloide, que tiene por encabezado el nombre del diario, seguido por una primera fila con tres módulos de titulares y dos de ellos con fotografías pequeñas. La fila siguiente siempre señala el titular principal de la portada. La particularidad de la estrategia compositiva del diseño de la portada está en que, por lo general, hay una ruptura entre el titular del día y la gran fotografía que ocupa la mitad inferior de la portada, pues ambos (titular y fotografía) corresponden a informaciones distintas (véase Figura 1).
Figura 1. Confrontación primera [izquierda) y segunda [derecha). Portada informando del derrame de petróleo en la Bahía de Quintero
Fuente: El Mercurio de Valparaíso, versión digital (25y 26 de septiembre de 2014).
La gran fotografía de la portada es generalmente un primer plano o plano americano (hasta las rodillas) de personas conocidas en la actualidad nacional, con un pie de foto en negritas que aporta con el contexto de la imagen. El plano cercano de la foto permite observar los gestos del rostro, siempre mirando al lente, con semblante sonriente o serio. Excepciones son las fotografías de eventos deportivos (partidos de fútbol, maratón o tenis), que reflejan la acción de los jugadores y son planos más abiertos; y, ocasionalmente, algún suceso policial, que también se representa en una imagen de acción o movimiento.
En el lapso de cobertura periodística del derrame de petróleo (septiembre de 2014 a enero de 2015), solo hubo dos fotografías principales sobre el caso en la portada. La primera apareció el segundo día de cobertura del suceso, con una panorámica de la playa de Quintero en la que se reconocen los restos de petróleo depositados en la orilla por las olas sucesivas; distante al fondo se ve una persona agachada, que le permite al lector, por comparación con el sujeto, establecer las proporciones del tamaño del paisaje contaminado (Figura 1). El titular principal que antecede la foto es "Valparaíso aplicará Ley Seca en todos los eventos masivos de la ciudad", texto que no mantiene relación con la foto principal y produce desconcierto en el lector, que aguarda por satisfacer su expectativa con lo ya conocido.
El anuncio del accidente ambiental fue el día anterior a la portada descrita y tuvo por titular principal, sin imagen, "Derrame de petróleo afecta a playas de Quintero y Ventanas". El texto nuevamente desentona con la foto principal: un damnificado del gran incendio de Valparaíso del 14 y 15 de abril de 2014 sonríe a la cámara mientras sostiene un cuaderno sobre un fondo de cerros verdes de la ciudad puerto. El hombre obtuvo una beca universitaria junto con su hijo adolescente (Figura 1).
La segunda fotografía principal de portada sobre el desastre se publicó al cumplirse una semana del derrame de petróleo y es la única en la que coincide temáticamente el titular principal con la foto central, no solo del total del corpus examinado (43 portadas), sino del total de 89 portadas que se publicaron en los tres meses que se revisaron. Tres empleados de la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), con el traje blanco que se usa en situaciones de accidentes químicos, trabajan con una pala y bolsas plásticas negras limpiando la playa de Quintero, en la que no se observan huellas de petróleo (Figura 2).
Figura 2. Portada rectificación magnitud del derrame de petróleo en la Bahía de Quintero
Fuente: El Mercurio de Valparaíso, versión digital (4 de octubre de 2014).
El resto de las fotografías de portada relacionadas con el derrame de petróleo se ubican discretamente en los módulos pequeños laterales y superiores, son de pequeño tamaño, y ocasionalmente de tamaño mediano, acompañadas por un titular (Tabla 2).
Tabla 2. Frecuencia de portadas y detalle de fotografías y titulares de El Mercurio de Valparaíso relacionadas con el derrame de petróleo en la Bahía de Quintero
Fuente: Elaboración propia.
Durante septiembre, el resto de las fotografías corresponde a vistas panorámicas de la playa en pequeño formato, en el que solo se distingue la espuma de las olas o empleados de ENAP limpiando la playa, en variaciones de la fotografía principal recién descrita. Tanto las fotografías como el discurso de los titulares y sus bajadas se refieren al "derrame", sin indicar causas o responsables. Aparece la ENAP solo en fotografías como actor que trabaja intensamente en la limpieza de las playas y el gobierno nacional (ministro de Medio Ambiente, Consejo de Defensa del Estado y Presidenta) se presenta como el actor que investigará la situación, compromete estudios sobre el "derrame" y castigo para los responsables. La figura del conflicto ambiental se diluye en la ausencia del resto de los antagonistas o "actores de primer orden". La víctima es solo la playa.
Gráfico 1. Frecuencia de portadas y detalle de fotografías y titulares de El Mercurio de Valparaíso relacionadas con el derrame de petróleo en la Bahía de Quintero
Fuente: Elaboración propia.
En octubre, la presencia del problema ambiental se mantiene en portada casi todo el mes, con 21 apariciones con titulares no principales y 13 fotografías, todas de tamaño reducido, en los módulos laterales o superiores de la página. Las fotografías corresponden a varias vistas aéreas de la soleada bahía de Quintero, con los botes de los pescadores balanceándose al fondo o con la tubería a la vista circundada por un oleaje sereno. En los casos del Prestige y British Petroleum, las vistas aéreas mostraban las huellas del petróleo en el fondo marino, aspecto que solo puede ser visto desde el cielo y no desde la orilla. Los empleados de ENAP se ven limpiando residuos que no se aprecian, por lo pequeña de la imagen. Hay una foto de un pelícano en tratamiento de limpieza rodeado de personas con traje blanco que uno supone veterinarios, pero se ven semejantes a los funcionarios de ENAP que asean la playa. Al final del mes aparece el pelícano nuevamente en una fotografía cuando lo liberan en la orilla de la playa, luego de su rescate de la contaminación (se presume que sea el mismo pelícano).
Ausencia/presencia de conflicto ambiental
Las fotografías de las portadas no expresan un clima de conflicto ambiental en torno al derrame de petróleo, pero los titulares de los módulos laterales y superiores revelan el estallido de la disputa. Aparecen los pescadores "preocupados por los efectos del derrame" (2 de octubre), ENAP reconoce que el petróleo derramado "fue diez veces más grave de lo estimado" (4 de octubre), "los ciudadanos marchan en protesta por el derrame" (6 de octubre), el "subsecretario de Salud ordena cierre de playas y prohíbe pesca" (7 de octubre), la Armada investiga el derrame y niega responsabilidad (9 octubre), mientras que la empresa de remolcadores se defiende de las acusaciones de dicha institución (11 de octubre). El diario vaticina que "dos años tardaría la recuperación de las playas" (12 de octubre). Sin duda, en octubre estalla el conflicto en la esfera pública3; incluso se menciona que la comunidad organizada propone la ejecución de un "plebiscito ambiental" (27 de octubre), y así lo expresan las piezas periodísticas al interior de El Mercurio de Valparaíso, pero el dispositivo discursivo verbo-visual (fotografía y titular) de las portadas lo refuta. La única imagen de las marchas ciudadanas es una pequeña foto con un grupo de personas sonrientes desplazándose por la playa soleada.
En el mes de noviembre aparecen los pescadores como individuos beligerantes que "hacen nuevas exigencias" a la autoridad y la empresa (6 noviembre).
ENAP "descarta más pagos a pescadores por grave derrame" (15 noviembre) y el diario cubre las protestas. De hecho, las dos únicas fotos del mes sobre el tema muestran a unos sujetos corriendo mientras salta un chorro del vehículo lanza agua de Carabineros (6 noviembre) y la reiterada panorámica de la playa solitaria (en la que no hay bañistas ni pescadores), con residuos de petróleo depositados en la arena (21 noviembre).
En diciembre, el conflicto social es reemplazado por los contenidos judiciales. La Armada y la ENAP aparecen enfrentadas en las portadas por la difusión de sendos informes en que se acusan mutuamente como responsables del derrame. En tanto, el gobierno regional advierte que la cantidad de petróleo derramada es superior a la última rectificación de noviembre. Se insiste en las nuevas medidas de descontaminación e inversiones millonarias por parte de ENAP para reactivar el turismo en la zona ante la llegada inminente del verano y se constituye el Comité de Remediación Ambiental Puchuncaví entre autoridades locales, comunidad y empresa (19 diciembre), pero los pescadores lo impugnan y renuncian a participar. Se autoriza la pesca en la bahía (21 diciembre). Durante el mes solo se publican dos pequeñas fotos, una parej a de buzos arrastrando una malla de limpieza sobre la arena de la playa, recogiendo sedimentos de petróleo (7 diciembre), y la acostumbrada panorámica de la bahía soleada (12 diciembre).
En enero, la portada concentra la atención en el titular principal "Enap cuestiona a la Armada por sumario sobre el derrame" (18 enero), pero días antes, en titular pequeño en un costado, la "Armada reabre sumario por derrame y pide nuevos antecedentes" (15 enero), mientras la representante regional del Ministerio del Medio Ambiente "explica medidas para paliar el derrame de crudo" (22 enero). La única fotografía del mes sobre el tema es una pequeña en un módulo del costado de la portada, con un primer plano de una funcionaria del Ministerio sonriente, sentada en una banca con un jardín de fondo (22 enero).
Discusión
Frente al grave derrame de petróleo en Quintero en 2014, El Mercurio de Valparaíso sigue la tendencia señalada para el tratamiento de la prensa chilena centralista sobre la cuestión ambiental: se rige por un criterio de noticiabilidad basado en el conflicto y el desplazamiento hacia los contenidos judiciales del acontecimiento catastrófico.
El conflicto ambiental en Quintero-Puchuncaví no es algo nuevo. En las últimas dos décadas, las comunidades de Quintero y Puchuncaví han llevado su problema ambiental a los tribunales de justicia ante la incapacidad de los organismos estatales para abordar el conflicto, aparentemente sin mayor repercusión en la esfera pública local, aspecto que requiere ser estudiado. En la década de 1990, los agricultores, la mayor fuerza productiva local, iniciaron de manera débil los reclamos ante el poder judicial por la dispersión de gases (Sabatini & Sepúlveda, 1997). A esta denuncia se incorporaron, al cabo de los años, los profesores y otros sectores sociales, que constituyeron de manera creciente una agrupación ciudadana con participación de la autoridad local y variadas organizaciones sociales, gremiales y ambientales de la zona (Correa, 2012, pp. 24-125).
En 2014, la representación visual de este movimiento socioambiental ciudadano en las portadas de El Mercurio de Valparaíso se restringió a pequeñas fotografías de la marcha por la playa soleada y de los pescadores con pañuelos en la cara huyendo del carro lanzaagua de la policía antidisturbios. Ambas imágenes refuerzan ideas (negativas) preconcebidas sobre los movimientos sociales en Chile y fortalecen el conocimiento previo que sostiene el imaginario sobre la protesta social de la calle asociada a la violencia. Este imaginario estaría presente en los propios activistas, los que anhelan aparecer en los medios de comunicación aunque sea de este modo, para visibilizar sus demandas (Sapiezynska, 2014). Tal imaginario condicionaría a los movimiento sociales de manera reflexiva y estratégica por obtener atención mediática (Cottle, 2008).
Las portadas de El Mercurio de Valparaíso poseen una estructura modular que jerarquiza la información de acuerdo con el espacio y la ubicación de la información, y condiciona de antemano la lectura. La disposición modular de la portada guía la mirada hacia el centro, con un gran titular y fotografía, que por lo general -según está dicho- no mantienen relación entre sí. La modularización de la portada es apuntalada por la hipertextualización de la información, sugiriendo una lectura no lineal, de múltiples recorridos, y que extiende al formato impreso los hábitos lectores de los medios audiovisuales (Abril, 2003). El derrame de petróleo en Quintero solo apareció al centro de tres portadas de El Mercurio de Valparaíso en los primeros quince días de ocurrido el accidente. La primera vez fue con un gran titular sin fotografía anunciando el desastre, la segunda con una gran fotografía de la playa desierta y contaminada, la última con los funcionarios de la ENAP limpiando una playa que no se ve sucia, precedida por un gran titular en el que la empresa revela que el vertido fue mayor a lo considerado inicialmente. Si bien las portadas modulares establecen, en lugar de una composición narrativa, una verbo-visual fragmentada en la que el sentido se construye desde la interacción de los componentes heterogéneos, al examinar el conjunto de las tres portadas consecutivas emerge la secuencia de un relato en tres momentos: anuncio de una catástrofe ambiental natural que no tiene sujeto de la acción sino objeto del accidente ; la playa atomizada es la única víctima de la catástrofe, pues no hay vínculo directo con la comunidad del entorno; la empresa estatal descubre la verdad sobre la envergadura del desastre, pero de inmediato logra revertir la contaminación de la playa (de presunta victimaria se convierte en denunciante y defensora ambiental). Las tres portadas emiten un mensaje que refuerza la idea del derrame como equivalente a un fenómeno natural que no es una amenaza para la población, pero sí para el medioambiente, donde la empresa estatal es la protectora del ambiente, no de la comunidad. Se omite cualquier vínculo con la población directamente afectada, así como las referencias al descuido de la empresa y de la Armada, que causó el vertido de petróleo en el trasvasije a los estanques. Por último, se obvia el escenario de conflicto ambiental de larga data en el que se sitúa el accidente, pues se reconoce un solo sujeto del relato (empresa estatal), al margen de cualquier conflicto y asumiendo las tareas que habitualmente se asocian a los grupos ambientalistas en las crisis ecológicas: denuncia y limpieza o reversión del daño. Las portadas niegan la condición de desigualdad ambiental permanente de Quintero, en el que sitúa el derrame de petróleo. El comportamiento del diario en las portadas sugiere el estudio de la estrategia y gestión comunicacional de la empresa estatal sobre la crisis ambiental, la que al parecer opta por la retórica de la reparación de imagen (Harlow et al., 2011) y la influencia de las relaciones públicas corporativas en la prensa (Kleinnijenhuis et al., 2013).
Aparte del lugar central de las tres portadas, en los días sucesivos la información sobre el derrame quedó remitida, en la primera página de El Mercurio de Valparaíso, a los costados, en módulos de mediana y pequeña dimensión, lo que indica la baja importancia concedida a la noticia. Pero también revela la dificultad para erradicarla por completo de la vitrina del diario porque el desastre ambiental motivó la reacción de la comunidad e intensificó la conflictividad social en el territorio, con marchas y protestas intermitentes en el espacio público. Las fotografías de tamaño mediano corresponden a los representantes del Gobierno mostrados como protectores de la población ante las acciones de la naturaleza, como suelen aparecer en los temas ambientales consignados por la prensa (Andrade, 2013).
La representación verbo-visual del Gobierno también obvia el escenario de conflicto ambiental en el que se sitúa su actoría, y se insiste en las fotografías medianas con vistas panorámicas de la bahía de Quintero, que por el tamaño reducido no muestran rastro de contaminación, reforzando la noción de superación del daño ambiental de la bahía. En solo dos fotografías pequeñas aparece la población de Quintero (en una marcha ciudadana y en las protestas de los pescadores), acompañadas de titulares pequeños que fortalecen la representación conflictiva de la comunidad en torno al derrame de petróleo como hecho aislado. Los titulares pequeños sin fotografías permiten atisbar la presencia de una controversia entre la empresa estatal y la Armada por establecer responsabilidades sobre el accidente, así como entre la comunidad, el Gobierno y la empresa sobre las medidas para reparar el daño ambiental y social. Visto así, el conflicto ambiental en torno al derrame de petróleo persiste en las portadas, cada vez más disminuido, desde septiembre a enero. Al omitir el marco del conflicto ambiental del derrame que corresponde a la condición de desigualdad socioambiental de Quintero-Puchuncaví, provocado por la contaminación constante del complejo industrial privado-estatal emplazado en el territorio, la prensa se perfila como un actor de primer orden del conflicto ambiental. El medio impreso impediría que los lectores se representen en su vida cotidiana los problemas del acceso desigual a los bienes ambientales de la población de Quintero, pues reduce y simplifica el problema al acontecimiento catastrófico presentado de manera fragmentada, como se ha señalado. Así dificulta que el problema ambiental se piense, al no aportar con referentes (verbo-visuales) para su construcción social y su comprensión como un asunto social, político y económico mediado por intereses antagónicos, un discurso que, en definitiva, interfiere con el ejercicio de derechos fundamentales ciudadanos. Al quedar la desigualdad social ambiental excluida de la esfera pública local, se constata la yuxtaposición de la desigualdad comunicacional, es decir, el acceso desigual a los bienes simbólicos que constituyen la información.
Por último, la comprensión de la relación entre los medios de comunicación y la desigualdad ambiental como la constatación de una desigualdad comunicacional, requiere desarrollar más análisis sobre el periodismo ambiental en Chile en términos generales, y en lo particular, con el foco en el (des)equilibrio, centralismo y localismo simbólico al interior del sistema medial chileno. Sin duda los medios de comunicación masivos están lejos de ser actores secundarios en los conflictos ambientales y en la superación de la desigualdad ambiental.
Notas
1 La presente investigación es parte del estudio interdisciplinario "Territorio, comunidad y conflicto ambiental en Quintero-Puchuncaví tras el derrame de petróleo de septiembre de 2014", financiado por el Observatorio de Participación Social y Territorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (Valparaíso, Chile).
2 Esta afirmación podría requerir cierta reconsideración ante los incendios forestales de la última década asociados a la conflictividad social en la zona de La Araucanía (sur de Chile) y en la ciudad de Valparaíso. La segunda característica del periodismo ambiental chileno radica en el desplazamiento hacia la información jurídica y legal sobre situaciones de crisis ambiental, con más contenidos judiciales o económicos sobre medioambiente, que medioambientales propiamente tales.
3 El análisis del discurso de las piezas periodísticas publicadas por El Mercurio de Valparaíso así como de las cuatro ediciones especiales publicadas en el período entre el 25 de septiembre de 2014 y 22 de enero de 2015 corresponden a la segunda etapa del estudio que se encuentra en desarrollo. El debate que se percibe en la prensa gira en torno a la causalidad entre la desigualdad ambiental y la social, es decir, si la pobreza, falta de empleo, bajos sueldos y niveles de escolaridad son causa o consecuencia del acceso limitado al bienestar ambiental.
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Sobre las autoras:
Javiera Carmona Jiménez: Magíster en Arqueología y cursó el Doctorado en Historia, ambos en la Universidad de Chile. Es académica e investigadora de la Universidad de Playa (Valparaíso) en el Observatorio de Participación Social y Territorio de la Facultad de Ciencias Sociales. Ejerce la docencia en pregrado y postgrado; posee varias publicaciones en el ámbito de la cultura, patrimonio y comunicación de la ciencia.
Melisa Johanna Jaimes Manosalva: Historiadora de la Universidad Industrial de Santander, Colombia. Cursa el Magíster en Arte, Mención Patrimonio de la Universidad de Playa Ancha y es miembro del Observatorio de Participación Social y Territorio de la misma universidad. Se ha dedicado a la investigación de la memoria histórica local, así como a la elaboración de proyectos sociales con población infantil, juvenil y adulta.