Introducción
El síndrome compartimental corresponde a un fenómeno que ocurre cuando la presión de un compartimento fascial sobrepasa la presión de perfusión, llevando a isquemia irreversible y necrosis. Las principales causas que lo producen son fracturas, siendo otras las quemaduras, traumas por aplastamiento o vasculares1.
En series de casos grandes, se describe una incidencia de 0,01% de síndrome compartimental de antebrazo como complicación de la angioplastía transradial, siendo, por ende, una causa muy rara de este fenómeno2.
Lo primordial en esta patología es tener una alta sospecha, con el fin de tomar medidas rápidas y evitar complicaciones catastróficas. La principal complicación corresponde al déficit neurológico, cuya secuela disminuye con la descompresión temprana3.
Caso clínico
Paciente de sexo masculino de 41 años con antecedente de HTA en tratamiento con losartán y tabaquismo, que acude a Unidad de Emergencias de Adultos de hospital de baja complejidad por cuadro de dolor torácico irradiado a extremidad superior izquierda, asociado a síntomas neurovegetativos, con electrocardiograma que muestra supradesnivel ST en V1-V5, con elevación de las enzimas cardiacas, diagnosticado como IAM con SDST de pared septal. Trombolizado con estreptoquinasa sin incidentes, con criterios de reperfusión clínica y electrocardiográfica. Trasladado a centro de referencia para coronariografía con eventual angioplastía.
Durante procedimiento se constata sangrado de antebrazo derecho con sospecha de síndrome compartimental por aumento de volumen y dolor en la zona. Se deriva a evaluación por cirujano, quien realiza fasciotomía de compartimento anterior.
En posoperatorio mediato, evaluado por cirujano vascular, que constata aumento de volumen y dolor en cara interna de antebrazo derecho e indica fasciotomía de compartimento medial.
Con parestesia de cara medial del dedo índice y en dedo meñique, con movilidad conservada, pulso radial conservado (Figura 1).
Se realiza aseo quirúrgico para debridar tejido inviable, con afrontamiento parcial de heridas operatorias (Figura 2).
Evoluciona sin dolor, con disminución de volumen de la zona afectada, sin signos de infección, con buena respuesta a curaciones avanzadas con hidrocoloides, con buena movilidad hacia distal, sin parestesia. Se realiza alta médica con derivación a Unidad de Hospitalización Domiciliaria para continuar curaciones, en espera de eventual injerto de piel para cierre definitivo de heridas operatorias (Figura 3 y 4).
Discusión
La incidencia de síndrome compartimental relacionado a la cateterización transradial reportada es de un 0,004%4. Algunos metaanálisis han establecido una correlación estadística entre las intervenciones coronarias percutáneas (PCI) y el síndrome compartimental, planteándose como hipótesis el uso de grandes dosis de anticoagulante, que podrían provocar mayor sangrado que provocaría el síndrome compartimental6.
Dado las complicaciones asociadas a esta patología, el diagnóstico debe realizarse mediante la clínica y no esperar exámenes de apoyo. Dentro de las características clínicas más importantes se encuentran las “5 P's” (pain, pallor, painful stretching of muscles, paresthesia, and pulselessness); dolor, palidez, contracción muscular dolorosa, parestesia y ausencia de pulsos. El diagnóstico debe realizarse previo a la aparición de todas las P's5,7.
De no ser resuelto el cuadro, evoluciona a pérdida de la fuerza muscular, posición típica de la mano caracterizada por posición supina, flexión de la muñeca, extensión metacarpofalángica, y flexión interfalángica), seguido de disestesia y pérdida de pulsos. La isquemia provocada a largo plazo genera daño neuromuscular llevando a una contractura de Volkmann, caracterizada en su forma más severa por una mano en garra o flexión interfalángica, extensión metacarpofalángica y atrofia de la musculatura intrínseca de la mano que se producirá por isquemia muscular prolongada, lo cual llevará a necrosis de miocitos y recambio por miofibroblastos que poseen contracción mantenida5,8.
Ante el diagnóstico de síndrome compartimental, se debe proceder a fasciotomía inmediata para descomprimir el compartimento afectado. El abordaje más frecuente es una fasciotomía volar, que automáticamente descomprime el compartimento dorsal. De ser requerido, se debe debridar el tejido no viable de la fasciotomía y programar un eventual cierre en un segundo tiempo operatorio3.